el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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lunes, 10 de julio de 2023

NOCHE DE RESEÑAS

Otra breve pausa en el laburo interminable de la Comiqueando Digital, que aprovecho para redactar las reseñas de las últimas historietas que leí. Empiezo en Suecia, nada menos, con la antología From the Shadow of the Northern Lights, un poderoso tomo de 200 páginas en el que los muchachos de la revista Galago (muy identificada con la historieta experimental, rupturista o simplemente alternativa) se toman el trabajo de traducir al inglés 26 historietas de autores y autoras de Suecia, para que las podamos disfrutar los que no leemos ese extraño idioma. El libro es de 2008, y quizás en los últimos 15 años el panorama haya cambiado un poco, pero acá lo que se ve es material muy, pero muy pegado al comic alternativo que se hacía en ese tiempo en Norteamérica. Este mismo libro podría haber salido en Drawn & Quarterly, o en Fantagraphics, con las mismas historietas, simplemente cambiando los nombres de los creadores suecos por nombres en inglés (y alguno en francés). No veo una "identidad sueca", una impronta que de alguna manera englobe a los autores... y tampoco me parece mal que no la haya. El tema es que muchos y muchas terminan en la bolsa de "el Peter Bagge de la B", "el Johnny Ryan de la B", "el Adrian Tomine de la B", o "la Jessica Abel de la B", porque obviamente al vivir y publicar en Suecia nunca van a trascender como lo hacen los autores norteamericanos. Es como que venga un yanki a visitar Argentina y en vez de mate le den Manaos. Dentro de esa limitación, me encontré con un puñado de historietas impublicables, otras brillantes, y unas cuantas que están bien dibujadas pero me contaron cosas que no entendí o no me interesaron, como suele suceder en las antologías de comic alternativo. Lo más destacado: el humor mala leche de Sara Granér, la historieta de Simon Gärdenfors, el dibujo de Benjamin Stengard (una especie de Thomas Ott putrefacto), la magia visual de Knut Larson, la historieta de Tom Karlsson (que me hizo acordar a los unitarios de Pez en la Fierro clásica), el dibujo y la narrativa de Loka Kanarp, la historieta de Lars Sjunnesson, el dibujo de Marcus Ivarsson, la historieta de Ruben Dahlstrand (bizarra y adictiva cruza entre Charles Burns y Craig Thompson), el dibujo de Joakim Pirinen... y lo más logrado lo encontré -con justicia- en la historieta más larga del tomo, las 24 páginas de Fabian Göranson, un capo que no tiene nada que envidiarle a ningún autor del palo alternativo de ningún punto del planeta. Göranson es el Zlatan Ibrahimović del comic, un sueco que puede ser figura en cualquier equipo importante de Europa o de Norteamérica. No sé si me enloquece la idea de salir a buscar el Vol.2 de From the Shadow of the Northern Lights, pero con este tomo la pasé bastante bien y descubrí a unos cuantos monstruos que no tenía en el radar. Tampoco sé cuántos de ellos siguen activos 15 años después, porque la historieta alternativa es muy ingrata y suele expulsar talentos hacia la animación, la ilustración, el diseño o el expendio de frutas y verduras en puestos callejeros. Pero lo grosso es que el libro funciona muy bien como muestrario de unos cuantos trabajos realmente interesantes.
Me vengo a Argentina, Enero de 2023, cuando Pictus reedita a todo color el librito de Merlín que vimos acá en el blog el 11/01/16 y le agrega las 72 páginas de la segunda aventura de esta serie para redondear un hermoso libro de 144 páginas. En la reseña del Vol.1, un pelotudo escribía: " A los efectos de captar lectores jóvenes, quizás convenía colorear esta saga, pero eso le habría restado impacto al dibujo de Jok". Pindonga. El color no sólo no resta nada, sino que suma muchísimo. Gran acierto haberlo incluído esta vez. Y el dibujo de Jok, que en el primer tramo es excelente... en el segundo mejora aún más, a medida que el titán de la tinta encuentra un trazo un poquito más sintético, menos sobrecargado. Muy notable, lo de Jok, que jamás se tira a chanta, jamás pone su virtuosismo por sobre la función narrativa del dibujo, y cuando lo dejan volar e imaginar, te enloquece con sus diseños de monstruos y sus secuencias oníricas. La saga de Merlín y Héctor además, es un gran vehículo para que Jok y Rodolfo Santullo (el guionista de la obra) recuperen la ambientación medieval/ fantástica de Ladrones y Mazmorras en la que los vimos desenvolverse con total comodidad, aunque esta vez la aventura es un poco más solemne, menos ida al carajo en materia de comedia de enredos, retruques verbales graciosos, etc.. Este es un Santullo un poco más serio, que combina tramas bastante dramáticas, incluso por momentos sórdidas, con elementos del misticismo medieval británico que aportan el toque de fantasía. El combo funciona muy bien y, como en 2016 cuando leí el primer tomito, me dejó pidiendo más Merlín. Hay algo en este tipo de aventuras clásicas, sólidas, sin saltos al vacío, que resulta irresistible, aunque uno ya sepa que los buenos no van a morir en ninguna de las peripecias u ordalías que les plantee el guion. En el caso de Santullo, además, está el mérito de lograr que uno se encariñe rápidamente tanto con el porquerizo con destino de brujo como con el ladrón con destino de héroe. Este es un material realizado para una revista de Inglaterra apta para todo público (un toque menos salvaje que la 2000 A.D., ponele), que estaba en parte inédito en castellano. Por eso es tiene también el valor de los grandes rescates editoriales. La única cagada es que se lee muy rápido... y ese es un tema para poner sobre el tapete y (eventualmente) discutirlo con autores y editores: compro un libro de casi 150 páginas, me gasto ocho lucas, me lo liquido en 20/25 minutos... ¿qué onda? ¿No es muy poco? Sí, puedo releerlo 100 veces, flashear horas y horas con los dibujos de Jok, pero la experiencia fuerte, que es la lectura inicial, se me pasó volando. No sé si la fórmula consiste en triplicar la cantidad de texto en cada página y exigirle a los guionistas que metan unos masacotes tipo Columba de los ´70... pero me parece que algo habría que inventar para que semejante inversión rinda un poquito más en cuanto tiempo de lectura. La dejo picando y me vuelvo a sumergir en la Comiqueando Digital. Creo que va a estar terminada el lunes 17. Estén atent@s, que se viene un número monumental, con 360 páginas. Gracias y hasta pronto.

