el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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domingo, 18 de marzo de 2012

18/ 03: STRANGE TALES Vol.2

Felizmente, cada tanto Marvel se acuerda de que, además de facturar fortunas con los crossovers y las sagas grandilocuentes, hay que hacerle –aunque sea un ratito- algún mimo al lector que no entra en la drogadicción demente de los 16 números anuales de Avengers o sus infinitos spin-offs. La fórmula ya demostró que funciona: traés grossos autores del palo indie, tipos con otra estética, otra mirada sobre los héroes y villanos de Marvel, y los dejás hacer lo que se les cante. Bueno, tampoco lo que se les cante... Digamos que, mientras no haya garches, el resto está casi todo permitido.
Abrimos con ocho maravillosas páginas del genio brazuca Rafael Grampá. El guión no es “oooohhh!”, pero el dibujo te devasta las retinas. El infaltable Gene Luen Yang hace un hermoso aporte con una historia protagonizada por... el hijo de Leapfrog! Más tercerón, imposible. La primera pifia llega con Frank Santoro y una historia del Silver Surfer que no va a ningún lado y encima está mal dibujada.
Kate Beaton aporta varias historietas a la antología: la mejor dibujada es la de Kraven y Spider-Man y la más graciosa, la de Rogue. Atenti a esta chica, que tiene un estilo muy interesante. Otra chica en ascenso, la canadiense Jillian Tamaki, lima con una historieta de Dazzler que no termina de cerrar. Shannon Wheeler (autor de Too Much Coffee Man) la rompe con una del Red Skull, repleta de ironía. A Kevin Huizenga se le ocurre una buena idea que por ahí funcionaba mejor en dos páginas (no en cuatro) y el maestro Jeff Lemire experimenta con el color en una breve pero intensa historia de Man-Thing. Lo de Dash Shaw, pobre, no tiene pies ni cabeza. Posta, si no tenía ganas de dibujar, hubiera dicho “paso” y nos ahorrábamos un disgusto. Otro de los que estuvo en el Vol.1, el glorioso Jhonen Vasquez, se despacha con una de Wolverine, muy bien dibujada pero no tan graciosa como la del tomo anterior.
Beto Hernández nos obsequia seis deliciosas páginas de Iron Man, muy bien coloreadas por Jim Campbell. Y su hermano Jaime aporta una de las mejores historietas del tomo, la del Space Phantom pajero en la playa de las superheroínas. Jeffrey Brown se mete con los X-Men en una historia apenas graciosa, y luego un extraño pero interesante australiano llamado Sheldon Vella reversiona por completo a Ghost Rider. Linda la de Spider-Man de Paul Maybury (otro que no conocía y me gustó), aburrida la de Colossus de Paul Hornschemeier. Alucinante la de Thor del maestro Tony Millionaire y bastante fea la de Wolverine de David Heatley.
Hay mucho más, pero se me acaba el espacio: quiero destacar a Farel Darlymple (que rara vez falla) con su historia de Spidey y el Silver Surfer, la grotesca bizarreada de Jon Vermilyea y la muy amena aventura de Thor de Terry Moore (Strangers in Paradise). También están Dean Haspiel, Ty Templeton, el legendario Harvey Pekar (en la última historieta antes de su muerte), Alex Robinson (Box Office Poison), el alucinante brazuca Eduardo Medeiros (cada día mejor) y otro pibe al que no conocía, Toby Cypress, un excelente dibujante que deja ver la sana influencia del inimitable Kyle Baker.
Pero el que realmente me voló la peluca, el que hizo que mi mandíbula impactara varias veces contra el piso, el que me obligó a cerrar el libro y dedicarme a otra cosa varias horas para dejar en claro que había un antes y un después de su historieta, fue James Stokoe, la bessstia asesina de Orc Stain, que acá dibuja unos skrulls brillantes, un Silver Surfer magnífico y el mejor Galactus que vi en mi puta vida. Posta, me hizo olvidar al de Moebius. No te digo que esas cuatro páginas valen lo que te pidan por el libro, pero sin duda la pongo allá arriba, entre lo MUY indispensable.
Y bueno, mientras ninguno de los próceres del indie sienta que está traicionando sus convicciones por publicar cuatro o seis paginitas bajo el logo de Marvel, este extraño y atractivo crossover entre dos formas distintas de pensar la historieta pueden llegar a convertirse en una sana costumbre, en un oasis, en un punto de encuentro, o de reconciliación, entre los personajes más taquilleros del mainstream y los autores que normalmente no se ponen ni mamados la camiseta de lo que el Comics Journal denominó acertadamente “corporate comics”. Ojalá pronto haya más Strange Tales.

