O en criollo, la sexta hora. Así se titula esta trilogía creada por Nicolas Pona para la colección Secrets du Vatican, una línea de historietas relacionadas con misterios y runflas que giran en torno a la religión católica, ya muy asentada dentro de la editorial francesa Soleil.
La primera parte de la trilogía se pasa un poquito de críptica. No porque no se entienda lo que pasa, sino porque hay pocas pistas de cómo carajo se va a explicar lo que pasa. Por un lado, tenemos a Yanis Berdzeni, inspector de policía, cuya esposa lleva meses internada en terapia intensiva. Berdzeni tiene una increíble habilidad con las manos y le encantan los trucos de magia. También tiene una moral un poquito... elástica, que le permite estar en excelentes términos con una tríada de la mafia china que maneja la prostitución en la gran ciudad (que no se sabe bien si es de Francia o de EEUU). Es un personaje muy bien construído, con todo como para hacerse cargo del rol protagónico hasta el final de la saga.
Por el otro lado tenemos a un minón infernal, Samaëlle, una pelirroja, muda (para los que dicen que no existe la mujer perfecta), que sale de la cárcel y se reencuentra con una nena muy locuaz e inteligente que supuestamente es su hija. Samaëlle tiene un bolso lleno de piezas de oro, maneja unas técnicas de combate absolutamente devastadoras y tiene mucho que ver en varias masacres que van diezmando las filas de la mafia china, entre otras organizaciones criminales. ¿Quién es Samaëlle? ¿Tiene superpoderes? ¿Es un ángel, o un demonio? ¿Será posible que sea inmortal? ¿Cuál es su relación con esas balas de oro talladas? Hasta ahora hay pocas pistas.
Para hacer más espeso el misterio, casi sobre el final del tomo aparecen dos páginas protagonizadas por Jesucristo, cuando ya esaba crucificado, y Longinus, el legionario romano dueño de la famosa lanza que atravesará el pecho del mesías condenado. ¿Cómo engancha esto con todo lo demás? Habrá que seguir leyendo...
A pesar de que se zarpa escamoteando pistas, Nicolas Pona arma un planteo bastante ganchero. Tiene muy buenos personajes secundarios (me encantó el pintor que sólo ve el color rojo) y maneja muy bien todo lo que tiene que ver con el habla cotidiana de la gente. Lo más interesante es algo que ya vimos en otros comics, principalmente en Death Note: la cana, con sus procedimientos, su balística y sus forenses, trata de explicar muertes que –los lectores lo vemos claramente- tienen que ver con una movida sobrenatural, a años luz de lo que las autoridades terrenales pueden llegar a resolver. Igual falta mucho para que el rompecabezas se termine de armar.
¿Cómo caí en esta serie? Porque la dibuja Juan Ferreyra, el prodigio cordobés que la rompió en Rex Mundi, serie fetiche de este blog. Pero atenti, que este Ferreyra no se parece tanto al de aquel clásico. El color tiene mucho menos peso, todas las figuras están definidas por la línea negra, y –sobre todo- hay muchas más viñetas por página. El resultado es un producto mucho menos personal, de mucho menos lucimiento para Ferreyra. El cordobés se sigue zarpando a la hora de elegir algunos ángulos, le pone mucha expresividad a los personajes (especialmente a Juan Dominicain, el cana compañero de Berdzeni), pero está o mucho más contenido, o menos inspirado que en Rex Mundi. La portada de La 6e Heure te ceba mal: ahí Ferreyra está incluso mejor que en Rex Mundi. Adentro, en el trajín de las 46 páginas repletas de viñetas muchas veces microscópicas, te encontrás con un dibujante sólido, que cumple con creces, pero al que le falta la magia.
Ojalá esta bestia logre poner todo en el próximo tomo. No lo tengo, pero lo quiero conseguir, porque el argumento del Vol.1 me atrapó como para seguir la saga hasta el final.
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domingo, 5 de febrero de 2012
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