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lunes, 24 de abril de 2023
LUNES A LA NOCHE
Hora de reseñar un par de libritos que pude leer en los últimos días.
El primero lo había leído hace muchos años en castellano, pero cuando lo vi en francés, decidí deshacerme de la versión traducida por los españoles y quedarme con la original. Se trata de Wallaye!, el álbum de 1987 en el que Jano arma un esperado team-up entre dos de sus personajes más queridos: Keubla y Kebra. El primero ya había protagonizado un álbum solista el año anterior, y el segundo tenía cuatro o cinco álbumes a cuestas.
El team-up propiamente dicho dura 12 páginas y sí, es lo mejor del libro. Lo más parecido a una aventura tradicional, con villanos, búsqueda del tesoro, persecuciones y tiros, pero sin dudas lo mejor. Previo a eso hay cuatro páginas que cuentan cómo Kebra decide irse a África, y cómo llega. Y antes y después, tenemos distintas historias cortas centradas en Keubla y otros piratas y traficantes del desértico norte del Continente Negro. Así como en las aventuras de Kebra el autor demostraba tener muy bien estudiado el submundo de las pandillas urbanas de Francia, acá vemos un retrato muy convincente de estos marginales del Norte de África. Una región a la que Jano nos presenta como dominada por el islamismo, la corrupción policial y el tráfico de mercancías legales e ilegales con el continente europeo. Me causó mucha gracia que en un comic escrito en francés uno de los piratas amigos de Keubla putee en argentino ("hijo de una gran puta", "la puta que lo parió") y lamentablemente no conservé la edición española para ver cómo lo "traducían".
Las historias de Keubla y los traficantes son cortitas y van más para el lado de una breve anécdota cuasi-humorística. Sirven para conocer el ámbito en el que se mueve el personaje, sobre todo si -como yo- nunca leíste el álbum anterior (Sur la piste du Bongo). Y después está esa doble página de "Keublarama", un magnífico experimento narrativo sin textos donde Jano realmente se florea y te refriega por la cara toda su calidad como dibujante y como contador de historias. Todo el manejo del espacio como recurso narrativo que no puede mostrar en las páginas normales (porque tiene que meter entre siete y doce viñetas, a veces con bastante diálogo), lo despliega en esta doble página con una maestría inolvidable.
No me quiero extender con loas para el dibujo de Jano, pero digamos que es una síntesis perfecta entre Floyd Gottfredson y Robert Crumb. En general, cuando pensamos en un autor francés que mezcla comedia con aventuras en parajes exóticos pensamos en una línea similar a la de Hergé, pero la verdad que lo único que toma Jano del creador de Tintin es el efecto de dibujar a los fondos, barcos y camiones en un estilo más realista que el que emplea para los personajes. El resto tiene más que ver con Crumb, con Gottfredson y con su propia cosecha, que también es muy atractiva. Por algún motivo que desconozco, Wallaye! además marca la última aparición tanto de Keubla como de Kebra, así que es un motivo más para recomendárselo a los fans de cualquiera de los dos personajes, y por supuesto a los fans de Jano y de la aventura con guarradas y protagonistas de dudosa profilaxis.
Después de una pausa de casi seis años, retomo la lectura de Thief of Thieves, con el Vol.5, donde sigue al frente de la serie creada por Robert Kirkman el equipo que la descosió toda en el tomo anterior: Andy Diggle como guionista y Shawn Martinbrough como dibujante. ¿Cosas para criticar? Sí, las mismas dos de siempre: 1) el comic parece estar concebido como el storyboard de una serie de TV con actores de carne y hueso, y tiene hasta el ritmo de ese tipo de relatos. Este tomo en particular tiene un "presupuesto" bajísimo, y está todo resuelto con poquísimas escenas de acción de esas que encarecen el costo de las producciones audiovisuales. Por un lado es un mérito de Diggle: la emoción y la tensión no bajan nunca, ni siquiera cuando te narra 130 páginas de una historia en la que prácticamente no hay machaca. Eso además diferencia mucho a Thief of Thieves de otras historietas del mainstream. Y por otro lado decís "dale, rompan todo... si total son dibujos...".
Lo otro que le critico siempre a esta serie es que me gusta mucho más el Martinbrough salvaje y extremo que esta versión más careta, que quiere parecerse a dibujantes prolijitos y elegantes tipo Yanick Paquette, o a la versión más careta (o mainstream-friendly) de David Lapham. Me quedo con el otro Martinbrough, la bestia bruta del claroscuro, aunque reconozco que para lo que esta serie aspira a ser, este otro estilo funciona mejor.
