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sábado, 15 de junio de 2024
SÁBADO A LA NOCHE
Bueno, acá estamos de nuevo con dos reseñas cortitas.
Prometí más antologías de comic alternativo y/o vanguardista y acá tengo para reseñar el Vol.8 de Nosotros Somos los Muertos, el que marcó en 2003 el regreso de este proyecto creado por Pere Joan y Max, ahora en el formato de álbum europeo. Conseguí todos los números que me faltaban para completar NSLM excepto uno, pero no sé si los voy a reseñar uno por uno, para no aburrir. Básicamente, a esta entrega le encuentro un problema (menor, pero problema al fin) que es que ofrece un montón de páginas de autores norteamericanos, con historietas que o ya leí en publicaciones de EEUU o Canadá, o no leí, pero prefiero tenerlas en inglés. Fuera de eso, la selección de material de España y el resto de los países europeos está bastante bien.
Descolla Miguel Brieva, con material que pertenece a su magistral serie Dinero, se luce Miguel B. Núñez con una historieta de apenas cuatro páginas demasiado buena para ser real, Paco Alcázar se dibuja todo pero la idea que desarrolla no me pareció ni tan graciosa ni tan original, me gustó muchísimo el estilo de Helge Reumann (autor alemán al que no conocía) y no me interesó para nada lo de Craig Au Yeung. Gabi Beltrán propone un ejercicio narrativo muy copado, apoyado en un dibujo simple y lindo. Darío Adanti (argento, pero radicado hace tanto tiempo en la Madre Patria, que ya lo consideramos también español) nos ofrece cuatro páginas muy raras con su personaje Cabeza de Tostadora, con ideas bizarras y unos dibujos maravillosos, y algo parecido pasa con el maestro Keko, que la rompe con los dibujos, que plantea un ritmo narrativo muy atrapante, pero que cuenta algo tan extraño, tan críptico, que no lo terminé de disfrutar.
También hay varias páginas dedicadas a trabajos de ilustradores (no me siento capacitado para opinar al respecto) y esas historietas de Dave Coooper y Kaz traducidas de revistas de Fantagraphics o Drawn & Quarterly que mencionaba al principio. Cooper se come 30 de las 100 páginas que tiene la antología, lo cual me parece un toque excesivo, sobre todo porque ya conocía ese material y no me dio para leerlo de nuevo, ahora en castellano. Veremos si en los otros números encuentro algo que me diga "ah, bueno, esto se merece sí o sí una reseña en el blog", o si simplemente los leo y los guardo, como cuando consigo algún número que me falta de El Víbora o Cimoc.
Salto a EEUU, año 2018, para zambullirme en el Vol.4 de Paper Girls (vimos el Vol.3 el 05/01/23). No quiero repetir gansadas que ya dije, sobre todo del trabajo de Cliff Chiang, así que esta vez subrayo su gran talento para diseñar personajes. En este tomo se incorporan varios al elenco (algunos duran poquito), y todos tienen diseños muy cancheros, muy originales, con una onda increíble.
Acá estamos en el corazón de la aventura, un pasaje de la serie en el que todo el tiempo se combinan sucesos espectaculares y revelaciones impactantes. Por algún motivo, Brian K. Vaughan se siente en la obligación de inventar explicaciones racionales para todo lo que sucede: viajes en el tiempo, desplazamientos entre distintas líneas temporales, aparición de mechas gigantes que se machacan entre ellos... todas cosas que podrían simplemente contribuir a la sensación de maravilla y de bolonki fuera de control, si no fuera porque el guionista dedica bastante espacio a explicarlas. La verdad, no sé si hacía falta. Y los diálogos en los que algunos personajes les explican a otros toda esta trama de guerra temporal quedan muy opacados frente a los otros diálogos, los que tienen que ver con charlas más naturales entre las chicas protagonistas, o con las reacciones espontáneas que generan en ellas las cosas impredecibles con las que les toca encontrarse en cada etapa de la epopeya.