jueves, 26 de mayo de 2022

JUEVES EN BLANCO Y NEGRO

Vamos con otras dos reseñas, así, de una, sin preámbulos ni franela previa. Estamos en 1972 y Jack Kirby ya sabe que su ambiciosa saga del Fourth World no causaba el impacto esperado en los lectores. New Gods, Forever People y su etapa en Jimmy Olsen se terminan prematuramente y le queda como último bastión Mister Miracle, pero sabe que no va a resistir mucho tiempo más. El Rey se convence también de que lo que no funcionó en las otras series fue el tema de las aventuras con continuará, y la introducción de algunos conceptos elevados, jugados, que por ahí el público no entendió. Entonces para los nºs 11 al 18 de Mister Miracle propone historias autoconclusivas, muy sencillas, muy lineales, con escasísimas menciones a la cosmogonía que había desarrollado el año anterior en las revistas a las que DC ya le había bajado el pulgar. Estos números de Mister Miracle combinan algo de caracterización con mucho "palo y palo", divertidos, con buen ritmo, con ideas bastante disparatadas para los villanos y los peligros que deberán sortear Scott Free y sus amigos. En un punto del nº14, desaparecen como por arte de magia tres de las Female Furies, que estaban en la Tierra y ayudaban a Scott y a Barda a realizar sus escapes imposibles. Chau, nadie las vuelve a nombrar. Y el espacio vacío es rápidamente cubierto por Shilo Norman, el joven afroamericano que se integra al elenco protagónico para los últimos cuatro números. Recién en el último episodio se retoma el tema de la guerra entre New Genesis y Apokolpis, de manera bastante torpe, sin explicar demasiado a los lectores de esta serie a los que, de pronto, el Rey bombardeaba con toda una mitología integrada por un montón de personajes a los que Mister Miracle no se había cruzado nunca. Es obvio que hacían falta muchas más páginas para contar todo lo que Kirby quería contar en ese número. La grandilocuencia que Kirby no le pone a los argumentos la guarda para el dibujo, que es totalmente explosivo. Zarpado, extremo, con un dinamismo muy marcado. La grilla siempre es excesivamente clásica, pero lo que el Rey mete en cada viñeta, y cómo lo acomoda, es definitivamente memorable. Tiene un buen entintador en Mike Royer, y por supuesto le falta un buen dialoguista. Estas son aventuras a plena acción y diversión, dibujadas con el alma por un monstruo al que por primera vez en años el público no le estaba respondiendo como él quería. Y es todo lo que hay. Shilo es el único personaje nuevo con alguna trascendencia al que vemos debutar en estas páginas, y el resto son regresos del Dr. Bedlam, o villanos descartables, a los que nadie nunca se calentó por traer de vuelta. Todo bastante humilde y bastante enmarcado en una fórmula que rápidamente se hace predecible. Lo único que no te ves venir jamás es el bolonki que arma Kirby cuando trata de meter las ideas que le quedaban colgadas de todo el Fourth World en las últimas 20 páginas que dibujará de Mister Miracle. Esto está muy lejos de ser una gema, e incluso en el contexto de los ´70 (cuando los superhéroes atravesaban un período en general con pocas luces), se me ocurren unas cuantas series cuyos primeros 18 números son más recomendables que esta etapa de Mister Miracle a cargo de su ilustre creador.
Me vengo a Argentina, año 2021, cuando se publica el tercer y último libro de Ladrones y Mazmorras, titulado "El Gran Golpe". Esta vez, Rodolfo Santullo y Jok cambian la fórmula y en vez de una colección de relatos que transcurren en un mismo universo y tienen algunos personajes en común, plantean una única historia, extensa y lineal, de más de 80 páginas, protagonizada por un puñado de personajes de los que ya conocíamos de los tomos anteriores. El Gran Golpe es una buena historia, a la que le falta ese componente de sorpresa que tenían las aventuras cortas. Acá los roles y la misión de los personajes, la forma en la que se van a vincular entre sí, el aporte que cada uno puede hacerle a la trama, están muy claros desde el principio, y todo avanza hacia el final de manera bastante predecible. Durante el viaje me entretuve y hasta me reí de algunos chistes, pero básicamente pasó lo que me imaginé que iba a pasar, todo el tiempo. Las primeras páginas están particularmente bien escritas, casi como si Santullo hubiera estudiado al detalle algunas incursiones de Carlos Trillo por el subgénero de "aventura clásica, barnizada con pinceladas de comedia e ironía". Después hay buenos textos, buenos diálogos, escenas muy logradas, pero -repito- falta un poco de sorpresa, ese giro que hace que el lector se agarre la cabeza y diga "¡No! ¡Se fueron a la mierda!". Y el que se va bastante a la mierda es Jok en el dibujo. Incluso contra la limitación de dividir la página en dos mitades (para la publicación original en una revista digital de Inglaterra), el siempre eficaz cómplice de Santullo derrocha en sus viñetas una gran fluidez narrativa, con buenas ideas, buenas resoluciones, un gran trabajo en los fondos, momentos en los que tiene más peso el claroscuro extremo y momentos en los que brillan algunos detalles dibujados de modo estremecedoramente minucioso. Este es un Jok sumamente expresivo, muy afianzado en su estilo y además capaz de tomar yeites de varios maestros (Mike Mignola, Enrique Breccia, Quique Alcatena, Oswal) sin afanar ni clonar a nadie. Si el resultado me impactó a mí, que sigo la obra de Jok hace 25 años, no me quiero imaginar cómo habrá impactado en los lectores británicos, en un mercado donde no hay dibujantes con esta impronta. Por ahí no me juego a recomendar El Gran Golpe con la misma vehemencia que los dos tomos anteriores de Ladrones y Mazmorras, pero me gustó mucho, es un entretenimiento muy sólido, muy profesional, donde vemos a dos capos pelando oficio y sobre todo, divirtiéndose. Nada más por hoy. Ni bien tenga más libros leídos nos reencontramos con nuevas reseñas, acá en el blog.

sábado, 10 de julio de 2021

5 al 11 de JULIO

Tres libritos esta semana, no está mal… Una de las obras menores de Carlos Trillo fue Grogro, una seie breve, dibujada por Horacio Domingues. De hecho, ni siquiera se publicó en Italia, en la época en la que Trillo colocaba toneladas de material en las antologías de la editorial Eura (veáse la mega-nota del nº2 de Comiqueando Digital). Pará… ¿estamos seguros que no se publicó en Italia? Acá está el Vol.10 de las novelas de 96 páginas de Cybersix que viene a darnos su testimonio. Y sí, de estas 96 páginas, 45 son… la serie completa de Grogro. A Trillo se le ocurrió la forma de integrar todas esas páginas a una aventura de Cybersix (bastante menor, por cierto) y la historia de Grogro quedó incorporada al universo de la serie más popular de todas las que creó el guionista para el mercado italiano. Solo por esta vez, porque nunca más volvieron a aparecer en Meridiana ni el gorila inteligente ni la doctora Chantal Steinberg. Pero como para zafar durante un mes y armar una novela de 96 páginas donde solo hizo falta dibujar la mitad, el artilugio funcionó. La aventura original de Grogro no era gran cosa, el argumento con el que se articula esta historia con la que sucede en “el presente” en Meridiana tampoco es brillante ni mucho menos, y todo se queda en la anécdota bizarra de cómo una obra que por sí sola no había concitado el interés de los editores italianos, termina por publicarse dentro de una serie de muy buenas ventas gracias a una hábil maniobra de packaging. En las páginas agregadas para esta novelita se nota muchísimo que el dibujante es Horacio Domingues (lo cual está bueno, porque le da más consistencia con las páginas de Grogro), y que la mano mágica de Carlos Meglia aparece solo en esos fondos que se repiten miles de veces a lo largo de esta extensa serie. El estilo de Domingues está muy emparentado con el de Meglia, así que cuando Horacio trata de parecerse mucho a Carlos (sobre todo en algunos primeros planos), lo logra sin ninguna dificultad. Visualmente es un lindo tomo, pero sin dudas no está entre los imprescindibles para el que quiera armarse una colección con lo mejor de Cybersix.
Salto a EEUU, año 2018, cuando la editorial AfterShock publica The Lollipop Kids, un comic escrito por Adam Glass (junto a su hijo de 13 años), al que nunca me hubiera acercado de no ser por el hecho de que el dibujante es Diego Yapur, esa bestia salvaje del lápiz oriunda de Catamarca. A lo largo de 100 páginas, el dibujo de Yapur me impactó un montón de veces, me cagó a cachetazos con su exhuberancia, su solidez, su fluidez, sus recursos narrativos, la forma alucinante en la que integra la referencia fotográfica a su trazo, los hallazgos en la iluminación… Creo que en el único rubro en el que esperaba algo más de lo que encontré es en el de las expresiones faciales. El colorista DC Alonso lo complementa muy bien, de modo que a nivel visual, este primer tomo de Lollipop Kids juega con varios anchos de espada en el mazo. El guion si bien es entretenido, no es nada que no hayamos leído ya muchas veces. Lo interesante es, por un lado, como Glass juega a construir una mitología y una mística en torno al embelmático Central Park de New York, y por el otro cómo subraya el mensaje de que los chicos con dislexia (como su hijo Aidan) tienen muy desarrollado el intelecto y la sensibilidad, y merecen el mayor de los respetos. En la historieta, Glass no explica en ningún momento qué es la dislexia, ni cómo se trata, ni en qué difiere la vida de un chico disléxico de la de cualquier otro. Algo de esa información nos la ofrece en el prólogo, y el resto la buscará por la suya el lector al que le interese indagar más a fondo en el tema. Lo cual está bien, me parece, para que The Lollipop Kids no se lea como “un comic sobre la dislexia”, sino como lo que es: una aventura repleta de elementos fantásticos, acción y magia, protagonizada por adolescentes, uno de los cuales tiene dislexia. No es una mala aventura, y supongo que si tenés 14 ó 15 años y vivís en New York te debe parecer alucinante y genial. A mí me divirtió un ratito, pero siempre, de punta a punta, lo que me mantuvo fascinado fue el dibujo de Diego Yapur.
Y termino en Argentina, ya con un título publicado en 2021 (tarde o temprano iba a suceder). Zomvikingos, el nuevo trabajo de la dupla integrada por Rodolfo Santullo y Jok, tiene una premisa hiper-ganchera, de esas que si se le ocurriera a algún guionista de Hollywood generaría una mega-franquicia con infinitas películas de altísimo presupuesto. Sin duda, combinar zombies con vikingos es una idea de enorme fertilidad, sobre todo para aventuras extremas, con estallidos de violencia y machaca al límite. Sin embargo, a la hora de plasmar esta idea en un guion, Santullo no se entrega al descontrol y el frenesí de la machaca, sino que plantea un relato donde obviamente hay peleas, sangre, decapitaciones y muertes, pero donde prima una mirada más fría, más cerebral, tanto a los vikingos como a los zombies. De alguna manera, los elementos que Santullo pone en juego para enriquecer la trama (cuestiones de honor, de amor, de creencias religiosas, etc.) le agregan profundidad a los personajes pero al mismo tiempo le restan dramatismo al conflicto. Las últimas seis páginas, además, le agregan un cierto lirismo a algo que podría haber sido absolutamente rústico y cabeza y aún así funcionado lo más bien. Y ahí creo que está el quid de la cuestión: con una idea perfecta para un comic prácticamente descerebrado, al estilo Cazador, Lobo, Conan y familia, Santullo y Jok eligieron contar una historia de Santullo y Jok: menos dramática, más reflexiva, con sutiles pinceladas de un humor muy fino, con una reconstrucción de la época más estudiada… todos ingredientes que el fan de los zombies y de los guerreros que se cagan a hachazos difícilmente vaya a valorar. El dibujo de Jok es excelente y muy parejo a lo largo de todo el libro, el color acompaña muy bien cada uno de los climas, hay una enorme variedad de planos y enfoques para que no te aburras nunca, un gran trabajo de documentación histórica y muy buenas escenas de acción. Por ahí esto mismo se podía contar de manera más grandilocuente, más shockeante, con viñetas más grandes, con más vikingos, más zombies y más sangre, tripas y cabezas volando por el aire. Jok y Santullo eligieron ser fieles a sí mismos, incluso a costa de (ojalá me equivoque) piantar a algún comprador de los que se acercarán al libro buscando otra cosa. Y esa apuesta les permitió darnos una muy buena historieta de aventura histórica a los que somos más fans de esta gran dupla que de las atroces masacres protagonizadas por muertos vivientes. Nada más por hoy. Gracias a tod@s y hasta el finde que viene.