El resto, solo aplausos. Trama espectacular, ritmo atrapante, diálogos excelentes, desarrollo de personajes al palo, todo el tiempo, con giros cada vez más impactantes, cero vueltas de tuerca imposibles o absurdas para conservar el verosímil. La consigna de "el ladrón más grosso del mundo se quiere retirar y no lo dejan" se podría haber agotado tranquilamente en uno o dos tomos, pero Diggle maneja tan bien el elenco de secundarios, que todo el tiempo aparecen nuevas complicaciones para Conrad Paulson y su entorno, que fuerzan nuevas situaciones límite. En este tomo en particular, el foco está puesto en Celia Kowalczyc, secuaz y amante de Paulson, que cobra chapa y tridimensionalidad como para ponerse al hombro las mejores secuencias del arco argumental.
Me quedan por delante dos libros más para completar la serie, y no los tengo (acepto donaciones). Pero sin dudas, aunque me tenga que comer otro parate de casi seis años, la voy a leer hasta el final porque es una cátedra. Me imagino a muchos guionistas más encumbrados que Diggle leyendo Thief of Thieves y pensando para sus adentros "la concha de la lora, ¿cómo estas cosas no se me ocurren a mí?"... Si te copa un comic que fluctúa entre robos a gran escala y runfla de la más baja calaña entre gente menos escrupulosa que un puntero de Cristian Ritondo, esta creación del Gordo Kirkman te va a convertir en zombie de los buenos.
Y hasta acá llegamos, por hoy. Espero tener muy pronto nuevas lecturas para repasar "en voz alta" acá en el blog. Gracias y hasta entonces.
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lunes, 8 de mayo de 2017
LUNES LLUVIOSO
Día espantoso para casi todo… pero bueno, hace bastante que no escribo reseñas y tengo un par de cositas ya leídas.
Arranco con el Vol.4 de Thief of Thieves, la gran creación de Robert Kirkman, ahora en manos del británico Andy Diggle. Todo lo que pasa en este tomo es consecuencia directa de lo sucedido en el anterior (lo reseñamos el 10/08/15), y aún así Diggle se las ingenia para presentar a un nuevo personaje importante, desarrollarlo y darle un cierre, todo en poco menos de 120 páginas. Para marcar un quiebre en la serie, además, Diggle saca de escena a un personaje secundario importante, y liquida a otro y al principal villano de los tres tomos anteriores. Como si esto fuera poco, multiplica exponencialmente la chapa de un personaje con el que Kirkman y sus colaboradores anteriores no sabían muy bien qué corno hacer.
Sumémosle tiros, cuchillazos, explosiones, torturas, violaciones, mutilaciones, narcotráfico, traiciones aberrantes y runflas espúreas y tendremos un arco argumental al que le sobra impacto. Diggle te mantiene atrapado de punta a punta, con muchísimas situaciones shockeantes, de esas que te hacen decir “¡No! ¡Se fueron al carajo!”. Pero por suerte este festival de atrocidades no se queda sólo en sacudir al lector. También sirve para hacer evolucionar al personaje de Conrad Paulson, que constantemente reflexiona acerca de los límites que está cruzando en la persecución de sus objetivos.
El dibujo de Shawn Martinbrough, impecable como siempre. Vibrante, poderoso, con onda a pesar de estar muy restringido por las altas pretensiones de realismo que tiene el guión, y muy bien complementado por la paleta de Adriano Lucas. Ya sin las manos mágicas de Robert Kirkman moviendo el timón, Thief of Thieves sigue siendo una excelente opción si te gusta leer thrillers jodidos, sórdidos, sin superpoderes ni disfraces locos, sin conflictos que se puedan reducir a la vieja fórmula de “Buenos contra Malos” y donde se exploran a fondo las consecuencias de todo lo que pasa. Una pena que la mayoría de los fans que veneran a Kirkman por The Walking Dead no sepan que existe esto.
Me voy a Uruguay, a 2016, cuando se edita Greatest Hits, un recopilatorio de historias cortas a cargo de dos de los autores más notables del país hermano: el guionista Roy y la dibujante (y a veces autora integral) Maco. De las cinco historietas que reúne el libro, tres ya las vimos en antologías reseñadas en años anteriores. No por eso las disfruté menos. De hecho, La Señora Cornelia me pareció mucho mejor esta vez que cuando la leí dentro de Novelas Ejemplares (reseñada el 31/08/14)… y eso que aquella vez me había parecido la mejor historia del libro. Y una vez más, me volví loco con la perfección técnica de Serendipity (ya comentada en la reseña de Otoño, el 07/09/14).
