el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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domingo, 18 de agosto de 2024

NOCHE FRÍA DE DOMINGO

Pasó la Crack Bang Boom (que para mí ya se convirtió definitivamente en un evento para ir jueves y viernes), pasó un sábado de alta joda nocturna acá en Buenos Aires y quedó un domingo frío pero sin sobresaltos, como para poder dedicarle un rato a reseñar los últimos libros que leí. Me tocó un tomazo de Dead Dead Demon´s Dededede Destruction, un Vol.6 que hasta ahora es el mejor de esta serie de Inio Asano. Tranquilo, a su ritmo, sin pegar volantazos bizarros, Asano sigue subiendo los niveles de tensión a una trama donde ya el conflicto tiene mucho más que ver con lo socio-político que con la ciencia ficción. El humor sigue presente, pero cobra cada vez más fuerza esa reflexión serie, por momentos melancólica, acerca de cómo esta gente normaliza el hecho de vivir con naves espaciales gigantes que les tapan el sol durante semanas, naves que luego caen sobre la ciudad y destruyen casas, y bloquean las calles por las que circulan los autos y las vías por las que circulan los trenes, lo cual genera todo tipo de inconvenientes. Pero los personajes de Asano siguen con sus vidas, como si nada. Y para esta altura de DDDDD ya asumen como normal incluso la matanza indiscriminada de los alienigenas que pisan la ciudad una vez que sus naves son derribadas. Invasores e invadidos, todos tienen motivos para que la escalada de violencia siga in crescendo, en una especie de metáfora bastante brutal de lo que sucede en Medio Oriente. Para este tomo cobra relevancia también la dinámica de las organizaciones no gubernamentales que toman posición respecto de los invasores y lo que el Estado japonés debe o no debe hacer con ellos. Detrás del idealismo de panfletos y pancartas hay (como en toda orga) intereses espurios y gente que juega con su propio reglamento y Asano elige al personaje de Futaba. El tomo termina con una secuencia extraña, muy fuerte, centrada en el pibe amigo de las protagonistas que dice ser un alienígena en cuerpo de humano. Desde distintas facciones del conflicto llega la premonición de que en un mes se viene un cataclismo tremendo, que va a cambiar todo para siempre, y eso hace que cada vez sea más absurdo, más incómodo incluso, ver cómo las chicas le dan para adelante con sus estudios, salidas, compras y romances, en un clima de "está todo bien" que es obviamente falso. No me quiero explayar mucho respecto del dibujo, porque ya lo hice en otras reseñas de DDDDD, pero sí subrayar lo loco que está Asano. Acá, además de los dos niveles de dibujo diamentralmente opuestos que usa para los fondos (basados en fotos) y para los personajes principales (con rasgos bien de historieta humorística), encontramos un tercer nivel, que es el de las aventuras 100% en joda de Isobeyan, que es todavía más humorístico, un tributo apenas disimulado a la obra de Fujiko F. Fujio. Pero hay un cuarto nivel: el de los personajes secundarios, para cuyo diseño Asano opta por distintos estilos, de modo que hasta parecen creados por distintos dibujantes. Cada uno de ellos tiene distinta forma de cabeza, rasgos muy marcados, mandíbulas o narices raras, parecen casi más aliens que los aliens. La líder del grupo en el que milita Futaba, por ejemplo, parece dibujada por Marc Hempel, no por Asano. Cada vez que la trama nos lleva a conocer a otros personajes (o a ver gente anónima que circula por las calles) el trazo de Asano cambia, para ofrecernos fisonomías y rasgos totalmente inesperados. Obviamente estoy enganchado con DDDDD como para seguirla varios tomos más, y creo que Ivrea ya tiene publicado el Vol.7, así que en mi próxima compra de mangas, es prioridad capturarlo. Por ahora, le meto pausa a esta serie, para avanzar con otras, y con tomos autoconclusivos, que también tengo unos cuantos en el aguante.
Cuando se les pregunta a los colegas brasileños acerca de lo mejor que se publicó en Brasil durante 2023, la mayoría coincide en señalar a Como Pedra, la novela gráfica de Luckas Iohanathan, un autor nacido en el norte del Coloso de Sudamérica, pero que hace varios años que vive en Rosario, provincia de Santa Fe. A lo largo de unas 190 páginas, Como Pedra narra (a un ritmo muy descomprimido) la desgarradora historia de una familia muy pobre, que vive con lo justo (o menos) en el Sertao, donde lucha contra la sequía, el hambre y una enfermedad neurológica muy compleja que afecta a Rosa, la hija menor del matrimonio protagónico. Iohanathan controla con mano maestra el tempo narrativo para poner nervioso al lector, para hacerle sentir en carne propia el agobio, el pesar, la desesperación que de alguna manera explican las decisiones horribles que toman Cristovao y su esposa. La ignorancia y el oscurantismo también tendrán un papel destacado en la segunda mitad de la obra, y sabemos que la suma de desesperación + ignorancia + oscurantismo suele dar resultados atroces. Como Pedra no será la excepción. Está planteada desde la primera página como una historia triste, de dolor y desolación, y así va a seguir hasta el final. Yo no soy muy fan de las historietas tan bajoneras, tan dramáticas, pero me engancharon por un lado la ambientación tan extrema (esa región de Brasil famosa por su escacez de lluvias y por lo dura que es la vida de sus habitantes) y por el otro los recursos gráficos que emplea Iohanathan. En ese rubro se ve un manejo alucinante de la referencia fotográfica, perfectamente integrada a la estética del autor, y un trazo para los personajes que me pareció una versión más pulida, más completa del Jason Lutes de Berlín. El agregado de las masas naranjas en los fondos le dan otro valor a los espacios blancos, y la idea de permitir que de a ratos desaparezca la línea negra y los contornos de los personajes queden definidos por el contraste entre el blanco y el naranja me parece genial. También me encontré con muchos aciertos en la elección de los ángulos, en el armado de las secuencias, en los momentos que elige iohanathan para suprimir los diálogos (que están muy logrados) y dejar que el silencio se apodere de las escenas. Como Pedra es un relato muy basado en los climas, en la manipulación del lector para atraparlo y ponerlo en la piel de los personajes protagónicos, para que sufra lo que sufren ellos. A mí, en general, no me copa la idea de sufrir. Tengo cubierta la cuota de sufrimiento por el hecho de ser hincha de Racing. Pero en casos como este, cuando además de sufrir descubrís a un autor que la tiene muy clara y -sin dudas- está destinado a hacer un carrerón y romperla toda a nivel global, se justifica leer 190 páginas de historieta con los huevos de moño y quedar angustiado y bajoneado por las vivencias que Iohanathan le inflige a sus personajes. Ya está confirmada la edición francesa de Como Pedra para este año, y con el autor viviendo en Argentina, debería ser cuestión de tiempo para que algún editr local descubra esta obra y decida apostar por ella en nuestro mercado. Mientras tanto, yo cierro acá esta entrada y prometo otra para muy pronto, ni bien tenga más libros leídos. Gracias y hasta entonces.

