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jueves, 6 de abril de 2023
JUEVES DE CONTRASTES
Hoy tengo para reseñar un libro cuya lectura me demandó varios días y uno que me devoré en menos de 15 minutos.
Empiezo en Estados Unidos, año 2021, cuando se recopilan en libro las tiras de Pearl Before Swine originalmente publicadas entre Octubre de 2018 y Marzo de 2020. En la reseña del 11/03/14 quedó plasmada mi reacción frente a esta tira de Stephan Pastis que se publica desde 2001 en los diarios yankis. Fue un descubrimiento de esos que te sacuden toda la estantería, por eso esta vez fui por un libro de la colección Treasury, en la que la tira se recopila completa, sin baches, con las entregas de lunes a sábado en blanco y negro y las dominicales a color, sin remontarlas ni cambiarles el formato. Esta edición cuenta con el atractivo extra de que, abajo de cada tira, Pastis agrega algún comentario del backstage, breves textos casi siempre en joda donde nos cuenta con qué personajes se identifica, cómo lucha contra el syndicate para que le dejen usar ciertas palabras "groseras", cómo le cuesta dibujar ciertas cosas, cómo reaccionaron los lectores frente a ciertas situaciones que incluyó en la tira y demás.
Pearls Await the Tide ofrece casi 240 páginas de historietas, la mayoría de las cuales reproducen tres tiras diarias. O sea que hay muchísimo para leer. Y no, el dibujo de Pastis no mejoró ostensiblemente desde aquel primer librito reseñado en 2014. Sigue siendo eficaz, pero muy limitado, y lo más interesante: muy consciente de sus limitaciones. Las principales diferencias que noté entre un librito y otro son 1) que aparece mucho menos Zebra, un personaje que al principio era muy protagónico y 2) que el propio Pastis se incorporó como personaje, para interactuar con sus creaciones, contar cosas de su vida personal, y "dar la cara" cuando estos lo cuestionan (o directamente lo cagan a palos) por el nivel choto de algunos chistes. Pastis es constantemente víctima del bullying por parte del trío protagónico (Rat, Pig y Goat), que lo consideran un auténtico subnormal.
Lejos, lo mejor de Pearls Before Swine es su oscuridad. Las reflexiones existencialistas jodidas, ese truco que inventó Charles Schulz en Peanuts y que Pastis lleva al infinito y más allá. La grieta entre nuestros sueños y aspiraciones y nuestros logros en la vida real, la interacción entre seres humanos en una sociedad gobernada por políticos corruptos y empresarios insaciables, el rol de las redes sociales y el periodismo, la censura sobre lo que pensamos o sentimos disfrazada de "corrección política", la relación del individuo con la comida y el escabio, con el trabajo, con los vecinos... Sobre todos estos temas y muchos más, Pastis piensa en voz alta, con una mala leche devastadora y un humor muy, pero muy afilado. También hay chistes tontos, basados en juegos de palabras (algunos MUY elaborados) o en confusiones lingüísticas, pero en general, el humor de la tira es lúgubre, espeso, incómodo como tampón de virulana.
Me parece genial que en los diarios de Estados Unidos, repletos de tiras anodinas y con menos gracia que un desalojo, aparezca una tira como Pearls Before Swine, quizás lo más parecido a South Park que vamos a ver alguna vez en la página de humor de una publicación masiva y que está al alcance de los chicos como es el diario. En ese contexto, Pastis más que bueno es necesario.
Me vengo a Argentina, año 2022, para disfrutar de Apagón, una breve novela gráfica (apenas 54 páginas) escrita por Martín Tejada y dibujada por Carlos Dearmas. La calidad de la edición (a cargo de Hotel de las Ideas) es increíble: desde el prólogo de Estela de Carlotto hasta el gramaje del papel, todo da cuenta de un cuidado muy especial por parte de la editorial, que se agradece muchísimo.
Una vez adentro del librito, nos encontramos con un guion minimalista, en el que Tejeda tira muy buenos diálogos en las primeras páginas como para que entendamos quiénes son los personajes y cuál es el conflicto... y después prácticamente no se habla más. Será la acción la que narre y el dibujo el que nos guíe en esta recorrida fantasmagórica por una casa totalmente a oscuras que oculta un secreto vinculado a los trágicos apagones de 1976, aquellos que sirvieron como escenario a 400 secuestros y otros crímenes de lesa humanidad en un pueblo de Jujuy. Entre la oscuridad, aparecerán imágenes tremendas, perturbadoras, una especie de dimensión desconocida sórdida y aterradora, y a la vez teñida de memoria, verdad y justicia. No se puede ahondar en el argumento sin spoilear, porque está muy jugado a los climas, a la sugestión y al giro del final, que obviamente no vamos a revelar acá.