Lo mejor que tiene el guion de Paper Girls es ese contraste permanente entre sucesos MUY zarpados, que vienen de la mejor tradición de la literatura fantástica, y esa onda MUY natural, muy real, de personajes 100% humanos y creíbles, capaces de entablar vínculos copados (y también muy reales) en medio de este despelote cósmico. Por momentos me transmite sensaciones similares a las de El Eternauta, por esto de los personajes muy humanos, enroscados en una aventura extrema que invade sus vidas cotidianas y las da vuelta como un guante. Pero después hago memoria, y recuerdo que a las... 50, 60 páginas, Juan Salvo y sus compañeros ya actúan como un comando militar, y hablan como personajes acartonados, duros, como los de cualquier historieta de aventuras de aquella época. Acá las chicas de Vaughan y Chiang no pierden nunca la frescura, la chispa, la capacidad de sorpresa... incluso cuando se ven envueltas en situaciones muy jodidas, que sacan a la luz un costado más oscuro y más violento, que uno no asocia con pibitas de 12 años.
Espero conseguir pronto y a buen precio los dos tomos que me faltan para completar Paper Girls (acepto donaciones), así me entero cómo termina esta cautivante trama y me babeo un poco más con los hermosos dibujos de Cliff Chiang.
Nada más, por hoy. Muchas gracias por leer y nos reencontramos ni bien tenga más libritos para reseñar acá en el blog.
Etiquetas:
Brian Vaughan,
Cliff Chiang,
Nosotros Somos los Muertos,
Paper Girls
viernes, 1 de mayo de 2020
VIERNES FERIADISIMO
Hoy tampoco pisé la calle
en todo el día. Ya no me acuerdo cómo eran los bondis por adentro, ni para qué
servía esa tarjeta que dice “SUBE”. Pero aprovecho para escribir y para avanzar
con las lecturas.
Después de aquella panzada
de Gil Jourdan (o Gil Pupila, como le pusieron en España) que me di aquel
28/10/14, no había vuelto a conseguir material de esta excelente serie de
Maurice Tillieux, y tampoco otras obras del malogrado maestro belga. Pero
eventualmente cayó en mis manos un tomito que no estaba incluído en el
integral. De hecho, es el que viene justo después del álbum con el que cerraba
aquel imponente masacote.
Este Vol.6, llamado en
España “Festival sobre 4 ruedas” me atrapó desde el vamos con un guión muy
potente, un verdadero mecanismo de relojería. Sin estridencias, con menos
chistes que en tomos anteriores, a lo largo de estas 44 páginas pasan lo que en
cualquier otra historieta pasaría en 60 ó 64. Lo más notable, o lo que a mí más
me cerró es el plan de los villanos, realmente ingenioso, con todo
milimétricamente pensado para llevarlo a cabo sin sobresaltos. Será un detalle
pequeñísimo el que le servirá a Gil (que de gil tiene sólo el nombre) para
desentrañar el misterio y armar un contra-plan (otra vez, casi digno de Los Simuladores)
para capturar a los delincuentes y evitar el robo del banco. Tillieux se da el
lujo de hacerte sospechar de personajes que no tienen nada que ver con el
crimen, y casi logra convencerme de la inocencia de personajes que me
despertaban desconfianza, y a la larga estaban sucios hasta la pera.
Una aventura pausada,
tranquila, muy hablada, muy razonada, pero con su cuota de acción y peligros
que se sienten reales. Sobra el personaje de Libélula (que apenas calza un par
de momentos humorísticos bastante poco logrados) y se siente mucho la ausencia
de personajes femeninos. Pero Gil Jourdan brilla como pocas veces y en cada
interacción con otro personaje, el autor le pega una pincelada más a una
personalidad sumamente interesante.
