Acá estamos como siempre, con otros dos libros leídos, listos para ser reseñados.
Después de aquel memorable tomo con tres historietas de Alberto Saichann que reseñáramos hace cinco años, un ya lejano 10/09/12, Loco Rabia vuelve a la carga con un nuevo tomo de más de 200 páginas, esta vez con dos series completas del virtuoso historietista: por un lado, Rio Kid, una serie de la que en Argentina se habían publicado poquísimos episodios, realizada por Saichann entre 1990 y 1991 junto al recordado guionista Carlos Albiac; y por el otro, El Príncipe de las Oscuridad, una serie más breve, de sólo seis capítulos, en la que Saichann trabajó junto a dos guionistas, a falta de uno: Eduardo Mazzitelli y Walter Slavich. Esta obra data de 1992 y se publicó completa en las páginas de la revista Skorpio.
Rio Kid es una típica serie de los ´80: protagonista canchero, soltero, independiente, que vive en un paraje exótico (en este caso la Rio de Janeiro de la década del ´30), labura de investigador privado y se mete en un bolonki atrás de otro. No sabemos mucho de él, excepto que le gusta el escabio, el cigarrillo, las mujeres y responder siempre con diálogos filosos, repletos de ironía. Dentro de estos parámetros bastante trillados, el maestro Albiac logra urdir tramas muy ingeniosas, con espacio para que además de piñas, persecuciones y garches, haya misterios bien elaborados, pasos de comedia y una cierta mirada más social, centrada en las profundas desigualdades de la época.
El trabajo de Saichann es asombroso y basa su atractivo principalmente en el contraste entre fondos y un par de personajes dibujados de modo realista y el resto de los personajes dibujados en un estilo más salvaje, más caricaturesco, decididamente grotesco. Es como si en un comic de… Dieter Lumpen de pronto aparecieran personajes de Barrio Gris. Parece rarísimo, pero Saichann lo hace funcionar a la perfección. Lástima el rotulado, que es muy feo. Tardé varios episodios en acostumbrarme a leer diálogos con una letra tan chota.
El Príncipe de las Oscuridad, en cambio, está muy bien rotulada (por Paula Canelo), mantiene una línea de dibujo más uniforme, mucho más clásica y menos descontrolada que la de Rio Kid, y se inscribe en la tradición de relatos de misterio sobrenatural. Acá tenemos un protagonista más tragicómico, menos banana que Rio Kid, metido en tramas oscuras, donde por momentos Slavich y Mazzitelli apuestan fuerte al terror. Hay algo de comedia, alguna escena de sexo, pero la posta es armar climas que te pongan nervioso y sorprenderte con resoluciones inesperadas. En ese sentido, hay un episodio realmente magnífico que es el anteúltimo, el del talismán al que le falta una gamba. Evidentemente, la idea de los guionistas daba para mucho más de seis episodios, pero la cosa llegó hasta ahí. Y está bien.
Salto a 2015, cuando Image publica el Vol.2 de Velvet (vimos la reseña del Vol.1 el 27/09/15), la serie de Ed Brubaker y Steve Epting. No hay tanto para agregar a aquella primera reseña, realmente. El misterio se desarrolla a buen ritmo, hay volantazos inesperados, hay desarrollo de personajes, hay un gran aprovechamiento por parte de Brubaker de las posibilidades que le brinda ambientar la historia en la época de la Guerra Fría, se nota un conocimiento profundo del género del espionaje y de la propia actividad… Lo único medio cuestionable es que Velvet Templeton, señora de cuarenta y pocos que lleva 15 años atrás de un escritorio y que fuma un pucho atrás de otro, tiene un estado atlético impecable, que le alcanza para pasarse casi todo el TPB exigiendo su cuerpo al máximo y hasta para ganar peleas a mano limpia contra varios tipos armados.
El dibujo de Epting sigue a un nivel altísimo, con un trabajo formidable en la reconstrucción de distintas épocas y lugares, y con ese ancho de espada que es el color de Elizabeth Breitweiser, que lo potencia muchísimo. Y los textos de Brubaker, narrados en primera persona por distintos personajes, ayudan muchísimo a sumarle profundidad a la intriga. Obviamente ni bien pueda le entro con todo al Vol.3.