viernes, 14 de febrero de 2020

VIERNES DE VERANO

En el día de San Valentín, Febrero nos regala otra noche hermosa a los que nos gusta más salir a atorrantear que enamorarnos, pero antes, vamos con unas reseñas.
Retomé (después de un parate) la lectura de Oyasumi Punpun, el manga más raro que leí en mi vida. Mientras leía el tomito, todo el tiempo me estuve preguntando qué carajo le pasará por la cabeza a Inio Asano. Cuánto de lo que estoy leyendo responde a mambos que el autor tenía en la cabeza y se le ocurrió exorcizar a través de esta obra. Acá el elenco de secundarios ya cambió por completo (ni rastros del querido Tío Yoichi), el propio Punpun cambió por completo, y lo único que perdura, en forma tenue y muy en tercer plano, es el fantasma de Aiko, la primera chica de la que se enamoró el protagonista, allá lejos y hace tiempo.
El plot del manga que Punpun estaba creando junto a Sachi se desinfla sin haber estado nunca a punto caramelo (igual Asano lo aprovecha para bajar una línea bastante poco sutil acerca de cómo los editores eligen los mangas que publican), la relación entre Punpun y esta chica (a esta altura, el personaje más interesante que tiene la serie) tampoco parece ir a ningún lado, pero la vida de este chico continúa y Asano nos sigue haciendo comer todo tipo de amagues y gambetas, con destreza maradoniana.
A lo largo del tomo, tenemos una segunda línea argumental, la de ese especie de gurú new age limado que quiere ser gobernador de Tokyo, un personaje estrafalario de gran carisma, que a su vez se vincula con otros personajes que –por ahora- no intersectan con la historia de Punpun. ¿A dónde va esta línea? Ni la menor idea. Conociéndolo a Asano, en una de esas en el Vol.10 ya nadie se acuerda de Toshiki Hoshikawa y sus buenas vibraciones.
El dibujo, glorioso como siempre. Me dieron ganas de arrancar esa viñeta-página de Aiko que aparece casi al final del tomo y enmarcarla como si fuera un cuadro del Museo del Prado. Increíble cómo este zarpado le pinta la cara a tanto mediocre que vende fortunas. Habrá más Oyasumi Punpun muy pronto.
Salto a Argentina, año 2019, cuando se publica Los Condenados, un recopilatorio de historias cortas del maestro Jok, donde mezcla trabajos con guiones propios con otros escritos por dos grandes: Alejandro Farías y Rodolfo Santullo. Varias de estas historietas aparecieron en Fierro, otras en antologías que ya reseñamos en el blog (Próxima, Crónicas del Lejano Oeste) y otras estaban inéditas, o habían aparecido sólo en sitios de historieta digitalizada. El paso a grises de las historietas que originalmente eran a todo color es bastante bueno, aunque las sigo prefiriendo a color. Y lo mejor que tiene el libro es la “Ratio Accorsi”: sobre 88 páginas, ¡84 son de historieta! Termina una, arranca la otra. Y así hasta el final, sin separadores absurdos, ni carátulas, ni páginas en blanco. Una fiesta para los que somos fans del dibujo de Jok.
Vamos a las historias: Las dos que más me gustaron tienen guiones de Farías: La Aceptación y Pique. De las escritas por Santullo, creo que mi favorita es Hombres de Provecho. Y de las que tienen a Jok como autor integral, me acuerdo haber leído en algún lado Jauría (que necesitaba tres o cuatro páginas más para desarrollar mejor un argumento interesantísimo y un par de personajes tremendos) y me sorprendieron el guión de Lapsus (cátedra para cualquier guionista de superhéroes con tendencia a la oscuridad) y el dibujo de Toque Invisible, en el que Jok trabaja con viñetas más grandes y deja la vida en cada retrato de esos templos, parques y pagodas que vio en China.
Pero hablar bien de los dibujos de Jok ya es medio redundante porque hace años que este aventajado alumno de Oswal definió y perfeccionó un estilo, y lo puso siempre al servicio de contar historias, nunca se quedó en el despliegue de virtuosismo ni en lo superficial. Si conocés las obras más difundidas de Jok (40 Cajones, Merlín, Ladrones y Mazmorras, Reflejo) y querés descubrirlo como autor integral, Los Condenados es una excelente opción. Si lo que te atrapó de Jok es cómo se complementa con los guiones de Santullo, acá vas  a ver a la dupla tirar magia en espacios reducidos. Y como bonus track, Los Condenados te ofrece esas colaboraciones inéditas con Ale Farías, con ideas, climas, silencios y diálogos realmente formidables.
Ojalá cunda el ejemplo y empiecen a salir libros con las historias cortas (la “obra dispersa”, como dicen en literatura) de muchos más autores de los que solemos consumir en el otro formato, el de los relatos más extensos.