El dibujo, como siempre,
muy tributario de la línea de André Franquin, pero más pulcro, más ordenado,
muy idóneo para el tipo de historias que contaba Tillieux en esta serie. Un
lujo, sobre todo si pensamos que son historietas de 1963. Ojalá hoy hubiese
historietas de detectives para el público infanto-juvenil escritas y dibujadas
a este nivel.
Retomo la lectura de Paper
Girls, cuyo Vol.1 vimos el 25/03/19. Venía con una expectativa alta, porque el
primer tomo me había gustado mucho, pero este me pareció incluso mejor. Es más,
todavía no llegué ni a la mitad de la serie, pero ya me animo a postularla como
la mejor obra en la ilustre carrera de Brian K. Vaughan. Tendría que decaer
bastante en los próximos tomos (no los tengo, pero acepto donaciones) para que
quede relegada en el pilón de “series que arrancan bien y después derrapan”.
Vaughan me sorprendió una
vez más con la calidad de los diálogos, con el ritmo, la acción, la
introspección, el manejo hiper-ajustado de las escenas, que nunca se estiran más
de la cuenta. Todo muy bien ensamblado, muy consistente, con peligros muy
reales, reacciones muy verosímiles por parte de todas las protagonistas… Un
excelente guión, de punta a punta. Y así como en las historietas en las que los
protagonistas son todos varones se extraña la presencia femenina, acá también,
en algún punto decís “che, ¿no hay varones? ¿Qué es esto? ¿Y the Last Man pero
sin Y?”. Me imagino que más adelante, cuando ya estemos más encariñados con las
chicas, Vaughan va a meter algunos pibes en la mezcla, aunque sea en roles de
villanos. Bah, digo yo. Por ahí me equivoco.
Cliff Chiang también se
supera a sí mismo en este tomo, y ya está en un nivel mucho mejor que el de
Wonder Woman. Más suelto, más plástico, más sintético… Por momentos parece
Gonzalo Martínez entintado por Rick Leonardi. Increíble cómo semejante bestia
del dibujo te mete adentro de la historia, cómo te convence de que todo lo que
está pasando es real, la atención que le pone a cada detalle, a cada gesto. El
color de Matt Wilson también es un deleite.
Altísima recomendación
para esta serie, que tiene sumamente merecidos todos los premios que ganó. Si flasheás
con esas aventuras tipo El Eternauta, que te traen a la esquina de tu casa viajes
en el tiempo, tecnologías locas y batallas con monstruos y pterodáctilos, Paper
Girls te va a fascinar. Y si creías que ya habías visto lo mejor que podían
ofrecer tanto Brian Vaughan como Cliff Chiang, preparate para llevarte una gratísima
sorpresa.
Nada más, por hoy. Como siempre,
ni bien tenga algunas cositas más leídas nos reencontramos con nuevas reseñas
acá en el blog. ¡Será hasta entonces!
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Brian Vaughan,
Cliff Chiang,
Gil Jourdan,
Maurice Tillieux,
Paper Girls
lunes, 25 de marzo de 2019
DOS DE 2016
Hoy me toca reseñar dos
libros aparecidos el mismo año, el ya bastante lejano 2016.
Arranco con el Vol.3 de
Varua Rapa Nui (los Vol.1 y 2 tuvieron sus reseñas los días 09/04/13 y
27/03/14, respectivamente), esta vez con una novedad llamativa: la galardonada
serie que escribe Bernardita Labourdette cambia de dibujante y en lugar de
Ismael Hernández tenemos al frente de la faz gráfica a Fernando Pinto, el
dibujante de Fumetsu (serie de la cual también reseñé dos tomos acá en el
blog). La verdad es que no son muchas las innovaciones que propone Pinto, quien
sigue los lineamientos de Hernández en materia de puesta en página y
tratamiento del color, aunque sin alcanzar los niveles de belleza plástica, de
destreza en el dibujo de la figura humana y expresividad en los rostros que
lograba su antecesor. Me quedo mil veces con Hernández y pongo el trabajo de
Pinto en Fumetsu bastante por encima de su labor en Varua Rapa Nui.