Y sin dudas el impacto definitivo, la fatality, nos la tira el dibujo de Carlos Dearmas, un artista al que por lo menos yo no tenía en el mapa y me detonó la cabeza, mal. No hay explicación para lo que hace este muchacho con la pluma y la tinta. Se me ocurre proponer que es una especie de Peiró entintado por el alemán Andreas, pero me quedo corto, no llego ni en pedo a describir o a graficar la fuerza y la belleza del trazo de Dearmas. La puesta en página es clásica, el ritmo del relato es descomprimido, abundan las secuencias en las que se sugiere más de lo que se muestra, y de punta a punta del librito se aprecia un nivel de compromiso con el trabajo, una dedicación, unas ganas de cantarse "quiero retruco" a sí mismo, que te pone los pelos de punta. Por este trabajo, el hasta hace poco desconocido Carlos Dearmas ganó el Premio Cinder al Mejor Dibujante de 2022, y la verdad que es absolutamente justo. Apagón es una historieta 100% consagratoria para sus autores, un relato de tremenda potencia expresiva, dramática y visual, con personajes creíbles y una vuelta de tuerca inesperada a un suceso tan real como desgarrador de nuestra historia. Muy recomendado.
Y no hay más. Ni bien tenga más material leído, nos reencontramos con nuevas reseñas acá en el blog. Hasta entonces.
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Stephan Pastis
martes, 11 de marzo de 2014
11/ 03: BEGINNING PEARLS
En 1995, cuando se terminó Calvin & Hobbes, no te digo que me chupó un huevo, pero por lo menos no me quise cortar las venas con un tomito de Gaturro. ¿Por qué? Porque un año antes de que Bill Watterson diera por terminada su obra maestra, Patrick McDonnell había arrancado con Mutts, una tira exquisita, magistral, quizás no al nivel genial de Calvin & Hobbes, pero a años luz de la bóñiga adocenada que puebla las páginas humorísticas de los diarios yankis. McDonnell lleva 20 años al frente de su tira y eventualmente, se va a cansar. ¿Qué nos va a quedar ese día? Está difícil, pero yo le pongo mis fichas a Pearls Before Swine, la tira de Stephan Pastis que se publica desde 2001.
Pearls Before Swine, visualmente no se distingue mucho de la basura chata y mediocre que hegemoniza el panorama de las tiras diarias yankis. Pastis no es un buen dibujante, en absoluto. Al lado de Watterson o McDonnell es un cadáver al que le cortaron las dos manos (como al General) y si hoy puede publicar profesionalmente es porque antes se consagraron otros muertos aún más precarios tipo Scott Adams. Pastis trabaja en un estilo amarrete, pasado de minimalismo, en el que casi no existen los fondos y en el que los personajes se esfuerzan por no mostrar ninguna emoción y conservar siempre la misma cara de nada. Ese dibujo de la portada, con Rat y Pig en pleno estallido de expresión corporal y facial, en la tira no existe jamás. En las historietas de Pastis, los personajes apenas se mueven y a lo sumo levantan una ceja o cierran los ojos. Las planchas dominicales están coloreadas con el photoshop de modo muy básico, con los efectos mínimos e indispensables. Como Pastis no quiere o no puede lucirse con el dibujo, el color se ajusta a esos mismos parámetros de “tratemos de pasar desapercibidos, así no nos putean”.
Entonces, ¿por qué se destaca Pearls Before Swine? Porque en ese contexto de chatura y pacatería en el que todas las tiras parecen escritas por oficinistas de saco y corbata que hace 45 años que tildan planillas y 35 que no la ponen, Pastis se va muy al carajo con los temas que toca y con el enfoque que les da. Perdida en la selva del humor políticamente correcto, Pearls... hace gala de un humor muy adulto, muy ácido, con un lenguaje muy audaz, chistes muy violentos, referencias a las drogas, al escabio y hasta al terrorismo islámico de Medio Oriente. Está claro que Pastis es fan de South Park y de ahí bebe una revulsiva mala leche que después vomita en sus tiras, para beneplácito de la hinchada.
Este libro se llama “Beginning Pearls” no porque tiene las primeras tiras, sino porque tiene tiras para principiantes, tiras especialmente elegidas para los más chicos. Son tiras muy, pero muy cómicas, con un humor casi siempre oscuro, pero sin nada demasiado zarpado. Hay absurdo, hay delirio, hay momentos de un humor meta-comiquero muy logrado (Rat lee las cartas que los lectores mandan a la tira) y hay millones de juegos de palabras algunos muy pavotes y todos sumamente ingeniosos. Y por encima de todo eso, hay una excelente química entre los personajes protagónicos, muy bien caracterizados por Pastis.