Nada más, por hoy. Buen finde para tod@s y nos reencontramos pronto, acá en el blog.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

DOS Y A DORMIR

Estoy bastante cansado, con muchas ganas de irme a apolillar, pero estiro un poquito más la jornada del miércoles para reseñar un par de libritos que me bajé en estos días.
Arrancamos en 2006, cuando se publica en Francia una obra bastante extraña del maestro Manu Larcenet. Vida de Perros (una aventura rocambolesca de Sigmund Freud) parece un rejunte, un amalgam (para decirlo en términos comiqueros) entre dos ideas distintas, muy distintas, tan distintas que al fusionarlas en un único álbum, el autor descoloca incluso a los fans que lo seguimos a todas partes hace añares. Por un lado, tenemos la muy buena idea de mandar a Freud a recorrer los polvorientos desiertos de Estados Unidos, en la segunda mitad del Siglo XIX, cuando en buena parte de ese territorio el salvajismo todavía se imponía por sobre la civilización. Larcenet se toma totalmente en joda la figura del Padre del Psicoanálisis y lo reduce a una caricatura sumamente idónea para la comedia y el humor. Su adláter, Igor, es un personaje simple, unidimensional, también pensado totalmente en función del aspecto humorístico del álbum. “Freud recorre el Salvaje Oeste y vive bizarras peripecias mientras busca un cowboy para psicoanalizar” es un pitch infalible, de innegable atractivo. Le tirás ese anzuelo a cualquier editor y pica seguro.
Pero hay más: Vida de Perros se llama así porque el protagonista no es Freud (ni Igor), sino un perro. Un perro que camina sobre sus patas traseras, manipula objetos como si tuviera manos, viste pantalones y habla, en vez de ladrar. Todo lo importante que pasa en este comic, desde la primera página hasta la anteúltima, le pasa a Spot, este perro antropomórfico que –sin ninguna explicación- se codea con los humanos como si fuera uno más de ellos. ¿Qué es esto? ¿Es una metáfora? ¿En realidad Larcenet está hablando de cómo eran tratados los negros en los EEUU del Siglo XIX y en vez puso a un perro en lugar de un negro? Es bastante probable.
Lo importante es que la trama principal (la de Spot) es hipnótica, potente y está repleta de acción y de momentos en los que Larcenet nos invita a la reflexión. Y los contrapuntos entre el sofisticado doctor Freud y los violentos habitantes de estos EEUU jóvenes y rudimentarios también están muy logrados. Faltaría (en una de esas) explicar un poco mejor a Spot, o reemplazarlo por un humano de raza negra. Y terminar de fusionar mejor la magnífica trama que lo tiene como eje central con las hilarantes desventuras de Freud y su asistente, que a veces interrumpen el hilo del relato con cierta torpeza, como un flato estridente en medio de una suite para violín y flauta traversa. El dibujo de Larcenet, brillante como siempre, con algunos puntos de contacto con el estilo de Lewis Trondheim y muchísimos hallazgos en la puesta en página. Si lo ves a un precio razonable, entrale sin dudarlo.
A principios de este año me tocó reseñar el Vol.1 de Ladrones y Mazmorras, el primer recopilatorio en nuestro idioma de Dungeons & Burglars, la historieta de Rodolfo Santullo y Jok que aparece cada semana en la revista digital británica Aces Weekly. Se ve que la edición argentina/uruguaya tuvo buena aceptación, porque ya está en mis manos el Vol.2, de nuevo con varias historias cortas ambientadas en un universo al estilo Dungeons & Dragons, con guerreros, hechiceros, ladrones, reyes, princesas, piratas, y sí, dragones. El toque de distinción, que convierte a Ladrones y Mazmorras en una obra tan atípica como adictiva, es que todo esto está tomado para la chacota.
Santullo subvierte este clásico género de la aventura para brindarnos un festival farsesco, jocoso, por momentos irónico, por el que desfilan personajes entre inescrupulosos y entrañables, muy bien delineados. Esta vez hay aventuras un poco más largas, resueltas en dos episodios de 11 páginas, y otras más breves, donde todo se resuelve en la página 11. Me gustaron mucho una de las más largas (El Estandarte) y una de las más cortas (Un Trabajo Simple), dos historietas que –me parece- le hubiese gustado escribir a Carlos Trillo. Y las demás no están nada mal, eh? Todas tienen buen ritmo, diálogos graciosos, situaciones que le escapan al control de los personajes, buenos giros argumentales… Y por supuesto en todas se luce a full el dibujo de un Jok inspiradísimo, dispuesto a dejar la piel en cada viñeta y a tirar magias dignas de Quique Alcatena, Enrique Breccia o Mike Mignola en los fondos, las criaturas, la indumentaria y hasta en las expresiones faciales de los muchos y muy atractivos personajes. Un verdadero deleite para los ojos de cualquier fan del claroscuro.
Lo único que tengo para criticar es la cantidad de páginas del libro que NO ofrecen historietas y se despilfarran entre carátulas, separadores y páginas 100% en blanco, como si no hubiese más historietas de esta serie para traducir al castellano, o como si esas páginas (vacías como los negocios de la Avenida Córdoba en tiempos de debacle neoliberal) no encarecieran el precio que terminamos pagando por el libro. El resto, todo muy, muy disfrutable. Ojalá tengamos todos los años una dosis de Ladrones y Mazmorras… y más historietas de Santullo y Jok, ¿por qué no?

Gracias por el aguante y nos encontramos este viernes, sábado y domingo en la San Luis Comic Con.

viernes, 4 de enero de 2019

PRIMER VIERNES DEL AÑO

Ocho de la noche del viernes, arranca la previa rumbo al primer finde del año, que promete y mucho.
Arranco en 2014, en Inglaterra, donde el sello Nobrow publica Robert Moses: The Master Builder of New York City, obra de los franceses Pierre Christin y Olivier Balez. Hace no mucho (el 04/11/18) reseñamos una obra muy corta de esta dupla, que era un comic documental, sin elementos de ficción. Esta extensa novela de 100 páginas repite la fórmula: Christin y Balez no nos cuentan una historia sino que comparten con nosotros los resultados de una investigación, centrada en la vida y la obra del prolífico y polémico arquitecto Robert Moses. Todo está narrado en base a datos biográficos reales, a sucesos constatables, y aún así los autores se las ingenian para crear momentos de una leve tensión dramatica, y por supuesto para hilvanar las anécdotas, situaciones y eventos en un hilo argumental que va avanzando en paralelo a las décadas que abarcó la vida de Moses.
Si sos fan de la ciudad de New York, o te apasiona la historia de las grandes metrópolis y los cambios que sufrieron a lo largo del Siglo XX, Christin y Balez te van a hipnotizar con este relato, que tiene como principal condimento la personalidad del protagonista. En algún momento me imaginé a Christin (viejo militante de la izquierda más radicalizada) investigando la vida de Moses, y descubriendo que este tipo (un judío de clase alta, conservador, excéntrico y elitista) no era un corrupto, sino más bien un caprichoso, un cocorito al que le gustaba mandar y salirse siempre con la suya. Y me lo imagino tipeando en el guión frases y datos que desmienten la “leyenda negra” en la que Moses era un garca peor que Franco, Mauricio y toda la “famiglia” mafiosa a la que puteamos todos los días… tragando saliva, diciendo para sus adentros “me quedé con las ganas de escrachar a este sorete, pero las evidencias contradicen la versión de los hechos que inventaron sus detractores”. Un capo, Christin, que pone ante todo el rigor documental y encima arma con eso una historia que nos enriquece como lectores.
Ni hablar del magnífico trabajo de Olivier Balez, un pincel endemoniado, repleto de expresividad y elegancia, también puesto en función de ese rigor documental del que hace gala el veterano guionista. Hermoso trabajo de este francés que vivió muchos años en Chile, muy clásico y mesurado en la puesta en página, muy atrevido para elegir la paleta de colores y muy aplicado para lograr la resemblanza física cada vez que aparecen personajes famosos del mundo real. Recomiendo mucho esta novela, que además está publicada en España por Norma.
Y me quedo en Inglaterra, porque Ladrones y Mazmorras, de la consagrada dupla de Rodolfo Santullo y Jok, es en realidad Dungeons & Burglars, la historieta que aparece cada semana en Aces Weekly, la revista digital gestada en el Reino Unido por el maestro David Lloyd. Felizmente ese material se empezó a publicar en Argentina y Uruguay y empezamos a descubrir por qué a los ingleses les gusta tanto.
Ladrones y Mazmorras es una serie planteada en tono de comedia, ambientada en un mundo típico de Dungeons & Dragons, con hechiceros, reyes, enanos, gigantes, elfos, ejércitos, tesoros, monstruos, borrachos de posada y escruchantes de catacumbas. Santullo encuentra muy rápido el equilibrio entre la aventura y la sátira a este tipo de relatos y en seguida hace la Gran Santullo: breves historias autoconclusivas, con distintas locaciones y personajes, que parecen no conectar entre sí… hasta que de a poquito empiezan a conectar y todo lo que vimos de modo disperso en las primeras historias, en las últimas ya resulta ser parte de un complejo y fascinante universo compartido, que obviamente se enriquece un montón con los cruces y la interacción entre los personajes. El antecedente más directo es Las Tierras del Oso (ver reseña del 27/12/15), del recordado prócer Carlos Vogt, casi el inventor de la aventura de género empapada en comedia desopilante.
Como en toda comedia, tienen un enorme peso los diálogos (muy bien resueltos por Santullo y publicados en uruguayo en la edición castellana) y el timing narrativo, que –ya lo sabemos- es una especialidad de Jok. El prolífico dibujante deja el alma en cada viñeta y recrea a la perfección este universo pseudo-medieval plagado de criaturas imposibles. Con ese claroscuro impactante, dinámico y detallado, que en sus mejores momentos parece una cruza entre Mike Mignola y Enrique Breccia, Jok no escatima nada a la hora de dibujar castillos, carruajes, caballos, armaduras, calabozos, tabernas, hombres, mujeres y monstruos. Y además sortea con éxito la limitación de que –al ser una historieta pensada para ser leída en pantallas- cada página está compuesta por dos mitades y tiene que respetar a rajatabla ese corte a la hora de la planificación gráfica de las secuencias.
No te quiero chamuyar vendiéndote Ladrones y Mazmorras como la gloria máxima del universo, ni como lo mejor que hicieron Jok y Santullo (dos máquinas de producir) en sus vidas. Pero son historietas muy divertidas, lindas de leer, lindas de mirar, que se animan a proponer otra mirada a uno de los géneros clásicos de la aventura. Sin duda, material para pasar un buen rato de la mano de dos grossos, y para comprar un Vol.2 ni bien se publique.
Y nada más por hoy. ¡Gracias y hasta pronto!


