el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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martes, 30 de diciembre de 2014

30/12: DIARIO DE UN ALBUM

Allá por el 15/10 de este año, yo cerraba la reseña de Petit Peintre con el anhelo de leer antes de que se acabara el 2014 una obra más de Philippe Dupuy y Charles Berberian, que estaba en lista de espera desde la Feria del Libro, y que además el propio Berberian me la había dedicado en su paso por Buenos Aires. Y bueno, acá estoy, tachando ese compromiso de la lista de los pendientes.
La verdad es que los autores se cagan bastante en la consigna. Supuestamente, el Diario iba a ser una especie de backstage, de crónica desde adentro de cómo se escribió y dibujó allá por 1993 el tercer álbum de Monsieur Jean. Y es cierto, hay fragmentos en los que vemos a la dupla autoral discutir temas que tienen que ver con los guiones y los dibujos, y unas páginas muy interesantes (hipnóticas, diría yo) cerca del final, cuando explotan los kilombos en la editorial que va a publicar el álbum. Ese tramo, donde a los autores les pasa por encima un tsunami de marchas y contramarchas con los coloristas, los imprenteros, los editores, los distribuidores… sin dudas es lo más interesante del Diario. Y creo yo que es así porque Dupuy y Berberian nos muestran (con algo de humor pero mucho de sufrimiento) que en el mercado francés también explotan bombas, también hay chantas, improvisados, supuestos capos que venden humo, incumplidores crónicos y demás fauna de la que alimenta el imparable tráfico de rumores malintencionados. Yo la pasé genial leyendo esas páginas, pero me los imagino a los autores en ese momento, en esa situación, y me dan pena.
¿Y de qué habla Diario de un Album cuando no habla del álbum? Un poco de sí mismo: hay muchas secuencias en las que Dupuy y Berberian no están concentrados en el tomo 3 de Monsieur Jean, sino en la realización de Diario de un Album. De hecho recién en la última página se resuelve el misterio (en la edición española, obviamente) de qué editorial lo va a publicar en Francia. O sea que también hay bastante backstage de este mismo libro, es un libro que habla de sí mismo, de su propia génesis y de su propia ejecución, sin red y en tiempo real.
El resto es todavía más autorreferencial: Berberian revela detalles de su infancia en Medio Oriente y blanquea su fanatismo desemedido por los comics (especialmente los de Batman) y por los discos, mientras Dupuy nos narra un suceso trágico que ocurrió en su familia y una crisis matrimonial que tuvo con su mujer. Y por supuesto hay comedia costumbrista, una mirada satírica, puertas adentro, a vidas que (ahora que nos las muestran nos queda claro) no son tan distintas a la de Monsieur Jean. Con todo esto y mucha introspección, muchos cuestionamientos que tienen que ver (o no) con el proceso creativo de un comic, Diario de un Album redondea una propuesta muy atractiva, muy honesta, que nos llega de modo muy directo y nos hace sentir no fans sino amigos de estos dos grandes artistas.
En cuanto al dibujo, creo que esta es la primera y quizás la única historieta de Dupuy y Berberian pensada para ser publicada en blanco y negro. La consigna era dibujarla rápido, sin tanta sofisticación, sin romperse mucho el culo en los fondos, y en eso también se cagaron bastante. Hay mucho, mucho trabajo, escenas complicadísimas, con muchos personajes, muchos fondos, mezcladas con escenas un poco más despojadas, con más juego entre la mancha negra y el espacio blanco (poco protagónicos en los álbumes pensados para color). El mamarracho, el “sale con fritas porque total es un backstage” se nota poco, en pocas secuencias. En general, se ve todo muy cuidado. Y se ve otra cosa que no notamos nunca en los otros trabajos de la dupla: por cómo está estructurado Diario de un Album, es fácil darse cuenta qué páginas dibuja Dupuy y cuáles dibuja Berberian. ¿Hay un único estilo compartido por ambos? ¿Hay uno que se esfuerza por parecerse al otro? ¿Se notan inconsistencias que nunca antes habíamos visto? No lo voy a responder acá. Prefiero que lo leas y saques tus propias conclusiones, sólo si realmente te interesa la labor de la dupla como para querer sumergirte en ese nivel de detalle.
Como data final, simplemente agregar que el Vol.3 de Monsieur Jean (cuyo “secreto origin” nos narra este Diario) se llama “Las Mujeres y los Niños Primero” y está incluído en el segundo tomo de Monsieur Jean recientemente publicado en nuestro país por la editorial Común. Ahora sí, no más reseñas por este año.

