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sábado, 15 de mayo de 2021
10 al 16 de MAYO
Buenas, ¿cómo va? Yo a full, trabajando muy duro rumbo a la recta final del nº2 de Comiqueando Digital. Tengo algunas cositas para reseñar, así que ahí vamos.
Empezamos en 1968, el año que me vio nacer, con L´Astronave Pirata, una obra muy rara dentro de la fascinante e idiosincrática bibliografía de ese monstruo milanés llamado Guido Crépax . L´
Astronave Pirata es una aventura de ciencia-ficción muy lineal en su planteo argumental, para nada críptica, sin diálogos retorcidos, sin bajada de línea política y sin escenas de sexo. –Pará: ¿estás seguro de que es de Crépax?. Sí, incluso en aquellos álgidos años finales de la década del ´60, Crépax podía bajar un cambio y contar una aventura clásica, apta para todo público, centrada en la acción, el ritmo y las posibilidades argumentales que le brindan una extensa serie de elementos fantásticos. No encontré el dato de dónde se publicó originalmente L´Astronave Pirata, es decir, si nació como una novela gráfica de poco más de 100 páginas, o si esto es la recopilación de algo que fue serializado en varios episodios en alguna publicación semanal o mensual. Si el día de mañana alguien me dice que se serializó en una publicación infanto-juvenil (una especie de Pilote italiana), no me sorprendería para nada, porque se trata de una obra relmente muy accesible.
La innovación constante, la pasión por romper siempre los límites de lo que se puede hacer en una página de historieta que uno asocia naturalmente con la figura de Crépax, acá la vamos a ver en la faz gráfica. Sin saltos al vacío, sin firuletes que compliquen la fácil lectura, con una puesta en página que prioriza siempre la agilidad del relato, acá el creador de Valentina sorprende con su virtuosismo apabullante en el manejo del blanco y negro, de la figura humana y –sobre todo- en el estallido de imaginación que pone al servicio de las naves, los decorados y la vestimenta de los personajes. Es una historieta en blanco y negro, pero tan bien puesto que te imaginás los colores, aparecen y se desarrollan atmósferas y sensaciones visuales que uno asocia inmediatamente con el color. Y me sorprendió también con el uso de las onomatopeyas, que tienen un peso enorme en la composición de las viñetas y tienen mucho más que ver con la estética de Jack Kirby que con la de Crépax, o la de cualquier otro autor europeo de los ´60.
La verdad que la pasé muy bien. Me enganchó la aventura, el desarrollo de personajes funciona, los conceptos limados también, y por ahí Crépax no es el dibujante más indicado para la épica, o para las peleas cuerpo a cuerpo entre muchachos (y chicas) musculosos con super-armaduras futuristas, pero la verdad que en L´Astronave Pirata todo se ve demasiado bien como para colgarnos en ese tipo de objeciones. Un clásico a reivindicar, sin dudas.
Salto a Argentina, donde me llevé otra sorpresa con Faz, una breve historieta realizada y editada en 2020 por Scuzzo. Para mí, Scuzzo era un ilustrador y diseñador del carajo, pero no me lo imaginaba como historietista. Y acá le alcanzaron 28 páginas para subirse al vagón de los GRANDES historietistas. Faz parte de una idea genial, que está brillantemente desarrollada, en el espacio justo y con una altísima calidad en el dibujo, el color y los diálogos.
Como en todo lo que hace Scuzzo, hay una utilización muy ingeniosa de la estética retro de los ´80, que acá se ve incluso en las publicidades en joda que acompañan a la historieta. Y la historieta está realmente buenísima. Scuzzo ofrece una narrativa muy ajustada, con muchos cuadros por página, todo bien compacto, sin nada librado al azar, con momentos muy graciosos, momentos shockeantes, momentos angustiantes… Un relato realmente muy logrado, que por supuesto si fuiste fan de The A Team (o Brigada A) te va a llegar mucho más. Gloriosas las referencias a películas y programas de TV, que van incluyen a Rambo, Los Simuladores, Seinfeld, El Chavo del 8 y South Park, entre varios más. Todo eso le da un plus a Faz que lo hace más memorable todavía. Ojalá que esto se venda mucho y Scuzzo se anime a producir aunque sea 28 páginas de historieta por año a este nivel.