La historia que aportaron Roy y Maco a la antología Las Moradas (reseñada el 18/11/15) queda un toque descolgada fuera del contexto de ese libro, pero los autores lo resuelven con mucho ingenio, con un epílogo realizado especialmente para Greatest Hits, tan gracioso como efectivo. Después tenemos una breve historieta a color, que no había visto nunca, y una extensa historieta en blanco negro, 20 páginas en las que Roy y Maco juegan a reversionar el clásico Alice in Wonderland. Hay muchas ideas de las buenas en estas 20 páginas, y quizás la mejor sea la incorporación de elementos meta-historietísticos, que le aportan otro vuelo al típico delirio de los universos lewiscarroleanos. Gran librito para los fans de estos dos autores, o para los que quieren conocer a una dupla infalible, a esta altura emblemática de la historieta uruguaya del Siglo XXI.
Volvemos pronto con nuevas reseñas.
Arranco con el Vol.4 de Thief of Thieves, la gran creación de Robert Kirkman, ahora en manos del británico Andy Diggle. Todo lo que pasa en este tomo es consecuencia directa de lo sucedido en el anterior (lo reseñamos el 10/08/15), y aún así Diggle se las ingenia para presentar a un nuevo personaje importante, desarrollarlo y darle un cierre, todo en poco menos de 120 páginas. Para marcar un quiebre en la serie, además, Diggle saca de escena a un personaje secundario importante, y liquida a otro y al principal villano de los tres tomos anteriores. Como si esto fuera poco, multiplica exponencialmente la chapa de un personaje con el que Kirkman y sus colaboradores anteriores no sabían muy bien qué corno hacer.
Sumémosle tiros, cuchillazos, explosiones, torturas, violaciones, mutilaciones, narcotráfico, traiciones aberrantes y runflas espúreas y tendremos un arco argumental al que le sobra impacto. Diggle te mantiene atrapado de punta a punta, con muchísimas situaciones shockeantes, de esas que te hacen decir “¡No! ¡Se fueron al carajo!”. Pero por suerte este festival de atrocidades no se queda sólo en sacudir al lector. También sirve para hacer evolucionar al personaje de Conrad Paulson, que constantemente reflexiona acerca de los límites que está cruzando en la persecución de sus objetivos.
El dibujo de Shawn Martinbrough, impecable como siempre. Vibrante, poderoso, con onda a pesar de estar muy restringido por las altas pretensiones de realismo que tiene el guión, y muy bien complementado por la paleta de Adriano Lucas. Ya sin las manos mágicas de Robert Kirkman moviendo el timón, Thief of Thieves sigue siendo una excelente opción si te gusta leer thrillers jodidos, sórdidos, sin superpoderes ni disfraces locos, sin conflictos que se puedan reducir a la vieja fórmula de “Buenos contra Malos” y donde se exploran a fondo las consecuencias de todo lo que pasa. Una pena que la mayoría de los fans que veneran a Kirkman por The Walking Dead no sepan que existe esto.
Me voy a Uruguay, a 2016, cuando se edita Greatest Hits, un recopilatorio de historias cortas a cargo de dos de los autores más notables del país hermano: el guionista Roy y la dibujante (y a veces autora integral) Maco. De las cinco historietas que reúne el libro, tres ya las vimos en antologías reseñadas en años anteriores. No por eso las disfruté menos. De hecho, La Señora Cornelia me pareció mucho mejor esta vez que cuando la leí dentro de Novelas Ejemplares (reseñada el 31/08/14)… y eso que aquella vez me había parecido la mejor historia del libro. Y una vez más, me volví loco con la perfección técnica de Serendipity (ya comentada en la reseña de Otoño, el 07/09/14).
La historia que aportaron Roy y Maco a la antología Las Moradas (reseñada el 18/11/15) queda un toque descolgada fuera del contexto de ese libro, pero los autores lo resuelven con mucho ingenio, con un epílogo realizado especialmente para Greatest Hits, tan gracioso como efectivo. Después tenemos una breve historieta a color, que no había visto nunca, y una extensa historieta en blanco negro, 20 páginas en las que Roy y Maco juegan a reversionar el clásico Alice in Wonderland. Hay muchas ideas de las buenas en estas 20 páginas, y quizás la mejor sea la incorporación de elementos meta-historietísticos, que le aportan otro vuelo al típico delirio de los universos lewiscarroleanos. Gran librito para los fans de estos dos autores, o para los que quieren conocer a una dupla infalible, a esta altura emblemática de la historieta uruguaya del Siglo XXI.