En cuanto al guión, me
pasó lo mismo que cuando leí el Vol.2: sentí que le costaba arrancar. Para
cuando los conflictos cobran verdadero espesor, ya se me habían ido 32 páginas
de un comic de 50. Y hasta llegar a ese punto, la cocción se me hizo lenta, el
franeleo previo se me hizo largo. Después la historia se pone picante, y los
conflictos que en las entregas anteriores tenían que ver con eventos más
mitológicos que históricos, ahora sí se convierten en testimonios truculentos
de hechos reales (y aberrantes) que exigen verdad, memoria y justicia. El
cambio de registro, la forma en que Labourdette decide aferrarse a la aventura
pero cambiar el foco para irse de la leyenda a la historia, es lo que más me
gustó de este tercer tomo, acertadamente titulado “El Ocaso”. También se ve el
esfuerzo de la guionista por darle onda y personalidad a tres personajes
destacados, pero a mí me enganchó más lo otro, la trama de violencia, crueldad,
desazón y lucha contra viento y marea que protagonizan estos entrañables nativos
de la Isla de Pascua.
Y no mucho más. Tengo
entendido que la serie termina en el cuarto tomo, cuya aparición viene bastante
demorada. Ojalá luego de esta experiencia podamos disfrutar a Bernardita
Labourdette enfocada en otro tipo de relatos, como para terminar de afianzarse
como una de las muy buenas plumas que tiene hoy el comic chileno.
Tarde como siempre, empecé
a leer Paper Girls, la serie de Brian K. Vaughan y Cliff Chiang que se termina
ahora, a mitad de año. Me la habían vendido como La Mismísima Gloria, y la
verdad es que me encantó. Son cinco episodios (uno de 40 páginas) en los que
pasan un montón de cosas: Vaughan nos presenta a cuatro personajes muy bien
elaborados, con matices, con aristas atractivas para explorar, y además nos
bombardea con un verdadero aluvión de sucesos inexplicables, de tremendo
impacto en estos suburbios de Cleveland, Ohio de 1988 en los que normalmente
pasaba poco y nada.
Como en El Eternauta, de
pronto las vidas de cuatro chicas comunes y corrientes se ven alteradas por
elementos extremos que tienen que ver con la ciencia-ficción. Viajes en el
tiempo, quizás incluso en el espacio, tecnología de avanzada junto a animales
que no se veían desde la Prehistoria… Acá pasan cosas rarísimas y seguro está
en juego mucho más de lo que Vaughan nos mostró hasta ahora. La acumulación de
misterios y situaciones bravísimas, combinada con unos diálogos
extraordinarios, hacen que uno no pueda dejar de pasar las páginas hasta que se
termina el libro. Lo cual sucede (obviamente) en un momento de absoluta
tensión, como para que el suspenso te estrangule… o salgas corriendo a buscar
el Vol.2.
Cliff Chiang, brillante,
fascinante, mucho mejor que en Wonder Woman, donde ya la descosía. Para la
cuarta página, cuando mete ese poster de Depeche Mode en la habitación de Erin,
ya me tenía rendido a sus pies. La paleta de Matt Wilson lo complementa a la
perfección, con un despliegue de engamados logradísimo, muy al servicio de los
climas de la historia. Y cuando hay que matarse en los detalles, ni el
dibujante ni el colorista mezquinan nada.
Acabo de descubrir una
serie realmente sólida, tanto en guión como en dibujo, que sólo puede ahuyentar
lectores si se estira más de la cuenta. Pero con el final confirmado para el
nº30, estimo que eso no sucederá, que con lo que sembró en estos cinco
episodios, Vaughan puede cosechar tranquilamente durante otros 25 sin que
decaiga el interés. Me da la sensación de que cuando llegue al final de Paper
Girls voy a extrañar a estas chicas tanto como extraño a Mitchell Hundred y a
Yorick Brown…
Y nada más, por hoy.
Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas, acá en
el blog.
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