el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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sábado, 18 de abril de 2015

18/04: BATWOMAN Vol.3

Ultima reseña desde Santiago de Chile, esta vez para reencontrarnos con esta serie que, con todo en contra, se las ingenió para funcionar como comic de autor adentro del mainstream. Por lo menos hasta que DC se cagó en los autores, como para no perder la costumbre…
Este tomo está tan bueno, que podría ser el último. Acá los co-guionistas W. Haden Blackman y J.H. Williams nos ponen en el plato todo lo que venían cocinando a fuego lento desde el inicio de la serie. Finalmente aparece la villana grossa detrás de todas las amenazas menores a las que vimos enfrentarse a Batwoman, se termina de acomodar la rosca con el DEO, hay un lindo relanzamiento de Bette (algo así como la sidekick de Kate) y avanza grosso el plot romántico con Maggie Sawyer. El final podría ser tranquilamente el final. Cerrar la serie ahí y dejar que pase a la historia, sin tener que pasar por el trauma de que algún imbécil encumbrado en la jerarquía de la editorial le termine bajando el pulgar a una dupla que venía laburando muy, pero muy bien. Por supuesto que para cuando salieron estos episodios, nadie intuía el final que se avecinaba, por eso Blackman y Williams cierran con dos paginitas que abren una nueva saga, con la predecible y bajonera revelación de que un personaje muy importante, al que vimos morir en el TPB escrito por Greg Rucka (ver reseña del 27/10/11), en realidad no murió nada. Y bue… son convenciones del género…
Para resolver el plot central que se había urdido a lo largo de muchos episodios, los autores tienen que dedicarle en este tramo de la saga un espacio considerable a la machaca. Sin dudas, es el tomo de Batwoman con más acción, aunque por suerte no escasean demasiado las otras escenas, las más introspectivas, en las que Blackman y Williams suelen abrirle el juego al resto de los personajes que conforman el elenco. O no, porque el conflicto es de una escala tan grande, que personajes secundarios como Cameron Chase y Maggie Sawyer se ven metidas en un 100% en el bolonki central. Como con el nivel de poder de Batwoman y sus aliadas humanas no alcanza ni ahí para ganarle a la villana hiper-power, entra en escena Wonder Woman, lo cual es muy coherente, pero… ¿qué Wonder Woman? ¿La de la Justice League de Geoff Johns, o la de Brian Azzarello? Respuesta B, maestro. Blackman y Williams se le animaron a la figurita difícil, a la Diana de su propia revista, que también jugaba por afuera de los crossovers, casi por afuera de la continuidad misma del New 52. En un momento menciona a un par de compañeros de la Liga, pero es la Diana de Azzarello, la que está involucrada hasta la… diadema con la mitología griega. Un gran hallazgo para los que somos fans incondicionales de esa serie.
Medio descolgado en plena saga, tenemos (como en varios tomos del New 52 que leí recientemente) el número 0, ese episodio compuesto básicamente de flashbacks al pasado de los personajes. En esta ocasión, esas 20 paginitas se centran en el entrenamiento de Kate para eventualmente lanzarse como Batwoman y ofrece un equilibrio mucho mayor entre piñas y patadas y toda esa parte tan atractiva que tiene que ver con la relación entre la heroína y su padre. Un unitario lindísimo, realmente, que cambia mucho el registro del resto del tomo, pero igual brilla con luz propia.
Y hablando de brillar… salvo 18 paginitas, TODO este tomo está dibujado por J.H. Williams III, en un nivel que no se puede creer. Para los flashbacks del número 0, Williams pela un estilo crudo, adusto, oscuro, una onda David Lapham, David Mazzucchelli, Steve Lieber… que por supuesto le queda bárbaro. Y para todo lo demás, para todas esas páginas repletas de acción y emociones al palo, detona todo su arsenal gráfico, con esas composiciones imposibles. Gracias a la magia de Williams, la página se convierte en un poster, en un laberinto, en una estrella… Nada le interesa más al autor que encontrar formas nuevas, para nada tradicionales, de hilvanar la secuencia narrativa. Así es como encuentra vericuetos imposibles, malabares gráficos y narrativos totalmente inéditos, que sólo se van a volver a ver en un comic si aparece alguien lo suficientemente valiente como para salir a chorear detalle por detalle, las puestas que inventa Williams. Ni hace falta mencionar que el dibujo en sí es fastuoso de punta a punta, ni que los colores de Dave Stewart se ensamblan perfectamente con la arriesgada propuesta visual de Williams para redondear una faz gráfica insuperable. En el episodio que no dibuja J.H. lo tenemos a Trevor McCarthy (suplente al que le habían encajado muchas páginas en el tomo anterior) bastante bien, bastante sólido, pero encolumnado en el más de lo mismo, sin un atisbo de la poderosísima identidad gráfica del titular. Esta vez, además, los autores se las ingeniaron para que el episodio que no dibuja Williams, funcione como un apartado, como un segmento en el que vemos la misma historia, pero contada desde el punto de vista de un personaje (Maggie) que hasta ese punto casi no había aparecido.
Me acuerdo que el Vol.2 me había dejado con algunas dudas, pero la verdad que este tomo me las sacó, así que voy por más Batwoman de Haden Blackman y J.H. Williams III.