jueves, 25 de julio de 2024

LECTURAS EN CONTINUADO

Hoy tengo para reseñar dos publicaciones que pertenecen a sendas series con las que vengo avanzando duro y parejo. El Vol.14 de Nosotros Somos los Muertos es el anteúltimo de esta notable antología creada a fines de los ´90 por Pere Joan y Max, y una vez más me dejó estupefacto con el nivel de las ilustraciones que aparecen como complemento a las historietas: ahí encontré trabajos hermosos de Linhart, Keko, Dave Cooper, Jim Woodring, el propio Max y Luci Gutiérrez. No te digo que si las historietas fueran todas chotas, igual está todo pago gracias a las ilustraciones, pero casi. De todos modos, hay buenas historietas, también. La de Miguel B. Núñez, por ejemplo, que es inquietante y está muy bien narrada. También la de Chris Ware y la de Lorenzo Gómez me resultaron muy interesantes. También esa breve y muy hermosa adaptación de un texto de Fernando Pessoa que realiza Juan Berrio, con una técnica que probablemente sea lápiz sin entintar. Y hay dos gemas: por un lado, la de Kati Kovács, autora italiana realmente genial, cuya existencia desconocía hasta ayer; y por el otro, una nueva historia corta del austríaco Mahler, dibujada así nomás, pero con un guion perfecto, en el que los diálogos y los bloques de texto giran en torno a la relación entre el comic y las supuestas "artes mayores". Son cinco páginas, que deberían ser de lectura obligatoria para cualquiera que decida dedicarse a la historieta. Y después, como siempre, hay historietas que no me causaron demasiada gracia, o que me llamaron la atención desde la estética pero no me engancharon con las historias (o directamente no entendí qué me estaban tratando de contar). Esta vez van a ese montón los trabajos de Carlo Hart, Paco Alcázar, Kai Pfeiffer, Sonia Pulido, Max, Lola Lorente, Guillem Cifré y hasta el ídolo de ídolos, el inmortal Miguel Gallardo. Sobran las excusas: 1) hay que rematar las historias en pocas páginas, 2) no existen las colaboraciones entre dibujantes y guionistas (en este número, porque no está Santiago García), 3) se supone que es una publicación experimental, donde nadie se pone la gorra para controlar que los guiones tengan sentido... y son todas válidas. Pero, cuando visualmente es todo tan atractivo, uno se ceba mal y pretende que, además, le cuenten historias copadas. No siempre se puede. Veremos con qué me encuentro cuando me sumerja en el último NSLM.
Retomo también la lectura de Dead Dead Demon´s Dededede Destruction, esta extraña serie del maestro Inio Asano, que Ivrea está publicando de manera sumamente espaciada. Me encanta. Me cerró totalmente la forma en que Asano arranca para un lado y después clava la finta y sigue para el otro, desparramando rivales al mejor estilo Messi. En este tomo, el tema de los invasores ya no es un condimento medio bizarro para un slice of life de pibitas del secundario. Ahora es el tema excluyente de la serie: todo pasa por estos seres extraños, sus naves, la posibilidad de que emitan una radiación, la violencia con la que se los combate, los planes del gobierno japonés para eliminarlos, la reacción de la sociedad frente a estas políticas... De a poquito, casi de keruza, DDDDD se convirtió en un manga sociopolítico, donde es importante lo que le pasa a Kadode y Ontan, pero claramente el foco está puesto en otro lugar. Asano pone sobre la mesa temas recontra-picantes en el mundo actual, como el problema de la inmigración, la pandemia de post-verdad, la manipulación de la opinión pública por parte de los poderosos... y sobre todo nos invita a preguntarnos ¿qué hacemos con el distinto? ¿Coexistimos con él, o aprovechamos su otredad para justificar un nuevo genocidio? A esta altura de la serie, DDDDD se trata de eso. Tiene comedia, tiene momentos muy graciosos (potenciados por la excelente traducción de Manuel Mercado), y además tiene el raro equilibrio que le permite al autor combinar una trama muy densa, donde todo el tiempo vemos muertes escabrosas como si fuera algo normal, con un clima en el que los chistes pelotudos no desentonan en lo más mínimo. Ese contraste entre momentos cómicos y momentos trágicos se suma al otro contraste, el que nos propone Asano desde el dibujo, donde vemos fondos absolutamente realistas (claramente basados en fotografías) habitados por personajes muy caricaturescos, sin la menor pretensión de realismo. Esto ya es una marca registrada del autor, y en DDDDD cobra mucha fuerza, entre otras cosas porque está muy bien hecho. En general, todo el aspecto visual de este manga es fascinante, por su dinamismo, la gran variedad de ideas que despliega Asano para la puesta en página, la versatilidad en el trazo, la expresividad de los personajes, el riesgo a la hora de deformar algunas cosas y mantener muy verosímiles otras... Sin dudas la magia de Asano sigue intacta y su talento para ponerle onda y corazón a cualquier tipo de historias también. Tengo en el pilón de los pendientes el Vol.6, al que seguro le entraré el mes que viene. Nada más, por hoy. Gracias a tod@s l@s que ya se descargaron el nº9 de Comiqueando Digital en la tienda virtual y nos comentan cosas lindas sobre ese numerazo al que tanto huevo le pusimos. Ya estamos trabajando en el nº10.

jueves, 30 de mayo de 2024

NOCHE DE JUEVES

Bueno, ocho posteos en Mayo y 40 en cinco meses no está tan mal. Hoy empezamos con Black Panther: Panther´s Quest, el tomo que recopila el extenso serial que se publicó a fines de los ´80 a lo largo de 25 entregas de la revista Marvel Comics Presents. Cuando la leí en su momento, en fetas quincenales de (casi siempre) ocho páginas, me gustó mucho más. Hoy no llegó a parecerme una cagada, pero se nota demasiado que el guionista Don McGregor tenía una idea muy chiquita y se propuso estirarla hasta los límites más insospechados. El conflicto principal (T´Challa busca a su madre que fue raptada por un sudafricano blanco hace casi 30 años) está muy bueno, y la resolución también. Y el resto no está a la altura, ni ahí. Lo mejor que tiene Panther´s Quest es cómo se enchastra en un contexto muy picante a fines de los ´80, y que fue abordado por varios comics de superhéroes: el Apartheid. Y como la saga es muy larga, McGregor incluso tiene espacio para mostrarnos que no todos los negros eran víctimas, y que en Sudáfrica había hijos de puta, violentos y perversos de las dos razas. El guionista además tira mucha data acerca del Apartheid, no es solo un adorno, o una mención superficial para darle sustento a los kilombos en los que se mete T´Challa. Y lo otro muy copado es (como siempre) el nivel de la prosa de McGregor, abundante, por momentos agobiante, pero de muy alto vuelo, con momentos dignos de un Robin Wood, un Héctor Oesterheld o un Alan Moore. Los diálogos me gustaron menos. Y lo más lamentable es la sucesión absurda de peripecias por las que pasa T´Challa para ir del punto A al punto B: un laberinto del terror en el que mil veces lo cagan a piñas, le pegan tiros, lo prenden fuego, le clavan vidrios, alambres de púa, cuchillos, lo ahogan... y el tipo (que no tiene superpoderes, ni garras de vibranium, ni nada) se levanta una y mil veces, roto y ensangrentado, y sigue adelante en sus combates contra quien se le ponga adelante. Hay tres o cuatro pausas en el relato en los que el héroe puede descansar, curar sus heridas y recuperar sus fuerzas y su prodigioso estado físico. Pero es demasiado, son muchos golpes, tajos, fracturas... llega un punto (bastante temprano en la narración) en la que tantos "puntos de daño" hacen mierda el verosímil que intenta construir McGregor. Y el atractivo que no envejece, sino que -por el contrario- se disfruta cada vez más, es el dibujo del maestro Gene Colan, acá entintado por Tom Palmer, su clásico socio en gemas como Tomb of Dracula. Incluso con un color que oscila entre lo olvidable. lo repulsivo, la dupla Colan/ Palmer garantiza una calidad impresionante en la faz gráfica. En algunas páginas hay fondos que podrían estar y no están, pero en general el comic hace gala de un gran dinamismo, con puestas que enfatizan el fluir de la acción, rostros que acentúan el dramatismo de lo que sucede, mucha variedad en los enfoques... Solo faltaría que McGregor se llamara al silencio y dejara que Colan narre algunas secuencias sin texto, pero sabemos que eso es imposible porque si hay un guionista famoso por su verborragia, es este. Panther´s Quest no tiene mucho que ver con la versión de Black Panther que conoce y consume la mayoría de los fans actuales, y si no fuera por la importancia del Apartheid en la trama, es un comic que se podría haber creado tranquilamente a fines de los ´60, o en cualquier momento de los ´70. Pero está bueno porque -si bien está groseramente estirado- es intenso, jugado, áspero y relevante para la historia del personaje.
Cuarto tomito de DDDDD, y último de los que tenía comprados. Muy bueno. Inio Asano me terminó de cebar con esta entrega, en la que incorpora nuevos personajes muy atractivos, avanza los plots que involucran a las chicas que están desde el principio (que ahora en vez de a la secundaria van a la universidad) y hace crecer a límites zarpados la intriga y la tensión en torno a los invasores, a los que ahora vemos de cerca, y hasta escuchamos hablar. ¿Qué son esos seres que parecen niños humanos con escafandras bizarras? ¿De dónde vienen? ¿Cómo se adaptan a vivir en las ciudades terrestres cuando las fuerzas militares destruyen sus naves? Ahí hay material para contar muchísimas historias apasionantes, y ese es el camino que pareciera tomar DDDDD. En el medio hay diálogos delirantes y muy cómicos (los raptos de violencia y megalomanía de Ouran son espectaculares), más slice of life con la que Asano explora la vida de la gente en estas ciudades alteradas por la presencia de los alienígenas, referencias mangas y videojuegos, romance y hasta escenas tremendamente crudas en las que vemos a los militares hacer mierda a los invasores. Ah, y otra historieta cómica de Isobeyan para abrir y cerrar el tomo bien arriba. De alguna manera (que espero haber expresado de manera elocuente en estas cuatro reseñas), Asano logró convencerme de que Dead Dead Demon´s Dededede Destruction tiene lo que hay que tener para convertirse en un manga fundamental, que recontra vale la pena seguir hasta el final. Tiene mucho que ver la descomunal calidad del dibujo, obviamente, pero también el desarrollo de los personajes y la forma siempre extraña que tiene este autor de borrar las fronteras entre los géneros y nunca quedar encasillado en ninguno. En pocas páginas Asano puede pasar de lo pavote a lo profundo, del humor al drama, de lo cotidiano a lo bizarro, como para que el lector no sepa nunca qué esperar, ni por dónde va a venir el próximo golpe, o el próximo volantazo en la narración. Me pongo en campaña para conseguir más tomos (a ver si Ivrea hace lo mismo para devolverle algún tipo de periodicidad a la edición argentina) no con la certeza, pero sí con la ilusión, de estar frente a una nueva obra maestra de este monstruo llamado Inio Asano. Nada más, por ahora. Gracias por el aguante y vuelvo a sumergirme en el océano de la Comiqueando Digital, cuyo nº9 ya está cerca.

