el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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jueves, 9 de enero de 2020

JUEVES EN CASA

Hoy no pisé la calle en todo el día. No salí ni al chino de enfrente a comprar galletitas. Pero me sobró tiempo para terminar unos libritos que tenía dando vueltas por ahí, y que procedo a reseñar.
Arranco en EEUU, año 2016, con el tercer y último recopilatorio del divertidísimo Howard the Duck de Chip Zdarsky y Joe Quinones. El libro arranca con un episodio medio descolguetti en la Savage Land (como siempre, con un montón de personajes invitados), que tiene como principal atractivo los dibujazos del glorioso Kevin Maguire. Después vuelve Quinones y la dupla nos ofrece uno de los episodios más lindos y más emotivos de la serie, sin descuidar la machaca ni las apariciones de héroes o villanos conocidos por cualquier fan de Marvel. Y los tres últimos números componen una trilogía limadísima, metacomiquera a full pero hasta con menciones muy explícitas a la película de Howard the Duck, ese mega-fiasco de 1986 que casi funde a George Lucas. Esto es dinámico, es explosivo, es irónico, es auto-referencial, apela de manera muy ingeniosa al recurso de convertir a los autores en personajes y está realmente muy bien, sobre todo por la forma en la que Zdarsky encuentra siempre los espacios para darle onda y carnadura al protagonista, a los invitados, a los villanos y a los personajes secundarios.
A nivel visual, por supuesto no hay con qué darle al maestro Maguire. Sus 20 paginitas se disfrutan como si fueran 200 y siempre te deja pidiendo más. Pero lo de Quinones también es dignísimo, con mucho despliegue, muy buenas expresiones faciales, pocos fondos (muy bien puestos), hermosos flashbacks a los ´70 y hasta un plus que suele complicarle la vida a los dibujantes: cuando el guión le pide que convierta en personaje de historieta a una actriz del mundo real (en este caso Lea Thompson), Quinones logra una resemblanza bastante convincente sin copiar fotos y sin sacrificar plasticidad.   
Y no hay más Howard the Duck. Veremos cuándo le llega el turno de un nuevo relanzamiento a este carismático personaje creado por el inolvidable Steve Gerber. Esta etapa de Zdarsky y Quinones no eclipsa a las versiones de Gerber, pero se la re-banca.
Me vengo a Argentina, año 2019, cuando el sello Historieteca publica ¿Qué querés ser cuando seas grande?, un nuevo trabajo de su fundador y editor, Marcelo Pulido. Esta vez Pulido forma equipo con nueve dibujantes para imaginar una serie de historietas muy cortitas, casi sin diálogos, centradas en situaciones de la vida cotidiana… durante la sangrienta dictadura militar de 1976-83. Los vuelos de la muerte, los bebés apropiados, listas negras, torturadores, torturados, violencia, “no te metás”, madres de Plaza de Mayo y como telón de fondo, el Mundial ´78, una pantalla imbatible para tapar el horror.
La historieta más larga tiene siete páginas, así que te imaginarás que la idea de Pulido no es precisamente profundizar en cada uno de los tópicos que visita. En esa cantidad de páginas, ni siquiera se propone resolver un conflicto. A veces el conflicto está sugerido, otras se lo explicita un poco más, y a veces la intención es más la de describir un clima, un entorno, una atmósfera, que la de contar una historia propiamente dicha. La idea (me parece a mí) es que el libro funcione como una especie de crónica de esa época, sin caer en la obviedad del cuentito, de “había una vez un país donde gobernaba el peronismo y éramos todos felices hasta que un día vinieron unos genocidas muuuuy malos y mataron a un montón de pibes y pibas porque decían que eran comunistas”. Y en ese sentido, el resultado es muy satisfactorio.
Por supuesto que para apostar tan fuerte a los silencios y a los climas, tenés que tener una confianza ciega en los dibujantes y la verdad que el elenco que ensambló Pulido es muy merecedor de esa confianza. Dante Ginevra deja la vida en cuatro páginas preciosas, Lauri Fernández tira magia en cinco páginas sin una sóla palabra, Jok tiene seis páginas y las aprovecha a pleno para jugar en dos estilos distintos, Marcos Vergara se pone al hombro el guión más angustiante y hasta le tira un homenaje a Las Puertitas del Señor López, Sergio Ibáñez la rompe con los grisados y texturas en una historia truculenta (la única que podría contarse en dos páginas, en vez de seis), Ian Debiase me emocionó con otra historia 100% muda de gran belleza visual y un ritmo precioso, José Massaroli pone un claroscuro extremo al servicio de otra historia heavy y perturbadora (que también está un poquito estirada), Fabián Mezquita dibuja más allá de lo humanamente comprensible siete páginas que combinan a la perfección violencia y costumbrismo y cierra Ezequiel Rosingana, con cuatro páginas que eran muy difíciles de dibujar pero se ven bárbaras.
Gran trabajo del equipo capitaneado por Marcelo Pulido, y gran incursión en una temática (la “crónica” de la vida diaria bajo el régimen dictatorial) en la que curiosamente la historieta argentina actual se ha metido bastante poco.

