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domingo, 7 de noviembre de 2010
07/ 11: OVERSIGHT
Si leés mainstream yanki hace varios años, seguro conocés a Phil Hester, ese dibujante dinámico, de excelente capacidad narrativa, que dibuja muy parecidas las caras de todos los personajes masculinos y que participó de proyectos grossos en todas las editoriales importantes. Te puede gustar más o menos, pero seguro le reconocés el estilo y la solvencia para llevar adelante tanto las escenas de machaca pochoclera como las más tranquilas e intimistas.
Pero hay otro Phil Hester. Uno que no trabaja con guiones ajenos, que piensa y ejecuta las historietas en blanco y negro, que publica en revistas raras y experimentales y que con el correr de los años, desarrolló una fuerte impronta autoral, que le ganó el reconocimiento de la crítica y los lectores de paladar más finoli. Mucho más extremo que Matt Wagner o Frank Miller, Hester logró balancear las dos carreras, la mainstream y la experimental, y este libro da testimonio de 15 años (1990-2005) de comics mucho más extraños y jugados que lo que conocían los que sólo siguen la vertiente más comercial del autor.
Como siempre que hablamos de comic experimental, hay cosas que no tienen mucho sentido: intentos que se quedan en el impacto gráfico o visual y que fracasan a la hora de contar algo. Pero incluso las historias que no cuentan nada, transmiten mucho. Hester pela un expresionismo visceral, tremendo, que hace que las sensaciones lleguen y golpeen con la fuerza de un rinoceronte. Y además, muchas de las historias cortas más raras tienen EXCELENTES guiones, y climas jodidos, perturbadores, desoladores. Hester colaboró en algunas revistas de terror más fino, más psicológico, y ahí demostró que la tiene muuuy clara. Las dos mejores historias, sin embargo, son las que realizó para una antología de Dark Horse llamada Underground (si esa no te perturba, sos un monje zen) y la que aportó a una antología romántica de Action Planet. También hay breves historias cómicas, parodias, anécdotas autobiográficas… y después está Boneshaker.
Boneshaker es una historia larga (unas 64 páginas), originalmente serializada en Negative Burn, a mediados de los ’90. También es una de las grandes joyas ocultas de la historia del comic yanki. Inquietante, reflexiva, violenta, existencial, absurda, impregnada de una cierta ternura freak, Boneshaker narra la historia de un luchador de catch gigantesco (más cerca de Hulk que del Caballero Rojo) que, en el ocaso de su carrera, vive una aventura bizarra y surreal, pero absolutamente coherente. Acá es done Hester termina de sacar chapa de Gran Autor. La puesta en página es digna de Dave Sim, la acción es hipnótica, los climas alucinantes, los planteos filosóficos intrigan y emocionan, y el blanco y negro llega a un nivel de expresionismo al que sólo pueden aspirar unos pocos. Hay Alberto Breccia, hay Ted McKeever, hay José Muñoz y por supuesto Dave Sim. La mezcla es increíble, sobre todo cuando pinta la machaca a la Walt Simonson o Miller, pero a lo largo de toda la obra se respira un clima 100% original, la extraña alegría de no haber leído nunca nada parecido, combinada con la amargura y la desolación de las historias que cuenta y los paisajes que muestra el autor.
La invitación está hecha: jugate a descubrir al Phil Hester que opera en las márgenes, el que cuando anochece se pone el disfraz de Autor Integral y se sumerge en el sombrío mundo de las editoriales más chicas para combatir (armado con pinceles, rotrings, collages, tramas mecánicas e infinito talento) al siempre poderoso Más de lo Mismo. Ahí hay un genio agazapado, esperando la oportunidad para que esta faceta suya salga a la luz y el mundo entero se rinda a sus pies. Grosso, pero de verdad.
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