domingo, 26 de mayo de 2024

TARDE DE DOMINGO

El domingo pasado me hice el banana y mandé tres reseñas juntas, como si sobraran. ¿Qué pasó después? A lo largo de la semana prácticamente no tuve tiempo de leer comics. Y recién hoy, una semana después, puedo volver a redactar las reseñas de los dos libritos que logré terminar. Me devoré el Vol.3 de DDDDD, y mis expectativas subieron mucho, porque este tomo es bastante mejor que los dos primeros. De a poco, Inio Asano empieza a introducir dos elementos con los que se lleva muy, pero muy bien: un cierto tinte más reflexivo, más existencialista, y un cierto vuelo poético. Sin dejar de lado para nada lo más interesante que tenía hasta ahora DDDDD, que era el contraste entre el slice of life de las chicas de escuela secundaria y el extraño contexto de un Japón sobrevolado por naves espaciales contra las que las fuerzas militares de la islita no pueden hacer casi nada. El plot de los invasores gana protagonismo en esta entrega y ya no es algo de lo que Asano se acuerda de vez en cuando: ahora está muy presente, de punta a punta del tomo. Ya de entrada los combates entre militares japoneses y naves alienígenas se cobran la vida de uno de los personajes secundarios con más peso en los dos primeros tomos, y para el final el autor sube la apuesta en materia de sorpresas impactantes cuando -por primera vez- nos muestra cómo son los seres que tripulan estas naves. Entre todo esto, las escenas de las chicas tienen (de nuevo) algunos diálogos muy logrados, momentos cómicos, momentos delirantes y momentos realmente pavotes, que no aportan nada. Alrededor de las chicas anda Hiroshi el hermano de una de ellas, que me parece que va a ser el personaje secundario más interesante de la serie, por cómo lo viene desarrollando Asano. Y lo último para destacar es cómo el manga desenfatiza las escenas de acción bélica, los bombardeos y demás escaramuzas entre las fuerzas militares japonesas y las naves invasoras... mientras enfatiza todo lo contrario: la forma en que, con el correr de unos pocos años, la gente de las ciudades invadidas se acostumbraron a vivir bajo la sombra de las naves y hasta incorporaron a la cultura cotidiana elementos que reflejan la constante presencia de estos extraños artefactos por sobre sus cabezas. Ahí hay algo, probablemente una invitación a la reflexión desde la ironía, que me resulta interesante. Y por supuesto, una vez más me encuentro con unos dibujos deslumbrantes, con los que Asano y su equipo de asistentes te regalan viñeta a viñeta un festín para los ojos. Para esta altura yo ya noto tres niveles de realismo en los dibujos: los fondos hiperrealistas basados en fotos, las chicas (y algunos varones) dibujadas en un estilo semi-funny, que al toque remiten a comedias adolescentes estilo Archie, y un tercer nivel, de personajes incidentales, que no tienen desarrollo, que son gente que simplemente pasa por ahí, y que está representada con un trazo definitivamente humorístico, cercano al estilo que utiliza Asano en las breves historietas de Isobeyan con las que abre y cierra cada tomo. En fin, bizarreadas que se suman a una serie que ya de por sí es rarísima. Ah, un dato bizarro más: este Vol.3 salió en Mayo de 2023, y al día de hoy (un año después) solo aparecieron TRES tomos más. O sea que, a este ritmo, faltan otros dos años para que Ivrea llegue al Vol.12. Un disparate.
Por fin pude leer completo Dragontamer, el arco final de Slaine, escrito por el maestro Pat Mills y dibujado por nuestro compatriota Leonardo Manco. Esto se serializó entre 2019 y 2020 en la revista 2000 AD, y para la reedición en libro (de lujosas tapas duras, donde la saga central viene complementada por dos historias cortas en blanco y negro) Manco retocó varias páginas, para que en vez de ser magníficas sean perfectas. No hay manera de explicar lo que hace Manco a nivel visual en esta obra. Pocas veces me tocó ver a un artista pegar un salto cualitativo como el que dio Leo entre sus trabajos anteriores (pienso, por ejemplo, en la miniserie de Wacky Races en DC) y este. Yo creo que lo cautivó la temática, la ambientación, la posibilidad de crear una aventura 100% fantástica, en la que no hay límites para la cantidad de sangre, tripas y miembros amputados que vuelan por el aire. Manco sintoniza al toque la onda cabeza de "machaca, monstruos, hachazos y sangre" y le agrega un toque de elegancia, un preciosismo exquisito que hace que Slaine parezca más una obra de arte que un entretenimiento hiper-violento para varones adolescentes pasados de testosterona. Por ahí en algunas secuencias se nota un poco la escasez de fondos, pero está perfectamente compensado con el laburo descomunal en la figura humana, en las expresiones faciales, en el diseño de los dragones, de las armas y armaduras... Esto es una fiesta en la que bailan (y chapan) el descontrol típico de Simon Bisley y la sobriedad y la belleza de un Frank Frazetta. No recuerdo otras obras de Manco realizadas a color directo (en general entrega páginas en blanco y negro, para que alguien más las coloree), y tampoco recuerdo historietas de la 2000 AD en las que el color se vea mejor que en Dragontamer. Visualmente esto es una gloria, un trabajo más que consagratorio para un Leo Manco que no está ahí, expuesto todo el tiempo, pero que cuando aparece detona todo su talento y -en laburos como este- se da el lujo de pintarle la cara a colegas que quizás tienen más renombre y más fans. Muy atrás de la maravillosa propuesta pictórica de Manco queda el guion de Mills. ¿Esto es el final de la saga de Slaine? ¿Por qué me mienten, si queda más abierto que un 24 horas? Ni siquiera vemos la derrota final del principal villano, ¿a quién quieren engañar? Y la trama en sí es de una pobreza desoladora: excusas chotas para que Slaine derrote en un combate atrás del otro a las fuerzas del villano, y no mucho más. Lo único mínimamente distinto, o potencialmente interesante, es la dicotomía entre un déspota que odia a los mutantes/ híbridos/ mestizos y tiene un hijo que es mitad ser humano/ mitad dragón. Pero eso ocupa el centro de la acción a lo largo de... tres páginas, a lo sumo. Después hay que seguir con el festival de los cuerpos atravesados o seccionados por hachas, lanzas, espadas o flechas. Y otra cosa: en el mundo de Slaine hay muchísimos elementos fantásticos, que tienen su peso en la trama de Dragontamer pero que nadie explica, como si Mills diera por sentado que todos sus lectores conocen a la perfección todo el lore acumulado por la serie en las sagas previas. No me quiero ensañar con el maestro Mills, a quien admiro muchísimo, pero la verdad que acá lo salva el dibujo de Manco. Que es imponente, fastuoso, majestuoso. Y que alcanza y sobra para que cualquier fan de la historieta de aventura o del dibujo realista quiera tener este libro. Nada más, por hoy. Espero poder postear durante la semana. Nos vemos el miércoles a las 22:30 en una nueva emisión de Agenda Abierta, en el canal de YouTube de Comiqueando.