miércoles, 10 de octubre de 2018

MIERCOLES DE MUSCULOSOS

Los dos últimos libros que leí son de chabones musculosos, que casualmente no reparten muchas piñas.
Arranco con Superpatriot: Liberty & Justice, la segunda miniserie de esta especie de Captain America creado por el maestro Erik Larsen, publicada en la época en la que dicho autor ofrecía casi las únicas historietas de Image que se podían leer sin contagiarse blenorragia. Como en la saga anterior del Patriot, acá tenemos al glorioso Keith Giffen a cargo del argumento y el plantado de las páginas (o sea, la narrativa), diálogos de Tom y Mary Bierbaum, y dibujos de un inspiradísimo Dave “el Reverendo” Johnson.
El argumento hace equilibrio todo el tiempo entre dos ejes: por un lado, la machaca del Patriot contra el Covenant, la “institución” mitad religión/ mitad imperio criminal a la que se enfrentó también en su primera miniserie solista. Y por el otro lado, la pata humana de la historia, un conflicto potencialmente mucho más interesante, como es que al héroe le aparezcan dos hijos, de unos 19-20 años, cuya existencia desconocía y que –esto no hacía falta- también son justicieros enmascarados. Sólo con esta mitad de la historia, la de la difícil reconstrucción de una familia que nunca fue tal y las impactantes revelaciones acerca de la mamá (y el tío) de los mellizos Liberty y Justice, alcanzaba para explorar a lo largo de estas 96 páginas un montón de aristas interesantísimas. La forma en que Giffen tira sobre la mesa todo lo que tiene para revelarnos está bárbara y los Bierbaum le ponen mucha onda a los diálogos, sobre todo a los de los chicos.
Pero claro, a los pibes que leían Image en el ´94 o ´95 les tenías que dar –ante todo- violencia pasada de rosca, peleas, tiros y explosiones, y eso es lo que -muy a mi pesar- ocupa buena parte de estas 96 páginas. Comparado con lo que se veía en otras series de esta época, esta mini de Superpatriot es… Fun Home de Alison Bechdel. Y obviamente, puestos a comprar comics porque están llenos de explosiones y de gente que ametralla gente a puro BRAKKA-BRAKKA-BRAKKA, mucho mejor comprar esto que abominaciones tipo Youngblood: Strykeforce.
El dibujo del Reverendo Johnson, además, es un lujo, con momentos en los que limpia el trazo para parecerse a Moebius y momentos en los que carga las tintas para apostar fuerte al claroscuro como si fuera… casi un Mike Mignola. El color está buenísimo y las tipografías que usa Chris Eliopoulos en las onomatopeyas de explosiones y chumbos varios son magníficas. O sea que, sin acercarse al nivel de las mejores sagas de Savage Dragon, esta mini de Superpatriot es pochoclo de calidad, un comic de machaca noventosa sumamente cuidado, con desarrollo de personajes, buenos diálogos y narrativa cristalina.
Y me vengo a Argentina, a 2018, para leer Camulus: El Dios Fugitivo, una extraña novela gráfica co-escrita por Pablo García y Francisco Cascallares, con dibujos de Jok, Jorge Blanco y Darío Brabo. Lo primero que me intrigó es que esta obra no hace ninguna referencia a la etapa anterior de Camulus, que es lo que yo venía leyendo (y a veces no entendiendo) en la Antología de Héroes Argentinos. Y no, no es que se omiten las referencias a los arcos anteriores para que este sea más accesible o reader-friendly. De nuevo me encontré con una lectura muy ardua, muy solemne, casi sin resquicios por los que uno se pueda identificar con algún personaje y casi sin curva dramática.
El ritmo es raro, lo que pasa está desenfatizado, por momentos se hace confuso (hubiese estado bueno un recurso gráfico que facilitara distinguir a los flashbacks de las escenas del presente), pareciera que los autores se esforzaran por distanciarse del lector, por no involucrarlo. Se nota que García y Cascallares conocen la época en la que está ambientada la historia, que han investigado ese choque de religiones paganas y cristiana. Y creo que lo más logrado (además de cierto vuelo literario en los bloques de texto) es esa sensación de fatalismo, de “no importa lo que hagan los personajes, igual se va a ir todo a la mierda”, que impregna toda la narración.
El dibujo es realmente atractivo, pero se cae bastante en el capítulo final de la novela, que es el que no dibuja Jok. Pero guarda, que una vez terminada la saga más extensa, hay un bonus track: una historia de 20 páginas en las que Jok trabaja en blanco y negro puro, sin tonos de grises, en las que nos regala las que –sin dudas- son las páginas más hermosas del libro, con momentos en los que Jok parece poseído por Quique Alcatena o Enrique Breccia.
El guión de este último unitario también es frío, también desenfatiza la acción (y hasta la crueldad) de lo que se nos está contando. Uno se imaginaría que con un personaje que es un dios de la guerra, grandote y pulentoso, los comics de Camulus serían un canto a la violencia, con infinitas luchas, decapitaciones y masacres. Y algo de eso hay, pero poquito, como si los guionistas estuvieran buscando otro camino, otra impronta para el personaje, menos obvia, más compleja. Lo cual me parece meritorio aunque lo que encuentran (al menos por ahora) no me termine de enganchar.
Y hasta acá llegamos por hoy. Hay alguna chance de que el viernes postee nuevas reseñas, y si no el lunes, al regreso de la Crack Bang Boom. Este año no voy a estar en ningún stand ni en ninguna charla, pero si nos cruzamos por ahí acérquense a saludar.