viernes, 14 de noviembre de 2014

14/11: BATWOMAN Vol.2

Antes de lo esperado, volví a encontrarme con Kate Kane en esta serie cuyo Vol.1 comentamos hace poco, el 25/09/14.
La crítica esta vez es muy parecida: los co-guionistas J.H. Williams III y W. Haden Blackman no logran que me emocionen las peleas. Contra quién lucha Batwoman y cómo le gana es lo que menos me importa en el mundo. De hecho, a los guionistas tampoco parece calentarles mucho ese tema: en el Vol.1, Batwoman no le ganaba a la villana, sino que llegaba apenas a sospechar que La Llorona era una amenaza “menor”, a las órdenes de alguien más heavy y más pulenta. En este tomo vemos a quién respondía La Llorona y hay muchas, muchas secuencias de peleas. Pero los guionistas armaron a esta amenaza para que tenga en jaque a Kate al largo plazo, entonces ninguna confrontación es definitiva.
Además, para que no nos aburramos con esas luchas bastante anodinas, Williams y Blackman juegan a no contarnos la historia de forma lineal. No sólo mezclan escenas de Batwoman con escenas protagonizadas por el resto del elenco de la serie, sino que la propia machaca entre la protagonista y los villanos está contada en desorden, con idas y vueltas para adelante y para atrás en el tiempo, “rompiendo la diégesis”, diría un intelectual. En el rubro Villanos, me gustó la vueltita que le dan Williams y Blackman a Killer Croc, y la amenaza grossa, la que va a seguir latente (supongo) varios episodios más, también está muy bien pensada. En el rubro Secundarios, esta vez tenemos a Beth en el banco de suplentes, y a Maggie y a Chase muy activas. Pero lo más interesante es que (aunque sea en un rol chiquito) reaparece Jacob, el papá de Kate, que tenía muchísima chapa en las primeras aventuras de Batwoman, las previas al reboot, cuando las esribía el maestro Greg Rucka.
Básicamente, entonces, el atractivo de la serie reside en los personajes, en la muy buena elaboración de Kate Kane y en la muy buena interacción con los secundarios. Las peleas no aportan demasiado, al punto que ni siquiera se terminan de resolver, y los conflictos más interesantes son los que no involucran elementos sobrenaturales, ni piñas ni patadas, sino otro tipo de relaciones humanas. La presión de Chase para alinear a Batwoman con el D.E.O., el romance con Maggie, la responsabilidad de Kate frente a lo que le pasó a Beth, el sorprendente volantazo que pega Maro… con eso alcanza y sobra para mantenernos enganchados, por lo menos hasta que los conflictos que requieren sí o sí de la machaca cobren un poco más de fuerza, o entren en un tramo realmente definitivo.
Y para los que soñábamos con otros seis episodios dibujados por J.H. Williams, sonó el despertador, volvimos al mundo real y nos encontramos con seis episodios SIN J.H. Williams. En los cuatro primeros la tenemos a la talentosa Amy Reeder (a quien descubrimos en el Vol.1 de Madame Xanadu, un lejano 19/01/10), que deja la vida para tratar de recrear la magia de Williams. No tiene al maestro Dave Stewart haciéndole el aguante desde el color, pero tiene esas planificaciones alucinantes, esas páginas dobles repletas de acción y vértigo en las que juega a full con la ubicación y los contornos de las viñetas. Esto genera un contraste muy marcado con las escenas más tranqui, en las que el dibujo se hace más convencional, sin llegar a verse adocenado, o “del montón”, porque la verdad es que Reeder dibuja bastante por encima de la media de los “obreros del mainstream”. En los dos episodios finales, bajamos un poquito el listón para fumarnos a Trevor McCarthy, un dibujante claramente más convencional, muchísimo más lejos que Reeder del nivel impuesto por J.H. Williams. Por suerte McCarthy se hace cargo (en la medida de sus posibilidades) de que Batwoman es una serie con una identidad gráfica muy particular, y mal que mal se esfuerza por respetarla, por no dejar que esto parezca un comic más de disfrazados que cagan a trompadas.
Por ahora Batwoman conserva el irresistible aroma del “comic de autor dentro del mainstream” porque no tiene crossovers ridículos ni apariciones forzadas de los otros personajes de Gotham. Pero cuando no dibuja J.H. Williams III parte de esa fuerte impronta autoral se diluye, o queda en la mímica. Veremos qué onda el Vol.3 (que leeré el año que viene) y en base a eso decidiré si la banco hasta el final.

