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sábado, 31 de julio de 2010
31/ 07: BIRTH OF A NATION
Además de Special Forces (de la que ya hablamos), en estos últimos años el incombustible Kyle Baker acumuló muchísimas obras interesantes, entre otras Plastic Man, King David y la impactante Nat Turner. Pero, casi irónicamente, su mejor trabajo es el único en el que el guión no le pertenece. Birth of a Nation (de 2004) es un comic absolutamente bakereano, pero escrito por Aaron McGruder (autor de The Boondocks, una popular tira diaria) y Reginald Hudlin (guionista y director de cine, que llegó al comic para escribir Black Panther).
El hecho de que los tres autores sean negros no es ninguna casualidad. De hecho, la nación a la que alude el título no es otra que Blackland, una región de St. Louis con mayoría de población afroamericana, que decide separarse de los EEUU y convertirse en un país independiente. Suena a algo serio (sobre todo a la luz de que hoy EEUU tiene un presidente negro), pero Birth of a Nation es una gran farsa, una joda inteligentísima y con toques de mala leche, que nace de aquella famosa elección presidencial de 2000, la que George W. Bush le birló a Al Gore, legítimo ganador... si todos los votantes hubiesen podido votar, o si los votos se hubiesen contado como corresponde.
La historia parece por momentos uno de esos grandes episodios de South Park en los que una boludez cotidiana empieza a crecer tipo bola de nieve, a hacerse cada vez más grossa, hasta que ya se le va de las manos a los propios protagonistas y puede terminar en cualquier cosa. Y sí, tanto el desarrollo como el desenlace de la historia de Blackland están totalmente fuera de cualquier pronóstico, incluso de los lectores más curtidos. La historia se construye con coherencia, de modo accesible y lineal, pero pega volantazos alucinantes en los momentos clave que hacen que nunca puedas predecir qué va a pasar con esta nueva nación.
Birth of a Nation es un comic raro, primero porque es político, cosa que no suele suceder con frecuencia, y segundo porque es 100% satírico, y tiene hasta gags verbales y físicos, mientras que en general el comic político suele ser demasiado circunspecto. Pero McGruder y Hudlin hablan de política sin pelos en la lengua, se meten a fondo en los mecanismos del poder y sus consecuencias en la vida cotidiana de la gente, y además le ponen la onda de comedia zarpada y disparatada, esa que Kyle Baker pilotea como los dioses.
El trabajo de Baker es definitivamente fundamental para que la novela gráfica prospere. El glorioso creador de Why I Hate Saturn opta por un trazo muy sencillo, con una línea muy austera y un estilo caricaturesco, casi de animación. Y después realza el dibujo a niveles maradonianos con la computadora, para agregar efectos, texturas, brillos volúmenes, y –obviamente- el color y las letras, que a esta altura son rasgos tan propios de Baker como su propia firma. Como en muchas de sus mejores obras, acá Baker trabaja sin globos de diálogo dentro de las viñetas. Los textos se ubican abajo o al costado de los dibujos y siempre se entiende a quién pertenecen. Para que eso suceda, los guionistas recurren a los medios de comunicación como reemplazo del narrador omnisciente, esa figura mediante la cual el autor suele narrarnos en los bloques de texto cosas que los personajes muchas veces desconocen (o deciden no expresar). El resultado es un hermoso contraste entre una presentación de la página limpita, ordenada y más prolija que armario de puto, y unas viñetas en cuyo interior se desatan pandemoniums página por medio, ya sea por pasiones, luchas de poder, intereses económicos, o lógica reacción del perejil oprimido frente al garca opresor.
Las 137 páginas de Birth of a Nation son una lectura recomendadísima para los fans de: 1) la política, 2) los movimientos por los derechos de las minorías raciales, 3) Kyle Baker, 4) el humor malalechístico acerca de temas socio-políticos, 5) las novelas gráficas originales y zarpadas que se cagan por completo en los géneros más masivos y en el siempre poderoso Más de lo Mismo. Pulenta de la buena.
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Aaron McGruder,
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