Volvemos pronto con nuevas reseñas.
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lunes, 10 de agosto de 2015
10/ 08: THIEF OF THIEVES Vol.3
Ah, bueno! Esta serie venía muy, muy bien, pero ahora se puso gloriosa. Este tomo es una cátedra de cómo se escribe un comic de suspenso, con acción, runflas siniestras, traiciones, romances y choreos a gran escala. Sobre un argumento que diseñó junto a Robert Kirkman y James Asmus (los co-guionistas de los tomos anteriores), Andy Diggle se lanza a escribir las aventuras de Conrad Paulson, alias Redmond, el mejor ladrón del mundo. Y lo hace con un arco argumental devastador, que tiene un sólo problema: no se entiende una goma si no leíste los tomos anteriores.
Hecha esa salvedad, Venice es una historia absolutamente cautivante, que te atrapa en la primera página y en la última te deja exhausto, con la mandíbula por el piso, y obviamente a las puteadas, porque no querés que se termine nunca y menos tener que esperar varios meses para leer la continuación. La trama está perfectamente hilvanada, todos los personajes importanes tienen su momento para lucirse, los diálogos están afiladísimos, se nota que Diggle investigó a fondo cómo se planifica y cómo se ejecuta un afano de la complejidad del que planea Conrad, el procedimiento del FBI es absolutamente verosímil, la reacción de los villanos ante la jugada de los protagonistas (que obviamente no son buenos, porque son chorros) es totalmente lógica… todas las piezas de este hipnótico rompecabezas encajan a la perfección, en una obra impecable, impregnada de un cinismo magistral y una exquisita mala leche.
Para el próximo tomo (que espero conseguir pronto), a Diggle le queda pendiente ampliar un poquito más el elenco, o en realidad darle más bola a un puñado de personajes a los que todavía no tuvo espacio para desarrollar, pero que pintan muy interesantes. Bien trabajados, ese grupito de secuaces de Conrad se pueden llegar a convertir en una versión 2.0 de The Losers, aquel equipo con el que Diggle jugó en la primera división de Vertigo, con un nivel de calidad muy, muy superior al de las ventas que obtuvo esa serie. De todos modos, en este tomo le da más profundidad a Conrad de la que le dieron sus antecesores en los dos primeros, así que por el lado del desarrollo de personajes tampoco lo podemos correr.
Al frente de la faz gráfica sigue el maestro Shawn Martinbrough, en su estilo más careta, menos expresionista y más realista, un poquito más para el lado de Sean Phillips. Como la idea es que este comic parezca una película, Martinbrough abusa un poco de las viñetas widescreen, pero cuando la narrativa requiere otra cosa, él aporta resoluciones distintas, que no fallan nunca. Los fondos están buenísimos y no se hacen desear nunca, las escenas de cabecitas que hablan (muchas) levantan vuelo gracias a una notable variedad de enfoques, y las escenas de tiros y kilombo (muy pocas) no caen nunca en la estridencia y el pochoclo. El trabajo de Felix Serrano en el color también está muy logrado, muy puesto al servicio de resaltar el dibujo de Martinbrough e incluso de que no se note tanto cuando el guionista recurre a la referencia fotográfica para las tomas panorámicas, que también son unas cuantas.
Como ya dije alguna vez, nunca leí ni The Walking Dead ni Invincible. Para mí, la joya en la corona de SkyBound es esta serie, esta Thief of Thieves que me robó el corazón a fuerza de conflictos verosímiles, tramas electrizantes y personajes creíbles, con un mix perfecto entre virtudes y defectos. En este tomo, la dupla Diggle- Martinbrough demostró tener todo lo necesario para convertirse en el equipo definitivo de la serie, e incluso para desterrar al olvido la inmensa sombra del gordo Kirkman, mil veces más amado por la hinchada que estos dos laburantes de la viñeta. Como dice la canción, quisiera que esto dure para siempre. Este tipo de series le hacen muy bien al comic, aunque sean un afano.