jueves, 25 de septiembre de 2014

25/09: BATWOMAN Vol.1

Hace ya mil años, un 27/10/11, me tocó leer aquel primer TPB de Batwoman, con las historias escritas por Greg Rucka para Detective Comics, antes de que llegara el polémico reboot de toda la línea de DC y el guionista se esfumara sin dejar rastros. Para el lanzamiento del New 52, se puso finalmente en marcha la serie mensual de Batwoman, ahora con J.H. Williams III compartiendo los guiones con W. Haden Blackman.
En aquella ancestral reseña yo especulaba con qué elementos estaría bueno conservar y cuáles no para aprovechar el cambio de continuidad. Y no, el maestro Williams no me dio pelota y conservó a esas criaturas híbridas (mitad humanas, mitad animales) que eran lo que menos me cerraba de los guiones de Rucka. Por otro lado, mandó al banco de suplentes al papá de Katherine Kane que acá casi no aparece (aunque sospecho que volverá) y condenó al limbo de los “desaparecidos” a Renée Montoya, un personaje al que Rucka había laburado muchísimo, y que en la continuidad del New 52 hasta ahora sólo aparece en una especie de “cuadro de honor” de la policía de Gotham. Williams III y Blackman refuerzan el elenco de secundarios con tres minas que ya tenían su historia en el antiguo DCU: la capitana de policía Maggie Sawyer (me parece que re-escrita para que sea más joven y no tenga hijos), Bette Kane (originalmente presentada como Batgirl, sidekick de Batgirl, y luego reconvertida en Flamebird, miembro tercerón de algún que otro grupo de Titans) y la más interesante: Cameron Chase, la implacable agente de la DEO, cuya efímera serie mensual tuvo como dibujante al mismísimo J.H. Williams III, allá por 1998, antes de consagrarse con Promethea.
Supuestamente, el plot central de este tomo es la lucha contra La Llorona, una especie de amenaza sobrenatural. Pero hay una idea argumental que los guionistas urden para que avance “por detrás” de la trama principal, y es tan atractiva que termina por eclipsarla. Con pocos meses de trabajo en Gotham, Batwoman recibe una oferta de Batman para unirse a Batman Inc., mientras que en paralelo la empieza a acosar la DEO (a ella y a su sidekick) para que acepte unirse a la agencia que dirige el siempre ambiguo Bones. Esta tensión, estas roscas paralelas entre dos equipos que quieren comprarle el pase a la nueva estrella del DCU, me resultó mucho más atractiva que el conflicto con “la villana” de turno.
Aunque, en rigor de verdad, lo más atractivo es la compleja personalidad de Kate Kane, algo que Williams III y Blackman lograron conservar de la breve y apasionante etapa de Greg Rucka. Los recuerdos de su madre, la relación con su malograda hermana melliza, los pases de factura con su padre, los escarceos románticos (y eróticos) con Maggie, los diálogos afilados con Bette, ese trato extraño que se establece entre Kate y Batman, son todos detalles que no tienen que ver con la machaca ni con la aventura, pero que hacen de Batwoman un personaje con muchísima carnadura, muchísima tela para cortar, cada vez más lejos de “la versión berreta y lesbiana de Batman” que pudo haber sido en manos de autores menos competentes.
Quizás lo más notable de todo sea que J.H. Williams III se animó a hacerse cargo de los guiones sin mezquinarnos ni un milésimo de su enorme talento como dibujante. Todos los prodigios que le vimos hacer en la faz gráfica del tomo escrito por Rucka se ven de nuevo en este, escrito por él mismo. Distintas aproximaciones a la línea, que varía de secuencia en secuencia, una simbiosis alucinante con la paleta del maestro Dave Stewart, un trabajo impresionante en caras, cuerpos y fondos, y sobre todo esa personalísima forma de plantear la página, de hilvanar la secuencia en viñetas que cambian de tamaño, de contorno, de recorrido. Los recursos narrativos de Williams III son muchísimos y además son propios, no son repetidos. Por eso sorprenden tanto y le agregan tanto impacto y tanto placer a la lectura de estas historias.
Como tantos otros artistas, J.H. Williams III se fue de DC luego de un choque con los coordinadores. Pero antes de despedirse nos dejó una interesante cantidad de historietas de Batwoman en las que logró hacer comic de autor dentro del mainstream, en un nivel muy, muy infrecuente. Volveremos en unos meses a revisitar a Kate Kane.