jueves, 27 de abril de 2017

NOCHE DE JUEVES

Una pausita en el medio de días bastante intensos nunca viene mal y menos cuando se me empieza a acumular el material ya leído.
Arranco con Strange Adventures, un TPB que recopila dos one-shots de antología de Vertigo: Mystery in Space y el que da nombre al libro. Básicamente es un compilado de historietas de ciencia-ficción, a cargo de un elenco de autores sencillamente demoledor. Mirá esta guarangada: Mike Allred, Jeff Lemire, Brian Azzarello, Eduardo Risso, Peter Milligan, Kyle Baker, Paul Cornell, Juan Bobillo, Mike Kaluta, Denys Cowan, Andy Diggle, Sebastián Fiumara, Steve Orlando, Ann Nocenti, Ramón Bachs, Goran Sudzuka, Davide Gianfelice… y suspendo acá, pero podríamos seguir, eh?
Lo loco es que no hay una proporción directa entre la chapa de los autores y la calidad de las historias. Es decir, me emocioné mucho más leyendo la lista de los artistas involucrados que leyendo las historietas. Pará: ¿estoy diciendo que esta horda de asesinos seriales se confabuló para entregar material medio pelo a estas antologías? No, en absoluto. Hay varias gemas, pero no tantas como uno esperaría frente a semejante alud de nombres grossos. Repasemos:
Seewyn Seyfu Hinds escribe una historieta no brillante, pero más que digna, a la que Denys Cowan le pone mucha onda desde el dibujo. Juan Bobillo deja la vida en ocho páginas fastuosas, al nivel de sus mejores trabajos, pero con un guión que no termina de convencer. La que escribe Peter Milligan es una linda historia, inquietante, muy bien narrada, pero le tocó un dibujante tercerón, que desluce un poco. Una de las historietas realmente notables es la de Lauren Beukes e Iñaki Miranda, una dupla a la que ya nos tocó reseñar allá por el 08/01/15. La que escribe y dibuja Lemire también es una exquisitez, te dan ganas de que se convierta en serie mensual. No va a suceder. Cornell y Sudzuka nos narran un unitario que encaja tangencialmente con la serie Saucer Country, que no está mal. Mientras que Azzarello y Risso nos muestran una especie de prólogo a Spaceman, dibujado como los dioses, pero que en el contexto global de la obra (ver reseña del 07/08/15) no aporta demasiado.
La historia corta de la dupla Diggle-Gianfelice (vimos otro trabajo de ellos el 10/02/13) no es gloriosa pero está muy bien. Sebas Fiumara se luce en ocho páginas magníficamente dibujadas, en base a un guión de Robert Rodi que también está bastante bueno. La de Kyle Baker, junto a Kevin McCarthy, también está entre los puntos altos del tomo. Y la de Mike Allred… ponele que zafa por lo arriesgado del concepto. O sea que hay bastante para rescatar, pero no tanto como uno supondría a partir del elenco multiestelar de la antología. Si ves el TPB a buen precio, no lo dudes.
Hablando de duplas de las que a hemos visto varios trabajos, tengo para recomendar enfáticamente Reflejo, una breve novela gráfica de Rodolfo Santullo y Jok. Este es un policial con mucha onda Blade Runner, es decir, con un tratamiento de serie negra y una ambientación de futuro cercano, oscuro, jodido y sobre todo posible.
Si me pongo muy en estrecha, tengo que decir que me hubiese gustado un último giro, algún volantazo impredecible, para el final. Pero la verdad es que disfruté muchísimo la historia, sobre todo por el increíble oído de Santullo para los diálogos (escrito en mi amado castellano rioplatense, a años luz de esa pedorrada del “castellano neutro”). Me atraparon los climas, el timing y destaco también la habilidad de Santullo para mantenernos compenetrados con la trama de investigación cuando uno como lector maneja MUCHISIMA data que los personajes que investigan desconocen por completo. Muchas veces cuando el lector sabe mucho más que los personajes, la historia pierde gracia o interés. No es el caso de Reflejo, que mantiene la tensión, las emociones fuertes y el énfasis en el desarrollo de los personajes hasta la última página.
El trabajo de Jok me pareció excelente. Es increíble cómo se adapta al tono de cada relato que le toca dibujar, como va madurando su estilo obra a obra. El Jok de Reflejo es un artista más clásico, que además de romperla en el claroscuro y en la espectacularidad de las escenas, presta atención a detalles, texturas, efectos de iluminación… La narrativa está cuidadísima, las transiciones son hiper-gancheras, esa puesta en página que sugiere una división de casi todas las páginas en dos mitades funciona muy bien (obviamente juega con el título de la obra) y los decorados futuristas, máquinas y vehículos tienen muchísima onda. Además, en las secuencias donde cobran relieve los sentimientos y las emociones, Jok da cátedra en materia de expresiones faciales, algo que no suele enfatizar tanto en otros trabajos.
Si extrañás esos thrillers futuristas en ciudades corruptas que aparecían en la Zona 84 (dibujados por José Ortiz, Altuna o Bernet), no dejes de jugarle una fichita a Reflejo, 65 páginas en las que Santullo y Jok demuestran categóricamente por qué son una de las duplas más interesantes del panorama local, y por qué la rompen cada vez en más mercados donde se están publicando sus obras anteriores.
Volvemos con más reseñas en algún momento del finde largo. ¡Hasta entonces!

martes, 28 de marzo de 2017

DOS DE MARTES

Ya estoy de vuelta con nuevas lecturas.
Arranco en 2013, en Nueva Zelanda, donde el sello Beyond Reality Media recopila en libro los cuatro episodios de The Time Travelling Tourist, una saga escrita por Will Geradts (también coordinador de BRM) y Richard Fairgray, junto al dibujante chileno Gonzalo Martínez, a quien ya nos cruzamos varias veces acá en el blog.
La trama gira entorno a Beethoven Jones, un pibe que cuenta con un gadget que le permite viajar a gusto y piaccere por el tiempo. Su hobby, su diversión, su pasión, es esa: aparecer en momentos cruciales de la Historia, sacarse una selfie y mandarle una postal a los padres, onda “Acá estoy, en pleno hundimiento del Titanic/ asesinato de Abraham Lincoln/ ataque a las Torres Gemelas/ llegada del hombre a la Luna/ incendio de Roma, o lo que sea”. En sus viajes descubre que hay UN día de 1993 en que un tipo que tiene un local de donuts de New York horneó las mejores donuts de la historia. Entonces, entre viaje temporal y viaje temporal, pasa por el local a comprar unas cuantas de estas facturas redondas que comen los yankis. Claro, Beethoven va una vez por día, pero para los que lo atienden, va cada 10 ó 20 minutos (siempre durante el mismo día) y se empiezan a preguntar qué hace este pibe con todas esas donuts. Eventualmente, Beethoven pegará onda con Rebecca, la hija del dueño del local, y los guionistas sumarán una trama de comedia romántica a ese argumento gracioso, pero que ni a palos alcanza para casi 100 páginas de historieta.
Ese es el punto débil de TTTT: la premisa es atractiva, pero no para la extensión de la obra, sino para algo mucho más breve. Dentro de todo, el desarrollo se hace llevadero, sobre todo cuando Geradts y Fairgray le empiezan a dar más bola a la relación entre Beethhoven y Rebecca. Por suerte no llegué al final pidiendo la hora porque no me los aguantaba más. El final pega un giro raro en las dos últimas páginas, creo que porque empalma con otra historia en la que Beethhoven también tiene un papel, pero que parece ir para otro lado, más de ficción post-apocalíptica.
El dibujo de Gonzalo Martínez apuntala con solvencia dos aspectos fundamentales del guión: para las escenas de comedia se luce en las expresiones faciales, y para las escenas que recrean momentos históricos deja la vida en la documentación. El resto está bien, es correcto sin descollar. Cuando los personajes aparecen de cuerpo entero y en movimiento, el dibujo adolesce de un cierto estatismo, lejos de la plasticidad que adquieren los rostros en los primeros planos, pero nada que haga demasiado ruido. El colorista Juan Moraga también hace un aporte muy bienvenido a la faz gráfica de TTTT, una historieta extraña en algunos aspectos, pero que puede ser una buena puerta de entrada para explorar el interesantísimo panorama del comic neozelandés.
Tenía pendiente una revancha con Emilio Balcarce y Jok, después de aquel Knightmare que no me había terminado de cerrar. Por suerte en 2016 la dupla editó también Valkiria, una saga muy superior a Knightmare en todos los rubros, cuyo único defecto es que dura apenas 46 páginas y te deja con las ganas de leer mucho más.
Esta vez, Balcarce propone una aventura intensa y muy ganchera, en la que nos invita a revisitar la mitología nórdica, los relatos épicos de Odin, Loki y demás dioses de Asgard, con un giro muy atractivo: estos muchachos no son dioses posta, sino visitantes que llegaron de otro planeta, con una tecnología mucho más avanzada que la que poseían los humanos en ese entonces. En paralelo a la trama de intriga palaciega y machaca a todo o nada que (como no puede ser de otra manera) derivará en un inevitable Ragnarok, Balcarce nos hace partícipes del crecimiento de un personaje central, Freyja, quien para el final del tomito será una heróina con toda la chapa, a la que queremos ver protagonizar muchas historias más. Valkiria tiene muy buen ritmo, escenas de alto impacto, muchas referencias a la mitología nórdica y sobre todo un gran trabajo en la construcción de la protagonista.
También muy por encima de su desempeño en Knightmare lo tenemos a Jok, que acá tiene la posibilidad de dibujar viñetas más grandes, menos abigarradas, en las que su dibujo se luce mucho más. Hay menos mancha y más detalles, más sutilezas. Como en casi todos los trabajos de Jok, se cuela por algún lado la influencia de su mentor, Rubén Meriggi, y esta vez también vi cositas que me hicieron acordar al maestro Enrique Breccia. El trabajo de grises es excelente, creo yo que fruto de un muy logrado traspaso a blanco y negro de una historieta que en Europa se publicó a todo color. Como decía, es una pena que haya sólo 46 páginas de esto, pero bueno, por suerte tengo otra obra de Jok en el pilón de la merca sin leer.
Volvemos pronto con nuevas reseñas.