Esto es todo por ahora. Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.

sábado, 14 de diciembre de 2019

OTRA PREVIA CON RESEÑAS

Y otra hermosa noche para salir a atorrantear por ahí.
Pero antes, flashback a 2016 para reseñar dos libritos aparecidos ese año que pude leer en estos últimos días.
Allá por el 07/05/18 me tocó leer la antología El Volcán, donde me topé con un excelente dibujante peruano, Eduardo Yaguas, para el cual pedía urgente un guionista. Bueno, ahora me encontré con una novela gráfica de unas 130 páginas, íntegramente realizada por Yaguas, y con un guión que –sin ser la Octava Maravilla del Noveno Arte- me convenció de principio a fin.
Multitudes tiene una muy buena construcción de personajes, muy buenos diálogos, una temática social fuerte, urgente, muy real, e incluso con espacio para que Yaguas pueda limar, escaparle a la realidad que él mismo se esfuerza por retratar, y contar escenas oníricas, de enorme atractivo visual, sin que queden forzadas ni desubicadas. La bajada de línea socio-política va para el lado correcto, los vínculos entre los personajes no son los obvios, la resolución del conflicto tampoco… La verdad que –si no te molestan las secuencias oníricas con las que Yaguas abre cada capítulo- te vas a encontrar con un guión sólido y atrapante.
El dibujo… en realidad va por dos cauces distintos. Los tramos en los que Yaguas muestra los sueños de los personajes están dibujados de modo mucho más suelto, con unas tonalidades de grises hermosas, un armado de la página loquísimo, casi sin primeros planos y con recursos muy raros para evitar mostrar expresiones faciales. Y el resto de la novela, lo que vendría ser « la realidad » está dibujado con la técnica del claroscuro, en la que todo es o negro, o blanco. Y acá sí hay expresiones faciales (muchas muy bien logradas), una grilla de viñetas más clásica y un trazo que me hizo acordar al de otros grandes dibujantes peruanos como Rodrigo La Hoz y Jorge Pérez Ruibal, pero más controlado, menos ido al carajo. Con algunas cositas de Charles Burns en la iluminación (como los dibujantes ya mencionados), con buenos recursos narrativos y bastante habilidad para pilotear páginas con muchos cuadritos, algunos muy cargados de texto.
En síntesis, una novela gráfica muy atractiva, ideal para descubrir a un autor que quizás en Argentina no sea muy conocido, pero que reúne los méritos como para cosechar un importante número de fans, a lo largo y a lo ancho del mundo de habla hispana.
Y de mi querida Lima me voy un poco más al norte, a EEUU, para leer el segundo tomo de Howard the Duck de Chip Zdarsky y Joe Quinones (el Vol.0 lo vimos el 28/10/17), de nuevo en la línea de aventuras muy en joda ambientadas en el Universo Marvel. Y en eso último reside el… 70% de la gracia. Zdarsky juega todas las cartas al contrapunto entre Howard y los personajes « serios » de Marvel, que desfilan unos tras otros por estas páginas. Los chistes pueden ser mejores o peores, pero para el fan de Marvel es prácticamente imposible resistirse a una saga cósmica en tono de comedia en la que aparecen el Silver Surfer, Dr. Strange, Galactus, los Guardians of the Galaxy, el Wizard, el Stranger, el Collector… Un disparate. Por supuesto todo muy light, sin la menor intención de explorar con un mínimo de profundidad las consecuencias que generan las tropelías de Howard y su elenco, lo cual por un lado está genial y por el otro seguramente le resta potenciales lectores a la serie.
El TPB cierra con los dos numeritos del crossover entre la revista de Howard y la de The Unbeatable Squirrel Girl (tengo el Vol.1 en la pila de los pendientes, ya le entraremos). La primera parte está a cargo de Ryan North y Erika Henderson (autores de TUSG) y la segunda a cargo de Zdarsky y Quinones. Esto es otro delirio bastante cómico, con mucho ritmo, un montón de personajes invitados y la novedad de poner en el rol de la villana a una chica del palo del cosplay, obviamente muy pasada de rosca.
En cuanto al dibujo, excelente lo de Quinones (no tiene laburos flojos, este animalito), muy bueno lo de Henderson y más raro que bueno lo de Veronica Fish, quien reemplaza a Quinones en uno de los episodios de la saga cósmica. Ya desde la portada queda claro que tenemos en las manos un producto de gran nivel gráfico y la verdad es que está todo muy cuidado: la puesta en página, el color, el rotulado, las portadas alternativas que aparecen al final del tomo… Se ve que –aunque no vendiera gran cosa- Marvel le ponía huevo al comic de este carismático plumífero. Me queda sin leer un tomo más (creo que el último), al que trataré de entrarle a la brevedad, a ver cómo cierra esta etapa tan distinta a la clásica (la de Steve Gerber) y aún así tan disfrutable.
Nada más, por hoy. Gracias por el aguante en el tramo final de esta décima temporada del blog y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas.


