Otro libro de Copi editado en Argentina y otra oportunidad inmejorable para descubrir (mal y tarde) la obra de este genio vanguardista de la historieta y el humor.
Creo que de los tres libros que reseñé en el blog (es decir, de los tres libros editados por El Cuenco de Plata) este es el que más gracia me causó. Me reí mucho, a carcajadas. Me da la sensación de que este es el libro que tiene las historietas más zarpadas, más idas al carajo. Desde la cátedra de humor negro llamada “La Elección de Miss Ciega”, hasta chistes de gays, lesbianas, travestis, abortos, drogas duras, anos contranatura, anticonceptivos, alcoholismo, crímenes shockeantes, zoofilia y perversiones sexuales varias. Y lo más lindo, lo que más me cierra de todo esto es que Copi no arma la típica estructura del sketch que avanza hacia un remate, sino que estos chistes (algunos muy fuertes, muy impactantes) aparecen como una cosa casi normal, natural, en medio de estos diálogos filosos y siempre al borde del disparate que protagonizan estos personajes.
La palabra “sketch” me parece doblemente precisa para hablar de Copi. Primero porque (como ya señalamos en otras reseñas) las historietas del ídolo parecen puestas teatrales, en las que los personajes apenas se mueven, la cámara está siempre quieta y todo el elenco se ve siempre de cuerpo entero. Pero al ser breves, más que una obra de teatro parecen un sketch. Y además “sketch” en inglés significa “boceto”, y eso define bastante bien la impronta gráfica de Copi.
Acá parece no haber un boceto previo a lo que sale publicado. Lo que vemos es el boceto, realizado a mano alzada, pero con tinta en vez de lápiz. Copi dibuja lo mínimo indispensable. No hay fondos, las viñetas no están enmarcadas, los objetos que aparecen están apenas delineados, hasta las expresiones faciales (importantes en la comedia) aparecen sólo cuando no queda más remedio. Esto es muy raro, pero en realidad lo más raro es que funcione. Que uno, como lector, firme ese pacto en el que acepta que ese garabato es una mujer, que esa línea es una silla, que esa pilita de ladrillos asimétricos es una pared, etc. De alguna manera, Copi se sale con la suya y logra que percibamos a ese universo minimalista, incompleto y deforme como un universo válido, en el que habitan no garabatos hechos a los santos pedos, sino humanos, personajes tan reales y tan complejos como cualquiera de nosotros.
27 años después de su muerte, Copi sigue enseñando. Su timing para la comedia todavía no se pudo igualar, y andá a saber si alguna vez se supera. Su capacidad para llevarte mediante los diálogos por situaciones que van del absurdo a la grosería más extrema (pasando por temas “profundos” como la madurez, el psicoanálisis, la brecha generacional, el feminismo, la educación “progresista”, etc.) resulta impactante aún hoy. Y lo único que hace un poco de ruido son algunas frases en las que se mezcla el castellano porteño con el neutro. Por ahí el mismo personaje en una viñeta manda “He soñado que matabas a mamá” y en la siguiente manda un “¡Joya!”. Aparentemente las historietas están traducidas de una edición francesa, pero hay algunas dudas, algunos titubeos acerca de a qué castellano traducirlas. Pero bueno, no es algo taaan grave. Y si alguna vez viste una historieta de Copi en alguna revista de los ´60 o ´70, te va a sorprender cómo el rotulista Fabián Barreira imita a la perfección la caligrafía del maestro.
Ojalá se editen más libros de Copi en Argentina, así más gente (de distintos palos, porque el autor también es muy conocido en el ámbito del teatro y la literatura) descubre y disfruta sus historietas, muy alienígenas y muy próximas a la vez.
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jueves, 2 de octubre de 2014
jueves, 15 de mayo de 2014
15/ 05: LA MUJER SENTADA
Estos días en los que realmente estoy sobrepasado de laburo, poniéndole todo a la organización de la fiesta de los 20 años de Comiqueando, el tiempo escasea y mucho. Una gran opción es esta que pintó ayer y que repito hoy: reseñas de libros que son un Vol.2 o que se asemejan muchísimo a otros que ya vimos acá en el blog, para sintetizar al máximo y zafar con reseñas cortas.
En este caso puntual, la única diferencia, lo único que tengo para agregar respecto de lo ya expresado en la reseña de Los Pollos No Tienen Sillas (publicada el 21/12/12) es que este título fundamental en la bibliografía de Copi nunca se había publicado en nuestro país. Eso que era virtualmente un disparate, se subsanó en 2013, cuando el sello El Cuenco de Plata lanzó la edición nacional (a un precio medio zarpado, pero bue...).
El resto está todo enrolado en los mismos parámetros que el libro anterior de esta serie y no me quiero citar ni repetir. Por eso me limito a recomendar la relectura de esa reseña y la compra de La Mujer Sentada, sobre todo a los que quieran entender por qué Copi es considerado un genio vanguardista en el campo de la historieta humorística.