Y termino con otra publicación argentina de 2020, el libro La Pandemia de mi Vida, que recopila historietas humorísticas de Ernán Cirianni, centradas en la vida del autor durante la extensa cuarentena que nos comimos el año pasado. El libro arranca con una historieta de cuatro páginas a todo color, que tiene un problema: es tan buena, que prácticamente nada de lo que vemos en las 96 páginas posteriores logra ese mismo impacto. De todos modos, me reí bastante, encontré situaciones muy graciosas, en las que me sentí identificado, o asqueado, o conmovido por el nivel de patetismo que Ernán le pone a este retrato de su vida cotidiana. Más allá del dibujo (del que ya hablamos bastante en otras reseñas dedicadas a los trabajos anteriores del autor), siempe aparecen esas frases explosivas que no te ves venir y que te arrancan una carcajada.
¿Hacían falta 100 páginas? Creo que no, que quizás pasando un peine más fino, se podrían haber elegido menos historietas y tener un libro que compile lo mejor, no TODO lo que produjo Ernán durante la cuarentena. Es loable el ejercicio de haber producido todo ese material a ese ritmo y en esas condiciones, pero no sé si se justifica tener todo en libro, a menos que seas MUY fanático del autor. Como crónica limada, desopilante, por momentos desgarradora de lo que fue la cuareterna, La Pandemia de mi Vida funciona muy bien. Como obra, como colección de historietas pensadas para que el lector diga “Qué capo Cirianni, le compro todo lo que publique de acá en más”, no tengo dudas de que hay otros títulos del autor que funcionan mejor.
Uh, me fui al carajo. Cierro acá y la seguimos la semana que viene. No se olviden de pasar por https://comiqueandoshop.blogspot.com/. Faltan poquitos días para que se termine la oferta de los cuatro números de Comiqueando Digital por $ 1000, así que yo que ustedes la aprovecho. Gracias y hasta pronto.
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Ernán Cirianni,
Guido Crépax,
Scuzzo
viernes, 28 de febrero de 2020
VIERNES CON HUMOR
Parecía que no, pero me
clavé nomás 10 entradas durante Febrero. Esta vez, con dos libritos que abordan
desde dos ópticas muy distintas la temática del humor, de la comedia basada en
la realidad cotidiana de gente común y corriente (o casi).
Arranco en 1998, cuando se
publica el Vol.70 de Betty and Veronica Double Digest, un librito de 196
páginas en un formato chiquito (16.5 x 12.5), parecido al de los tomitos de
manga pero a todo color y con papel no choto, pero tampoco de gran calidad. Me
encanta el formato, me parece genial para leer muchas páginas por poca guita de
cualquier historieta que no esté muy sobrecargada de texto ni tenga más de
siete u ocho viñetas por página. Los Double Digest de Archie Comics además eran
especialmente baratos, porque de las 196 páginas sólo SEIS eran material 100%
nuevo, generado para esta publicación. El resto son reediciones de muchísimas
historietas y chistes que van de media página a 11 páginas, con una amplia
mayoría de historias de cinco páginas. Lamentablemente, la única que incluye
créditos para los autores involucrados es "Party Anyone?", la historieta inédita
con la que abre el librito. En el resto del material, hay que jugar a “Adivine
quién Dibuja”.
En general, los dibujos
son muy buenos, muy competentes, con la información justa en cada viñeta,
personajes fácilmente reconocibles, muchísima atención a los detalles en
materia de peinados y vestimenta (se supone que el público mayoritario de Betty
y Veronica son chicas que se fijan mucho en eso) y sobre todo una narrativa
diáfana, cristalina, a prueba de idiotas. Varias cosas me llamaron la atención:
A) Si bien muchas de estas historias datan de fechas muy anteriores a 1998, no
se sienten especialmente anticuadas. O la moda de los jóvenes cambió poco, o
los comics de Betty y Veronica estuvieron varias décadas anclados en mismo
lugar en materia gráfica y de temas a tocar. B) Bajo el título englobador de
“Betty and Veronica” el tomito incluye un montón de historietas de Archie en
las que las chicas tienen roles secundarios, y también unas cuantas de Sabrina,
de Li´l Jinx y hasta de Josie & the Pussycats en las que la rubia y la
morocha ni aparecen. C) Pasadita
la mitad del tomo, aparece una historia corta (5 páginas) en la que –sin
ninguna explicación- Archie y sus amigos viven en la Prehistoria. Posta, no es
un sueño de Jughead, nadie se lo está imaginando, son cinco páginas en las que
esa es “la realidad”.
