Arranca el finde largo y
mientras nos preparamos para salir de joda, o para quedarnos en casa leyendo
toneladas de comics, voy con la reseña de una obra extensa (casi 300 páginas)
que me resultó muy rica para el análisis. Se trata de mi primer comic de DC
post-Convergence y además de mi primera obra importante de Tom King, guionista
del que había leído sólo cositas breves.
The Omega Men me dejó
sensaciones contradictorias, como ser fan de los derechos humanos y votar a
Cambiemos. Me dio por las bolas, por ejemplo, ese juego de palabras repetido
hasta el cansancio entre el Alpha y el Omega. Me molesta que King introduzca a
Alpha y Omega como elementos centrales de la religión del sistema solar Vega,
que nunca había ido para ese lado. Me irrita ver a personajes que conozco hace
35 años actuar de modo extraño, fuera de su caracterización habitual. Y me
indigna que esta aventura, pensada para ser la saga más grossa de la historia
de los Omega Men (guarda, quizás lo sea), tenga como protagonista a Kyle Rayner
y no a Primus, Kalista, Tigorr o Broot. Me confunde que el sistema solar Vega
tenga 22 planetas y King se haga cargo sólo de seis. Y me llama mucho la
atención que el propio guionista (y ex-agente de la CIA) haya planteado tan
abiertamente el paralelismo entre la historia que narra este comic y la
situación en Medio Oriente. Pensé que esa lectura la había propuesto un
crítico, o los fans, pero no: el propio King abrió la caja de Pandora a las
interpretaciones políticas.
Al ver la saga a través de
ese prisma, me queda claro que el stellarium es el petróleo, que Kyle es el
occidental pelotudo que cae a Medio Oriente sin entender por qué esta gente
lleva décadas matándose entre sí, que los Omega Men son los rebeldes islámicos
y que la Citadel es el imperio maligno, genocida, al que sólo le importan los
recursos naturales, o sea, un combo EEUU/ Israel. Lo loco es que la trama se
basa en la transición de Kyle de una posición conciliadora (tiene que haber una
forma pacífica de resolver esto) a una posición extremista (hay que hacer mierrrrda
al imperio genocida).
El desarrollo de la
historia está groseramente estirado y todo lo importante podría haberse
condensado en 96 páginas, como máximo. Pero King te la hace llevadera con un
montón de recursos narrativos ingeniosos (y algunos brillantes), muchas escenas
de alto impacto y un as de espadas que es el majestuoso dibujo de Barnaby
Bagenda (a quien jamás había oído nombrar) complementado como los hiper-dioses
cósmicos por la paleta mágica de Rómulo Fajardo. Visualmente esto es… la
gloria. Parece un álbum europeo dibujado por Carlos Meglia, pero con mucha
grilla de nueve cuadros, a las que Meglia les escapó siempre que pudo. Para la
mitad del noveno episodio (lejos el mejor pensado y ejecutado de los 12), King
y Bagenda detonan una escena PERFECTA, memorable, definitiva, de esas en las
que textos e imágenes se ensamblan para dejarte sin aliento, babeando como un
subnormal. Todo lo anterior parece un lento build-up hacia esa escena y todo lo
posterior parece intrascendente, como si el plato principal fuera una suprema
Maryland con papas paille y el postre un Criollita húmeda.
Hacía mucho que no leía un
comic con Kyle Rayner (creo que desde los números de Green Lantern Corps que
van entre Blackest Night y Brightest Day) y la verdad, me lo acordaba menos
nabo, menos cuadrado, menos fácil de manipular… y jamás pensé que iba a pelar
un crucifijo y rezar ¡en castellano!. Pero creo que son mocos que se manda Tom
King, que se caga en la caracterización de Kyle desarrollada por otros
guionistas, así como se caga en tantas cosas que (desde que los creara Marv
Wolfman en 1981) le pasaron a los Omega Men. Me gusta que Kyle no use sus
poderes casi hasta el final y que siga con su imparable racha ganadora con
mujeres que le dan 14 vueltas. Pero no que eclipse a personajes que me gustan mucho
más, como Primus, Kalista o Tigorr, este último tan poco aprovechado por King
que se podría reemplazar tranquilamente por Wolverine o cualquier otro
zarpadito con garras prominentes y cero reparos a la hora de matar.
En fin, me parece que The
Omega Men es un comic pensado para ser leído más de una vez, para captar
subtextos, para disfrutar de algunos yeites narrativos formales casi dignos de
Alan Moore y sobre todo para deleitarnos con el magnífico trabajo de Bagenda y
Fajardo en la faz visual. En una primera lectura, te van a estremecer la violencia,
las runflas, la mala leche y las masacres. Pero me da la sensación de que por
abajo de eso hay capas más profundas, potencialmente más emocionantes.
Gracias por el aguante y
nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.