el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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miércoles, 1 de febrero de 2023

LLEGÓ FEBRERO

Enero se me hizo tan largo y tan intenso, que nunca pensé que terminaría. Pero acá estamos, en el mes más corto del año, y además el mes de mi cumpleaños. Me voy a 2016, cuando al maestro Alejandro Jodorowsky se le ocurre convertir en historieta el guion de Los Hijos del Topo, pensado originalmente para una película que funcionara como secuela de la famosa El Topo, que él mismo dirigiera allá por 1970. Con alta banca de la editorial francesa Glénat, Los Hijos del Topo se convirtió en una serie de tres álbumes de historieta, de los cuales me aventuré con el primero, porque lo vi muy barato en una librería de saldos de Uruguay. Aclaro antes que nada que jamás vi la película El Topo y que este es mi primer contacto con esos personajes y ese universo. El argumento me gustó más que el guion. O sea, me atrapó más lo que sucede que cómo me lo cuenta Jodorowsky. Ese entramado bizarro de lazos familiares, poderes infinitos y situaciones cuasi bíblicas pero traídas a un país pobre de Latinoamérica en una época que parece ser mediados del Siglo XX, me pareció atractivo, obviamente extraño, y por momentos apasionante. Se nota que es una idea pensada para cine, porque hay pocas escenas que se explican o se resuelven mediante el diálogo. Jodorowsky piensa más en climas (secuencias mudas que serían realzadas por una música que en el comic nos tenemos que imaginar los lectores) y en acción. Y probablemente lo mejor del guion sean las secuencias mudas, en las que el hilo conductor son las acciones de los personajes, no lo que dicen, que generalmente eso muy obvio o rebuscado al pedo. Son secuencias fuertes, por momentos muy violentas, o muy descarnadas, que más de un boludo con poder en la industria del cine diría "¿te parece...?". Este primer tomo se titula "Caín", y lo bien que hace, porque este personaje es claramente el eje del argumento. Su conflicto interno y su conflicto externo (con El Topo, su padre) ocupan la mayor parte de las páginas del álbum, y si bien no podemos decir que al final del tomo "conocemos" a Caín, sin dudas es el personaje más trabajado por Jodorowsky en este tramo. Supongo que en la segunda parte el foco se desplazará hacia Abel, hermano menor de Caín, pero no lo puedo afirmar porque no lo leí ni lo tengo comprado. Supongo que el día que lo vea lo voy a comprar, porque esta primera entrega no llegó a apasionarme, pero me generó el suficiente interés, la suficiente intriga, como para ver qué onda la segunda parte. Buena parte del interés me lo generó el dibujo de José Ladrönn, que es espectacular. Sobre todo por la forma radical en que el mexicano cambió de estilo. Yo lo conocí originalmente como un eficaz clon de Jack Kirby que buscaba aggiornar a los ´90 el estilo del Rey. Después lo vi chorearle a cuatro manos al maestro Juan Giménez, y ahora lo veo encarar para el lado del dibujo de aventuras más tradicional, en la línea de los autores más clásicos de España, Italia o Croacia. Una sorpresa de alto impacto, porque en este estilo Ladrönn también la descose. Sin el estallido cinético de Kirby ni el festival cromático de Giménez, el dibujante banca de punta a punta una puesta en página prolija, clásica, perfectamente comprensible, y llena las viñetas de personajes, animales, decorados y paisajes muy realistas, que denotan un manejo muy notable de anatomía, perspectiva, iluminación y color. Si te gusta el dibujo académico-realista, de la noche a la mañana tenés que hacerle a Ladrönn un lugarcito en el panteón de tus ídolos, porque este es un trabajo realmente soberbio de este autor, que ha demostrado una versatilidad fenomenal y una calidad envidiable en el manejo de cada estilo que adopta. Solo para babearme con otras sesenta y pico de páginas de Ladrönn, ya se justifica comprar un segundo libro de Los Hijos del Topo.
Y cierro con una breve glosa del nº4 de Grafito, correspondiente a 2018, una publicación tan oscura que nadie jamás digitalizó su portada para subirla a la web (por eso ilustro con la del nº1). Esta vez quien coordina el taller de historieta del Centro Cultural Eugenio Flavio Virla es Segundo Moyano y también aporta una historieta a la antología, en la que casi todos los relatos tienen que ver con hechos históricos relevantes para el Noroeste argentino. Pero lo dejan bastante solo, pobre Moyano. No está Jorge Vildoza, Matías Muzzillo tiene apenas cuatro páginas, y lo más parecido a una segunda línea competente son los trabajos de Aureliano Acevedo (muy comprimido para que la historia que cuenta entre en cuatro páginas) y Sergio Olivera, que por momentos me hizo acordar al español Álex Fito y al noruego Jason. No tengo más números de Grafito para leer, pero con esto me doy una idea bastante completa de para dónde van los autores emergentes de Tucumán, una ciudad que supo originar unas cuantas publicaciones más que interesantes. Y cierro con un anuncio más bizarro que las cosas que Jodorowsky le hace hacer al Topo y sus hijos: por lo menos las próximas cuatro entradas del blog van a ser "de las de antes", con un solo libro reseñado en cada posteo. Son libros voluminosos, que prometen lecturas a fondo, o por lo menos bastante sustancia como para dedicarles una entrada completa a cada uno. Ni bien tenga leído el primero, se viene la reseña acá en el blog. Será hasta entonces.

