el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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lunes, 18 de febrero de 2019

LUNES A TODA ACCION

Luego de la contundente victoria de Racing, es un buen momento para sentarse a escribir unas reseñitas.
Hacía bastante que no leía nada del maestro español Sergio Bleda, y ahora cayó en mis manos Bloody Winter, una obra que ya tiene unos 15 años. Bloody Winter es un thriller urbano de tiros, persecuciones, traiciones y hectolitros de mala leche. Y además tiene algo de experimento formal porque, excepto en los flashbacks, Bleda se propone mantener a lo largo de las 46 páginas del álbum el formato de cuatro viñetas horizontales, o widescreen. La verdad es que el truquito le sale muy bien: sin variar nunca el formato de las viñetas, el autor nos muestra desde tomas panorámicas de esta New York cruda e invernal a primeros planos recontra-expresivos de los personajes.
Como en los buenos thrillers de Hollywood, acá lo importante es el grado de enrosque que tiene la trama y la tensión que logra generar el autor cuando la encamina hacia esa escena crucial, definitiva, en la que todo se resuelve… de un modo absolutamente impredecible. A todos los impactos que acumula durante las primeras 45 páginas, Bleda le suma un impacto más (lejos, el más jodido) a la última página de Bloody Winter, para asegurarse de que no haya ninguna chance de que los críticos la califiquemos de “una más de corrupción y mala leche”. No quiero contar nada, pero posta, se trata de una obra muy generosa en materia de sorpresas.
El dibujo está muy bien, el color lo apuntala con mucha fuerza y si te da el estómago para bancarte crueldades, sangre y truculencia a granel, le podés entrar en castellano, inglés o francés.
Allá por el 28/08/17 me tocó reseñar el Vol.1 de Rip Van Hellsing, la serie escrita por Enrique Barreiro y Hernán Ferrúa y dibujada por Enrique Santana. Aquella vez me llamaba la atención la escasa profundidad del personaje protagónico, y en las tres sagas que componen este tomo, eso empieza a cambiar. De a poco, aparecen datos acerca del pasado de Rip, empezamos a enterarnos por qué hace lo que hace, y hasta lo vemos dudar, cuestionarse algunas cosas. La responsible de sacudirle la estantería a esta implacable máquina de matar es Sombra, una vampira enigmática y sensual, que suele jugar para el bando contrario al de Rip. Ahí los guionistas se abstienen de clonar la relación entre Batman y Catwoman (que sería lo obvio) y llevan el vínculo entre Rip y Sombra por otros carriles, bastante interesantes aunque con poco desarrollo, porque lo importante, lo fundamental, sigue siendo la machaca.
Rip Van Hellsing puede sumar un poquito de introspección, una pizca de romance, pero siempre en cantidades muy pequeñas, porque todo está jugado a las peleas, las explosiones, los conflictos que exigen al límite las habilidades tácticas y de combate de este héroe taciturno al que esta vez descubrimos también en su faceta de galán irresistible.
Si no sos muy fan de las batallas a tiros, espadazos y granadas entre milicos, vampiros y licántropos, dudo mucho que te atrape el guión de Rip Van Hellsing. En ese caso, te recomiendo que te dejes llevar por los exquisitos dibujos de Enrique Santana, un artista descomunalmente dotado para contar aventuras clásicas con una onda moderna. El trazo de Santana fluye por estas páginas con una armonía notable, el armado de las secuencias esta ajustadísimo, el impacto de la machaca está sumamente logrado, dibuja perfecto fondos muy complicados, armas, vehículos, minitas, monstruos, batallas multitudinarias… La verdad que lo único que no me copa del dibujo es el rostro inexpresivo del protagonista, pero me queda claro que es una exigencia del guión, no un capricho de Santana.
De nuevo, la calidad de la edición es impecable, un auténtico lujo para un mercado alicaído como el nuestro. Y por cómo termina la teercera saga de este libro, intuyo que tarde o temprano habrá más tomos de Rip Van Hellsing.