Por ahora, llegamos hasta acá. Intentaré volver a postear en la semana, y si no, aprovecho para invitarlos a todos a la tercera edición de Sismicomix, este sábado y domingo en el Espacio Sísimico (Lavalleja 960, ciudad de Buenos Aires). Ahí vamos a estar charlando con un montón de autores grossos y con un stand repleto de papa fina a precios cuidados. Además va a ser el último evento en el que voy a estar antes de mis vacaciones.
Este es el link para el evento en Facebook: https://web.facebook.com/events/1606795786021949/
¡Nos vemos pronto!
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lunes, 11 de septiembre de 2017
lunes, 10 de septiembre de 2012
10/ 09: SAICHANN
Como dice en el prólogo un vendehumo impresentable, este libro es una invitación a redescubrir a Alberto Saichann, un prócer oculto de la historieta argentina que en muy poquitos años dejó una cantidad de páginas realmente impresionante, tanto en volumen como en calidad y en intensidad. El libro reúne tres obras de Saichann muy distintas entre sí, a tal punto que casi ameritaría dedicarle una reseña a cada una. Vamos de atrás para adelante.
Bronx es una colección de historias cortas autoconclusivas, sin personajes fijos. El protagonista es la ciudad de Nueva York y el clima es sórdido, jodido, bien lumpen. El propio Saichann escribe estas historias (publicadas en la Fierro clásica), algunas medio predecibles y otras realmente impresionantes, con giros brillantes e inesperados en los finales y hallazgos notables en la caracterización de estos moradores del infierno urbano. El promedio de los guiones es muy bueno y con un agregado muy loco: los diálogos están escritos 100% en argento (con frases típicas de fines de los ´80, tipo “estás del tomate”) y quedan extrañamente bien en boca de estos personajes, que son claramente yankis.
El dibujo de Saichann acá todavía no es tan original: si bien pela que da miedo se le nota un poquito la influencia de Leopoldo Durañona y Gustavo Trigo. Hay personajes delineados con trazos más finitos y muchas tramas mecánicas, que no veremos en las otras obras. Y además, personajes más bizarros y grotescos y un despliegue impresionante de texturas y detalles que sí veremos en el resto del libro.
Vamos a Bacteria, una serie con guión de Eduardo Mazzitelli que salió en la Skorpio y que bien podría convertirse en una película, si no fuera porque está repleta de bloques de texto narrados en primera persona por Mark Hertz, el protagonista. Acá Saichann enloquece por completo. En un estilo absolutamente original e inimitable, crea una mega-ciudad del futuro a la que le pone todo. Entre esos fondos hiper-saturados de detalles increíbles, entre millones de texturas y crosshatchings imposibles, se mueven con inusual plasticidad una fauna vastísima de personajes, algunos humanos, otros escapados de una especie de taberna de Mos Eisley y otros salidos de un dibujo animado de los Looney Tunes, pero muy pasado de drogas. Bacteria es una saga trepidante, violenta, hipnótica y ninguna otra obra de Mazzitelli y Saichann para Skorpio se le acerca en cuanto a calidad. Esas 86 páginas valen lo que pagues por todo el libro, sobre todo si te gusta la ciencia-ficción con mucha bajada de línea socio-política, combinada con machaca, conspiraciones y unos dibujos del mega-carajo.
Y cerramos con La Flor, una saga de apenas cuatro episodios, escrita por Ricardo Ferrari, que en su momento se publicó en Nippur Magnum. Esta es una obra tremenda, en la que Ferrari se mete con los tapones de punta en la temática de la guerra de Vietnam. Hay un poquito de sexo, un poquito de violencia, varios diálogos muy ingeniosos, pero todo en el marco de un drama humano de estremecedora potencia. Acá Saichann vuelve a cambiar de estilo, sintetiza mucho la línea y se juega más a los claroscuros bien marcados, a veces cerca de Hugo Pratt, a veces cerca de José Muñoz y a veces cerca de Lito Fernández. De todos modos, no descuida los fondos y sigue sorprendiendo con las texturas, los detalles mega-minuciosos y los personajes exagerados, grotescos y sumamente expresivos. ¿Cómo carajo se publicó esto en una revista de Columba? Jamás lo entenderé.