Tengo un tercer libro de Copi para leer más adelante, y por ahí cae en un momento en que tenga más tiempo para buscarle otra vuelta a la lectura y tratar de generar alguna idea novedosa a la hora de reseñarlo. Por ahora, esto es lo que hay.
En este caso puntual, la única diferencia, lo único que tengo para agregar respecto de lo ya expresado en la reseña de Los Pollos No Tienen Sillas (publicada el 21/12/12) es que este título fundamental en la bibliografía de Copi nunca se había publicado en nuestro país. Eso que era virtualmente un disparate, se subsanó en 2013, cuando el sello El Cuenco de Plata lanzó la edición nacional (a un precio medio zarpado, pero bue...).
El resto está todo enrolado en los mismos parámetros que el libro anterior de esta serie y no me quiero citar ni repetir. Por eso me limito a recomendar la relectura de esa reseña y la compra de La Mujer Sentada, sobre todo a los que quieran entender por qué Copi es considerado un genio vanguardista en el campo de la historieta humorística.
Tengo un tercer libro de Copi para leer más adelante, y por ahí cae en un momento en que tenga más tiempo para buscarle otra vuelta a la lectura y tratar de generar alguna idea novedosa a la hora de reseñarlo. Por ahora, esto es lo que hay.
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viernes, 21 de diciembre de 2012
21/ 12: LOS POLLOS NO TIENEN SILLAS
Me pasó algo rarísimo con este libro. Me lo compré ayer y hoy, antes de sumarlo al grosero pilón de los libros que tengo para leer en 2013, se me ocurrió pegarle una hojeada. Para qué. Cuando me di cuenta, me había leído más de 70 de las 128 páginas. “Y, bueno, ya fue” –dije- “Ya que estoy, lo termino y dejo para mañana lo que pensaba leer hoy”.
Los Pollos no Tienen Sillas es importante, porque hacía muchas décadas que en Argentina no se publicaban las historietas de Copi. De hecho, el único libro de historietas que se había publicado era este mismo... hace casi 50 años! O sea que hay desde tiempos inmemoriales una deuda de nuestros editores para con la obra historietística de este genio del humor que nació en Buenos Aires en 1939 y falleció en París en 1987. Para varias generaciones, esta es la primera oportunidad de descubrir el extraño mundo de La Señora Sentada, la serie más conocida de este verdadero vanguardista.
Creo que lo más notable es como, a las poquísimas páginas, Copi te mete en su universo y te hace sentir que todo lo que está pasando frente a tus ojos es normal. O por lo menos verosímil. La línea no puede ser más básica ni más cruda, los personajes no tienen rasgos faciales, los fondos no existen ni en los sueños y el rotulado manual es de una torpeza casi muñoneana. Y aún así, de alguna manera, todo eso nos cierra, nos satisface, nos incluye.
Lo segundo más notable es cómo Copi maneja el ritmo, el timing de sus historietas. Con las viñetas mudas como principal recurso y con muchísima sutileza, el autor logra una especie de fusión entre la historieta y el teatro. Un teatro de bajísimo presupuesto, claro. Los decorados no se ven, los personajes casi no se mueven... son mini-obras que casi podrían representarse en un ascensor.
En tercer lugar me atrapó el estilo de humor de La Señora Sentada, un humor muy, pero muy bizarro para la época en que se publicó por primera vez (principios de los ´60). La Señora interactúa con su hijita, con un montón de animalitos (entre los que se destaca una especie de Clemente sin rayas), e incluso con el propio Copi y con duplicados de ella misma (!). Las situaciones no necesariamente van hacia un remate gracioso, sino que casi siempre son cómicas desde el planteo hasta la resolución, obviamente incluyendo también el desarrollo. Los chistes son amplísimos: hay bajada de línea socio-política, surrealismo, disparate, existencialismo, humor verbal clásico, ironía, a veces algo de humor físico, a veces remates bajoneros, o dramáticos... Si alguna vez leíste cuentos o piezas tetrales de Copi, sabés que nunca se puede predecir para dónde va a disparar este genio. Con sus historietas sucede exactamente lo mismo.
