Ya falta poco para que los comics de Vertigo vuelvan a ocupar un lugar destacado en este blog, con bastante más presencia que la que tuvieron en los últimos meses. Y calentamos motores con esta historieta, originalmente publicada en la editorial Caliber (allá por 1995-96) y recientemente recopilada por el ignoto sello TransFuzion. Se trata de uno de los primeros trabajos de Mike Carey (guionista recontra-identificado con Vertigo), y probablemente del primer trabajo de Michael Gaydos, uno de los cracks del semillero de Caliber. Y tal como te imaginás con sólo ver la portada, se podría haber publicado tranquilamente en mi sello favorito.
El dibujo de Gaydos es excelente. Al ser publicado en blanco y negro, se aprecia un gran manejo del pincel, de la mancha y del equilibrio entre espacios blancos y masas negras. Y aún así, se nota tanto la influencia de los maestros del estilo pictórico (básicamente la de George Pratt y Kent Williams) que estaría alucinante ver esta historieta coloreada con esa técnica. Gaydos se banca muy decorosamente un montón de páginas de ocho viñetas, trabaja sobre grillas clásicas, sin saltos al vacío, y le pone a las expresiones faciales una onda infrecuente en los autores de línea pictórica. Un muy buen trabajo de este grosso que explotaría años más tarde de la mano de Brian Michael Bendis.
El guión de este Carey primerizo tiene varios hallazgos, pero creo que el principal es el equilibrio entre acción e introspección. Al personaje central le pasan cosas por fuera y por dentro en partes iguales, lo que permite darle distintos matices a la historia. Esto también logra un efecto muy vertiguesco, que es que la trama central, la epopeya, avance a un ritmo bastante lento, mientras los personajes se cuelgan en extensos diálogos pensados para dotar de más tridimensionalidad a héroes y villanos, bien colocados entre peripecia y peripecia.
No quiero contar mucho sobre la trama, porque me gustaría que la buscaras y la leyeras. Básicamente es la historia de un tipo que cree ser alguien pero en realidad es otra persona. No es fácil darse cuenta de eso, y menos si te cae la ficha cuando en la tercer página alguien te mata y descendés al Infierno. En ese contexto transcurre la saga de John Travis, a quien acompañarán una chica con poder de robar formas y un ídolo, un viejo conocido, el maestro Nostradamus. Y en frente, Lord Baal, que no es un gran comediante de los ´70 y ´80 convertido en viejo patético y baboso, sino uno de los capos de Inferno, la ciudad capital del Infierno.
El final es sorprendente. Vos suponés que, como la serie terminó ahí, en ese quinto episodio, Carey la iba a cerrar de modo bastante definitivo. Bueno, no. La última secuencia, además de ser excelente, es un pase mágico del guionista que convierte a todo lo que leímos hasta ese punto en el prólogo a un segundo arco... que nunca se escribió. ¿Qué pensaba hacer Carey con esta ciudad abisal y sus protagonistas? ¿Para dónde pensaba seguir esta saga de magia, violencia y runflas espúreas? La verdad, ni idea. Pero ahora que Vertigo está reeditando Lucifer en tomos bien gorditos, me la estoy comprando. y pronto la voy a empezar a leer por primera vez. Después de haberme enganchado con Inferno, le voy a prestar MUCHA atención, porque me da la sensación de que hay una conexión entre ambas obras, que algo de lo que Carey construyó en estos cinco episodios puede llegar a reaparecer en aquella obra más extensa (y obviamente más conocida).
Mientras espera su turno el primer libro de Lucifer, recomiendo Inferno a los fans de Mike Carey y Michael Gaydos, a los fans de Vertigo y a los que quieran leer una extraña epopeya sobrenatural, con fantasía, acción, intriga y muy buenos personajes. Esto está muy bien escrito, muy bien dibujado y está tan lleno de buenas ideas como el bunker del PRO de globitos amarillos, que como sustituto de las buenas ideas no están mal.
