Sol Díaz es una autora chilena que llegó a la historieta propiamente dicha en 2012 con esta, su ópera prima, luego de iniciarse primero en el diseño gráfico y después en el humor gráfico.
Su primer intento en la narrativa con imágenes son estas 100 páginas en las que Díaz nos narrará el viaje de una chica llamada Fedora por un mundo con varios puntos en común con la Wonderland de Lewis Carroll. En realidad, toda la obra está impregnada de la influencia de Carroll y hasta puede ser leída como una especie de remake de Alice in Wonderland o Through the Looking Glass. La Hoja Naranja tiene ese mismo vértigo, ese mismo frenesí, ese mismo nivel de delirio irrefrenable, repleto de connotaciones psicológicas. Por suerte, Díaz no se queda en la montaña rusa fumanchera, en la sucesión de sacudones al tuntún. Claramente, este es un viaje iniciático, un viaje en el que Fedora aprende un montón de cosas que la van a transformar en una persona más fuerte, más segura de sí misma.
Fedora no sólo es la protagonista, es el único personaje que a la autora le interesa explorar. El resto son adornos, o funcionan más como metáforas o símbolos que como personajes. La aventura está y se disfruta, pero todo el tiempo queda claro que se trata de un artificio, de una forma de hacer exterior una procesión que sin dudas va por dentro. Sin abstraernos de eso, nos vamos a encontrar con algunas escenas realmente intensas, heavies, algunas más para el lado del terror, otras con un toque más de humor, otras que funcionan más como peripecias. Lo cierto es que el clima onírico, de profunda irrealidad, no es obstáculo para compenetrarnos con la acción, con las cosas fuertes (y a veces revulsivas) que le suceden a Fedora en este mundo extraño.
Al dibujo de Sol Díaz no le sobra mucho. Es correcto, tiene mucha expresividad, se entiende todo, hay una idea bastante lograda de la puesta en página, hay algunas técnicas y recursos muy bien aplicados, pero no es una cosa que impacte por su increíble calidad. Hay dos cosas que, a mi juicio, le juegan un poco en contra. Primero, la decisión de no trazar calles entre una viñeta y otra, sino separarlas sólo con una línea negra, de mediano grosor. Eso es algo que recomiendo hacer a los autores que ya están muy curtidos en esto del relato secuencial, no a los que hacen sus primeras armas. Y lo otro que no me cerró es cómo Sol aplica los grises, con un trazo como de fibrón, que muchas veces se ve precario, o desprolijo. Me doy cuenta que los grises le suman mucho a los climas y a las iluminaciones que sugiere el dibujo, pero me hubiese gustado verlos aplicados de otra manera. En su próxima historieta, me gustaría ver a esta autora jugarse por una sola técnica de entintado y bancarla de punta a punta.
En general, como ópera prima, La Hoja Naranja está bien. Me gusta sobre todo la decisión de volar, de arriesgar, de no quedarse en la autobiografía o el slice of life, que parecen ser una tentación irresistible para toda una camada de jóvenes autores y autoras de nuestro continente. Sol Díaz se animó a explorar un mundo fantástico y a poblarlo de criaturas bizarras y aventuras extremas, que además resultan funcionales a la indagación y el desarrollo del personaje central. Eso es sumamente loable, más allá de los detalles que quedan para corregir en una segunda novela gráfica de esta promesa que tiene hoy el comic trasandino.
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sábado, 19 de julio de 2014
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