el blog de reseñas de Andrés Accorsi
Mostrando entradas con la etiqueta Roger. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Roger. Mostrar todas las entradas

miércoles, 9 de octubre de 2013

09/ 10: VIDAS A CONTRALUZ

Como saben los que siguen hace mucho este blog, la historieta española es fundamental para mi dieta de Comiquero Omnívoro con Gusto Amplio (o COGA). Y hacía más de un mes que no leía nada originado en la península ibérica! Así que hoy me devoré este libro... que se lee muy rápido.
Se trata de una antología de historias cortas, originalmente publicadas en dos comic-books allá por 2002-03, agrupadas por compartir una temática básicamente realista y por ser todas obras creadas en conjunto por el guionista Raule y el dibujante Roger Ibáñez, que firma simplemente Roger. Lo único que no me cerró es eso: que se lee muy rápido. No hay que ser un genio para darse cuenta que una página de comic-book, impresa en un álbum grandote de formato europeo y con tapa dura, pasa automáticamente a tener gusto a poco. En estos libros grandotes y a todo culo, uno está acostumbrado a encontrarse páginas con muchas más viñetas, con más material para leer. Acá hay algunas páginas que llegan a las 9 viñetas, pero son pocas, y ninguna arrima a las 10. Hay muchas más páginas de 3 y 4 viñetas que de 8 y 9. O sea que se hace bastante evidente que se trata de un material pensado para otro formato y uno se pregunta cuál era la necesidad de optar por este.
La calidad de las historietas (que es lo que importa, en definitiva) me dejó bastante satisfecho, sobre todo si pensamos que no conocía a los autores y me compré este libro a modo de timba, de “ver qué onda”. El primer tramo está compuesto por cuatro historias cortas que comparten un mismo planteo: la muerte que le pone fin a una historia de amor. La única floja es la segunda, que no me terminó de atrapar. Las otras tres son muy buenas, a pesar de que la primera y la tercera comparten un mismo recurso narrativo muy ingenioso por parte del guionista. Si tengo que elegir una, me quedo con la cuarta.
El resto del libro ofrece historias mucho más inconexas entre sí, mechadas con poemas ilustrados. La primera, Intimos Desconocidos, es brillante, quizás la mejor de todo el tomo. La segunda es muy breve, apenas dos páginas y el esbozo de una idea. La tercera está muy bien, es una breve historia de memoria, verdad y justicia. La cuarta se juega demasiado al remate y se hace muy corta, tres paginitas que no llegan a plantear con fuerza el conflicto.
Le sigue una de dos páginas (ambas de nueve viñetas) en las que Raule, en vez de contar una historia, nos invita a reflexionar sobre un tema que nos afecta a todos como sociedad. El Danubio Azul nos propone cinco páginas muy logradas, con un muy buen manejo del tempo narrativo, que desemboca en un final muy impactante, dentro del tono de perfil bajo e intimista que comparten todas las historias de Vidas a Contraluz. La anteúltima tiene sólo dos páginas y sobran para plantear una situación y resolverla, siempre desde los diálogos. Es un comic que podría disfrutarse perfectamente sin los dibujos de Roger. Y cerramos con otra historia muy breve (3 páginas) y muy buena, muy bien pensada para meternos rápidamente en la piel de la protagonista y conmovernos.
En casi todas las historias me encontré con un Roger muy influenciado por Adam Hughes, pero a la vez más estilizado, menos realista, como mezclado con Eric Canete, ponele. Eso en la anatomía y en las caras. En la composición de la viñeta, en el ritmo narrativo y en el uso de las masas negras, no tiene nada que ver con ningún dibujante yanki. En estos aspectos se lo ve más europeo, por momentos con la intensidad expresiva de un José Muñoz. Y cuando abandona el realismo y juega a la estética más funny, más caricaturesca, aparece un dibujante exquisito, muy personal, con cositas de Alberto Breccia, de Dante Ginevra, de Iron, aunque sin perder nunca la sobriedad, el cuidado microscópico por los detalles. Y por si faltara algo, el color está muy bien, potencia mucho al dibujo y a los climas que propone el guión, como para redondear una faceta gráfica impecable, aunque no 100% original.
Recomiendo este libro, de una, y me pongo a buscar más obras (en lo posible igual de profundas pero menos melancólicas) de estos dos autores españoles que –dicen por ahí- hace ya varios años que se volcaron al mercado francés. Au revoir!