Hecha esa salvedad, Venice es una historia absolutamente cautivante, que te atrapa en la primera página y en la última te deja exhausto, con la mandíbula por el piso, y obviamente a las puteadas, porque no querés que se termine nunca y menos tener que esperar varios meses para leer la continuación. La trama está perfectamente hilvanada, todos los personajes importanes tienen su momento para lucirse, los diálogos están afiladísimos, se nota que Diggle investigó a fondo cómo se planifica y cómo se ejecuta un afano de la complejidad del que planea Conrad, el procedimiento del FBI es absolutamente verosímil, la reacción de los villanos ante la jugada de los protagonistas (que obviamente no son buenos, porque son chorros) es totalmente lógica… todas las piezas de este hipnótico rompecabezas encajan a la perfección, en una obra impecable, impregnada de un cinismo magistral y una exquisita mala leche.
Para el próximo tomo (que espero conseguir pronto), a Diggle le queda pendiente ampliar un poquito más el elenco, o en realidad darle más bola a un puñado de personajes a los que todavía no tuvo espacio para desarrollar, pero que pintan muy interesantes. Bien trabajados, ese grupito de secuaces de Conrad se pueden llegar a convertir en una versión 2.0 de The Losers, aquel equipo con el que Diggle jugó en la primera división de Vertigo, con un nivel de calidad muy, muy superior al de las ventas que obtuvo esa serie. De todos modos, en este tomo le da más profundidad a Conrad de la que le dieron sus antecesores en los dos primeros, así que por el lado del desarrollo de personajes tampoco lo podemos correr.
Al frente de la faz gráfica sigue el maestro Shawn Martinbrough, en su estilo más careta, menos expresionista y más realista, un poquito más para el lado de Sean Phillips. Como la idea es que este comic parezca una película, Martinbrough abusa un poco de las viñetas widescreen, pero cuando la narrativa requiere otra cosa, él aporta resoluciones distintas, que no fallan nunca. Los fondos están buenísimos y no se hacen desear nunca, las escenas de cabecitas que hablan (muchas) levantan vuelo gracias a una notable variedad de enfoques, y las escenas de tiros y kilombo (muy pocas) no caen nunca en la estridencia y el pochoclo. El trabajo de Felix Serrano en el color también está muy logrado, muy puesto al servicio de resaltar el dibujo de Martinbrough e incluso de que no se note tanto cuando el guionista recurre a la referencia fotográfica para las tomas panorámicas, que también son unas cuantas.
Como ya dije alguna vez, nunca leí ni The Walking Dead ni Invincible. Para mí, la joya en la corona de SkyBound es esta serie, esta Thief of Thieves que me robó el corazón a fuerza de conflictos verosímiles, tramas electrizantes y personajes creíbles, con un mix perfecto entre virtudes y defectos. En este tomo, la dupla Diggle- Martinbrough demostró tener todo lo necesario para convertirse en el equipo definitivo de la serie, e incluso para desterrar al olvido la inmensa sombra del gordo Kirkman, mil veces más amado por la hinchada que estos dos laburantes de la viñeta. Como dice la canción, quisiera que esto dure para siempre. Este tipo de series le hacen muy bien al comic, aunque sean un afano.
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sábado, 21 de junio de 2014
21/ 06: THIEF OF THIEVES Vol.2
Segundo tomo de esta serie que me sorprendió muy favorablemente allá por el 01/12/13. Recomiendo releer esa reseña, así me ahorro de repetir unas cuantas cosas.
En el dibujo, por ejemplo, hay poco para agregar a lo ya dicho. Quizás la feliz novedad de que la hegemonía de las viñetas widescreen se siente un poquito menos. No mucho más.
En el guión hay un cambio importante y es que esta vez Robert Kirkman le pasa la responsabilidad de desarrollar la historia, armar las escenas puntuales y escribir los diálogos a James Asmus, un guionista que pasó por varios comics de Marvel sin cosechar ningún suceso. Básicamente, la llegada de Asmus cambia poco a Thief of Thieves. El tono es el mismo, la forma en que la historia se va tensando es la misma, una vez más están muy bien dosificadas las revelaciones impactantes, bien mechados los flashbacks y bien explorado el potencial de estos personajes.