jueves, 16 de marzo de 2017

ULTIMAS LECTURAS DE VERANO

Después de algunos días sin leer comics, volví al vicio con El Supergrupo en Acción, el Vol.14 de Superlópez, que el maestro Jan dibujara allá por 1979-80, cuando los guiones de la serie estaban a cargo de Efepé (Francisco Pérez Navarro).
Como casi todos los álbumes de Superlópez de esta época, El Supergrupo en Acción es un rejunte de varias historias de 7 u 8 páginas, puestas una atrás de otra. En este caso con bastante buen criterio, porque hay un villano que aparece en varios de los episodios, al que vemos trazar un plan, fracasar, recalcular, intentar con otra variante, volver a fracasar, cada tanto rascar un empate y al final jurar que va a volver para derrotar definitivamente a Superlópez y sus compañeros. Todo esto, por supuesto, en plan de joda. El villano es malo y a la vez torpe, y los héroes son burdas parodias del Capitán Trueno, Marvel Girl, Dr. Strange, iron Man y The Thing. La dinámica entre ellos acentúa conflictos y rivalidades pelotudas, cosa que por ahí se mostraba poco en los comics (y especialmente en los dibujos animados) de esta época, y de ahí Efepé y Jan sacan un montón de situaciones graciosas. No tan limadas ni tan extremas como las de Mortadelo y Filemón, pero muy efectivas, sobre todo si el lector es fan de los comics de superhéroes y maneja los códigos del género.
El dibujo de Jan es maravilloso, repleto de dinamismo y expresividad, y se luce especialmente cada vez que rompe la grilla de las cuatro tiras por página para meter viñetas más grandes, que le permiten hacer cosas más jugadas tanto en el dibujo como en la narrativa. Los dos episodios que transcurren adentro del banco de los superhéroes (gran idea, explorada hasta las últimas consecuencias) son los que están mejor dibujados, con más gags visuales, más acción, más onomatopeyas bizarras y más ritmo. Si sos fan de Superlópez, seguro ya sabés que en las aventuras donde aparece el Supergrupo los autores dejan la vida y casi siempre se terminan por colar entre las mejores historias de esta longeva serie que arrancó en 1973 y sigue vigente aún hoy.
Me vengo a Argentina, al 2016, cuando el sello Fog of War recuperó Knightmare, una historieta realizada por Emilio Balcarce y Jok para el mercado italiano.
Knightmare arranca fuerte, con una trama bastante remanida, pero ambientada en un mundo muy atractivo, en el que se mezclan elementos medievales con tecnología de avanzada. Una especie de versión mugrienta y grim ´n gritty del universo de He-Man, con el clásico héroe que viene bien de abajo y le gana a villanos inmensamente poderosos. Nada que no hayamos visto mil veces, pero entretenido. Cuando faltaban 12 páginas para el final, me empezó a parecer que a Balcarce le quedaba muy poco espacio para cerrar satisfactoriamente la trama. ¿Con qué me sorprendió el guionista? Con un giro argumental que convierte a Knightmare en un clon de Crónicas del Tiempo Medio, el clásico de Balcarce y Juan Zanotto que vimos acá el 18/03/16. Como aquella vez, acá los buenos deciden aliarse a uno de los dos malos e ir en contra del otro, a disputar la batalla final. Cambian los personajes, cambia la ambientación, pero la historia se repite, y eso definitivamente no está bueno.
El dibujo de Jok está muy bien. Me gustó sobre todo cuando se descontrola y manda esos personajes grotescos, desmesurados, granguiñolescos, colosos de carne, metal y furia que le hubiese gustado diseñar a Jack Kirby. A tono con la impronta épica y la abundante machaca del argumento, Jok se acerca más que nunca a la estética de Mike Mignola y Frank Miller, sin renunciar a su propia identidad gráfica. Como siempre, el claroscuro es la herramienta visual preferida por Jok y el contraste entre masas negras y espacios blancos será por momentos tan bestial como las batallas entre Bolkar y sus enemigos. La idea ingeniosa de Balcarce de ambientar la historia en una Inglaterra post-apocalíptica cobra relieve y gana impacto de la mano de la tinta espesa y puntillosa de Jok que, cuando se pone las pilas, pela unos fondos que no tienen nada que envidiarle a los que dibujaba Zanotto en Crónicas…
Y bueno, no me animo a recomendar muy enfáticamente Knightmare porque me pareció divertida, pero le falta originalidad, tanto al planteo como a la resolución. Tengo otro libro de Balcarce y Jok en la pila de los pendientes, así que pronto habrá revancha.

sábado, 25 de abril de 2015

25/ 04: CONTROL DE PLAGAS

Hoy volvemos a visitar un conurbano bonaerense post-apocalíptico, pero acá no hubo una plaga de zombies tristes, sino que nuestra realidad fue invadida a través de un vórtice interdimensional por toda clase de vampiros, fantasmas, licántropos, monstruos y –por supuesto- zombies. Con reglas parecidas, la sociedad siguió funcionando, aunque siempre al borde del colapso. En ese contexto sobreviven (y facturan bastante bien) Wang y el Chino, dos duros exterminadores de monstruos y criaturas sobrenaturales que combaten a esta epidemia con huevos, ingenio y fuerza bruta, según sea el caso a resolver.
Sobre esta base, Max Aguirre y Jok crearon una serie de aventuras que combinan con mucho equilibrio la comedia, la acción y el terror. Como los guiones los escribe Aguirre (que hace años se gana la vida con el humor gráfico) los chistes muchas veces ganan la pulseada, y está bien que así sea. Me he reído muchísimo con algunos diálogos de este libro, en los que Aguirre saca a relucir su chapa de graduado summa cum laude de la Universidad de la Calle. Esa sabiduría suburbial, atorranta, le permite al guionista mirar al género del terror y sus convenciones desde una óptica muy fresca, muy impredecible y muy aguda. Y por supuesto, usa al humor para cortar climas muy espesos que se generan cuando los personajes están envueltos en kilombos mayúsculos que involucran a amenazas sobrenaturales realmente peligrosas. De hecho, a medida que pasan los episodios, Aguirre hace cada vez más hincapié en los compañeros del Chino y Wang que ya no están, que no vivieron para contarla.
O sea que, con chistes y bizarreadas, esta es una historia fuerte, con un contenido dramático insoslayable. Y con un elemento 100% cautivante como es el contrapunto entre las personalidades de Wang y el Chino, que no pueden ser más opuestas y que Aguirre explora a fondo como fuente de nuevos chistes pero también para aumentar la tensión en cada una de las misiones.
El dibujo de Jok está muy, muy bueno, totalmente jugado al claroscuro. Acá sólo hay línea, mancha y espacio. Blanco puro o negro pleno, nada más. Y con eso, Jok logra lo indecible. El único problema que le veo es que es un estilo un toquecito difícil de digerir para el que no tiene una cultura gráfica vinculada al dibujo. Se lo das a un pibe que sólo mira dibujos animados y me parece que no le va a gustar, o que le va a costar entenderlo, porque la estética de Jok requiere una cierta decodificación. Obviamente que si leíste a los maestros del claroscuro (Breccia, Muñoz, Pratt, Risso, el Miller de Sin City, el Mignola más extremo) esto te va a resultar tan familiar como atrapante, porque además Jok te engancha con la puesta en página, con la composición de la viñeta, con los detalles que mete… hasta la colocación de los globos de diálogo es impecable. No sé cómo le puede pegar esto a un neófito, pero si ya sos fan de este discípulo aventajado de Oswal, lo vas a disfrutar a pleno.
Además de las aventuras del Chino y Wang, el libro incluye 64 páginas de una especie de enciclopedia de criaturas y monstruos. Son 32 textos acerca de sendos bichos, cada uno con una ilustración de un dibujante distinto. En este segmento participan varios guionistas invitados (Rodolfo Santullo, Luciano Saracino, Federico Reggiani, Diego Cortés, Roy, Alejandro Farías, y hasta referentes del periodismo como Martín Pérez o Andrés Valenzuela, o de la literatura, como Leonardo Oyola) y 32 dibujantes, entre los que se destacan Tute, Quique Alcatena, Nicolás Brondo, Alejandra Lunik, Lauri Fernández, Carlos Aón y Horacio Lalia. Una muy linda idea para “inflar” la cantidad de páginas del libro y a la vez abrirle el juego a un montón de otros autores con algo que va mucho más allá de la remanida galería de pin-ups. Y también hay un par de pin-ups, cómo no, todos dibujados por el propio Max Aguirre, como para contraponer su visión de Wang y el Chino con la de Jok.
Control de Plagas no marca un antes y un después de nada, ni tampoco pretende hacerlo. Es un entretenimiento de muy buena calidad, pensado para hacerte pasar un buen rato, de la mano de unos guiones divertidísimos y un dibujo de notable solidez. Sin dudas vale la pena.