Y destaco dos historietas
que me gustaron mucho: “Meet the Gang”, en la que Pop nos cuenta uno por uno
quiénes son los integrantes del elenco de las series de Archie (esta habría que
incluirla en todos los tomitos a modo de introducción), y “Writer´s Cramp”, con
un par de vueltas de tuerca muy divertidas en apenas seis páginas. El resto,
nada, lo de siempre, todo muy light, muy para pibit@s de 11 años. No está mal,
pero no te leo más de 200 páginas de esto por año ni drogado.
Salto a Argentina, año
2019, cuando se publica Guapo, el nuevo trabajo de Ernán Cirianni, también muy
centrado en relaciones románticas, pero muy idas al carajo. Ya desde el dibujo
y la forma de rotular los diálogos queda claro que esto no es Betty y Veronica.
Ernán va a fondo con la temática sexual, mete escabio, drogas, escatología, no
le importa absolutamente nada. La gran mayoría de las historias son secuencias
que transcurren entre dos personas a puertas cerradas, muy basadas en los diálogos.
Casi obritas de teatro, similares a las de Copi pero más difíciles de
representar con actores porque en los relatos de Ernán el protagonista/autor casi
siempre pela un portentoso miembro viril que será manoseado, chupeteado o
introducido en algún orificio por las mujeres con las que interactúa.
Pero lo más interesante
(creo yo) no es el desparpajo estético de Ernán, ni la forma bestial de abordar
la temática del sexo. A mí lo que más me impactó cómo detrás de los excesos y
la salvajada, Ernán desliza un contenido filosófico riquísimo, de gran
profundidad. En los diálogos pre o post-garches, se habla del capitalismo, de
la utopía, de la alienación, de la violencia, de la marginación, de los deseos
y fantasías que reprimimos, de lo poco idónea que resulta la educación que nos
dan nuestros padres para salir a enfrentarnos a un mundo y una sociedad atroces
y despiadadas… Hay una bajada de línea muy pensada, muy bien insertada en un
contexto de risas y descontrol. Y eso hace que Guapo, además de hacerme soltar
estruendosas carcajadas me moviera a reflexionar acerca de temas espesos. Sin
duda, un plus alucinante.
Como siempre, la entrada a
la fiesta es un toque cara, porque te tenés que bancar todo tipo de
desprolijidades en el trazo y sobre todo en el rotulado. Pero es así, los fans
de Cirianni ya estamos acostumbrados, ya aprendimos a disfrutarlo así. Si eso
no te ahuyenta, con Guapo vas a ser muy feliz.
Nada más por este mes.
Gracias y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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Ernán Cirianni
domingo, 14 de julio de 2013
14/ 07: ALGO IMPOSIBLE
Sin saberlo con certeza, estoy bastante seguro de que algún día alguien lo agarró a Peter Bagge y le dijo “flaco, si te ponés un poquito más las pilas y te rompés un poquito más el culo, vas a poder vivir de dibujar historietas”. Ernán Cirianni es el Peter Bagge de una realidad paralela en la que nunca existió esa conversación. Ernán y Bagge no son de la misma generación, ni nacieron del mismo lado del mundo, pero comparten la mirada aguda sobre la sociedad en la que viven, la facilidad para plasmar diálogos MUY reales en sus viñetas, y sobre todo la furia, la mecha encendida para que –cuando el lector menos se lo espera- detonen esas expresiones de cuerpos y rostros totalmente sacados, totalmente volcados a la emoción más exacerbada.
Pero claro, a Ernán le chupa un huevo dibujar bien. Se apoya todo el tiempo en su trazo nervioso, urgente, una especie de cable pelado debajo del cual se nota la ausencia de boceto, de planificación. Y le queda bien. Hay que no entender un carajo para cerrarle las puertas a Cirianni porque dibuja así nomás, con un grafismo que es más caligrafía que dibujo. Lo más interesante es que el dibujo es grotesco y despojado, mientras que los temas que tocan los personajes (dos varones de casi 40, anónimos ambos) son profundos, complejos y van todo lo a fondo que se puede ir en una historieta cuyo principal objetivo es divertir. Los textos son amenos, gancheros, repletos de ideas ricas para pensar, debatir o simplemente cagarse de risa.
