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domingo, 18 de abril de 2010

18/ 04: CENA CON AMIGOS


Allá por 2008, cuando el famoso blog Historietas Reales se relanzó con una nueva propuesta, ya no tan centrada en la autobiografía como género predominante sino abierta a explorar distintos tipos de ficción, sumó (además de autores y temáticas) un enorme atractivo. Entre las series más seguidas y aplaudidas por los ciber-fans estuvo claramente Cena con Amigos, del guionista (y editor) uruguayo Rodolfo Santullo y el dibujante (y editor) argentino Marcos Vergara. O sea que era lógico que ambas editoriales (Belerofonte de Montevideo y Loco Rabia de Buenos Aires) se unieran para recopilar en libro esta historieta, cosa que sucedió a fines de 2009 y que nos vino bárbaro a los que (como yo) no nos ponemos las pilas para seguir una historia con continuará todas las semanas en la web.
Cena con Amigos se parece poco a otras historietas. Puesto a buscarle un parentesco, se me ocurre recordar a Verdad/Consecuencia, aquella serie semanal de Pol-Ka que duró tres años (1996-98) y que nos contaba las historias de siete amigos de veintimuchos o treinta y pocos, enredados en conflictos muy reales, pero con espacio para la joda y la diversión. Acá también hay siete amigos, de esa misma edad. Incluso son cuatro varones y tres mujeres, como en Verdad/ Consecuencia. Y esto es algo así como EL capítulo de esa serie, el que cambia todo, el cierre definitivo donde se pasan todas las facturas y se revelan todos los secretos.
El catalizador es la misteriosa muerte de Bernardo, uno de los siete amigos, el más bravo e inestable de la barra. Y el personaje con el que el lector se identifica más rápido es Cristian, el melenudo que cuenta chistes malos y vive con culpa el hecho de que Marcela, la ex de Bernardo, ahora sea su novia. Germán es el que los mira casi de afuera: es el novio de Cinthia, pero le cuesta integrarse al grupito. Jorge es el que aporta la cuota de sensatez y normalidad y Silvia, la de apariencia más jodona, guarda estoicamente un secreto incómodo como tampón de virulana. Casi todos los personajes están explorados en profundidad y la dinámica entre ellos es tan creíble como atractiva. El misterio de la muerte de Bernardo está llevado con mano maestra por el guión de Santullo, que se revela como un auténtico relojero, un creador de mecanismos perfectos, ricos en detalles y de alta complejidad. También sorprende con el manejo de los tiempos, dónde y cuándo meter las elipsis, el criterio a la hora de decidir qué se muestra, qué se sugiere y qué se cubre con el velo de la intriga. Realmente este trabajo ratifica a Santullo como uno de los grandes guionistas que tiene hoy el habla hispana.
Por supuesto, todo ese trabajo de observación, ese esfuerzo porque el costumbrismo funcione como marco viable para la trama “policial”, se iría por la alcantarilla si el dibujante no sintonizara la misma frecuencia y derrapara hacia la estridencia pochoclera o un expresionismo demasiado dark, por ejemplo. Acá no sucede nada de eso, principalmente porque Marcos Vergara es uno de los dibujantes más versátiles y habilidosos que aparecieron en los últimos años. Vergara puede dibujar lo que se le dé la gana, y todo le sale bien. Historieta infantil, aventura ultra-violenta, fantasía intimista, o una gran trama de misterio mezclada con comedia costumbrista. Los personajes de Vergara están vivos: los ves moverse, los oís hablar, te reconocés en sus gestos. Como esta historieta está apuntada a un público que comparte la edad y clase social de los protagonistas, hasta la ropa, los muebles, los discos y los libros que aparecen nos resultan totalmente familiares. Y por supuesto, en vez de pelar virtuosismo, Vergara trabaja siempre en función del guión que le toca dibujar. Su narrativa es prueba de balas y su manejo de las tramas y grisados resulta tan acertada como placentera de mirar.
Cena con Amigos es una historieta de inmensa calidad, hipnótica e impredecible de principio a fin. Una obra que da testimonio del excelente nivel que han alcanzado estos dos autores en imparable ascenso y de las inconmensurables posibilidades que tiene este medio de sorprender y emocionar a los lectores sin salir del aquí y ahora, de una realidad normal y cotidiana, a la que los autores convierten con maestría en terreno fértil para una gran ficción.