domingo, 19 de mayo de 2024

TRES LIBRITOS DE UN SAQUE

Durante el finde me liquidé tres libros de lectura rápida, que procedo a reseñar. Conseguí de casualidad y a muy buen precio uno de los libritos de chistes de Fontanarrosa que nunca había leído: Fontanarrosa y la Política. Y no, no es casualidad que Ediciones de la Flor haya recopilado estos chistes (procedentes de medios distintos, entre ellos Satiricón, Hum® y Clarín) en 1983, cuando -al calor de la recuperación democrática- la política ocupaba un rol central en la agenda de la inmensa mayoría de los argentinos y argentinas. Como de costumbre, el material no está presentado en orden cronológico y se ven saltos groseros en el estilo del ídolo: aparecen chistes de la primera mitad de los años ´70, al lado de otros que (muy anclados en la coyuntura del momento) se nota a las claras que son del propio 1983. Entonces, no sólo no llegamos nunca al momento en que -para mi gusto- mejor dibuja el Negro (segunda mitad de los ´80 y década del ´90) sino que visualmente tenemos un libro lleno de altibajos. No es que el Fontanarrosa "temprano" sea un queso, ni mucho menos... pero se nota mucho la diferencia con los dibujos posteriores. Los chistes combinan dos vertientes: la del humor "radial", totalmente basado en los textos, donde el dibujo podría omitirse sin que se pierda la gracia; y aquellos (sin duda los más interesantes) en donde la comicidad surge de la conjunción entre el texto y lo que se muestra en los dibujos. Hay algunos muy graciosos, otros un poco menos, pero estamos hablando del Negro Fontanarrosa, con lo cual uno da por sentado que el nivel va a ser más que satisfactorio. Y lo más terrible: la gran mayoría de los chistes se nutren de un contexto de brutal crisis económica, con condiciones aberrantes impuestas por el FMI, con gente que trabaja por salarios miserables, empresas que se van a la quiebra, laburantes que terminan despedidos, inquilinos que terminan desalojados, jubilados que se cagan de hambre, clase media que renuncia al asado, las vacaciones, etc.... Más allá de un puñado de chistes que tienen que ver con el regreso de los partidos políticos y la retirada de los militares del poder, el libro resulta de una actualidad alarmante. Hay decenas de chistes que podrían aparecer HOY en cualquier medio argentino, porque parece que Fontanarrosa está hablando del 2024, no del ´82 o el ´83. Lo cual nos invita a reflexionar acerca de lo poco que mejoramos como país en 40 años, lo fácil que es para los garcas agarrar la manija y usarla para que, cada vez que parece que avanzamos, volvamos a retroceder.
Ahora sí, pude ponerle pausa a mi atracón de historieta franco-belga, pero esta vez no me voy tan lejos, porque tengo para comentar un comic de autores holandeses. Conocí a Léon La Terreur como "León el Terrible" en las páginas de Cairo, y me deslumbró -lógicamente el dibujo del maestro Theo Van Den Boogaard, un clon más moderno de Hergé con un trazo demasiado perfecto para ser real. Y las historias... nada, eran un poco repetitivas, pero efectivas. Ahora me reencuentro con Léon gracias a un librito en formato pocket que conseguí por centavos en Francia, una edición de los ´80 en la que las historietas están remontadas para este tamaño de manera bastante criteriosa por Alain Korkos. Y me encuentro con que los guiones de la serie estaban a cargo de Wim T. Schippers, un tipo que hizo virtualmente DE TODO: dirigió cine y TV, condujo programas de tele y radio, hizo dibujos animados, fue doblajista, actor cómico, dramaturgo, artista visual... y sigue vivo, así que por ahí más adelante lo vemos debutar como cocinero, neurocirujano o arquero del Ajax. El librito trae varios chistes de dos viñetas (puestas una arriba de la otra), cortitos y al pie, en general con un humor surrealista y limado. Y además, historietas más extensas (las que salían en Cairo), más vertiginosas y -sobre todo- más violentas. Sin dudas es un gran hallazgo utilizar una línea tipo Hergé, tan prolija y relacionada con el orden, para contar historias tan caóticas, en las que los caprichos, los delirios de grandeza o la lisa y llana mala leche de Léon desencadenan escenas de kilombo y descontrol, a veces con consecuencias trágicas (que, como la historieta es 100% en joda, no se exploran). Y si bien el recurso es siempre el mismo (Léon le inyecta por las malas una dosis de caos a una ciudad europea tranquila y prolija que parece quedada en la década del ´50), los autores suben la apuesta varias veces y se zarpan con cosas cada vez más violentas, o más groseras. Los diálogos están llenos de puteadas que generan más impacto en estos atildados señores sesentones, y además hay muy lindas referencias a otros comics, principalmente a Liitle Nemo in Slumberland. Obviamente el tamaño del librito no es el ideal para disfrutar al máximo del virtuosismo gráfico de Van Den Boogaard, pero si no sos MUY fan del autor, se re banca tener la obra así, en un formato barato, livianito y que ocupa poco lugar.
Para terminar, me devoré en un viaje en subte el Vol.2 de DDDDD, la serie de Inio Asano que empezamos a recorrer en la entrada anterior. Este tomito va por los mismos carriles que el anterior: el 80% de las páginas están dedicadas al slice of life centrado en estas adolescentes medio freaks, medio pavotas, que van a la secundaria, salen de compras, estudian, juegan a los videogames, etc.. De nuevo, cada tanto aparece algún diálogo gracioso, pero nada que logre retener mi interés a lo largo de tantas páginas. Y el 20% restante tiene que ver con lo que sí me llama la atención, que es la trama vinculada a esta extraña invasión alienígena, la también extraña forma en que reaccionan los gobiernos (especialmente el japonés) a la presencia de estas naves que sobrevuelan las ciudades, y la forma en que esa presencia altera la vida cotidiana de los ponjas. De a poco, Asano introduce en la trama a personajes que -supongo yo- van a explorar un poco más las consecuencias de estos sucesos que van más para el lado de la ciencia ficción y la conspiranoia, más alguna secuencia de tono bélico muy desenfatizada por el autor. Ojalá estas puntas argumentales se desarrollen a buen ritmo y cobren más protagonismo en los próximos dos tomos, porque si no, me voy a tener que bajar de la serie. Si hay algo que me dice todo el tiempo "quedate, no te vayas, mirá lo que es esto..." es el dibujo de Asano y sus esbirros, que es realmente monumental. Desde esas caras ultra-expresivas de las nenas, hasta esas fotos pecho frío, apenas retocadas, todo se ve demasiado bien. Ah, y la secuencia en joda de Isobeyan, con la que abre y cierra el tomo (con más viñetas por página, color y un tono 100% humorístico), me pareció mil veces mejor que la del Vol.1. Veremos si más adelante eso también intersecta de alguna manera con el tronco de la narración que propone Asano... si es que tal cosa existe. Y nada más, por hoy. Me tengo que dejar de pelotudear y avanzar con la Comiqueando Digital nº9, así que en las próxima semanas debería leer (y reseñar) menos historietas. Pero no descarto volver a postear pronto acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

viernes, 17 de mayo de 2024

VIERNES TRANQUI

En el 2008, en uno de sus infrecuentes regresos al mundo de la historieta, el maestro Serge Clerc se despachó con una novela gráfica de más de 220 páginas titulada "Le Journal" (la revista), en la que cuenta desde una óptica muy personal la historia de la revista Métal Hurlant. Le Journal es una obra rarísima. Primero porque es mezcla de documental y autobiografía: Clerc cuenta la historia de Métal Hurlant (centrada sobre todo en la figura de Jean-Pierre Dionnet, el director de la etapa original de la revista) pero a la vez cuenta su historia personal: su llegada a París desde su pueblo natal, su crecimiento, las cosas que descubrió (sexo, drogas, rockanroll, cine, comics, literatura, viajes, escabio...), su propia evolución como artista, los vínculos que entabló con editores, autores, comerciantes y fans... O sea que es la historia de Métal Hurlant, pero también la del propio autor. Y segundo por la forma de narrar que elige Clerc: No solo es raro verlo trabajar en blanco y negro. También es loquísima la forma en la que Clerc integra a las viñetas (a veces dentro de los globos de diálogo o de pensamiento, a veces simplemente en los fondos) todo tipo de piezas gráficas, que reproducen u homenajean a portadas de comics (yankis y franceses), portadas de revistas de otros tipos, de antologías con relatos pulp, de obras literarias, portadas de discos, afiches de recitales de bandas, afiches de películas, afiches publicitarios de cualquier cosa, folletos turísticos... Varias veces por página, Le Journal te bombardea con referencias visuales a otras cosas, muchas veces con una leve conexión con lo que le está sucediendo a los personajes en la trama, otras conectadas a lo que se estaba publicando en ese momento en la Métal Hurlant, y otras veces totalmente desconectadas, en una especie de representación metafórica de algo que no se termina de entender. El resultado es una obra que avanza a un ritmo vertiginoso, narrada de manera muy confusa. Todas estas recreaciones que hace Clerc de las portadas y demás piezas gráficas son alucinantes en términos de dibujo, pero terminan por marear al lector que trata de seguir la historia de Jean-Pierre, Serge y otros personajes destacados como Phil Manoeuvre y el mítico Yves Chaland. Seguramente el mejor tramo de la obra es el que indaga en la amistad entre Clerc y Chaland, un vínculo instantáneo y férreo, forjado en la pasión por los comics franco-belgas. Un homenaje conmovedor al genio que nos dejara en 1989 con sólo 33 años. En el aspecto más "documental" de la obra, Clerc nos muestra a Dionnet como un personaje abrumado por los kilombos, que en vez de confrontarlos escapa para adelante... donde genera nuevos kilombos. Por momentos parece ser retratado como "el héroe" de la novela, pero (aunque en el prólogo, que está a su cargo, se suba al carro de los héroes) las agachadas, los dobleces y los matices son tantos que nunca llega a ese nivel. La verdad que no sé si Le Journal es la mejor forma de enterarse cómo se desarrolló la historia de Les Humanoides Associés y su famosa revista. Sí la valoro (y mucho) como vehículo para disfrutar a pleno del infinito talento como dibujante de Serge Clerc, de su línea elegante, sus composiciones impactantes, su manejo del claroscuro, del lenguaje corporal de los personajes, y de la mímesis para adaptar a su estilo todo tipo de materiales gráficos de distintas épocas, distintos países y distintos géneros. Una pena (y a la vez, bastante entendible) que esto exista sólo en francés.
Tarde pero seguro, empecé a leer un manga del que tengo varios tomos comprados, ahí en la pila de los pendientes: Dead Dead Demon´s Dededede Destruction (de ahora en más, DDDDD), una obra de Inio Asano que combina slice of life de chicas de escuela secundaria con elementos de ciencia ficcion y cosas que tienen que ver (o no) con el absurdo, el nonsense. Casi nada en este primer tomo tiene mucho sentido: son casi 200 páginas donde no hay mucho más que una presentación (muy lograda) de los personajes y otra (bastante ambigua) de la situación peculiar en la que viven. ¿Qué hace ahí esa gigantesca nave interestelar? ¿Por qué sus ocupantes (en caso de tenerlos) no se comunican con los terrícolas cuyo espacio aéreo invadieron? ¿Posta viene de otro planeta, o hay una conspiración político-militar con una potencia extranjera? Obviamente a Asano no le interesa revelarnos estos misterios tan temprano, ya que tiene 11 tomos más por delante. Mucho me temo que para llegar al punto en que se aclare todo el tema de la nave (si es que tal cosa sucede alguna vez) habrá que fumarse infinitas páginas de las boludeces que hacen y dicen las protagonistas. Kadode, Ouran y sus amigas están en plena edad del pavo y Asano no lo oculta en lo más mínimo. Por ahí entre la sarta de idioteces que las vemos hacer y decir, alguna conecta con el misterio de la nave nodriza. O no, la verdad que leí un artículo muy bueno de Matías Mir al respecto, pero no me acuerdo cuánto de esto explicaba... y no lo quiero releer para que el manga me resulte más intrigante y las revelaciones me sorprendan. Eso, claro está, si me aguanto más tomos en los que la trama no avanza. Tengo comprados tres más, y la verdad que si el argumento no encuentra una dirección que me convenza para el Vol.4, difícilmente compre los ocho restantes. Por ahora (y acá no descubro la pólvora ni el dulce de leche) el principal atractivo de DDDDD es el descomunal trabajo de Asano y sus asistentes en la faz gráfica, donde se disocian más que en otras obras del ídolo los personajes (dibujados de modo sintético, caricaturesco, como si fuera un manga humorístico) y los fondos, donde hay un trabajo inverosímil, por supuesto hecho en base a fotografías. Hay buenos climas, algunos diálogos divertidos, un misterio bastante original, pero el dibujo lo eclipsa todo, como la nave que le tapa el sol a los habitantes de la ciudad. Tengo varias series de manga empezadas, con tomos en la pila de los pendientes, y varias obras autoconclusivas. Pero las voy a postergar un cachito para leer en las próximas semanas los tomos 2 al 4 de DDDDD y decidir si la sigo o la cuelgo. Ah, me olvidaba: excelente la traducción de Manuel Mercado. Ni bien tenga leídos un par de libros más, nos reencontramos con nuevas reseñas acá en el blog.