¿Suma algo que los personajes sean animales? Más o menos. Rat y Goat, por ejemplo, son seres humanos dibujados como animales. Apenas si alguna vez los vemos con corbata en vez de desnudos, pero piensan, actúan y viven como humanos normales. Pig, en cambio, consulta con su familia a ver si están todos bien antes de comer jamón o salchichas. O sea, se hace cargo un cachito y cada tanto de ser un chancho. Y en el extremo opuesto, Zebra está todo el tiempo pendiente de que no se lo morfen los cocodrilos (los personajes más desopilantes de la tira) o los leones, a los que no vemos nunca. Claramente, es el personaje más animal del elenco, aunque vive en una casa, lee, escribe, y a veces se viste.
Podría seguir, pero se me acaba el espacio. Banco mucho a Pearls Before Swine y voy por los libros que recopilan las tiras “para grandes”. Aguante el humor sin barreras.
Pearls Before Swine, visualmente no se distingue mucho de la basura chata y mediocre que hegemoniza el panorama de las tiras diarias yankis. Pastis no es un buen dibujante, en absoluto. Al lado de Watterson o McDonnell es un cadáver al que le cortaron las dos manos (como al General) y si hoy puede publicar profesionalmente es porque antes se consagraron otros muertos aún más precarios tipo Scott Adams. Pastis trabaja en un estilo amarrete, pasado de minimalismo, en el que casi no existen los fondos y en el que los personajes se esfuerzan por no mostrar ninguna emoción y conservar siempre la misma cara de nada. Ese dibujo de la portada, con Rat y Pig en pleno estallido de expresión corporal y facial, en la tira no existe jamás. En las historietas de Pastis, los personajes apenas se mueven y a lo sumo levantan una ceja o cierran los ojos. Las planchas dominicales están coloreadas con el photoshop de modo muy básico, con los efectos mínimos e indispensables. Como Pastis no quiere o no puede lucirse con el dibujo, el color se ajusta a esos mismos parámetros de “tratemos de pasar desapercibidos, así no nos putean”.
Entonces, ¿por qué se destaca Pearls Before Swine? Porque en ese contexto de chatura y pacatería en el que todas las tiras parecen escritas por oficinistas de saco y corbata que hace 45 años que tildan planillas y 35 que no la ponen, Pastis se va muy al carajo con los temas que toca y con el enfoque que les da. Perdida en la selva del humor políticamente correcto, Pearls... hace gala de un humor muy adulto, muy ácido, con un lenguaje muy audaz, chistes muy violentos, referencias a las drogas, al escabio y hasta al terrorismo islámico de Medio Oriente. Está claro que Pastis es fan de South Park y de ahí bebe una revulsiva mala leche que después vomita en sus tiras, para beneplácito de la hinchada.
Este libro se llama “Beginning Pearls” no porque tiene las primeras tiras, sino porque tiene tiras para principiantes, tiras especialmente elegidas para los más chicos. Son tiras muy, pero muy cómicas, con un humor casi siempre oscuro, pero sin nada demasiado zarpado. Hay absurdo, hay delirio, hay momentos de un humor meta-comiquero muy logrado (Rat lee las cartas que los lectores mandan a la tira) y hay millones de juegos de palabras algunos muy pavotes y todos sumamente ingeniosos. Y por encima de todo eso, hay una excelente química entre los personajes protagónicos, muy bien caracterizados por Pastis.
¿Suma algo que los personajes sean animales? Más o menos. Rat y Goat, por ejemplo, son seres humanos dibujados como animales. Apenas si alguna vez los vemos con corbata en vez de desnudos, pero piensan, actúan y viven como humanos normales. Pig, en cambio, consulta con su familia a ver si están todos bien antes de comer jamón o salchichas. O sea, se hace cargo un cachito y cada tanto de ser un chancho. Y en el extremo opuesto, Zebra está todo el tiempo pendiente de que no se lo morfen los cocodrilos (los personajes más desopilantes de la tira) o los leones, a los que no vemos nunca. Claramente, es el personaje más animal del elenco, aunque vive en una casa, lee, escribe, y a veces se viste.
Podría seguir, pero se me acaba el espacio. Banco mucho a Pearls Before Swine y voy por los libros que recopilan las tiras “para grandes”. Aguante el humor sin barreras.
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