Me acabo de dar cuenta de que me falta el Vol.4 de StormWatch. Pensé que lo había comprado allá lejos y hace tiempo, cuando hice guita las revistitas, pero evidentemente no fue así. Lo bueno es que me di cuenta cuando estaba leyendo el Vol.5, y ese sí, nunca lo había conseguido. De hecho, en su momento también era difícil conseguir el one-shot de WildCATs/ Aliens, que ocupa la mitad de las páginas de este no muy voluminoso tomito, al que complementan (a modo de prólogo y epílogo al one-shot) los n°s 10 y 11 de StormWatch.
¿Por qué tiene sentido leer esto? Porque acá Warren Ellis termina de convertir a StormWatch en SU título, y termina de allanar el camino a lo que va a ser The Authority, que arranca justo después de esto. Ahora, como historia en sí, StormWatch: Final Orbit es cualquiera. El n°10 tiene algo de desarrollo de personajes, y el 11 un poquito menos. Ambos están dibujados para el orto (salvando alguna paginita perdida de Bryan Hitch) y ninguno de los dos tiene casi nada de acción. Supuestamente la machaca épica está en las 46 páginas del one-shot de WildCATs/ Aliens (magníficamente dibujado por Chris Sprouse), pero tampoco: la acción empieza en la página 23 y escasea bastante en las 23 páginas restantes. Para peor, son los miembros de WildCATs los que combaten con los bichos xenomorfos. Los miembros de StormWatch a los que Ellis no se quiere fumar más mueren de un modo horrendo... fuera de cuadro! Cuando Spartan, Zealot y sus amigos llegan a la base de StormWatch, hace rato que Fuji, Hellstrike y Farenheit son boleta. Ellis ni siquiera se digna a mostrarlos haciendo algo heroico antes de palmar. Finalmente será Winter el encargado de sacrificarse “en cámara” para frenar el ataque de los aliens y después sí, con la purga ya hecha, se recordará a todos los caídos como héroes pulenta. Lo dicho: la historia en sí no es gran cosa, pero Final Orbit es un mecanismo de transición entre la segunda serie de StormWatch y el debut de The Authority, por eso es relevante. Y además debe ser el único crossover entre personajes de distintas editoriales en el que realmente cambia grosso el status quo de uno de los universos implicados.
Me vengo a Sudamérica, donde este año se publicó en nuestro país Achiote, el primer libro del chileno-ecuatoriano Alberto Montt que no recopila chistes de los que el ídolo sube a la web, sino historietas más extensas, en las que Montt se prueba la pilcha de narrador gráfico con todas las letras. La verdad es que al nivel de la narrativa, lo de Montt es asombroso. Con un trazo sintético y un manejo impecable del potencial icónico de su dibujo, el autor domina de taquito el timing, la gramática de la historieta, los trucos para sugerir pausas... todo eso es muy notable.
Lo flojo, para mi gusto, son las historias. Una colección de breves anécdotas autobiográficas, en las que Montt rememora su infancia y juventud en Ecuador y sus inicios como profesional en Chile. No están mal: algunas son muy graciosas (la de las arañas es gloriosa), otras son emotivas y otras son medio la nada misma. Y no hay un hilo conductor que las vincule, más allá de la voz del propio Montt que nos narra todo en primera persona, casi todo el tiempo mediante bloques de texto.
Me divertí, el dibujo y el color me encantaron, pero creo que Achiote me quedó debiendo: una historia más extensa y más ambiciosa, con una trama más elaborada; más diálogos (si leés los chistes de Montt sabés que es un maestro escribiendo diálogos); e incluso algo de guita, porque (de nuevo el mal endémico) el libro tiene muchísimas páginas desperdiciadas en carátulas, páginas en blanco, dedicatorias, agradecimientos y demás boludeces que no le aportan nada al que sólo quiere leer las historietas. Si no me cobraran por todas esas páginas de relleno, no me quejaría, pero el precio de los libros contempla TODA la edición, no sólo el contenido posta. Por eso me parece que tenemos derecho a exigirle a los editores más contenido y menos relleno.
Tengo leídos un par de libritos más, así que ni bien tenga un rato se vienen las reseñas.
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domingo, 30 de octubre de 2016
sábado, 28 de abril de 2012
28/ 04: MECACHENDIE
Al igual que el año pasado, este año me toca conducir la presenta-
ción del nuevo libro del prócer chileno Alberto Montt, que se va a realizar mañana en la Feria del Libro. Esto va a ser a las 20:30 en la sala María Esther De Miguel, y va a contar con la participación de la actriz y stand-up comedian Malena Pichot. Y como el año pasado, no puedo ser tan cararrota de ir a conducir la presentación de un libro que no leí, así que no hay opciones: hoy sólo podía leer Mecachendié.
Dos noticias, una buena y una mala. La buena: Mecachendié es una joya del humor gráfico latinoamericano, ya no actual, sino de todos los tiempos. Una lectura recontra-recomendada, incluso para la gente que habitualmente no consume historieta o humor gráfico. La mala: al igual que el libro anterior (¿Quién es Montt?), Mecachendié es una selección de los mejores chistes publicados por Montt en su blog. De la Flor no edita los chistes en orden, sino que elige 120 chistes grossos y con eso arma los libros. O sea, no se puede hablar de una evolución estética o temática en el trabajo del autor, porque los chistes son de distintas épocas. En una palabra, todo lo que pueda decirse de Mecachendié coincide demasiado con lo que ya se ha dicho de ¿Quién es Montt?, porque son –en la práctica- lo mismo.
