Muy raro lo que hizo DC con este Showcase... Armó un masacote infernal, casi imposible de manipular, con casi 650 páginas... y dejó afuera el final de la serie! Amethyst cerró en su n° 16, y el Showcase trae todo, hasta el 11. Y está claro que no va a haber un Vol.2, porque este no dice “Vol.1”. Además, si se hubiese especulado con un Vol.2, lo más lógico habría sido terminar el Vol.1 con el n°9, que es el cierre de una saga grossa... O no, porque hasta el n°11 la serie está en manos de uno de sus creadores, Gary Cohn, y después ya se hace cargo Keith Giffen.
Lo cierto es que este mega-libro trae mucho Amethyst: el prólogo a la serie, la maxiserie de 12 capítulos, un numerito de team-up con Superman, un especial y los primeros 11 episodios de la serie regular, que es la que palmó en el n°16 (en realidad hay un Special que trae lo que debió haber aparecido como n°17, más algunos extras).
Esta es una serie rara, creada para captar lectoras jóvenes, chicas de 12 a 16 años, más o menos. La consigna con la que arrancan Dan Mishkin y Gary Cohn (creadores también de Blue Devil) es la misma de Den (de Richard Corben): una adolescente común y corriente, de apenas 13 añitos, pasa a un mundo paralelo, una dimensión de epopeyas y misticismo en la que tiene el cuerpo de una mina grande y los re-poderes, que obviamente usará para enfrentar a malignas amenazas. Lo más interesante es cómo los autores se esfuerzan por hacer la Gran Thor, es decir, darle mucha bola a lo que pasa en el maravilloso Gemworld, sin descuidar el hecho de que Amethyst también es Amy Winston, una chica normal de una ciudad yanki como cualquier otra. Las aventuras están orquestadas de tal modo que sea lógico y natural pasar en casi todos los episodios de un mundo al otro y sacarle el jugo a dos elencos distintos de personajes secundarios.
Por supuesto, por más que Mishkin y Cohn se esforzaran por darle onda a los problemas que Amy debía enfrentar en su casa o en la escuela, lo más atractivo de la serie terminó por ser el Gemworld, porque capítulo a capítulo los lectores nos fuimos encontrando con un mundo complejo, muy bien pensado, con misterios, intrigas palaciegas, amores prohibidos, príncipes y reyes corrompidos por el poder, infinitas variantes para generar situaciones límite, de riesgo palpable para los héroes, y sobre el final del tomo, las vueltas limadas al origen del Gemworld, que abren un montón de nuevas posibilidades. A pesar de estar apuntado a las chicas de 13 años, la serie tiene mucho ritmo, no subestima nunca al lector, no se cuelga a explicar 15 veces lo mismo. Y pasan cosas heavies, a años luz del cuento de hadas edulcorado y naif que se les suele ofrecer a las chicas. Por eso Amethyst se deja leer aún hoy y se hace bastante llevadero. Ojo, no trates de clavarte las 650 páginas en un finde, porque te va a dar un ACV. Pero entrale con confianza, que la trama te va a enganchar, sobre todo si te copa la fantasía épica.
Toda la primera parte está dibujada por Ernie Colón, un titán del claroscuro, que al principio miraba demasiado la anatomía y los enfoques de Gil Kane, para después agregar su propio estilo, con ese pincel desbocado, casi endemoniado, con un grosor de línea que no para de variar para lograr efectos y detalles muy copados. Sin ser un mega-virtuoso, el estilo de Colón es ganchero y está respaldado por una excelente planificación de las secuencias, llenas de truquitos narrativos, de los clásicos y de los que inventaba el propio Colón. Cuando termina la maxiserie original, Colón se baja y llega Ric Estrada, un dibujante anticuado, sin onda ni imaginación, a quien ya padecimos en el Showcase de All-Star Comics. Ahí nos esperan muchas páginas visualmente muy chatas y sobre el final, regresa Ernie Colón, mucho más zarpado que en su primera etapa. El Colón de las últimas.. 70-75 páginas sube la apuesta al claroscuro y empieza a acercarse a los experimentos gráficos de un Alex Niño o un Carlos Meglia, apoyado por las magníficas tintas de Karl Kesel y sin descuidar nunca la narrativa. Un hallazgo.
Hace poco, DC trató de reflotar a Amethyst pero le fue muy mal, duró sólo ocho episodios. Por suerte, esa movida frustrada sirvió para que se reeditara todo este material, un clásico ochentoso marginal, de culto, como Psychedelic Furs o Lloyd Cole & the Commotions. Ojalá consiga los numeritos posteriores al 11, así la completo.
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viernes, 6 de septiembre de 2013
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