sábado, 28 de octubre de 2017

SABADO PRIMAVERAL

Hermoso clima hoy, para andar al aire libre. Pero yo estoy en casa muy al pedo, así que aprovecho para postear unas reseñas.
Me bajé a velocidades supersónicas el Vol.2 de Gilgamesh el Inmortal editado en España por 001 Ediciones, como para completar esa saga de Robin Wood y Lucho Olivera que había empezado la semana pasada. Bah, no la completé porque hay muchos más episodios… que no están recopilados.
El libro ofrece 13 historias, que arrancan justo antes de la Segunda Guerra Mundial y terminan muchos años en el futuro, cuando Gilgamesh logra lanzar un cohete a Marte (con él adentro) desde una Tierra devastada por la Tercera Guerra Mundial. Entre los dos últimos episodios pasan 30 años (lo que tarda el inmortal en dominar la tecnología de la NASA), pero los restantes están separados por una cantidad de tiempo mucho menor que en el tomo anterior. De hecho hay tres episodios ambientados en la Segunda Guerra, en un lapso de tiempo muy breve. O sea que recién una vez transcurridos 26 o 27 episodios llegamos a donde Lucho Olivera había llegado al final de su primer capítulo de Gilgamesh, allá a fines de los ´60.
Muchas de estas historias son brillantes. La prosa de Robin está afiladísima y se torna oscura y desgarradora una vez que Gilgamesh descubre que es el único ser vivo en el planeta tras el holocausto nuclear. Ahí la historieta cambia mucho, porque –al no haber nadie con quién pelear- prácticamente no hay conflictos. El conflicto se traslada al interior del personaje, y Robin lo plasma con maestría. También mete referencias a otros personajes de su creación: así como en el Vol.1 aparecía Nippur, acá mencionan a Or-Grund y a Max Chevalier, uno de los protagonistas de Aquí la Legión. Obviamente me copa que hayan usado a Gilgamesh para tirarnos pistas de que existía un Robinverse. Lo único choto es que Robin crea personajes alucinantes para usarlos en un sólo episodio: la gladiadora criogenada 20 siglos, el mutante que controla el sistema de espionaje de la URSS, el robot Napoléon… todos tienen onda de sobra para aparecer mucho más de lo que aparecen.
Y el otro bajón: el dibujo de Lucho viene a un nivel increíble, pero en un momento, cuando faltan cuatro o cinco episodios, experimenta una caída más brutal que la del poder adquisitivo del salario en estos dos años de revancha neoliberal. En las últimas 50 páginas del tomo vas a encontrar un puñado de viñetas maravillosas… y un montón muy toscas, resueltas con lo mínimo, como si Olivera hubiese perdido de golpe las ganas de dibujar. Igual recomiendo mucho estos libros de Gilgamesh, una aventura profunda, potente y más adictiva que los bizcochitos Don Satur hexagonales con azúcar negra.
Salto de 1981-82 a principios de 2015, cuando Chip Zdarsky y Joe Quinones lanzan una serie regular de Howard the Duck, que va a durar poquitos números y se va a reiniciar después de Secret Wars. El arranque es este Vol.0, un festival de chistes y situaciones bizarras muy efectivo, pero al que no le sobra para nada ese filo, esa arista de sátira social que encontramos en el Howard de Steve Gerber, o en el de Ty Templeton (ver reseña del 14/09/10).
Acá la gran jugada de Zdarsky consiste en convertir a Howard en un detective privado que opera ya no en Cleveland, sino en New York, una ciudad repleta de superhéroes. Y esa va a ser la principal fuente de chistes: la interrelación de Howard con los otros héroes y heroínas de Marvel, desde She-Hulk a los Guardians of the Galaxy, hasta llegar a un último episodio en el que unos 30 personajes le tienen que hacer el aguante a un villano de la B que se arma una especie de Guantelete del Infinito, también de segunda selección. El resultado es entretenido, me reí bastante, pero me pareció que el guionista abusa un poco del recurso de contraponer a Howard con los otros héroes de Marvel. Veremos si en el siguiente tomo (que pienso leer el año que viene) se abre un poco más el abanico de posibilidades para esta serie.
El dibujo de Quinones es limpito, dinámico, expresivo… ideal para una comedia de este tipo. Cuando juega a probar cosas locas en la puesta en página le sale muy bien y cuando hay que ponerle huevo a los fondos, pone sin mezquinar. Gran dibujante, que ojalá vuelva en los futuros tomos. Y bien también los amigos que dibujan los back-ups: Rob Guillory (el de Chew), Jason Latour (el de Southern Bastards) y Katie Cook, a quien no conocía. Habrá más Howard el año que viene.
Y ni bien tenga un par de libritos más leídos, habrá nuevas reseñas, así que será hasta pronto.