jueves, 22 de febrero de 2024

DOS ES MEJOR QUE NADA

Cuatro días sin postear y hacerlo con reseñas de sólo dos libros me deja gusto a poco, pero es lo que se pudo. Empiezo en Japón, año 2018, cuando se publica Short Stories, una antología de historias cortas de Inio Asano, que Ivrea nos trajo a nuestro mercado en una muy linda edición. Acá hay historias muy raras, casi siempre basadas en los vínculos entre las personas, aunque en general Asano se las ingenia para hablar de algo más, para tirar algún palito referido a la sociedad japonesa, su dinámica laboral, las profundas diferencias entre las grandes ciudades y los pueblos periféricos y demás. Algunas de las historias son más crípticas (está bien, parte de la gracia de las historias cortas es que sirven para que los autores experimenten), otras son totalmente irónicas y otras son excelentes relatos con principio, desarrollo y fin, que alcanzan una gran profundidad en una cantidad relativamente pequeña de páginas. Los experimentos más raros son los de la trilogía de El Hombre Gentil (una historieta a la que Asano le cambia dos veces los textos, no los dibujos, para convertirla en tres relatos distintos) y la última del tomo, Kinoko Takenoko, donde vemos al autor dejar de lado todas las técnicas de grisado que maneja a la perfección y bancársela de punta a punta solo con el trazo negro sobre el espacio blanco. Acá despuntan momentos inéditos en la bibliografía de Asano, viñetas donde su estilo parece cruzarse con los de mangakas de estética más sobrecargada, tipo Hideshi Hino, Suehiro Maruo o Junji Ito, pero también hay chispazos de Nobuaki Minegishi, y hasta de Yoshiharu Tsuge. Posta, le sacás los grises a Asano y se convierte en un dibujante muy, muy extraño. Pero todo es gilada prescindible frente a las 54 páginas de Tempest, en las que Asano realmente sacude al lector, lo estremece, lo caga a cachetazos. Esto que aparece mezclado entre historias cortas de distinta calidad, podría ser tranquilamente una novela gráfica que se venda por sí sola, y que rompa todo por su contenido. No sólo el dibujo encuentra a Asano en un nivel formidable (con grises y con una variedad de recursos gráficos demoledora) sino que la temática que aborda es tremendamente incómoda y conmovedora a la vez: los ancianos. ¿Qué hacemos con estos miles y miles de ancianos y ancianas que ya no trabajan, casi no consumen y requieren una cantidad brutal de recursos por parte del Estado y/o de sus familias para seguir vivos cada vez por más tiempo? Esta es una problemática jodida en Japón, donde la gente cada vez tiene menos hijos y la vida de los ancianos se alarga cada vez más. Asano le entra al tema con los tapones de punta, con un toque de ciencia ficción tan cercano, tan probable y tan verosímil, que te pone los pelos de punta. El resultado es una obra maestra, que justifica por sí sola la compra del tomo. A todos nos copa leer al autor cuando escribe historias limadas, o boludeces de "jóvenes a la deriva" que charlan, se histeriquean o se deprimen porque sus vidas son una garcha... pero Tempest tiene el sabor de lo urgente, de lo realmente relevante, de un problema que sin dudas los japoneses tienen que poner sobre la mesa y resolver cuanto antes... en lo posible no del modo en que se resuelve en la historieta de Asano. No me imaginaba, de verdad, que me iba a encontrar con una historia tan potente, tan estremecedora. La lectura de Tempest me dejó muy mal, pero me hizo muy feliz.
Me voy a Francia, a leer el libro más esperado del 2023, porque Astérix no sólo llegaba a su 40º álbum, sino que además estrenaba guionista, nada menos que Fabcaro, un célebre escritor de literatura y comics, también muy conocido como músico. No tengo idea de por qué no continuó Jean-Yves Ferri al frente de los guiones, pero el debut de Fabcaro revela que (al igual que su antecesor) tiene muy estudiados los álbumes clásicos, los de René Goscinny. L´Iris Blanc tiene muchos elementos de El Adivino y algunos de La Cizaña, además de retomar una punta argumental de Los Laureles del César y otra que se venía desarrollando en los álbumes de Ferri, que tiene que ver con el matrimonio entre Abraracurcix y Bonemine. Es un álbum raro, por dos motivos: primero por el rol tan importante que tiene Bonemine (nunca antes se le había dado tanto espacio al personaje) y segundo porque rompe la regla fundamental de la serie: se supone que un álbum transcurre en la aldea y el siguiente narra un viaje de Astérix y Obélix fuera de la misma... Bueno, esta vez tocaba un álbum ambientado en la aldea, pero para la página 25 traiciona la tradición y nos lleva de viaje una vez más... no a países muy lejanos, pero fuera del ámbito donde los galos irreductibles juegan de local. ¿Está bueno? Sí, es entretenido, hay momentos graciosos, momentos satíricos con sana mala leche, hay una aventura no tan enfatizada, hay algo que altera la dinámica de la aldea gala (que es lo que a mí en general me resulta más atractivo) y hay desarrollo de personajes, que es algo poco frecuente en la serie. Obviamente está muy lejos de los mejores álbumes, tanto de Goscinny como de Ferri, pero como primer intento por parte de Fabcaro, lo banco. Al igual que Ferri, me parece que Fabcaro está para más, en el sentido de que se le ocurren ideas que, para ser aprovechadas en toda su dimensión, requieren más páginas que las 44 reglamentarias. Por ahí, entre tantos rubicones que vienen cruzando en los últimos años las aventuras de Astérix, también empieza a ser hora de descartar esa limitación tan estricta y permitirle a los autores desarrollar los argumentos en más páginas. Y además más páginas significaría más dibujos de Didier Conrad, que está prendido fuego. Como ya vimos en álbumes anteriores, el ex asistente de Uderzo está dedicido a desandar el camino de su maestro y llevar a los personajes a como se veían en la segunda mitad de los años ´60, es decir, revertir esa estilización que le metió Uderzo a su trazo alrededor de Astérix y los Normandos. L´Iris Blanc va para ese lado. Vicevertus y Julio César están dibujados en una onda más cercana al Uderzo de los ´90 y 2000, pero el resto de los personajes se acerca más al aspecto que tenían en la época de Astérix y Cleopatra, o El Combate de los Jefes. Esta vez Conrad tiene la posibilidad de dibujar varias viñetas grandes, que ocupan media página, pero cuando no la tiene también la rompe toda al acomodar en viñetas chiquitas una cantidad imposible de elementos sin saturar ni agobiar al lector. Esa magia que identificamos con George Pérez, pero en un registro gráfico totalmente distinto. Sospecho que la edición argentina de L´Iris Blanc saldrá en Abril para la Feria del Libro, y bueno, vale la pena darle una oportunidad. Yo tuve la suerte (por primera vez en más de 40 años de fanático de Astérix) de comprar el álbum en francés y el día que salió, porque justo estaba en Burdeos. Una emoción infinita, rayana en la demencia. Y ahora a esperar hasta Octubre de 2025 a ver con qué nos sorprenden Fabcaro y Conrad en el siguiente álbum. Nada más, por hoy. Trataremos de que haya nuevas reseñas lo antes posible, acá en el blog. Y el miércoles 28 a las 22:30, están tod@s invitad@s a sintonizar el canal de YouTube de Comiqueando y acompañarme en vivo en una nueva emisión de Agenda Abierta. Nos vemos.