En ese sentido, Kirkman y Asmus se esfuerzan por dejarnos en claro que acá no hay buenos. Los protagonistas, que son Conrad Paulson y su hijo Augustus, son definitivamente jodidos. Con más códigos, con menos códigos, más cancheros, más inexpertos, más fríos, más desesperados, pero nunca catalogables como “buenos tipos” ni mucho menos como “héroes”. Si Conrad arriesga más de la cuenta es porque, en el fondo, no puede ir contra el amor por su hijo y siente la obligación de ayudarlo. Y a la vez la compulsión de demostrarle a Augustus quién es el que la tiene más clara y quién el boludo que se manda una cagada atrás de otra. Como suele suceder en el comic yanki, para que el lector digiera más fácil el hecho de que los protagonistas no son buenos, el guión los enfrenta a unos hijos de puta infinitamente malos, de modo que –hagan lo que hagan Conrad y Augustus- uno no duda nunca por quién tiene que hinchar.
De nuevo con poca acción, con mucha atención por los climas y un gran oído para los diálogos, este tomo de Thief of Thieves mantiene el muy buen nivel del Vol.1. La intriga está intacta, la runfla está espesa y por ahí lo único que se resiente un poquito es el desarrollo de las dos minitas con mucho peso en el primer tomo, Celia y la agente Cohen, obviamente en detrimento del rol muy protagónico que asume Augustus, que en el Vol.1 aparecía recién sobre el final. En el último tramo de este tomo se da una casualidad medio imposible (perdón por no explicarla, pero no la quiero spoilear), pero la verdad es que está bien justificada y además es exactamente lo que uno quería que sucediera. Así que la banco.
Vuelvo a recomendar Thief of Thieves, a los fans de la historieta distinta, realista y/o urbana, a los fans de Shawn Martinbrough (que se dibuja la vida, en ese estilo un toque más “careta” que el que tenía hace 10 años), y por supuesto a la gran masa del pueblo que se supo conquistar el gordo Kirkman con sus trabajos más pochocleros, como Invincible y The Walking Dead. Yo sigo sin leer ninguno de los dos, pero –aún desde la ignorancia- sospecho que Thief of Thieves les gana por choreo.
En el dibujo, por ejemplo, hay poco para agregar a lo ya dicho. Quizás la feliz novedad de que la hegemonía de las viñetas widescreen se siente un poquito menos. No mucho más.
En el guión hay un cambio importante y es que esta vez Robert Kirkman le pasa la responsabilidad de desarrollar la historia, armar las escenas puntuales y escribir los diálogos a James Asmus, un guionista que pasó por varios comics de Marvel sin cosechar ningún suceso. Básicamente, la llegada de Asmus cambia poco a Thief of Thieves. El tono es el mismo, la forma en que la historia se va tensando es la misma, una vez más están muy bien dosificadas las revelaciones impactantes, bien mechados los flashbacks y bien explorado el potencial de estos personajes.
En ese sentido, Kirkman y Asmus se esfuerzan por dejarnos en claro que acá no hay buenos. Los protagonistas, que son Conrad Paulson y su hijo Augustus, son definitivamente jodidos. Con más códigos, con menos códigos, más cancheros, más inexpertos, más fríos, más desesperados, pero nunca catalogables como “buenos tipos” ni mucho menos como “héroes”. Si Conrad arriesga más de la cuenta es porque, en el fondo, no puede ir contra el amor por su hijo y siente la obligación de ayudarlo. Y a la vez la compulsión de demostrarle a Augustus quién es el que la tiene más clara y quién el boludo que se manda una cagada atrás de otra. Como suele suceder en el comic yanki, para que el lector digiera más fácil el hecho de que los protagonistas no son buenos, el guión los enfrenta a unos hijos de puta infinitamente malos, de modo que –hagan lo que hagan Conrad y Augustus- uno no duda nunca por quién tiene que hinchar.
De nuevo con poca acción, con mucha atención por los climas y un gran oído para los diálogos, este tomo de Thief of Thieves mantiene el muy buen nivel del Vol.1. La intriga está intacta, la runfla está espesa y por ahí lo único que se resiente un poquito es el desarrollo de las dos minitas con mucho peso en el primer tomo, Celia y la agente Cohen, obviamente en detrimento del rol muy protagónico que asume Augustus, que en el Vol.1 aparecía recién sobre el final. En el último tramo de este tomo se da una casualidad medio imposible (perdón por no explicarla, pero no la quiero spoilear), pero la verdad es que está bien justificada y además es exactamente lo que uno quería que sucediera. Así que la banco.
Vuelvo a recomendar Thief of Thieves, a los fans de la historieta distinta, realista y/o urbana, a los fans de Shawn Martinbrough (que se dibuja la vida, en ese estilo un toque más “careta” que el que tenía hace 10 años), y por supuesto a la gran masa del pueblo que se supo conquistar el gordo Kirkman con sus trabajos más pochocleros, como Invincible y The Walking Dead. Yo sigo sin leer ninguno de los dos, pero –aún desde la ignorancia- sospecho que Thief of Thieves les gana por choreo.