Por ende, en vez de reiterarme y/o regurgitarme a mí mismo, prefiero quedar como un chanta que zafó con una pseudo-reseña y recomendarte que leas (o releas) el texto acerca de ¿Quién es Montt?, que se publicó acá en el blog hace justo un año, el 29 de Abril de 2011. Es uno de los 10 posts más leídos desde que existe el blog, con lo cual sospecho que no debe ser demasiado catastrófico. Con eso leído, seguro vas a tener una idea cabal de por qué me cebo tan mal con Alberto Montt y por qué recomiendo enfáticamente la adquisición de Mecachendié.
Será hasta mañana. Y si podés venirte a la Feria, no te pierdas la presentación, que va a estar buena!
ción del nuevo libro del prócer chileno Alberto Montt, que se va a realizar mañana en la Feria del Libro. Esto va a ser a las 20:30 en la sala María Esther De Miguel, y va a contar con la participación de la actriz y stand-up comedian Malena Pichot. Y como el año pasado, no puedo ser tan cararrota de ir a conducir la presentación de un libro que no leí, así que no hay opciones: hoy sólo podía leer Mecachendié.
Dos noticias, una buena y una mala. La buena: Mecachendié es una joya del humor gráfico latinoamericano, ya no actual, sino de todos los tiempos. Una lectura recontra-recomendada, incluso para la gente que habitualmente no consume historieta o humor gráfico. La mala: al igual que el libro anterior (¿Quién es Montt?), Mecachendié es una selección de los mejores chistes publicados por Montt en su blog. De la Flor no edita los chistes en orden, sino que elige 120 chistes grossos y con eso arma los libros. O sea, no se puede hablar de una evolución estética o temática en el trabajo del autor, porque los chistes son de distintas épocas. En una palabra, todo lo que pueda decirse de Mecachendié coincide demasiado con lo que ya se ha dicho de ¿Quién es Montt?, porque son –en la práctica- lo mismo.
Por ende, en vez de reiterarme y/o regurgitarme a mí mismo, prefiero quedar como un chanta que zafó con una pseudo-reseña y recomendarte que leas (o releas) el texto acerca de ¿Quién es Montt?, que se publicó acá en el blog hace justo un año, el 29 de Abril de 2011. Es uno de los 10 posts más leídos desde que existe el blog, con lo cual sospecho que no debe ser demasiado catastrófico. Con eso leído, seguro vas a tener una idea cabal de por qué me cebo tan mal con Alberto Montt y por qué recomiendo enfáticamente la adquisición de Mecachendié.
Será hasta mañana. Y si podés venirte a la Feria, no te pierdas la presentación, que va a estar buena!
viernes, 29 de abril de 2011
29/ 04: ¿QUIEN ES MONTT?
Retomo un rubro que este año venía medio pobretón, que es el de la historieta latinoamericana actual. Esta vez lo de “historieta” hay que tomarlo con muchas pinzas, porque lo que hace este monstruo no es exactamente historieta, sino más bien humor gráfico.
Alberto Montt, el increíble chileno del que estamos hablando, es un reconocido y cotizado ilustrador y dibujante, muy famoso en el mundo editorial de nuestro continente. Pero al tipo le gusta boludear, tirar chistes de todo tipo, y para eso inventó un blog (uy, mirá…) en el que empezó a publicar humor gráfico, primero un par de veces por semana, después todos los días, y ahora se hizo adicto y no lo puede dejar (¿a quién me hará acordar?). El blog se llama En Dosis Diarias, y así se titulan también las recopilaciones de sus libros cuando se publican en Chile. Pero de este lado de los Andes, Ediciones de la Flor decidió invitarlo a seleccionar él mismo sus mejores chistes y eliminó del título la referencia al blog.
La edición argentina salió esta semana, o sea que por lógica yo la tendría que leer en la segunda quincena de Julio. Pero no puedo: hoy a la tarde me toca moderar la charla entre Montt y Liniers, en la Feria del Libro, y no me da para caer sin haber leído el libro del autor que va a dar la charla. Así que le di prioridad y me lo bajé ni bien me lo entregaron.
Montt tiene un problema, muy parecido al problema que tiene Liniers: dibuja tan, pero tan bien, tiene un estilo tan personal y tan grosso, que por buenos que sean los chistes, siempre van a estar en segundo plano. Sencillito, sin estridencias, sin más herramientas que la línea, el color y algunas texturas, Montt desarrolla una identidad gráfica fascinante y la pone al servicio de un humor muy, muy amplio. En sus chistes de una sóla viñeta tenemos desde el juego de palabras boludo, hasta el absurdo, la sátira política, los chistes geeks (con jedis, vampiros, superhéroes y hasta con Mazinger), el humor negro, alguna chanchada muy light y –lo más interesante- una veta metafísica, en la que Montt recurre a las populares figuras de Dios y el Diablo para hablar (en joda, claro) de la creación del universo, de las leyes que lo gobiernan, de la fe y de la escencia misma del ser humano.
O sea que hay para todos los gustos. Incluso hay chistes que te arrancan carcajadas, al lado de otros que aspiran a la sonrisa sutil, casi imperceptible. No te los voy a contar, porque no tiene gracia, pero sí quiero hacer pública mi ovación a esta bestia del dibujo, que despliega un ingenio muy, muy certero, y por supuesto mi recomendación para que mucha gente lo compre, ahora que se consigue fácil en nuestro país. Como Liniers, Montt va mucho más allá del público estrictamente comiquero, así que es un buen regalo para quedar bárbaro con gente (sobre todo chicas) que no curte la religión de las viñetas.
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