Y nada más por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

jueves, 28 de febrero de 2013

28/ 02: DOLLS KILLER

Hoy me como otro “cero comments”, pero bueno, es lo que hay. Me toca reseñar otra obra de guionista francés con dibujante hispanoparlante y esta vez el equipito está integrado por Nicolas Pona (ya vimos otro trabajo suyo en el blog) y el gran Sergio Bleda, uno de los autores españoles con más continuidad en el mercado francés. Dolls Killer se pensó como una trilogía, pero como las ventas no fueron buenas, se canceló luego del segundo álbum. Felizmente, la edición española ofrece los dos álbumes y una síntesis escena por escena de lo que Pona había planeado para el tercero.
La saga está protagonizada por Juliette Desanges, una francesa transplantada a EEUU y convertida en una policía dura, infalible, de mucha presencia en los medios por su afición al gatillo fácil. Juliette deberá confrontar con un asesino serial que deja muñecas junto a sus víctimas, y con sus propios fantasmas, vestigios de cosas muy heavies que le pasaron en su niñez. Y acá hay que hacer un corte, diferenciar muy bien ambas partes del argumento.
Por el lado de la trama policial, de la investigación, las pistas, el informe del forense, etc., Dolls Killer hace bastante agua. No atrapa, no convence, a lo sumo impacta cuando pintan las secuencias de acción (persecuciones, tiros, cuchillazos, trompadas) o cuando el dibujo chorrea sangre. El misterio no está bien llevado, el lector nunca tiene la más mínima pista de quién puede ser el asesino (dependemos de que él mismo, una vez acorralado por la cana, revele su identidad y sus motivaciones), todas cosas que empañan el desarrollo de la trama y que se evidencian más en el segundo álbum. En el primero, más o menos la piloteamos con el plot de La Voz, y con la trama romántica que envuelve a Juliette con la mamá de Stevie. El segundo se juega más a resolver el misterio de los asesinatos y las muñecas y lo hace, pero tropezando demasiadas veces.
Ahora, por el otro lado, el del desarrollo de Juliette como personaje, el trabajo de Pona es impecable. Elige con mucha astucia dónde meter los flashbacks al pasado de la protagonista y qué revelarnos en cada uno, usa con gran criterio el recurso de mostrarnos lo que sueña, de a poco logra sumergirnos en la psiquis de Juliette y compartir incluso sus patologías. Cuanto más claro nos queda que a Juliette le faltan un par de jugadores (y por qué) más mérito y más logica tiene lo que hace el personaje en cada una de las situaciones límite que le propone el guión. No te digo que la trama policial “moleste” al desarrollo de la protagonista, pero sin duda no es lo que más me interesó. Me cebé mucho más con lo otro, con bucear en los mambos que convirtieron a esta mina en un bicho raro, impredecible, con serios problemas a la hora de vincularse con otros seres humanos y con la capacidad de convertir a esos problemas en armas para sobresalir en la profesión que ejerce. Eso me pareció muy, muy loable.
Y el dibujo de Bleda, como siempre, me encantó. Lo banco en todas. Cuando se zarpa con la estilización, como si quisiera dibujar a Aeon Flux, también. Y cuando va para el lado más clásico, más tradicional, más cerca de Alfonso Font o Alfonso López, me parece una maravilla. Bleda mezcla muchas cosas muy distintas en su estilo, tantas que te marea. Y además se permite cambiar bastante, no sólo de obra a obra, sino incluso dentro de un mismo trabajo. Acá hay secuencias que parecen narradas por Boucq o por Loisel, viñetas que parecen entintadas por Frank Miller en un comic de Sin City, escenas que recuerdan al Bleda de la etapa más under, el de El Hijo de Kim... y lo bueno es que todo se integra armónicamente para darle forma a un trabajo muy sólido. El color también está muy bien planteado, pensado para acompañar los distintos climas del guión, y el tema de las infinitas páginas de más de 7 cuadros parece no afectar para nada a la narrativa que, como en todas las obras de Bleda, es impecable.
Si sos fan del dibujante, entrale sin dudarlo. Si no, fijate. Te tiene que atrapar un policial duro, violento, con mucha sangre, mucha mala leche, con un misterio no del todo logrado, y con una protagonista atípica, muy bien presentada, cuyos rayes mentales amenazan con superar a la intriga que genera la trama del asesino serial.