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domingo, 1 de diciembre de 2013
01/ 12: THIEF OF THIEVES Vol.1
Hasta ayer, yo era virgen de Robert Kirkman. Como ya conté varias veces, nunca leí The Walking Dead, ni vi un sólo capítulo de la serie de TV. Tampoco leí lo que hizo para Marvel, ni Invincible, ni la del hombre lobo, ni esa bizarreada del dinosaurio cuyo nombre no recuerdo. Como mucho, me habré cruzado con Kirkman en alguna antología de Image, con una historia cortita. Y ni siquiera estoy muy seguro de eso.
Pero claro, la obra de este gordo con cara de copado (que está viendo si se compra Suiza o Fort Knox) es muy amplia y bastante diversa, con lo cual es muy probable que uno muerda alguno de los muchos anzuelos que tira. Yo mordí con Thief of Thieves, porque me interesó la temática (un comic de base 100% realista protagonizado por el mejor ladrón de todos los tiempos) y porque el dibujante es Shawn Martinbrough, del que soy fan desde que dibujó esa serie rarísima de The Creeper, hace como 15 años.
Una vez que tuve el TPB en la mano, descubrí que en Thief of Thieves el gordo Kirkman tira los argumentos y otro guionista (en este caso, Nick Spencer, del que también había leído poco y nada) se encarga de darle forma a los guiones. Felizmente, ambos salen muy bien parados. Este primer arco me atrapó desde la primera página y me tuvo hipnotizado hasta la última. Las claves son dos, me parece. Primero, la excelente construcción de los personajes, basada sobre todo en unos diálogos afiladísimos, que los pintan a la perfección. Y después, la forma en la que Kirkman y Spencer van complicando GRADULAMENTE la trama. Cada X páginas, cuando vos creés que ya tenés armado “el mapa” de la serie, aparece un personaje nuevo y eso reordena todo el tablero, suma conflictos, resignifica los que ya están en marcha, le agrega espesor a los dilemas morales que atormentan desde el inicio a Conrad Paulson (alias Redmond), nuestro duro protagonista.
Thief of Thieves es un comic con poquísima acción, que le juega todas las fichas a la investigación, la planificación y la runfla. De ahí salen unos robos brillantes, con giros totalmente impredecibles, dignos de los mejores episodios de Los Simuladores, más un montón de traiciones (algunas reales, otras orquestadas para engañar giles) y un montón de aprietes jodidos como enema de chimichurri. Y todo cierra, nada parece traído de los pelos, nada rompe un verosímil construído en base a la vida y el entorno de este personaje acostumbrado a vivir al límite, pero al que le llega la hora de replantearse muchísimas cosas.
Lo único cuestionable es que se nota demasiado que el comic está pensado como el storyboard de una serie de TV. Posta, sólo falta que el TPB incluya las tandas publicitarias entre bloque y bloque. Thief of Thieves es un comic y a la vez es un pitch, una propuesta para dejarle en el escritorio a los productores que deciden en qué proyecto de serie de TV poner la tarasca. Y es probable que la serie se haga, lo cual a) me importa un carajo, porque igual no la voy a ver y b) no creo que afecte en nada a la calidad de la historieta, porque si la hacen como The Walking Dead, es probable que en un punto agarre para otro lado.
La única consecuencia negativa de que esto sea un pitch es que Martinbrough está muy “domesticado”, a años luz de sus laburos más zarpados. Este es el Martinbrough de los últimos años (el que vimos el 05/01/13 en un tomo de DMZ), prolijo, realista, muy volcado al laburo con fotos, una especie de Michael Lark o Sean Phillips pero más “careta”, con el estilo menos marcado. Acá Martinbrough refuerza el guiño al storyboard a través de la brutal hegemonía de las viñetas “widescreen”, un truco cuyas posibilidades narrativas entiende y maneja a la perfeccion, aunque a uno le gusta más cuando la puesta en página es más variada, menos predecible. Aún “domesticado”, Martinbrough es un buen dibujante, sólido, consistente, y el trabajo de Félix Serrano en el color lo apuntala muchísimo. O sea que esto –careta y todo- se ve muy bien.