Pero claro, ahí aparece un problema que me parece un poquito más insalvable: Ernán rotula con el mismo descuido con el que dibuja. Así es como los diálogos no sólo sufren esa caligrafía temblorosa y desprolija, sino que además tienen tachaduras, faltas de ortografía y signos de puntuación que brillan por su ausencia. Por supuesto, un rotulado digital prolijito y careta no le quedaría nada bien a una historieta como Algo Imposible. Pero tiene que haber un punto medio, algo que refleje la sensibilidad de Ernán como autor y a la vez invite al lector a quedarse, no a tirar el librito a la mierda al grito de “Me empomaron, pagué $ 35 un fanzine de mierda”. No sé si el autor es consciente de la cantidad de gente que “le hace patito” a sus obras por el tema del rotulado.
El resto está buenísimo, es un comic en el que durante 47 páginas sólo hay tipos hablando Y es algo difícil de hacer, no sólo porque se te tiene que ocurrir, sino porque además tenés que remar mucho para mantener la atención del lector durante todas esas páginas de tipos sentados frente a una taza de café. De alguna manera, Algo Imposible no sólo se hace llevadero, sino adictivo. No querés que se termine, querés que siga la charla, en el bar o por teléfono, no importa. Enorme mérito de un loco de mierda, un kamikaze, un tipo al que nada le gusta más que armar su ranchito por afuera del cánon y hacer la suya, para divertirse él y que se diviertan sus amigos. Ernán Cirianni no se quiere romper el culo para vivir de dibujar historietas. Prefiere limar en su mundo, pasarla bien, hacer lo que se le cante la chota. Si no te gusta su onda, su estética o los temas que toca, todo bien, seguro habrá miles de autores que se esfuerzan día a día para que a vos y a miles más les guste lo que hacen. El esfuerzo de Ernán está puesto en otro lado y -en libros como este- da frutos riquísimos.
Pero claro, a Ernán le chupa un huevo dibujar bien. Se apoya todo el tiempo en su trazo nervioso, urgente, una especie de cable pelado debajo del cual se nota la ausencia de boceto, de planificación. Y le queda bien. Hay que no entender un carajo para cerrarle las puertas a Cirianni porque dibuja así nomás, con un grafismo que es más caligrafía que dibujo. Lo más interesante es que el dibujo es grotesco y despojado, mientras que los temas que tocan los personajes (dos varones de casi 40, anónimos ambos) son profundos, complejos y van todo lo a fondo que se puede ir en una historieta cuyo principal objetivo es divertir. Los textos son amenos, gancheros, repletos de ideas ricas para pensar, debatir o simplemente cagarse de risa.
Pero claro, ahí aparece un problema que me parece un poquito más insalvable: Ernán rotula con el mismo descuido con el que dibuja. Así es como los diálogos no sólo sufren esa caligrafía temblorosa y desprolija, sino que además tienen tachaduras, faltas de ortografía y signos de puntuación que brillan por su ausencia. Por supuesto, un rotulado digital prolijito y careta no le quedaría nada bien a una historieta como Algo Imposible. Pero tiene que haber un punto medio, algo que refleje la sensibilidad de Ernán como autor y a la vez invite al lector a quedarse, no a tirar el librito a la mierda al grito de “Me empomaron, pagué $ 35 un fanzine de mierda”. No sé si el autor es consciente de la cantidad de gente que “le hace patito” a sus obras por el tema del rotulado.
El resto está buenísimo, es un comic en el que durante 47 páginas sólo hay tipos hablando Y es algo difícil de hacer, no sólo porque se te tiene que ocurrir, sino porque además tenés que remar mucho para mantener la atención del lector durante todas esas páginas de tipos sentados frente a una taza de café. De alguna manera, Algo Imposible no sólo se hace llevadero, sino adictivo. No querés que se termine, querés que siga la charla, en el bar o por teléfono, no importa. Enorme mérito de un loco de mierda, un kamikaze, un tipo al que nada le gusta más que armar su ranchito por afuera del cánon y hacer la suya, para divertirse él y que se diviertan sus amigos. Ernán Cirianni no se quiere romper el culo para vivir de dibujar historietas. Prefiere limar en su mundo, pasarla bien, hacer lo que se le cante la chota. Si no te gusta su onda, su estética o los temas que toca, todo bien, seguro habrá miles de autores que se esfuerzan día a día para que a vos y a miles más les guste lo que hacen. El esfuerzo de Ernán está puesto en otro lado y -en libros como este- da frutos riquísimos.
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