jueves, 27 de octubre de 2011

27/ 10: BATWOMAN: ELEGY


No sorprendo a nadie –creo- si digo estar frente a un muy buen comic. El guionista es Greg Rucka, que ya dio sobradas muestras de su capacidad para escribir excelentes historietas de fuerte impronta autoral, incluso dentro del mainstream e incluso dentro de la órbita de los títulos de Gotham City. Por el lado del dibujo, lo tenemos al imparable J.H. Williams, que venía de romperla primero en Promethea (el trabajo que lo recontra-consagró) y después en Desolation Jones (que pasó un cachito desapercibido, pero es un comic del mega-carajo). O sea que antes de abrir el librito había algo así como una garantía de calidad.
Y por suerte, una vez que lo leés no defrauda para nada. Esta nueva Kathy Kane es un personaje muy, muy bien elaborado, lanzado en las páginas de 52, donde suceden muchas cosas a las que Rucka hace referencia en Elegy. De hecho, esta saga es secuela directa de la aventura inicial de Batwoman serializada en 52. Por suerte hay mucho más que eso. Elegy es apenas la primera de las dos sagas que incluye el tomo. A lo largo de esas… 90 páginas, Rucka establece y desarrolla un conflicto: la reaparición de la Religión del Crimen y la lucha de Batwoman contra la maligna y demencial líder de este culto. Eso está bueno. Pero después arranca un segundo arco, titulado Go!, que es realmente grosso. La estructura es muy rara: es una saga que consiste en un 95% de flashbacks, hechos que recorren el pasado de Kathy, desde su infancia hasta sus primeras incursiones por la noche de Gotham. En el 5% restante avanza la trama en la que Batwoman investiga la identidad de la líder de la Religión del Crimen, a paso lento, de modo burocrático, tranqui, a un ritmo totalmente distinto que el que vimos en Elegy. La acción y la emoción de Go! están invariablemente en los flashbacks. Pero hete aquí que la secuencia final, la resolución de la investigación de Batwoman, pega un giro grossísimo, que resignifica todo lo demás: el pasado de Kathy, su primera lucha contra este culto (la que se vio en 52), la confrontación que vimos en Elegy… todo. Un pase de manos de Rucka y ya está: quedás pidiendo a gritos más aventuras de Batwoman.
Y hay, pero muy poquitas: apenas una trilogía escrita por Rucka y dibujada por Jock, y después la nueva serie regular, la que debutó este año, ya sin Rucka, y en la que no sé si se retoma algo de lo que se plantea en Elegy y Go!. Ojalá J.H. Williams pueda recuperar lo mejor de esta primera etapa, que es sin duda la profundidad que tiene Kathy como personaje, su relación con su padre (un personaje secundario cuya chapa rivaliza con la de Alfred, Gordon, o el que vos quieras), el tira y afloje en su relación romántica con Renée Montoya, su independencia respecto de Batman… Si con la excusa de “es una nueva continuidad” pinta barrer algo debajo de la alfombra, por ahí yo barrería a esas criaturas híbridas (mitad humanas, mitad animales) que desentonan un poco con la onda realista del dibujo y de los comics urbanos en general.
Pero quedémonos con el dibujo, que es impresionante. Acá J.H. estrena estilo nuevo, mucho más sintético que el anterior, con menos mancha negra y más trabajo en función del color (el maestro Dave Stewart honra sobradamente esa confianza). También lo vemos jugar con estilos distintos para los distintos flashbacks (ahí vemos al Williams de Promethea y a otro Williams nuevo, más cercano a Dave Lapham, Sean Phillips o Michael Lark) y sobre todo con la puesta en página, el armado de las secuencias, la forma de las viñetas. Obviamente, después de Promethea, ningún desafío en materia de narrativa debería asustar a J.H.. Acá hace uso y abuso de esa cancha y se luce con puestas jugadísimas, de esas en las que cualquier otro dibujante se haría crosta contra un poste. En los flashbacks de Go!, Williams va a una narrativa más clásica, pero en las secuencias del presente, apuesta muy, muy fuerte por impactarnos con planificaciones que desafían incluso la imaginación de los que veníamos siguiendo sus obras anteriores.
Y bueno, así es como un personaje a priori poco interesante (una Batman con tetas, torta y con menos chapa) se convirtió en la protagonista de un comic muy, muy recomendable, que desafía los límites del mainstream y que tiene muy merecidos los premios que cosechó. No sé si hacía falta otro justiciero disfrazado de murciélago, pero el nivel visto en este libro justifica la movida.