Si nunca leiste nada de Robert Kirkman y te preguntás cómo encarar este verdadero fenómeno sin hacerte adicto a TWD (que vendría a ser el equivalente comiquero del paco), entrale con confianza a Thief of Thieves. Es una historieta adulta, intensa, muy bien pensada, muy bien ejecutada, sin el más mínimo elemento fantástico, y repleta de momentos muy tensos, muy dramáticos, de esos que rara vez aparecen en los comics más pochocleros. Y si está muy cara, choreátela ;)
Pero claro, la obra de este gordo con cara de copado (que está viendo si se compra Suiza o Fort Knox) es muy amplia y bastante diversa, con lo cual es muy probable que uno muerda alguno de los muchos anzuelos que tira. Yo mordí con Thief of Thieves, porque me interesó la temática (un comic de base 100% realista protagonizado por el mejor ladrón de todos los tiempos) y porque el dibujante es Shawn Martinbrough, del que soy fan desde que dibujó esa serie rarísima de The Creeper, hace como 15 años.
Una vez que tuve el TPB en la mano, descubrí que en Thief of Thieves el gordo Kirkman tira los argumentos y otro guionista (en este caso, Nick Spencer, del que también había leído poco y nada) se encarga de darle forma a los guiones. Felizmente, ambos salen muy bien parados. Este primer arco me atrapó desde la primera página y me tuvo hipnotizado hasta la última. Las claves son dos, me parece. Primero, la excelente construcción de los personajes, basada sobre todo en unos diálogos afiladísimos, que los pintan a la perfección. Y después, la forma en la que Kirkman y Spencer van complicando GRADULAMENTE la trama. Cada X páginas, cuando vos creés que ya tenés armado “el mapa” de la serie, aparece un personaje nuevo y eso reordena todo el tablero, suma conflictos, resignifica los que ya están en marcha, le agrega espesor a los dilemas morales que atormentan desde el inicio a Conrad Paulson (alias Redmond), nuestro duro protagonista.
Thief of Thieves es un comic con poquísima acción, que le juega todas las fichas a la investigación, la planificación y la runfla. De ahí salen unos robos brillantes, con giros totalmente impredecibles, dignos de los mejores episodios de Los Simuladores, más un montón de traiciones (algunas reales, otras orquestadas para engañar giles) y un montón de aprietes jodidos como enema de chimichurri. Y todo cierra, nada parece traído de los pelos, nada rompe un verosímil construído en base a la vida y el entorno de este personaje acostumbrado a vivir al límite, pero al que le llega la hora de replantearse muchísimas cosas.
Lo único cuestionable es que se nota demasiado que el comic está pensado como el storyboard de una serie de TV. Posta, sólo falta que el TPB incluya las tandas publicitarias entre bloque y bloque. Thief of Thieves es un comic y a la vez es un pitch, una propuesta para dejarle en el escritorio a los productores que deciden en qué proyecto de serie de TV poner la tarasca. Y es probable que la serie se haga, lo cual a) me importa un carajo, porque igual no la voy a ver y b) no creo que afecte en nada a la calidad de la historieta, porque si la hacen como The Walking Dead, es probable que en un punto agarre para otro lado.
La única consecuencia negativa de que esto sea un pitch es que Martinbrough está muy “domesticado”, a años luz de sus laburos más zarpados. Este es el Martinbrough de los últimos años (el que vimos el 05/01/13 en un tomo de DMZ), prolijo, realista, muy volcado al laburo con fotos, una especie de Michael Lark o Sean Phillips pero más “careta”, con el estilo menos marcado. Acá Martinbrough refuerza el guiño al storyboard a través de la brutal hegemonía de las viñetas “widescreen”, un truco cuyas posibilidades narrativas entiende y maneja a la perfeccion, aunque a uno le gusta más cuando la puesta en página es más variada, menos predecible. Aún “domesticado”, Martinbrough es un buen dibujante, sólido, consistente, y el trabajo de Félix Serrano en el color lo apuntala muchísimo. O sea que esto –careta y todo- se ve muy bien.
Si nunca leiste nada de Robert Kirkman y te preguntás cómo encarar este verdadero fenómeno sin hacerte adicto a TWD (que vendría a ser el equivalente comiquero del paco), entrale con confianza a Thief of Thieves. Es una historieta adulta, intensa, muy bien pensada, muy bien ejecutada, sin el más mínimo elemento fantástico, y repleta de momentos muy tensos, muy dramáticos, de esos que rara vez aparecen en los comics más pochocleros. Y si está muy cara, choreátela ;)
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