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domingo, 11 de agosto de 2013
miércoles, 6 de abril de 2011
06/ 04: ALIAS ULTIMATE COLLECTION Vol.2
De todo lo que escribió Brian Michael Bendis para Marvel, esto es lo que a mí más me gusta. Y son, en total, apenas 28 números, contra los pilones y pilones que escribió para Avengers, Ultimate Spider-Man, Daredevil y demás. Acá es donde yo lo veo más suelto, más cómodo, más a gusto, más cerca de su identidad como autor, más fiel a todo lo que hizo (y dijo) en su época de creador indie en la editorial Caliber, que lo vio nacer y lo dejó dibujar (cosa que por suerte no hizo ni en Marvel ni en Image).
¿Te acordás de las maravillas que hablé hace poquito de la Manhunter de Marc Andreyko? Bueno, todo eso se aplica a Alias. De alguna manera, Manhunter es una continuación de Alias, o por lo menos es una segunda aplicación de la misma fórmula. Andreyko fue durante muchos años asistente de Bendis y bueno, cuando le tocó dirigir a él, paró al equipo como lo paraba su jefe. De todos modos, y arrancando de más atrás, Alias llegó mucho más alto que Manhunter. En parte porque (nuevo milagro de Bill Jemas) fue uno de los comics que motivaron la creación del sello MAX, donde los autores pudieron hacer uso y abuso de libertades con las que Andreyko no podía ni soñar en DC. Y en parte porque –como ya lo había hecho en Powers- Bendis encontró la forma de aprovechar la gigantesca mitología superheroica de Marvel sin hacer un comic de superhéroes.
Alias es el comic de Jessica Jones, una ex-superheroína cuya carrera duró poco y se terminó en circunstancias muy heavies, y que ahora sobrevive como investigadora privada. Jessica fuma, se lleva muchachos a la cama y profiere unas guarangadas que ruborizarían al mismísimo Spider Jerusalem. No se viste a la moda, no se maquilla y no se come el código de los superhéroes de jugar siempre limpio. Si te tiene que cagar, te caga. Con el correr de las páginas, Jessica se vuelve un personaje tan complejo, tan bien armado y tan querible, que cuesta creer que uno leyó apenas 28 episodios.
Los 12 últimos están en este tomo, entre ellos los 6 finales, que son inconseguibles tanto en revistitas como en el Vol.4 de la primera colección de TPBs. En esa última saga nos enteramos cómo obtuvo Jessica sus poderes, por qué en un punto dejó el antifaz y el spandex, y quién es el padre del hijo que está esperando. Y el otro arco que ofrece este hiper-TPB es el de Mattie Franklin, la hija adoptiva de J. Jonah Jameson, quien alguna vez fuera Spider-Woman. Las dos historias son un claro ejemplo de cómo en un universo superpoblado de superhéroes y supervillanos también se pueden contar historias humanas, profundas, jugadas, y sí, adultas. Vos sabés que cualquier tipo que logra hacer comic de autor dentro de un universo compartido enseguida se gana mi ovación y bueno, Bendis hizo trampa porque Alias se publicaba por afuera del mainstream, pero sin dudas lo logró. Están Matt Murdock, Luke Cage, los Avengers, la primera Spider-Woman, varios villanos conocidos, pero esto (como en Astro City) no es lo importante. Lo importante es lo que le pasa a Jessica en la calle, en la cama, en la vida. Y encima está todo contado a un ritmo pachorro y repleto de diálogos alucinantes, 100% creíbles, que es como a Bendis le gusta contar.
Por si faltara algo, tenemos a un dibujante copado, Michael Gaydos, otro pibe de la cantera de Caliber, pero que se revela como un buen seguidor de la línea de Micahel Lark y Sean Phillips, con algún toquecito de Dave McKean. Gaydos mete mucha foto retocada (sobre todo en los fondos, para no dibujar a una New York que es casi tan protagonista como Jessica) y aprovecha el ritmo lento y la puesta en escena casi teatral de los guiones de Bendis para repetir muchas veces las mismas viñetas, como una forma de subrayar el hecho de que –a lo largo de páginas y páginas- no vemos más que gente hablando. El grafismo es muy realista, pero con mucha expresividad y las secuencias son tensas, ajustadas, casi claustrofóbicas, y largas, como en los films de Quentin Tarantino.
Alias es, sin dudas, uno de los mejores comics que publicó Marvel en lo que va del milenio. Por suerte, ya no necesitás contratar a una investigadora privada para descubrirlo.
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