No aprendo más... Allá por el 08/11/12, cuando me devoré ese masacote de historietas románticas publicadas por DC en los ´60 (Young Love) afirmé que ese libro era el único de su género que me pensaba comprar. Pero apareció muy barato este, con historietas aún más antiguas, que van de 1947 a fines de los ´50, firmadas nada menos que por Joe Simon y Jack Kirby, los inventores del género romántico. La presencia de los próceres y el hecho de que fueran sólo 21 historietas y reeditadas a color me llamó la atención como para volver a darle una chance a estos “secretos del corazón” que en su mejor época vendían –literalmente- millones de ejemplares y lograban holgadamente eso que hoy parece imposible para el comic yanki, que es llegar masivamente al público femenino.
Entre muchas historias muy chatas y muy pelotudas, encontré un par realmente fuertes. “Her Tragic Love” es la historia de una mina enamorada de un tipo condenado a muerte por un crimen, y además del romance hay una situación muy tensa, en la que no sabés si Sam Ford es culpable o inocente hasta el final. “Fraulein Sweetheart” cuenta el romance a contramano entre una chica alemana, que fuera fanática del Führer, y un soldado yanki de los que ocupan la ciudad de Marburg una vez derrotado el Tercer Reich. Un tema espinoso, como el de la desigualdad entre las clases sociales, está muy bien abordado en “Shame”. La extensa “I Want Your Man!” (14 páginas con texto como para 48) le da una linda vuelta de tuerca al viejo tema de “dos minitas compiten por un chongo”. Y la otra que me sorprendió fue “Lovesick!”, con un giro argumental infrecuente, que deja muy mal parado al protagonista, mientras que casi siempre las que se mandan cagadas grossas (y a veces aprenden la lección) son las chicas.
El principal problema, del que no zafa ninguna historia, es que Simon narraba en pocas páginas historias bastante complejas. Y como Kirby nunca metía más de siete cuadros por página, hay páginas realmente repletas de texto, donde entre globos y bloques se morfan más del 60% de las viñetas. Los diálogos son blanditos, muy reiterativos, y los bloques ahondan en lo que el dibujo no muestra, básicamente en lo que las minitas (que casi siempre narran en off) piensan y sienten. Rápidamente te cae la ficha de que si no leés los bloques de texto, las historietas también se entienden y hasta se disfrutan un poquito más.
Con estas restricciones, más las que se suman a partir de 1954 cuando el Comics Code Authority achica las márgenes de lo que se puede mostrar en una historieta, está todo dado para que la mayoría de los relatos, leídos hoy, resulten un embole, soso, obvio y con menos onda que Inés Pertiné. Por suerte, alguito se puede rescatar, sobre todo comparado con lo que vimos en el Showcase de Young Love, donde no había ni en pedo argumentos tan interesantes como esos cinco que –en distinto grado- me gustaron.
El dibujo del Rey está a años luz de los trabajos con los que redefinió el comic-book en los ´60. Arranca muy pegado a su estética “cuarentosa” (esa derivada de Milton Caniff y Alex Raymond, pero sin el virtuosismo de ninguno de los dos) y de a poco evoluciona hacia el Kirby más identificable, aunque –por supuesto- le falta el power, la intensidad, la emoción de sus comics en los que chabones musculosos con poderes se cagan a trompadas. Alguna vez yo dije que un comic de Kirby sin machaca es como un clásico sin goles, un boliche sin minas, un kiosco sin alfajores... y lo sostengo. Acá suelen estar muy buenos los dibujos más grandes, los que el Rey se mandaba (no siempre) a modo de splash page; y después, en el “viñeta a viñeta”, hay lindas composiciones, pero no genialidades. Quizás debido a que el texto (no el dibujo) llevaba adelante los relatos, y porque al haber tanta cantidad de letras por cuadro, el ídolo casi no tenía lugar para dibujar.
En fin, si te interesa conocer cómo nace la historieta romántica, o querés ver qué hacía Kirby antes de irse a DC a crear a los Challengers of the Unknown y esas historietas bizarras que vimos el 29/05/12, este libro está muy bien. Si no, la verdad que no se justifica el esfuerzo.
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jueves, 27 de febrero de 2014
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