Una conocida técnica narrativa, aplicada por cientos de guionistas buenos, mediocres y chotos, consiste en arrancar una historia no donde empieza, sino en su climax, en su punto crítico, ese en el que la tensión dramática llega a su máximo nivel. Si eso no engancha al lector, nada lo hará. Y si lo engancha, siempre habrá tiempo para calzar un flashback que recuente los hechos más relevantes que llevaron a la historia a ese punto crucial, definitivo. En esta obra, originalmente realizada para el mercado italiano, el prolífico guionista uruguayo Rodolfo Santullo elige llevar este recurso al extremo: la historia de 40 Cajones empieza exactamente por el final.
Basada libremente en un capítulo de Drácula, la seminal novela de Bram Stoker, 40 Cajones narra el fatídico viaje de la goleta Demeter, desde Rumania hasta el puerto inglés de Whitby. Y empieza cuando la Demeter ariba a este puerto! Las seis primeras páginas nos muestran la sorpresa y el desconcierto de las autoridades portuarias, ya que la goleta se había dado por perdida semanas atrás. Cuando suben a cubierta se encuentran con un ominoso cuadrúpedo mezcla de perro, lobo y criatura del Averno, que rápidamente se da a la fuga. También encuentran al cadáver del capitán Strogoff y por supuesto, a su bitácora, que narrará con lujo de detalles todo lo sucedido hasta la muerte del capitán.
De ahí en más, sólo la última página nos traerá de regreso al “presente” en el puerto de Whitby. Las 38 páginas restantes funcionan como un extenso flashback en el que el capitán nos narra los padeceres de la tripulación de la Demeter, en un viaje plagado de horror y muerte. O sea que hay un salto al vacío por parte del guionista, ya que va a ocupar casi toda la novela contándonos cómo sucedió lo que los lectores ya sabemos que sucedió. Es obvio que todos los tripulantes van a morir y es obvio que esa criatura infernal tiene mucho que ver con las muertes.
Por suerte, y a pesar de lo complicado del brete en el que se metió, Santullo pilotea (o timonea, en este caso) la historia con oficio, principalmente a partir del manejo de los personajes, a los que logra dotar de humanidad y tridimensionalidad. Esto, combinado con el innegable atractivo del clima (una onda Alien en la que una amenaza cuasi-invisible e invencible se va cargando de a uno a todos los tripulantes de una nave) logran mantener alta la tensión y lograr unas cuantas secuencias impactantes, aunque ninguna pega tanto como la de la llegada de la Demeter al puerto. Santullo se da incluso el lujo de meter flashbacks dentro del flashback! En su bitácora, el capitán rememora cuándo y cómo fue que aceptó la misión de trasladar esos 40 cajones con tierra desde Transilvania a Inglaterra, lo cual funciona muy bien para romper la monotonía que presuponen casi 40 páginas arriba de un barco.
A la hora de buscar dibujante, Santullo no arriesgó en lo más mínimo: le puso todas las fichas a Jok, un dibujante de probada solvencia, al que le encantan las historias de terror y los climas oscuros. El trabajo de Jok es impecable y logra lucirse a pesar de la gran cantidad de páginas con ocho o más cuadritos. Acá hay un tipo que sabe componer la viñeta, cuidar los detalles de la narrativa, prestar atención a la iluminación, a los fondos, al vestuario, a las expresiones faciales. Jok no es un virtuoso: es una máquina de absorber conocimientos, un autor que nunca para de evolucionar ni de sorprender. Lástima la impresión del libro, que nos presenta los colores muy lavados, muy diluídos. Las masas negras (importantes en todo comic de terror) acá son grises, como si faltara un poco de contraste, y eso desluce un poco una faz gráfica impecable. Ojalá haya una segunda edición en la que esto se corrija, o mejor aún, una edición de 40 Cajones en blanco y negro, para que se aprecie aún más el gran dibujo de Jok, vibrante y crepuscular.
Si te gustan los vampiros, o las historias de terror, o sos fan del guionista uruguayo o del dibujante argentino, embarcate en esta aventura truculenta y llena de riesgos que –felizmente- llegan a buen puerto.
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sábado, 8 de diciembre de 2012
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