Y por último, el dibujo, que también es bastante alienígena. Claro, para cuando se hizo conocido Copi (más en Francia que en nuestro país) ya era MUY conocido Saul Steinberg, el ilustrador y caricaturista rumano que “inventó” ese estilo despojado, de síntesis absoluta, con una línea medio temblorosa como único recurso gráfico. Copi se subió a ese tren pero además sumó una impronta propia, que se vio más tarde en muchísimos dibujantes argentinos. Primero que a nadie tengo que nombrar a Viuti, tal vez el alumno más aventajado de Copi. Por ese lado también buscó y encontró el uruguayo Lizán en Santo Varón, otra cátedra de síntesis y de puesta teatral. Y sin dudas a Alberto Bróccoli, que logró reproducir (con un vuelo poético alucinante) el timing de La Señora Sentada en la maravillosa Juan y el Preguntón; y por supuesto a Caloi, que llevó a límites insospechados el truquito del pájaro inclasificable que habla e interactúa con un ser humano. También hay algo de esos conejos, ratones y chanchos en Mendieta y los otros bichos que acompañaban a Inodoro Pereyra en las historietas del Negro Fontanarrosa. O sea que si bien durante décadas Copi estuvo lejos de Argentina tanto física como editorialmente, esas semillas que sembró en sus años mozos (fines de los ´50 y principios de los ´60) florecieron en un montón de otros grandes humoristas que –concientes o no- siguieron su senda.
¿Viste que muchas veces termino una reseña con la frase “esto es más raro que bueno”? Bueno, esto es muy, pero muy bueno. Y además, muy raro.
Los Pollos no Tienen Sillas es importante, porque hacía muchas décadas que en Argentina no se publicaban las historietas de Copi. De hecho, el único libro de historietas que se había publicado era este mismo... hace casi 50 años! O sea que hay desde tiempos inmemoriales una deuda de nuestros editores para con la obra historietística de este genio del humor que nació en Buenos Aires en 1939 y falleció en París en 1987. Para varias generaciones, esta es la primera oportunidad de descubrir el extraño mundo de La Señora Sentada, la serie más conocida de este verdadero vanguardista.
Creo que lo más notable es como, a las poquísimas páginas, Copi te mete en su universo y te hace sentir que todo lo que está pasando frente a tus ojos es normal. O por lo menos verosímil. La línea no puede ser más básica ni más cruda, los personajes no tienen rasgos faciales, los fondos no existen ni en los sueños y el rotulado manual es de una torpeza casi muñoneana. Y aún así, de alguna manera, todo eso nos cierra, nos satisface, nos incluye.
Lo segundo más notable es cómo Copi maneja el ritmo, el timing de sus historietas. Con las viñetas mudas como principal recurso y con muchísima sutileza, el autor logra una especie de fusión entre la historieta y el teatro. Un teatro de bajísimo presupuesto, claro. Los decorados no se ven, los personajes casi no se mueven... son mini-obras que casi podrían representarse en un ascensor.
En tercer lugar me atrapó el estilo de humor de La Señora Sentada, un humor muy, pero muy bizarro para la época en que se publicó por primera vez (principios de los ´60). La Señora interactúa con su hijita, con un montón de animalitos (entre los que se destaca una especie de Clemente sin rayas), e incluso con el propio Copi y con duplicados de ella misma (!). Las situaciones no necesariamente van hacia un remate gracioso, sino que casi siempre son cómicas desde el planteo hasta la resolución, obviamente incluyendo también el desarrollo. Los chistes son amplísimos: hay bajada de línea socio-política, surrealismo, disparate, existencialismo, humor verbal clásico, ironía, a veces algo de humor físico, a veces remates bajoneros, o dramáticos... Si alguna vez leíste cuentos o piezas tetrales de Copi, sabés que nunca se puede predecir para dónde va a disparar este genio. Con sus historietas sucede exactamente lo mismo.
Y por último, el dibujo, que también es bastante alienígena. Claro, para cuando se hizo conocido Copi (más en Francia que en nuestro país) ya era MUY conocido Saul Steinberg, el ilustrador y caricaturista rumano que “inventó” ese estilo despojado, de síntesis absoluta, con una línea medio temblorosa como único recurso gráfico. Copi se subió a ese tren pero además sumó una impronta propia, que se vio más tarde en muchísimos dibujantes argentinos. Primero que a nadie tengo que nombrar a Viuti, tal vez el alumno más aventajado de Copi. Por ese lado también buscó y encontró el uruguayo Lizán en Santo Varón, otra cátedra de síntesis y de puesta teatral. Y sin dudas a Alberto Bróccoli, que logró reproducir (con un vuelo poético alucinante) el timing de La Señora Sentada en la maravillosa Juan y el Preguntón; y por supuesto a Caloi, que llevó a límites insospechados el truquito del pájaro inclasificable que habla e interactúa con un ser humano. También hay algo de esos conejos, ratones y chanchos en Mendieta y los otros bichos que acompañaban a Inodoro Pereyra en las historietas del Negro Fontanarrosa. O sea que si bien durante décadas Copi estuvo lejos de Argentina tanto física como editorialmente, esas semillas que sembró en sus años mozos (fines de los ´50 y principios de los ´60) florecieron en un montón de otros grandes humoristas que –concientes o no- siguieron su senda.
¿Viste que muchas veces termino una reseña con la frase “esto es más raro que bueno”? Bueno, esto es muy, pero muy bueno. Y además, muy raro.
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