sábado, 8 de diciembre de 2012

08/ 12: 40 CAJONES

Una conocida técnica narrativa, aplicada por cientos de guionistas buenos, mediocres y chotos, consiste en arrancar una historia no donde empieza, sino en su climax, en su punto crítico, ese en el que la tensión dramática llega a su máximo nivel. Si eso no engancha al lector, nada lo hará. Y si lo engancha, siempre habrá tiempo para calzar un flashback que recuente los hechos más relevantes que llevaron a la historia a ese punto crucial, definitivo. En esta obra, originalmente realizada para el mercado italiano, el prolífico guionista uruguayo Rodolfo Santullo elige llevar este recurso al extremo: la historia de 40 Cajones empieza exactamente por el final.
Basada libremente en un capítulo de Drácula, la seminal novela de Bram Stoker, 40 Cajones narra el fatídico viaje de la goleta Demeter, desde Rumania hasta el puerto inglés de Whitby. Y empieza cuando la Demeter ariba a este puerto! Las seis primeras páginas nos muestran la sorpresa y el desconcierto de las autoridades portuarias, ya que la goleta se había dado por perdida semanas atrás. Cuando suben a cubierta se encuentran con un ominoso cuadrúpedo mezcla de perro, lobo y criatura del Averno, que rápidamente se da a la fuga. También encuentran al cadáver del capitán Strogoff y por supuesto, a su bitácora, que narrará con lujo de detalles todo lo sucedido hasta la muerte del capitán.
De ahí en más, sólo la última página nos traerá de regreso al “presente” en el puerto de Whitby. Las 38 páginas restantes funcionan como un extenso flashback en el que el capitán nos narra los padeceres de la tripulación de la Demeter, en un viaje plagado de horror y muerte. O sea que hay un salto al vacío por parte del guionista, ya que va a ocupar casi toda la novela contándonos cómo sucedió lo que los lectores ya sabemos que sucedió. Es obvio que todos los tripulantes van a morir y es obvio que esa criatura infernal tiene mucho que ver con las muertes.
Por suerte, y a pesar de lo complicado del brete en el que se metió, Santullo pilotea (o timonea, en este caso) la historia con oficio, principalmente a partir del manejo de los personajes, a los que logra dotar de humanidad y tridimensionalidad. Esto, combinado con el innegable atractivo del clima (una onda Alien en la que una amenaza cuasi-invisible e invencible se va cargando de a uno a todos los tripulantes de una nave) logran mantener alta la tensión y lograr unas cuantas secuencias impactantes, aunque ninguna pega tanto como la de la llegada de la Demeter al puerto. Santullo se da incluso el lujo de meter flashbacks dentro del flashback! En su bitácora, el capitán rememora cuándo y cómo fue que aceptó la misión de trasladar esos 40 cajones con tierra desde Transilvania a Inglaterra, lo cual funciona muy bien para romper la monotonía que presuponen casi 40 páginas arriba de un barco.
A la hora de buscar dibujante, Santullo no arriesgó en lo más mínimo: le puso todas las fichas a Jok, un dibujante de probada solvencia, al que le encantan las historias de terror y los climas oscuros. El trabajo de Jok es impecable y logra lucirse a pesar de la gran cantidad de páginas con ocho o más cuadritos. Acá hay un tipo que sabe componer la viñeta, cuidar los detalles de la narrativa, prestar atención a la iluminación, a los fondos, al vestuario, a las expresiones faciales. Jok no es un virtuoso: es una máquina de absorber conocimientos, un autor que nunca para de evolucionar ni de sorprender. Lástima la impresión del libro, que nos presenta los colores muy lavados, muy diluídos. Las masas negras (importantes en todo comic de terror) acá son grises, como si faltara un poco de contraste, y eso desluce un poco una faz gráfica impecable. Ojalá haya una segunda edición en la que esto se corrija, o mejor aún, una edición de 40 Cajones en blanco y negro, para que se aprecie aún más el gran dibujo de Jok, vibrante y crepuscular.
Si te gustan los vampiros, o las historias de terror, o sos fan del guionista uruguayo o del dibujante argentino, embarcate en esta aventura truculenta y llena de riesgos que –felizmente- llegan a buen puerto.

sábado, 9 de julio de 2011

09/ 07: FUNERAL


Hoy, una reseña un poco más breve de lo habitual, como para dejar constancia de que
a)Funeral marcó el regreso a la historieta del mítico guionista Emilio Balcarce, alejado del medio durante 20 años.
b)Muchos de los conceptos de esta obra fueron co-creados por Balcarce y el dramaturgo Horacio Ceferino López, quien falleció mientras la obra se serializaba en Italia, mercado para el que se originó.
c)El guión parte de una premisa absolutamente ganchera y atractiva: una cápsula llega a la Tierra desde el espacio exterior y contiene algo que parece ser el cadáver de Dios. Sin embargo, el desarrollo es lento, reiterativo, sin una estructura adecuada para llegar eventualmente a un buen final. Como si todo pasara por la premisa. Sobran viñetas, diálogos y secuencias enteras, que no ayudan a que la trama avance, no agregan espesor al conflicto y apenas le otorgan un toquecito de complejidad al personaje protagónico, Agustín Feder. Recién cuando faltan 18 páginas para el final pasa algo más, aparte de las disquisiciones teóricas y los experimentos científicos para determinar si el cadáver es o no el de Dios. Y encima lo que pasa es… casi vulgar, a años luz de lo que hacía atractivo al planteo inicial de la saga.
d)El dibujo de Jok está realmente bueno, y sortea con éxito el escollo de las páginas de muchísimas viñetas. Como siempre, en Jok vas a ver más solidez narrativa que virtuosismo en el trazo o en la anatomía. Pero esta vez lo ayuda muchísimo el color, que lo potencia y lo hace más vibrante, más impactante y más dramático.
Si sos fan de Jok, no te pierdas el que hasta ahora es su mejor trabajo editado en Argentina. Si sos fan de Balcarce, releé sus clásicos de los ´80 un tiempito más, hasta que el maestro salteño recupere la dinámica, la onda y la magia de los trabajos que lo consagraron de la mano de grossos como Juan Giménez, Juan Zanotto, Lucho Olivera o Leo Manco. Funeral parece una de esas breves historietas de dos páginas que hacía junto a Marcelo Pérez en las contratapas de Fierro, pero contada en cuarenta y pico de páginas en vez de dos.