Y tampoco entenderé por qué Saichann dejó de hacer historietas, ni por qué no es muchísimo más conocido y aclamado por los fans. La verdad es que en estas tres obras (hoy convertidas en un librazo de más de 200 páginas), se nota a años luz que al ídolo le sobra talento, pasión, onda, ganas de proponer cosas distintas e incluso ideas grossas, porque en las historias escritas por él hay grandes momentos (el ciruja empomado por un burro, obviamente, se lleva la medalla de oro). Si tu excusa para no tener a Saichann en tu panteón de Los Grossos era “no lo conocía”, la excusa no corre más. Acá tenés tres de sus papongas más finas, encima dos de ellas con guionistas de lujo. A entrarle con tutti.
Bronx es una colección de historias cortas autoconclusivas, sin personajes fijos. El protagonista es la ciudad de Nueva York y el clima es sórdido, jodido, bien lumpen. El propio Saichann escribe estas historias (publicadas en la Fierro clásica), algunas medio predecibles y otras realmente impresionantes, con giros brillantes e inesperados en los finales y hallazgos notables en la caracterización de estos moradores del infierno urbano. El promedio de los guiones es muy bueno y con un agregado muy loco: los diálogos están escritos 100% en argento (con frases típicas de fines de los ´80, tipo “estás del tomate”) y quedan extrañamente bien en boca de estos personajes, que son claramente yankis.
El dibujo de Saichann acá todavía no es tan original: si bien pela que da miedo se le nota un poquito la influencia de Leopoldo Durañona y Gustavo Trigo. Hay personajes delineados con trazos más finitos y muchas tramas mecánicas, que no veremos en las otras obras. Y además, personajes más bizarros y grotescos y un despliegue impresionante de texturas y detalles que sí veremos en el resto del libro.
Vamos a Bacteria, una serie con guión de Eduardo Mazzitelli que salió en la Skorpio y que bien podría convertirse en una película, si no fuera porque está repleta de bloques de texto narrados en primera persona por Mark Hertz, el protagonista. Acá Saichann enloquece por completo. En un estilo absolutamente original e inimitable, crea una mega-ciudad del futuro a la que le pone todo. Entre esos fondos hiper-saturados de detalles increíbles, entre millones de texturas y crosshatchings imposibles, se mueven con inusual plasticidad una fauna vastísima de personajes, algunos humanos, otros escapados de una especie de taberna de Mos Eisley y otros salidos de un dibujo animado de los Looney Tunes, pero muy pasado de drogas. Bacteria es una saga trepidante, violenta, hipnótica y ninguna otra obra de Mazzitelli y Saichann para Skorpio se le acerca en cuanto a calidad. Esas 86 páginas valen lo que pagues por todo el libro, sobre todo si te gusta la ciencia-ficción con mucha bajada de línea socio-política, combinada con machaca, conspiraciones y unos dibujos del mega-carajo.
Y cerramos con La Flor, una saga de apenas cuatro episodios, escrita por Ricardo Ferrari, que en su momento se publicó en Nippur Magnum. Esta es una obra tremenda, en la que Ferrari se mete con los tapones de punta en la temática de la guerra de Vietnam. Hay un poquito de sexo, un poquito de violencia, varios diálogos muy ingeniosos, pero todo en el marco de un drama humano de estremecedora potencia. Acá Saichann vuelve a cambiar de estilo, sintetiza mucho la línea y se juega más a los claroscuros bien marcados, a veces cerca de Hugo Pratt, a veces cerca de José Muñoz y a veces cerca de Lito Fernández. De todos modos, no descuida los fondos y sigue sorprendiendo con las texturas, los detalles mega-minuciosos y los personajes exagerados, grotescos y sumamente expresivos. ¿Cómo carajo se publicó esto en una revista de Columba? Jamás lo entenderé.
Y tampoco entenderé por qué Saichann dejó de hacer historietas, ni por qué no es muchísimo más conocido y aclamado por los fans. La verdad es que en estas tres obras (hoy convertidas en un librazo de más de 200 páginas), se nota a años luz que al ídolo le sobra talento, pasión, onda, ganas de proponer cosas distintas e incluso ideas grossas, porque en las historias escritas por él hay grandes momentos (el ciruja empomado por un burro, obviamente, se lleva la medalla de oro). Si tu excusa para no tener a Saichann en tu panteón de Los Grossos era “no lo conocía”, la excusa no corre más. Acá tenés tres de sus papongas más finas, encima dos de ellas con guionistas de lujo. A entrarle con tutti.
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