jueves, 11 de noviembre de 2010

11/ 11: STRANGE TALES


A veces DC llega tarde a las movidas que se le ocurren a Marvel, y a veces Marvel se cuelga de las tetas de algún hit medio impredecible de DC. Esta vez, claramente, se aplica lo segundo: DC la pegó MAL con Bizarro Comics y, mucho más tarde, Marvel copió la fórmula (con comic archivado hacía años y todo) y pergeñó esta maravillosa antología, en la que autores del palo alternativo (o indie), o lejanos a la forma habitual de producir comics de Marvel, tuvieron la chance de reinterpretar como se les diera la gana a los personajes icónicos de la editorial. Veamos cómo les fue…
Paul Pope la rompió con los Inhumans. La de Laevitt y Crabapple (protagonizada por She-Hulk) es rara, pero no mala. La de Junko Mizuno es bizarra e inquietante, una de las tantas deconstrucciones de Spider-Man que veremos en el tomo. Dash Shaw se mete con el Dr. Strange y no aporta demasiado. James Kochalka brilla en sus tres historietas de Hulk (otro de los MUY reversionados). Johnny Ryan impacta y hace reir con sus chistes. Jim Rugg y Brian Maruca meten dos muy buenos pastiches: uno con Machine Man y Garrett, y el otro con Brother Voodoo. Michael Kupperman aporta (en su estilo pseudo-retro) parodias de Namor, los Avengers y Marvex the Super Robot, un personaje que no sé si es posta, o si lo inventó este demente. Nick Bertozzi la gasta en una de MODOK. Los grossos de la Perry Bible Fellowship aportan apenas dos páginas, con excelentes dibujos. Y el prócer noruego Jason narra un combate totalmente atípico entre Spidey y el Doc Octopus.
El abanderado de la bizarreada zarpada, Tony Millionaire, la descose en una de Iron Man. Kikuo Johnson (un autor al que no conocía) se mete con The Thing en una muy buena comedia. Uno de los más grandes historietistas de todos los tiempos, Jhonen Vasquez, también se mofa del pobre MODOK. Max Cannon (otro al que no conocía) reversiona los orígenes de Spidey y los Fantastic Four con una exquisita mala leche. Lo de Jacob Chabot en FF es modesto, casi prescindible. La versión de Black Widow que propone Matt Kindt, en cambio, cierra por todos lados, más que la “oficial”. Gran guión, además.
El maestro Stan Sakai mete medio de prepo a Hulk en una buena aventura en el Japón medieval (donde juega de local hace 25 años). Corey Lewis es –lejos- el más impactante e interesante de los autores a los que conocí gracias a esta antología. A este pibe hay que seguirlo a sol y sombra. Lo de Jeffrey Brown en FF zafa más que nada por el dibujo. La de Beast vs. Morbius es una pequeña joya, creada por otro monstruo al que se le dio mucha más bola en la animación que en el comic: el gran Jay Stephens. Otro pibe al que no conocía, Jonathan Jay Lee, propone una nueva y atractiva versión de Punisher. Paul Hornscheimer aburre con su historia de Nightcrawler vs. Molecule Man, y Becky Cloonan (recordá ese nombre!) acierta con su aventura de Namor y Reed Richards.
Para el final, la paponga más fina: 48 páginas escritas y dibujadas por el mega-maestro Peter Bagge. Son dos historietas, una de Spidey y una de Hulk, en las que el creador de Hate hace jueguito con la psicología de los personajes y los pone en situaciones totalmente extremas y bizarras, aunque no más extremas y bizarras que tener que pelear con tipos disfrazados de rinoceronte. The Megalomaniacal Spider-Man se había publicado en un one-shot de 2003 y The Incorrigible Hulk fue realizada en esa misma época, pero en su momento, Marvel se fue al mazo y decidió no publicarla, porque podía embarrarle la cancha al film de Ang Lee. Siete años después, se hizo justicia y todos pudimos descubrir esa verdadera maravilla que nos obsequió Peter Bagge.
Esto hay que tenerlo, de una. Hay merca excelente para todos los gustos, autores consagrados, varias revelaciones y un aire fresco, de libertad, de feliz reencuentro entre personajes mainstream y autores indies. Aguante.