sábado, 18 de septiembre de 2021

13 al 19 de SEPTIEMBRE

Esta semana pude leer un poco más, por suerte. Arranco con el Vol.32 de Cybersix, una historieta de hace 25 años que nunca había leído y que superó todas mis expectativas. Escrita por Fer Calvi (bajo la atenta mirada de Carlos Trillo) y dibujada por Ricardo Vispo (con fotocopias de fondos y personajes dibujados por Carlos Meglia), esta aventura le pega un giro impresionante al plot que esta serie arrastraba hacía tiempo, que era el secuestro del bebito de Cybersix (y Lucas Amato) por parte de Von Reichter, el principal villano de la saga. El guion ofrece una alquimia perfecta entre peleas, emociones fuertes, pinceladas de un humor ácido, incluso toques de humor más inocente o más absurdo, y esa cuota de desolación que aporta Lori (Maura, para los italianos) en esa lucha contra la drogadicción, que todo el tiempo sabemos que va a perder. En estas 96 páginas no hay relleno: pasa de todo y todo es importante, conmovedor y potencialmente disparador de más y mejores episodios. Espero que entre los tomos que me falta leer haya… dos o tres guiones a un nivel similar al de “Un figlio di nome Gengis”. El dibujo de Vispo está muy logrado, muy bien acoplado al relato que propone Calvi y muy respetuoso del estilo de Meglia. Sin estridencias, por ahí sin la magia del maestro quilmeño, pero muy eficaz a la hora de transmitir la intensidad arrolladora de todo lo que sucede en estas páginas. Parecía mentira que, entrega tras entrega, Trillo y sus colaboradores siguieran estirando la saga de Cybersix sin meterse a fondo con el mejor subplot que tenía la serie, y bueno, acá queda claro lo mucho que se puede impactar al lector cuando esa punta argumental se coloca en el centro de la escena y se desarrolla con huevos y talento. Me encantó.
Uno por ahí no se daba mucha cuenta, pero hace 10 años este blog estaba muy adelantado a su época. Entre otras cosas, porque hablábamos de autores y obras que mucho después se empezaron a publicar y a hacerse más o menos populares por los lectores del habla hispana en general, y de Argentina en particular. Un caso emblemático es el de Inio Asano, y un testimonio elocuente de esto es que este año se pubicó en nuetsro país un tomo con todas las historias de What a Wonderful World, que yo reseñé en este espacio los días 2 y 11 de Febrero de 2010. Como el tomo de Ivrea trae material que las ediciones yankis no traían, me deshice de ellas y ahora tengo la hermosa edición nacional. Felizmente, me acordaba poco y nada de las historietas que leí hace más de 11 años, así que volví a disfrutar un montón eta nueva lectura. Como ya opiné acerca de los dibujos y los guiones, esta vez quiero hacer hincapié en la traducción de Pablo Tschopp, que en general me pareció buenísima. Le encontré un problema, que aparece cuando los personajes (que supuestamente hablan en argentino) dicen cosas tipo “fuimos amigos por 15 años”, “te esperé por tres horas” o “viví en ese barrio por ocho años”. Eso es horrible, parece una mala traducción del inglés, donde se dice “I lived in that neighborhood for eight years”. En Argentina, ese “por” está totalmente de más a la hora de medir el tiempo. Acá decimos “fuimos amigos 15 años”, “te esperé tres horas”, etc. El resto, funciona muy, muy bien. No hay un abuso de las puteadas argentas, ni nada que obstaculice la sensación de realidad que transmiten las historietas de Asano. Y está esa última historieta de 16 páginas, que yo no conocía y que me pareció bellísima. Así que, una vez más, recomiendo fuerte este hermoso trabajo de un Asano primerizo pero devastador, esta vez en su exquisita edición nacional y popular.
Hacía bastante que no leía trabajos de Jorge Quién, y esta vez me toca comentar el que más me gustó (hasta ahora) de las obras de este extrañísimo autor. Bestinta es una novela gráfica de 64 páginas, realizada íntegramente por Jorge con la mano izquierda, su mano menos hábil. Entre un argumento que parece a todas luces improvisado sobre la marcha y la dificultad de trabajar con la mano que habitualmente no usa, se podría hablar casi de un suicidio artístico por parte del argento-chileno. Y sin embargo Bestinta es una obra atrapante, divertida, ingeniosa, impredecible, que llega (por caminos poco convencionales) a una muy buena resolución. Jorge Quién combina introspección y machaca, bizarreada y reflexiones profundas, dibujos a mano alzada con imágenes muy logradas, y siempre con la mano izquierda, con la que consigue resultados asombrosos. Lo único que no me cerró es el tema del rotulado, con letras muy grandes (también escritas con la zurda), que a veces ocupan demasiado espacio dentro de las viñetas. Cuando llegan las páginas más habladas, o con más bloques de texto, estas letras enormes (y las tachaduras) cobran una centralidad desmedida, en detrimento del dibujo y esas páginas se deslucen bastante. El resto, una delicia. Una historieta 100% experimental sin fisuras, que cualquier fan de las obras anteriores de Quién va a aplaudir de pie, y que además le puede cosechar nuevos fans a este autor siempre inquieto. Esta es una edición de Fadel&Fadel de 2018, que no sé si será fácil de encontrar, pero aún así me animo a recomendar que la busquen y la lean. Ahora sí, nada más. Gracias y hasta el finde que viene.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

HEROES

Terminado el mes temático dedicado a la historieta argentina, volvemos a la senda del eclecticismo y la mescolanza para este último mes del año. Héroes es un manga autoconclusivo del maestro Inio Asano, doblemente atípico. Por un lado, no se parece en nada a las otras obras de este ídolo fundamental para entender el manga del Siglo XXI. Esto va totalmente para otro lado, no tiene nada que ver con Oyasumi PunPun, ni con Solanin, ni con ningún otro manga de los muchos que reseñamos previamente en este blog. La única similitud que le encuentro con las obras anteriores de Asano es que, entre los pliegues de la trama, el autor deja traslucir un mensaje, tiene una línea consistente para bajar. De modo vago, si se quiere, desde un lugar más irónico que militante, pero Asano nos propone cierto grado de reflexión, cierto meta-comentario que trasciende la innegable gracia que tiene la historia. Por el otro lado, Héroes es una marcianada en comparación con lo que se ve habitualmente en los otros mangas, sean los clásicos hitazos comerciales o las obras más raras, más idiosincráticas. No se me ocurre con qué otros títulos vincularla, es como una categoría en sí misma. La estructura episódica de la obra está utilizada como un recurso discursivo, y es por ahí donde se filtra la pésima leche con la que Asano aborda el género en el que –supuestamente- se encuadra Héroes. El autor reitera una fórmula, una y otra vez, con lo cual logra que le prestemos atención a los detalles que no se repiten de un episodio al otro, a la vez que nos subraya el mecanismo que está poniendo en práctica. Yo escuchaba la voz de Asano diciéndome “mirá lo que voy a hacer ahora”. No sé si esto funcionará igual leyendo Héroes de a capítulos, en distintos números de una revista. Pero leído así, en libro, todo de un saque, el efecto es hipnótico. Después está el factor bizarro. Si la gracia está en satirizar al género de las gestas heroicas, en las que enormes paladines se embarcan en misiones a todo o nada de las que no siempre salen indemnes, Asano le suma una cuota de delirio al armar el equipo (el once inicial, digamos) con unos personajes extrañísimos, que rompen todos los moldes. En un punto me resistí a seguir avanzando en la lectura, porque entendí que en cada capítulo iban a ser menos (no más) las posibilidades de indagar más a fondo en este elenco disparatado, lleno de ideas geniales. Me quedé con las ganas de disfrutar de más diálogos e incluso de ver más de las aventuras de estos personajes increíblemente limados. Pero me divertí mucho, me atrapó la idea, esto de moner en marcha un mecanismo y sostenerlo capítulo a capítulo, en una progresión que nunca imaginé dónde (ni cómo) podía llegar a terminar. Por el lado del dibujo, también me encontré con un montón de sorpresas: las ilustraciones de doble página a todo color que separan a los capítulos son obras maestras, con un trabajo alucinante de color y de composición. En las historietas en sí, Asano incorpora tonos de rojo y rosa que no vemos en sus otras obras y les saca un jugo riquísimo. El dibujo es suelto, dinámico, con una vitalidad y una frescura cautivantes. Y además, al estar todo ambientado en un mundo fantástico, con personajes que en su mayoría no parecen humanos, Asano manda al freezer por un rato la referencia fotográfica (que en los últimos tiempos se habí convertido en su marca de fábrica) y se larga a inventar prácticamente todo lo que vemos. Del reflejo minucioso de una realidad urbana agobiante, nos vamos a un despliegue de imaginación sin límites, con bosques, monstruos, criaturas raras, caballeros medievales con armaduras tipo Saint Seiya y vórtices místicos de oscuridad primal. Todo dibujado en un plan más cercano a la joda que a esa intención casi documental que tienen los otros mangas del ídolo. Repito: esto es rarísimo, es Asano probando otras cosas (otras drogas), incluso a riesgo de dejar de garpe a sus seguidores de siempre, porque acá hace todas cosas que no había hecho nunca. No quiere que te identifiques con los personajes, no quiere que sientas que es una historia que podría estar pasando en tu barrio, no quiere hacerte reflexionar acerca de tu vida cotidiana. Se quiere escapar, irse a la mierda y buscarle el costado absurdo a la epopeya, a elementos fantásticos propios de los relatos que (hasta ahora) no le habían interesado en lo más mínimo. Si no te molesta esa desconexión brutal con el resto de la bibliografía del mangaka, Héroes seguramente te va a atrapar y a robarte más de una risa y más de un “nah, no podésss”. No estamos hablando de una Obra Maestra del Noveno Arte, sino de un momento extraño en la carrera de un genio, que un día decidió mostrarnos que, si se lo propone, puede encarar historietas muy distintas a las que nos viene ofreciendo en los últimos años. Ojalá todos los autores consagrados tuvieran los huevos para (de vez en cuando) salir de su zona de confort y aventurarse con ideas más locas, a años luz de lo que sus lectores más fieles esperan de ellos. Asano lo hizo, y le salió muy bien. Demostró que podemos ser Héroes, por una vez… Nada más por hoy. Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas, acá en el blog.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