martes, 24 de julio de 2012

24/ 07: THE WEDNESDAY CONSPIRACY

Globalizame esta: edición yanki de una obra que un autor español realizó para el mercado francés. ¿Qué talco?
The Wednesday Conspiracy nació en la mente de Sergio Bleda (al que visitamos allá por Octubre del año pasado) con el título de La Conjura de Cada Miércoles, en forma de tres álbumes de 46 páginas realizados a razón de uno por año, entre 2005 y 2007. Los amigos de Dark Horse editaron la saga completa en un sólo TPB, de 2010, lo cual es bastante coherente, porque los álbumes no son autoconclusivos, sino que terminan en escabrosos cliffhangers, que habrán dejado a los lectores franceses puteando un año entero para saber cómo catzo continuaba la historia.
A ver, el planteo está gastadísimo: un científico reúne a un grupo de freaks con poderes paranormales para brindarles apoyo y contención. De alguna manera estos conectan con una gigantesca conspiración para traer a la tierra a una horda demoníaca y deben enfrentarse a poderosos enemigos, también del palo sobrenatural. O sea, una especie de X-Men más dark, un X-Men para el sello Vertigo de los ´90. ¿Cómo pilotea Bleda la falta de originalidad en la propuesta de la serie?
Primero, con buenos toques en la caracterización. Los personajes están muy bien trabajados, principalmente Violet (que es lo más parecido a una protagonista) y Akiko. Los demás, salvo Brian, que aporta poco, están todos muy bien, incluso algunos secundarios como el desquiciado Ian Barks, un gran hallazgo por parte de Bleda. En segundo lugar, con el ritmo narrativo, que está cuidadísmo. Hay un equilibrio muy notable entre la investigación, la machaca y las escenas más tranqui e intimistas. En casi 150 páginas, el autor encuentra espacio para desarrollar a los héroes y villanos, para que la trama encuentre su cauce siempre de modo razonable, nunca forzado. Y para crear una atmósfera muy atrapante, que te logra involucrar en la historia y te hace querer llegar sí o sí hasta el final. En este rubro, la originalidad de Bleda es incuestionable: la cantidad de giros argumentales que nunca te ves venir son muchísimos y los recursos a la hora de mostrártelos de modo ganchero y efectivo son muchos más.
Lo cual engancha con el tercer argumento de Bleda para pilotear un planteo muy trillado: los huevos. Como el español trabaja para Francia, sabe que la historia no puede continuar forever. En la página 46 del tercer álbum, se va a acabar. Y si la historia no sigue, ¿para qué quiere que los personajes sobrevivan a peligros imposibles? Para nada, entonces no tiene reparo en que cada uno de los protagonistas tenga su final y varios de ellos son por lo menos drásticos. Para uno, que venía leyendo The Wednesday Conspiracy como si fuera una remake del Night Force de Marv Wolfman y Gene Colan, cada punto final para un personaje fue un shock totalmente impredecible. Y por supuesto bienvenido, porque le da lógica y consistencia a la saga.
Esto mismo, creado para el mercado yanki, sería una serie regular, ilimitada, pensada para que Violet, Akiko, Joe, Roger y demás duraran para siempre. Cada uno de estos álbumes franceses de 46 páginas repletas de viñetas (10, 11, las que quieras) tienen material para tres o cuatro comic-books de 22 páginas, o sea que lo que hizo Bleda en esta serie equivaldría a casi un año de una ongoing yanki (o por ahí un cachito menos si hay que sacar los garches y las torturas). Pero claro, Bleda lo hizo en tres años, no en uno, por eso logró este nivel, sobre todo en el dibujo, que está mucho mejor que en Duérmete Niña.
Si en su obra anterior el dibujo parecía una mezcla entre Hermann y algún dibujante de El Víbora, esto parece una mezcla entre Andreas y los gemelos brazucas Fábio Moon y Gabriel Bá. Hay composiciones que recuerdan a Moebius, bichos que recuerdan a François Boucq y un entintado por momentos más filoso, más tipo Tomaz Lavric. Y mientras Duérmete Niña estaba muy jugado al color, The Wednesday Conspiracy se podría publicar tranquilamente en blanco y negro sin perder casi nada de su vasto atractivo visual. Acá el color está buenísimo, pero no define nada, la que define es la línea de Bleda, potente, sugestiva y llena de recursos.
Me parece que The Wednesday Conspiracy nunca se editó en nuestro idioma, pero bueno, por suerte existe esta dignísima edición en inglés. Obviamente en francés se editó más grande y el dibujo se ve mucho mejor. Pero así como la ofrece Dark Horse, también se disfruta muchísimo. Si te copás con las conjuras macabras, las sectas ancestrales, los freaks paranormales y la machaca sobrenatural, te vas a volver loco con esta historieta.