miércoles, 15 de octubre de 2014

15/ 10: PETIT PEINTRE

Este libro es a la vez un rescate interesantísimo y un delito a mano armada. La editorial española Bang lo publicó en 2008, y la verdad es que fue un hallazgo, porque era una historieta realizada por Philippe Dupuy y Charles Berberian en un remoto 1985, cuando recién empezaban a hacerse conocidos en Francia. Encima la edición francesa había estado a cargo de un sello “boutique”, famoso por editar como los dioses a autores de gran prestigio y también por las tiradas microscópicas y los precios desorbitados. Así que habrían sido poquísimos los lectores hispanoparlantes que podrían haber accedido a Petit Peintre de no ser por esta nueva edición. Por otro lado, si nos ceñimos a la historieta en sí, Petit Peintre es una obra de 30 páginas. Y ya lo hablamos más de una vez, pero vale la pena repetirlo: ¿tiene sentido sacar en libro una historieta de 30 páginas?
La edición española (que no sé en España, pero acá salía cara) lleva el libro a 64 páginas. Le agregan prólogos, carátulas, páginas en blanco que no aportan absolutamente nada, y algo que seguramente está tomado de la edición francesa del ´85: en vez de pin-ups, cuadros que nos muestran el estilo en el que pinta Jeremy, el chico de 11 o 12 años que protagoniza la historia. La idea está muy buena y la verdad es que los “cuadros” son geniales, pero por ahí con tres o cuatro alcanzaba, no sé si hacían falta tantos.
¿Y qué onda la historieta, propiamente dicha? Ahí sólo caben palabras de elogio para Dupuy y Berberian, y más si pensamos que se trata de uno de sus primeros trabajos. El argumento es potente, el ritmo está cuidadísimo, nada está estirado ni comprimido, y en sólo 30 páginas hay dos personajes protagónicos muy bien desarrollados. No quiero ahondar mucho en este punto, primero porque al ser un relato tan breve, no hay tanto para desmenuzar. Y segundo, porque cualquier dato acerca de la trama o los personajes puede funcionar como spoiler y sería una cagada que leas Petit Peintre sabiendo cómo va a terminar.
Vamos entonces con el dibujo, que es increíble. No hay obras de Dupuy y Berberian mal dibujadas, no las voy a encontrar jamás. Creo que debe ser más fácil encontrar filósofos y neurocirujanos en un cosplay de animé organizado por Yamato. Pero acá hay un nivel plástico, una libertad, un vuelo expresivo, un uso tan brillante de la paleta cromática intencionalmente acotada, que ni siquiera hace falta ver “los cuadros de Jeremy” para caerse de orto. La línea, las expresiones faciales, las sombras, las composiciones... todo está demasiado perfecto y se luce muchísimo porque casi todas las páginas tienen menos de seis viñetas. Y “los cuadros” son vanguardia pura, muy en sintonía con la historieta moderna y diseñosa que a mediados de los ´80 se veía en algunos autores de Cairo o El Víbora, tipo Montesol, Javier Mariscal o Micharmut. Acá llaman la atención el trabajo con la mancha negra y con la espacialidad, y sobre todo ese contraste entre un color aplicado con sutileza y precisión y una línea más salvaje, con cierta textura de carbonilla, que se nota que muchas veces está trazada a mano alzada, con más osadía que planificación. Realmente alucinante.
¿Da para comprarse Petit Peintre aunque la relación precio/ cantidad de páginas suene a disparate? Si sos muy fan de los autores, o si comprás hsitorietas por los dibujos, ya te digo que sí. Tengo sin leer otro libro de Dupuy y Berberian, que quizás llegue a reseñar antes de fin de año. Y parece que en pocas semanas se edita en Argentina un segundo libro de Monsieur Jean, así que –como diría el Más Grande- nos sobran los motivos para seguir hablando de esta dupla que hace más de 30 años jerarquiza al comic europeo.