Hoy no pisé la calle en
todo el día. No salí ni al chino de enfrente a comprar galletitas. Pero me
sobró tiempo para terminar unos libritos que tenía dando vueltas por ahí, y que
procedo a reseñar.
Arranco en EEUU, año 2016,
con el tercer y último recopilatorio del divertidísimo Howard the Duck de Chip
Zdarsky y Joe Quinones. El libro arranca con un episodio medio descolguetti en
la Savage Land (como siempre, con un montón de personajes invitados), que tiene
como principal atractivo los dibujazos del glorioso Kevin Maguire. Después
vuelve Quinones y la dupla nos ofrece uno de los episodios más lindos y más
emotivos de la serie, sin descuidar la machaca ni las apariciones de héroes o
villanos conocidos por cualquier fan de Marvel. Y los tres últimos números
componen una trilogía limadísima, metacomiquera a full pero hasta con menciones
muy explícitas a la película de Howard the Duck, ese mega-fiasco de 1986 que
casi funde a George Lucas. Esto es dinámico, es explosivo, es irónico, es
auto-referencial, apela de manera muy ingeniosa al recurso de convertir a los
autores en personajes y está realmente muy bien, sobre todo por la forma en la
que Zdarsky encuentra siempre los espacios para darle onda y carnadura al
protagonista, a los invitados, a los villanos y a los personajes secundarios.
A nivel visual, por
supuesto no hay con qué darle al maestro Maguire. Sus 20 paginitas se disfrutan
como si fueran 200 y siempre te deja pidiendo más. Pero lo de Quinones también
es dignísimo, con mucho despliegue, muy buenas expresiones faciales, pocos
fondos (muy bien puestos), hermosos flashbacks a los ´70 y hasta un plus que
suele complicarle la vida a los dibujantes: cuando el guión le pide que
convierta en personaje de historieta a una actriz del mundo real (en este caso
Lea Thompson), Quinones logra una resemblanza bastante convincente sin copiar
fotos y sin sacrificar plasticidad.
Y no hay más Howard the
Duck. Veremos cuándo le llega el turno de un nuevo relanzamiento a este
carismático personaje creado por el inolvidable Steve Gerber. Esta etapa de
Zdarsky y Quinones no eclipsa a las versiones de Gerber, pero se la re-banca.
Me vengo a Argentina, año
2019, cuando el sello Historieteca publica ¿Qué querés ser cuando seas grande?,
un nuevo trabajo de su fundador y editor, Marcelo Pulido. Esta vez Pulido forma
equipo con nueve dibujantes para imaginar una serie de historietas muy
cortitas, casi sin diálogos, centradas en situaciones de la vida cotidiana…
durante la sangrienta dictadura militar de 1976-83. Los vuelos de la muerte,
los bebés apropiados, listas negras, torturadores, torturados, violencia, “no
te metás”, madres de Plaza de Mayo y como telón de fondo, el Mundial ´78, una
pantalla imbatible para tapar el horror.
La historieta más larga
tiene siete páginas, así que te imaginarás que la idea de Pulido no es
precisamente profundizar en cada uno de los tópicos que visita. En esa cantidad
de páginas, ni siquiera se propone resolver un conflicto. A veces el conflicto
está sugerido, otras se lo explicita un poco más, y a veces la intención es más
la de describir un clima, un entorno, una atmósfera, que la de contar una
historia propiamente dicha. La idea (me parece a mí) es que el libro funcione
como una especie de crónica de esa época, sin caer en la obviedad del cuentito,
de “había una vez un país donde gobernaba el peronismo y éramos todos felices
hasta que un día vinieron unos genocidas muuuuy malos y mataron a un montón de
pibes y pibas porque decían que eran comunistas”. Y en ese sentido, el
resultado es muy satisfactorio.
Por supuesto que para
apostar tan fuerte a los silencios y a los climas, tenés que tener una
confianza ciega en los dibujantes y la verdad que el elenco que ensambló Pulido
es muy merecedor de esa confianza. Dante Ginevra deja la vida en cuatro páginas
preciosas, Lauri Fernández tira magia en cinco páginas sin una sóla palabra,
Jok tiene seis páginas y las aprovecha a pleno para jugar en dos estilos
distintos, Marcos Vergara se pone al hombro el guión más angustiante y hasta le
tira un homenaje a Las Puertitas del Señor López, Sergio Ibáñez la rompe con
los grisados y texturas en una historia truculenta (la única que podría contarse
en dos páginas, en vez de seis), Ian Debiase me emocionó con otra historia
100% muda de gran belleza visual y un ritmo precioso, José Massaroli pone un
claroscuro extremo al servicio de otra historia heavy y perturbadora (que también
está un poquito estirada), Fabián Mezquita dibuja más allá de lo humanamente
comprensible siete páginas que combinan a la perfección violencia y costumbrismo
y cierra Ezequiel Rosingana, con cuatro páginas que eran muy difíciles de
dibujar pero se ven bárbaras.
Gran trabajo del equipo
capitaneado por Marcelo Pulido, y gran incursión en una temática (la “crónica”
de la vida diaria bajo el régimen dictatorial) en la que curiosamente la
historieta argentina actual se ha metido bastante poco.
Esto es todo por ahora.
Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.