lunes, 17 de octubre de 2011

17/ 10: DUERMETE, NIÑA


Yo insisto. Sé muy bien que me voy a morfar otro “0 Comentarios”, pero voy igual con Sergio Bleda, un autor español que me gusta mucho, bastante desconocido y –creo- con poquísimos fans de este lado del Atlántico. Bleda surgió en el fértil under español de los ´90, fue parte de esa generación que adquirió nivel profesional cuando ya no existían las grandes antologías y antes que se pusieran de moda las “novelas gráficas”. O sea que pasó de laburar por el pancho y la coca en editoriales kiosquito, a laburar por dos panchos y la coca en la línea Laberinto de Planeta-DeAgostini, y cuando eso se terminó, se quedó en bolas. En España. Por suerte, se adaptó rápido a las exigencias del mercado francés y ahí está, hace ya varios años, publicando con bastante regularidad, tanto material con guiones propios como en colaboración con otros guionistas.
Duérmete, Niña es un thriller de misterio sobrenatural (en sintonía con varias de las lecturas de estos últimos días) que logró ponerme bastante nervioso. Esto es bastante típico de las obras de Bleda (me acuerdo ahora de El Hijo de Kim y El Baile del Vampiro, pero seguro leí alguna otra): en todas el autor prioriza el suspenso, los trucos tanto de guión como de dibujo para perturbar al lector, para tenerlo al filo de la silla, expectante, totalmente compenetrado con la historia. El protagonista es Juan, un periodista bastante loser que escribe para un periódico de la B Metropolitana, de esos que cubren avistajes de OVNIs, Elvis y votantes de Carrió. Con su buzarda a cuestas, Juan va a cruzar varios límites heavies para resolver el enigma de Christine Gould, una chica huérfana con transtornos de crecimiento, cuyos padres biológicos fueron asesinados y cuyos padres adoptivos murieron en circunstancias muy extrañas.
Es un caso más para John Constantine que para un periodista, pero con mucho huevo y el aguante que le hacen su novia y su mejor amigo, Juan va a llegar a la verdad, en una situación extrema, de vida o muerte. El argumento está ajustadísimo a las 46 páginas del álbum, pero estirándolo un toque, esto podría ser un dignísimo largometraje de Hollywood. Redondito, intenso, con personajes interesantes, con acción, misterio, buenos diálogos… Supongo que ni siquiera hará falta censurar la escena del ritual satánico. La verdad, hace tanto que no miro pelis de terror que no sé si hoy vale mostrar esas cosas en las pelis mainstream o pochocleras…
Esa es la escena (brevísima, por cierto) que más me pegó, porque es la mejor dibujada. Ahí Bleda parece… Richard Corben. El resto de la novela tiene un planteo gráfico muy basado en el color, en una onda Juan Giménez, con la iluminación muy trabajada, con preponderancia de los colores fríos, con engamados omnipresentes, casi siempre para el lado de los celestes, los ocres y los grises. Por abajo del color está el dibujo de Bleda, dinámico, vibrante, muy personal, con bastante filo under pese a los años de laburar para Francia, con una estética rara, mezcla entre Hermann y un dibujante de El Víbora. Y por abajo de eso, la narrativa, que es sumamente efectiva, con muchos recursos para hacer entretenidas las páginas de cabecitas que hablan, los flashbacks y los sueños metidos en los momentos justos, con una cantidad razonable de viñetas por página (nunca 10, ni 11, ni 2, ni 3), con riesgos bien tomados a la hora de elegir planos y ángulos. Un trabajo de gran solidez por parte de Bleda.
Y no, Duérmete, Niña no te cambia la vida. Menos si venís leyendo mucho Hellblazer o mucho Kazuo Umezu, Junji Ito o Kanako Inuki. Pero es una historia atrapante, bien narrada y bien dibujada, sin mayores pretensiones que las de tenerte un rato agarrado de las bolas, esperando que se acabe el álbum para respirar aliviado. No está nada mal.