SOLANIN

Me compré este manga en 2009, cuando se editó en EEUU, sin saber con qué me iba a encontrar, ni tener la menor idea de quién era Inio Asano. No había muchas referencias en ese momento, porque no tenía otros mangas publicados fuera de Japón. Pero algo me interesó como para timbearle los mangos que valía la edición de Viz. Lo leí ni bien me llegó y el resultado está a la vista: llevo once años predicando la palabra de Asano, comprando todas las obras que le publican en Occidente y recomendándolo a full a los lectores que quieren leer otro tipo de manga. Hace un par de años dejé de hinchar las bolas para que se empezara a publicar en Argentina, porque felizmente alguien en Ivrea se enamoró como me enamoré yo de las obras de este monstruo, y empezaron a salir ediciones nacionales de las obras del ídolo con bastante regularidad. Cuando se anunció la edición de Solanin con extras que en 2009 no existían, no dudé en hacer guita el libro de Viz y comprarme el de Ivrea. Y con la excusa de tener en la mano una nueva edición y algunos contenidos que nunca había visto, me lancé a releer este clásico contemporáneo que tan feliz me había hecho años atrás. Sí, no tengo problema en admitirlo: ese nivel de dibujo que en 2009 me había impactado y parecido glorioso, hoy lo comparo con los trabajos más recientes de Asano y me resulta bastante precario. Comparado con comics de otra gente, sigue siendo genial, pero los saltos que pegó este autor de Solanin para acá son tantos y tan brutales, que hoy a nivel gráfico esta obra quedó muy atrás de las más actuales. La brecha se nota grosso en este capítulo extra que incluye la edición argentina, donde vemos dibujos de Asano unos 10 años posteriores a los del grueso del tomo, y ahí está todo dicho. El libro te permite ver esa evolución tremenda con sólo pasar de una página a la siguiente. Te imaginás como se vería todo este librazo dibujado así, con la calidad del Asano más actual, y lo empapás todo con baba. El guion me volvió a parecer excelente, pero esta vez me quedó más claro que antes que Asano empezó el manga sin saber cómo iba a terminar. La historia fluye de modo muy natural, muy parecido a como pasan las cosas en el mundo real, y todo me hace sospechar que no había un plan muy definido, sino que el autor dejó que los personajes se desarrollaran e impulsaran la trama hacia adelante sin demasiado rigor, sin demasiado cálculo. Digo yo, eh? No se me ocurren motivos para darle al personaje de Taneda el protagonismo que le da Asano en la primera mitad de la obra, si ya estaba decidido lo que le va a pasar a Taneda y cuál va a ser su función en el argumento durante la segunda mitad. De todos modos, esto queda opacado por el desarrollo de Meiko, sin dudas el personaje principal, al que Asano le asigna el rol de llevar adelante el grueso de la trama, de ponerse al hombro la historia y de convertir a sus sentimientos en el eje sobre el cual van a girar casi todas las situaciones que tendrán lugar en Solanin. Y de nuevo lo que más me gustó fue la onda, la forma en que Asano recorre el fértil terreno del costumbrismo. Este es un manga que saca materias primas para construir su relato de cosas tan palpables, tan cotidianas como son los sueños de los jóvenes, sus inseguridades, sus pasiones, sus boludeces de todos los días, las cosas que dejan atrás cuando (sienten que) maduran, las reglas impuestas por la sociedad que aceptan, las que se pasan por el orto… En 2009 yo nunca había leído un manga así, quizás por eso este me llegó con tanta fuerza. Aún hoy, es difícil igualar a Solanin en este rubro, el del abordaje del slice of life sin caer en lo autorreferencial, ni en el drama por el drama mismo, ni en el grotesco, ni en el panfleto con pretensiones. Aprovecho que ahora hay edición nacional fácil de encontrar para volver a recomendar enfáticamente Solanin. Mangas como este le hacen mucho bien a la industria, generan mejores lectores y mejores personas. Nada más, por hoy. Aguante Inio Asano y la seguimos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.

miércoles, 8 de julio de 2020

REIRAKU

Estos días en los que no me muevo de mi casa me cuesta un poco encontrar el momento para sentarme (o acostarme) a leer. Hago otras cosas, me cuelgo pelotudeando en las redes, o me cebo con temas vinculados al sitio de Comiqueando, el canal de YouTube y demás. No quiero suspender el blog hasta volver a tener esas horas que siempre le dedico a la lectura cuando viajo en bondi o en subte, así que lo que se me ocurre para bancar los trapos y no bajar el ritmo de las 10 entradas mensuales es volver a reseñar un sólo libro por entrada, como en la época pre-2016. Si de acá a fin de año aparecen más entradas con una sola reseña que entradas con dos o más, sepan disculpar. Y para el año que viene, veremos qué hacemos. Por ahí no sigue el blog, o cambia mucho en su propuesta.
Lo que tengo para reseñar hoy es una novela gráfica que araña la categoría de Historieta Perfecta. También es un manga, y también es una especie de Lado B de Bakuman. Así como la obra de Takeshi Obata y Tsugumi Ohba se centraba en las ilusiones de los pibes que soñaban con triunfar como mangakas, el esfuerzo, el sacrificio, los vínculos solidarios, la pasión, el amor por el manga… Reiraku es exactamente lo contrario. El inconmensurable Inio Asano nos cuenta la historia de un mangaka de más de 35 que se rompió el orto 10 años para sacar adelante una serie de considerable éxito, bien tratada por la crítica y con un núcleo hardcore de fans que lo re-bancaron (me imagino que está hablando solapadamente de su experiencia con Oyasumi Punpun), pero que hace el camino inverso al de los chicos de Bakuman. Le cuesta engancharse con una nueva obra, le resulta cada vez más ridículo ponerse a pensar qué carajo le puede llegar a gustar a los lectores, se da cuenta de la cantidad de años que se va a tener que clavar al tablero para realizarla, no se siente cómodo con su vida, con la carrera que eligió, no siente admiración por los grandes maestros, ni por los autores de moda que venden más que él, y por si esto fuera poco, se le terminó el amor por su esposa, que también está muy metida en el mundo del manga.
Reiraku es, entonces, una obra de desilusión. Asano parece decirnos que cuando envejecés un toque, cuando quemás ciertas etapas, los sueños, las ilusiones y la pasión por el manga te empiezan a chupar bien un huevo. Están los lectores, y Fukazawa (el protagonista de Reiraku) no llega a mandarlos a la mierda. Pero todo lo demás (incluyendo sus vínculos “afectivos”) lo deprime, lo frustra y hace cada día más improbable que vuelva a crear una obra que lo entusiasme a él, o a alguien más. En el medio, Asano nos va a mostrar una especie de historia de amor, con la distancia y la frialdad que se pueden esperar de un amargo como Fukazawa, y no exenta de una cierta sordidez, pero aún así con algunos momentos muy lindos. Este es un manga 100% adulto, que no juega a atrapar al lector con cheap thrills, ni con acción, ni con momentos en los que estallan los tsunamis de emociones. Va mucho más para el lado de la introspección, la melancolía, la rutina, el vacío existencial que dejan los sueños cuando se hacen añicos. Y es realmente excelente, porque va al hueso, porque te deja pensando, porque ofrece una mirada atípica sobre la vida del mangaka y sobre todo porque no está estirado hasta el infinito.
Y el dibujo me pulverizó, me dejó sin palabras. Acá hay un nuevo salto cualitativo en la carrera de uno de los mejores dibujantes que vi en mi vida. Para esta obra, Asano le saca protagonismo a las tramas de grises y se lo da a unas aguadas majestuosas, una forma de aplicar los grises mucho más artesanal, más bella, mucho más idónea para sugerirnos los climas que propone la trama. Esto no lo inventó Asano, obviamente. Ya se lo vimos a genios como Naoki Urasawa, Satoshi Kon y muchos más. Pero en la obra de Asano esto se ve como un upgrade, como un paso hacia un dibujo menos pendiente del realismo y más tendiente al expresionismo, a tratar de que su trazo no sólo reproduzca el mundo real, sino que manipule en cierto modo el mundo interior de los lectores. La edición de Norma es más grande que la de los mangas de Asano que había leído últimamente, así que me vino bárbaro para cebarme a full con toda la faceta visual de Reiraku, que además es (como siempre) riquísima en detalles alucinantes. Si en algún momento Ivrea abre algún tipo de consulta popular para ver qué obras de Inio Asano pide la hinchada, por favor hagamos fuerza (o fraude) para que gane Reiraku, así más gente puede acceder a esta gema del infinito. Tengo más libros del ídolo en el estante de las lecturas inminentes, así que será un invierno Asanista.

Gracias por tanto, perdón por tan poco, y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

