El clásico de Ricardo Barreiro y Juan Giménez por fin tiene una edición nacional presentable, bien impresa, en un buen tamaño y hasta con las pocas páginas que Giménez llegó a colorear cuando imaginó un proyecto de “versión a todo color” que obviamente no prosperó. Yo tengo la edición de Toutain en dos tomos (excelente, la amo con el alma y no sé si me voy a desprender de ella ahora que tengo la argentina), y me acordaba bastante de la trama, a pesar de haberla leído hace mil años.
No revelo ningún spoiler grosso si cuento que Ciudad está bastante emparentada con Parque Chas. En ambos casos, “el Loco” Barreiro encuentra un mecanismo que le permite contar en cada episodio historias bastante distintas entre sí, incluso abordar distintos géneros. Ciudad tiene esa estructura: episodios en los que las tramas abren, se desarrollan y cierran, mientras por atrás avanza la trama central, que es “¿cómo carajo se sale de esta ciudad?”. Durante esta incansable búsqueda de la salida, Jean y Karen van a vivir aventuras más de “acción, tiros, persecuciones y explosiones”, otras más de “sobreviviendo al post-holocausto”, otras con un tinte más sobrenatural, otras más cercanas a la ciencia-ficción y otras con una arista más política.
¿Y están buenas las aventuras? Algunas envejecieron demasiado (sobre todo “En la oscuridad de las cloacas”) y otras tienen ideas que seguramente funcionaron bien a fines de los ´70 y siguen siendo efectivas aún hoy: la del subte que viaja en el tiempo, por ejemplo, tiene un vuelo y un impacto asombrosos. “El jardín de las delicias” parte de una idea más trillada, pero el desarrollo está tan bien, el clima te atrapa tanto, que se disfruta a pleno. Y destaco también a “Barrio-Castillo” donde –a través de un dilema ético para los protagonistas- Barreiro se anima a bajar una línea más jugada en términos políticos.
La historia más rara es la última, “La salida final”, donde Barreiro introduce a un nuevo personaje que rápidamente se gana el protagonismo del episodio. Todo lo que vemos en las páginas finales es lo que narra o lo que hace este náufrago de la eternidad, este hombre que perdió todo lo que amaba a manos de una invasión extraterrestre y que dice llamarse Juan Salvo. Si no fuera porque esta aparición eclipsa mucho a Jean y Karen y le resta mucho impacto al hecho de que estamos ante el final de la saga de Ciudad, estaríamos hablando del mejor homenaje a El Eternauta jamás planteado por uno de los que se dicen discípulos de H.G. Oesterheld. Y no es el único homenaje. El Loco Barreiro se las ingenia para poblar la serie de muchísimas referencias a películas y sobre todo a íconos de la literatura fantástica, desde H.P. Lovecraft hasta Jorge Luis Borges, pasando por Philp K. Dick e Isaac Asimov.
Este trabajo, además, marca la despedida de Juan Giménez del blanco y negro, al que prácticamente no volverá nunca desde aquel entonces. Y es una despedida incandescente, como cuando dos amantes se echan el último polvo antes de separarse para siempre. Me encanta lo que hace Giménez cuando se planta “en el medio”, pero lo que realmente me emocionó fue verlo jugar en los extremos. En una punta, acá tenemos esas viñetas recontra-sobrecargadas, repletas de detalles, con iluminaciones increíbles, logradas con texturas, rayitas y cross-hatchings enfermizos, que avergonzarían a Moebius y Bilal. Y de golpe, el mago mendocino se va al otro extremo y resuelve viñetas sólo con la línea, un trazo finito, como de rotring, muy prolijo, sin sombras ni manchas. La verdad que todo se ve espectacular, desde los fondos (donde Giménez deja la vida) hasta los detalles en ropa, armas y vehículos. Lo único mínimamente criticable es que le cuesta dibujar a Karen siempre con la misma cara, y a veces se notan las “mutaciones” de una viñeta a la otra. Pero son caras siempre expresivas, que transmiten toda la emoción que requiere este guión de Barreiro.
Si nunca habías leído Ciudad (o habías leído episodios sueltos) aprovechá que existe esta edición y tirate de cabeza. Y si ya la conocías, sabés que se trata de una obra de una polenta impresionante, con mucha pasión, mucha experimentación y además grandes ideas y secuencias memorables.
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jueves, 3 de diciembre de 2015
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