lunes, 30 de enero de 2023

NOCHE DE LUNES

Algo tenía que pasar que me frenara ese ritmo espectacular al que venía leyendo y reseñando libros, y lo que pasó se llama The League of Extraordinary Gentlemen: Black Dossier. No lo compré en el momento en que salió, porque me pareció medio bizarro, lo miré muy por encima en casas de amigos y no me llamó demasiado la atención, y finalmente lo compré este año, porque me lo ofrecieron a un precio irrisorio. Me senté a leerlo con detenimiento... y me costó varios días terminarlo. Cómo me aburrí, la puta madre... En 208 páginas, lo que sucede se puede resumir en la frase "Mina y Allan ahora son perseguidos por el corrupto gobierno del Reino Unido, en parte porque se afanaron el Black Dossier". ¿Eso es todo? No, bueno, por momentos Alan Moore y Kevin O´Neill interrumpen las peripecias de Mina Murray y Allan Quatermain para mostrarnos qué hay en las páginas del dossier. Una pena, porque lo más entretenido (dentro del embole) es el tramo de Allan y Mina en 1958, y su lucha contra James Bond y demás sicarios de la corona. ¿Y qué información clasificada incluye el dossier? Al principio, ahonda en la existencia de una League of Extraordinary Gentleman anterior a la que conocimos nosotros, también con personajes tomados de la literatura británica, pero de fines del Siglo XVII. Y en la historia de Orlando, un personaje que va a ser importantísimo en la trilogía de Century, que obviamente el Mago de Northampton ya estaba craneando cuando escribió esto. Después hay crónicas de las aventuras que ya leímos en los dos primeros tomos, pero narradas como si fueran informes de una oficina de inteligencia. Y otros textos, también larguísimos y por momentos áridos, que cuentan algunas cosas de las que no vimos, que van entre la guerra contra los marcianos en el Vol.2 y 1958. Personajes nuevos que se unieron, murieron, o se fueron (también tomados de la literatura británica, pero de principios del Siglo XX), el cambio de política del gobierno británico respecto del equipo, otra liga que no duró nada, en fin... Hechos de bastante escasa relevancia en la historia de este mundo alternativo. El tema es que por cada idea que se le ocurre, Moore te inflige una cantidad desmesurada de páginas. Para explicarte que en un momento se forma una especie de League of Extraordinary Gentlemen en Francia (con personajes tomados de la literatura de ese país), son tres páginas de una prosa densísima, casi sin ilustraciones. Para explicarte que Mina y Allan en los años ´40 viajan a Estados Unidos en una misión, cinco páginas de prosa sin imágenes, escritas al estilo del pulp yanki de esa época. Y así es muy difícil... Las ilustraciones de O´Neill son increíbles, porque el ídolo reproduce el estilo de los dibujantes e ilustradores de las distintas épocas. Pero Moore hace lo mismo con los textos y no te puedo decir "le sale mal", pero se hace muy denso, más allá de sus dotes para mimetizarse con los distintos estilos de escritura, de William Shakespeare a Mickey Spillane. El epílogo es lo peor: 18 páginas que no cuentan nada, y que podrían resumirse en tres, como mucho. Con unos dibujos magníficos de O´Neill, y efectos de 3-D creados por Ray Zone, pero realmente muy innecesario. Black Dossier es solo para los que quieren tener TODO The League of Extraordinary Gentlemen, o TODAS las obras de Kevin O´Neill, o TODAS las obras de Alan Moore. Pero no es ni a palos lo mejor de TLOEG, ni lo mejor de O´Neill, ni mucho menos lo mejor de Moore.
Me vengo a Argentina, año 2017, cuando por tercera vez el glorioso Virla (el Centro Cultural Eugenio Flavio Virla, faro de la cultura y las artes de la hermosa ciudad de Tucumán) publica una antología de historietas, con material generado en los talleres que coordina en maestro César Carrizo. Es un libro de unas 120 páginas, con errores muy notables en la edición, papel muy berreta, etc., que supongo que se regalaba. Estas páginas están repartidas entre una cantidad brutal de chicos y chicas (y señores más grandes también, supongo yo...), que además de la limitación de estar en pleno proceso de aprendizaje, tienen la limitación de contar con muy pocas páginas para desarrollar lo que quieren contar. Casi todas las historietas giran en torno a mitos y relatos sobrenaturales que tienen por escenario el Noroeste argentino, y la verdad que la calidad del material es muy desparejo. Entre muchos trabajos a los que se les notan serios errores en el dibujo, la narrativa y sobre todo los guiones, aparecen algunos nombres que rápidamente se destacan del resto. Segundo Moyano, a esta altura un referente central del under tucumano, supera ampliamente el promedio de sus compañeros. Me sorprendió encontrar acá seis páginas dibujadas por Matías Muzzillo, de quien hablamos maravillas hace no mucho a raíz de su libro Yilé. Acá el dibujo no es tan bueno, porque es cinco años anterior, pero ya se notaban una jerarquía para narrar en imágenes y una intención artística muy promisorias. Pablo Iván Ríos también, pela una impronta muy personal y sumamente profesional, con un estilo de dibujo poco narrativo, pero visualmente muy atractivo. Y cerca del final del librito aparecen las mejores cuatro páginas, las que hacen que todo haya valido la pena: Jorge Vildoza adapta un cuento de Mercedes Chenaut y, si bien no dibuja las zanjas entre las viñetas, la rompe en 8.500 pedacitos. Muy grosso lo de Vildoza, realmente. Me encantaría verlo en un formato más grande y en mejor papel. Tengo otra edición de Grafito (el Vol.4, que deduzco corresponde a 2018) y prometo leerlo pronto. Nada más, por ahora. La seguimos el mes que viene. Gracias y hasta entonces.