miércoles, 29 de abril de 2020

OYASUMI PUNPUN Vol.13

La mala noticia es que estoy leyendo pocos comics. La buena es que estoy leyendo muchos textos SOBRE comics, porque por primera vez (seguramente por efecto del aburrimiento que genera la reclusión domiciliaria infinita) estoy escribiendo un texto largo (obviamente referido al Noveno Arte) que eventualmente se va a publicar. En una de esas se convierte en un libro, en una de esas en una serie (larga) de artículos acá en el blog, o en el sitio web de Comiqueando, o en los dos lugares. Pero en algún momento se va a dar a conocer y ahí habrá una sobredosis de “Andrés Accorsi hablando de comics” para aquellos que se animen a bancarme en este nuevo disparate.
Mientras tanto… ¡terminé Oyasumi Punpun! El manga de Inio Asano que empecé a leer allá por Diciembre de 2018 llega a su fin con este Vol.13 más gordito que los habituales.
En la reseña del Vol.12, me aventuré a vaticinar que “tanta oscuridad tan cerca del final no hace más que prometer que Punpun va a terminar MUY para el orto”. Bueno, una vez más le erré por bastante. No te digo que hayamos tenido un final exactamente “feliz”, pero estuvo muy lejos de la tragedia para la que yo me iba preparando a medida que avanzaba en la lectura del tomo anterior. En cuanto al subplot de Pegaso, el gurú de las buenas vibras, en cambio, yo dije: “tengo mis serias dudas de que Asano logre cerrar convincentemente esta punta del argumento, o integrarlo un poco más al tronco de la saga”. Y acá la emboqué. Todas esas escenas dedicadas a esta línea argumental llevan a… la nada misma. Se sostienen en diálogos muy interesantes (y obviamente en los maravillosos dibujos de este animalito llamado Inio Asano) pero como historia no cierra por ningún lado, ni le aporta nada a la historia principal.
Y claro, ahora que uno puede ver la obra completa en perspectiva, son MUCHISIMOS los tramos de estos 13 tomos en los que Asano pierde tiempo en pelotudeces que no aportan nada. Es obvio (o en realidad se me hizo obvio al llegar al final) que acá no había un plan, que el autor iba fruteando sobre la marcha. Para este capítulo se me ocurrió que le pase tal cosa a Punpun, lo meto de una. Para este no se me ocurre nada con Punpun, pero tengo una escena copada con un personaje nuevo, que no sé si va a enganchar con lo que veníamos narrando, adentro, dale que va. Así es como desaparecen personajes interesantísimos (por supuesto con el tío Yuichi a la cabeza), y el elenco protagónico fluctúa tanto. Incluso en las últimas… 46 páginas, en ese epílogo estirado hasta el infinito y más allá, Asano trabaja durísimo para darle chapa a un personaje que no había aparecido nunca. Es así, no puede parar.
Los finales que plantea el autor para Aiko y Nanju Sachi me parecieron logradísimos y la última vuelta de tuerca para Punpun, sinceramente jamás me la vi venir. O sea que, a grandes rasgos, puedo decir que este manga extrañísimo, que prácticamente no necesitó de elementos fantásticos para convertirse en una de las lecturas más desafiantes con las que me encontré en estos años, terminó bien. Me queda el gusto amargo de pensar que lo que Asano contó en 13 tomos se podría haber contado (con una buena poda de personajes secundarios intrascendentes y volando a la mierda todas las escenas que no aportan nada a la trama central) en cinco, o como mucho seis. Pero bueno, quejarse de que los mangakas estiran es como quejarse de que los gobiernos neoliberales ajustan, o de que la AFA de Chiqui Tapia beneficia siempre a Boca. Son obviedades, son cosas intrínsecas, inevitables, que van a ser siempre así. ¿Te metiste en un manga de 13 tomos? Preparate para la estirada brutal, los personajes secundarios de relleno, y las más variopintas peripecias que a la larga no conducen a ningún lado.
Por lo menos en Oyasumi Punpun el relleno no son peleas interminables, ni colegialas que lloran porque el chico que les gusta no les habla. Este es un manga (como ya dije) mucho más de vínculos que de trama, más de introspección que de acción, y eso lo hace complejo, difícil, por momentos muy retorcido, y también lo hace profundo, intenso y honesto como pocos.
En la faz gráfica, la verdad que me saturó un poco el laburo de Asano y su ejército de asistentes. Tengo sin leer otras tres obras del ídolo (entre ellas la edición argenta de Solanin, el manga con el que me hice fan de Asano allá por 2009), pero las voy a dejar para la segunda mitad del año, porque quiero desintoxicarme un poco de esa estética tan pendiente de la foto retocada. Por momentos, Oyasumi Punpun me hizo acordar a The Amazing World of Gumball, ese dibujo animado en el que personajes de diseño sencillito, naïf y bonito se mueven sobre fondos tomados de la realidad. Me doy cuenta de que ese no es el efecto que buscaba Asano al ametrallarnos viñeta tras viñeta con esos fondos hiper-realistas, mega-cargados de detalles. Pero a mí me pasó eso, llegué al punto de decir “pará, flaco, inventate ALGO. Un celular, un par de ojotas, un estampado para la remera de Punpun”… Lo único que podría verse irreal, más propio del imaginario gráfico de un mangaka que del mundo posta, es precisamente el manga que dibuja Sachi, pero Asano no nos lo muestra.
En fin, si venís a full con Asano, no dudes en entrarle a Oyasumi Punpun. Y si te gustan las historias bajoneras, casi sin chistes, en las que vemos el tránsito de la infancia a la madurez de chicos con problemitas, esta puede ser tu Biblia Absoluta.
Gracias por el aguante y hasta pronto.


miércoles, 22 de abril de 2020

ENESIMO MIERCOLES DE ENCIERRO

La concha de la lora, qué largo se hace el encierro… Hace poco más de cuatro años, cuando me operé de la columna, también me comí casi 50 días sin salir de mi casa, pero por lo menos me podían venir a visitar mis amigos, mis hermanos… Esto ya es un embole cósmico que no tiene fin. Y uno encima se porta bien y cumple.
Vamos con las lecturas y arranco con un rescate de mesa de saldos, un librito prestige llamado Hugo Moro, de 2002, gracias al cual me reeencontré con Oriol Roca, un autor español del que conocía una sóla obra (Cupido), que me había gustado mucho.
Hugo Moro protagoniza (por lo menos en este tomito) dos historietas de 22 páginas, probablemente pensadas para aparecer en comic-books que nunca se materializaron. Son dos historias autoconclusivas (una de 1999 y una de 2000), ambientadas en un período histórico muy interesante, que es la Edad Media, justo después de las Cruzadas, en pleno apogeo de la Inquisición. El protagonista es un sacerdote reclutado por el Papa para integrarse a una orden religiosa que investiga “asuntos que escapan al entendimiento de los hombres", una especie de X-Files del medioevo.
Las dos tramas son atractivas, las dos están narradas a buen ritmo, las dos brindan excusas más que válidas para que Hugo Moro pele la espada y reparta duro y parejo, en las dos hay una bajada de línea muy certera, muy linda. La idea de meterle elementos fantásticos a esta época de oscurantismo es, sin dudas, lo más interesante. Acá nos encontramos vírgenes que quedan embarazadas y chanchos que aparecen muertos y sin sangre, pero a eso Oriol Roca le encuentra una explicación. Lo que no puede explicar es la barbarie, la intolerancia, el odio al distinto, los excesos de quienes sienten que tienen el poder suficiente para no darle explicaciones a nadie.
El dibujo de Roca es potente, expresivo, basado en un claroscuro muy logrado, por momentos bastante extremo, como si Santiago Sequeiros o Mike Mignola se pusieran a entintar páginas de Fernando De Felipe. La puesta en página es dinámica, con muchas variantes bien exploradas (el widescreen, la grilla de 9 cuadros, la de tres viñetas verticales…) y quizás lo único que no me gustó haya sido el rotulado.
Si te cruzás con Hugo Moro en un eventual paseo por las librerías de saldo, no lo dejes ahí, que –sin ser la Octava Maravilla del Mundo- se merece un lugarcito en tu biblioteca de historieta española.
Tomo 12 de Oyasumi Punpun, a poquísimas páginas del final del inclasificable manga de Inio Asano, y esta vez sí, el que puso esa sobrecubierta básicamente negra la embocó. Estamos en el momento decididamente dark de la serie, cuando ese lento y paulatino proceso de maduración de Punpun pegó un volantazo para el lado del carajo y los lectores presenciamos atónitos el descenso del protagonista hacia las fosas de la abyección moral. ¿Creíste que el romance con la chica a la que amó toda su vida podía llevar a Punpun hacia el final feliz que en algún momento se mereció? Pindonga. El enésimo capricho de Asano hace que esta relación que pudo haber sido hermosa, idílica, perfecta, forme parte del enrosque más jodido que leí alguna vez en un manga. Oyasumi Punpun sigue siendo una obra acerca de los vínculos, pero ahora son vínculos espantosos, morbosos, heavies, retorcidos, asfixiantes. Por un lado, esto que pasa en el Vol.12 me angustió tanto, que sentí alivio al pensar que el próximo tomo es el último. Por el otro, tanta oscuridad tan cerca del final no hace más que prometer que Punpun va a terminar MUY para el orto.
Por detrás de la trama central, muy eclipsada por la misma, sigue avanzando la historia del gurú de las buenas vibras y su elenco de personajes secundarios, y de nuevo, tengo mis serias dudas de que Asano logre cerrar convincentemente esta punta del argumento, o integrarlo un poco más al tronco de la saga, que pasa (obvio) por Punpun. Y en este tomo, Asano vuelve a hacer crecer y a darle mucha chapa al personaje de Sachi, a esta altura lo más parecido a una heroína que le quedó a la serie. Sachi incluso interactúa en una escena con el otro gran personaje poco aprovechado de este manga, que es el querido tío Yuichi. Y como la chica que siempre quiso ser mangaka está haciendo las cosas bien, confío en que su arco confluya con el de Punpun en las pocas páginas que quedan antes del final.
El dibujo, realmente en este tomo pasa muy a segundo plano. Hay tanto paisaje, tanta contemplación, tanta toma “de lejos” que lo que más se luce es la habilidad de Asano para retocar fotos. Y esa secuencia muda con Aiko en la playa, a la que es imposible no imaginar con música y movimiento. A sólo 200 páginas del final, el ídolo no se relaja, no afloja nunca en su intento de recordarnos EN TODAS LAS PUTAS VIÑETAS que esto es el mundo real. Que Punpun no tiene cara de pibe humano porque él (Asano) es un excéntrico, un caprichoso, un vanguardista, pero que TODO es real.
Casi me tienta la idea de entrarle a otros mangas antes de leer el último tomo de Oyasumi Punpun, como para flagelarme un poco a mí mismo, pero no, ni en pedo. Antes de fin de mes seguro lo leo y lo comentamos por acá.
Y bueno, nada más, por hoy. A seguir esperando el milagro de que se cierre este paréntesis eterno en la vida social y el laburo. Será hasta pronto.