Segundo y último tomo de esta serie, que luego de este arco argumental se convertirá en una sucesión de miniseries en las que el Capi América compartirá protagonismo con distintos héroes y heroínas, guiado por distintos autores, ninguno demasiado relevante.
La saga central de este tomo se desprende de un What If…? escrito por Roy Thomas en 1977, que con buen criterio se reproduce en el libro. Es una aventura autoconclusiva que transcurre en una realidad alternativa, en la que los Invaders no se separan tras la Segunda Guerra Mundial. Por el contrario, suman a un nuevo Capitán América y un nuevo Bucky (los originales supuestamente estaban muertos), a algunos héroes más, y se enfrentan a varias amenazas de la posguerra. El villano es un poderoso androide llamado Adam II, diseñado por el Profesor Horton, y con la capacidad y los recursos para crear nuevos androides, con los que planea reemplazar a hombres clave de la política. Los Invaders impedirán que Adam II suplante con un androide a un joven John F. Kennedy, pero en la lucha morirá este Capi América sustituto, también conocido como Spirit of ´76. Fin.
Ahora a Ed Brubaker y James Asmus se les ocurre tomar esa historia, implantarla en la realidad posta, y darle una secuela ambientada en el presente. El pibe que reemplazó a Bucky en los ´40 ahora es un viejo choto, pero volverá a la acción junto a Steve Rogers y a Jim Harper (la Antorcha Humana original, otra creación del Profe Horton) para tratar de detener un nuevo plan maestro de Adam II, ahora más poderoso y más malo que en el What If…?. Esta vez, la historia no bordea la bizarreada, sino que está contada en un tono oscuro, dramático, con muchas más pretensiones de realismo. Y la verdad es que los méritos se quedan en el muy buen nivel de los diálogos. El resto es un aventura menor, sostenida en un villano fácil, obvio, al que casi no hay que laburar, porque está clarísimo que al final lo van a hacer boleta y va a volver a convertirse en un personaje oscuro, olvidado, al que sólo recordarán los fans más extremos, los verdaderos arqueólogos de back issues.
Pero bueno, Marvel tiene estas cosas… Te zambullís en un pilón de viejos números de What If…?, encontrás uno en el que aparecen personajes que hoy tienen revista propia, y con mínimos ajustes, de aquellas 32 paginitas setentosas sacás una saga nueva de 100 páginas. Lo que hicieron Asmus y Brubaker es tan fácil que casi da bronca, pero tampoco se puede decir que la historia esté mal. Se basa en consignas muy traídas de los pelos, es bastante predecible, hace un poco de trampa (porque el Bucky posta no aparece) y tiene mucho más impacto que sustancia. En síntesis, sólo se la recomiendo a los completistas que quieran tener TODO lo que escribió Ed Brubaker durante sus largos años en las series del Capi. O a los hardcore fans de los Invaders, que quizás haya alguno.
El dibujo del arco central está a cargo del enorme Francesco Francavilla, coloreado por sí mismo, como me gusta a mí. El tano se luce con su manejo del claroscuro, juega a full con la puesta en página, pone en práctica un montón de trucos de narrativa tomados del cine y le da un power bien crudo, bien jodido a las violentas escenas de acción. Quizás este no sea su mejor trabajo, pero igual es impecable.
Y hablando de power bien crudo, la historieta de los Invaders de 1977 está dibujada por el legendario maestro Frank Robbins, ya mayor, ya lejos de su mejor momento, pero al que todavía le sobraban ideas y fuerza para contar buenas secuencias de acción y machaca. Visto hoy, el Robbins de fines de los ´70 nos parece medio grotesco, medio granguiñolesco; y eso no habla mal de Robbins, sino de nosotros, que de alguna manera nos fuimos sofisticando y hoy ya no nos cierra mucho esa polenta, ese trazo vigoroso, ese pincel que se llevaba al mundo por delante y que caracterizaba a este narrador quintaesencial, al que mucho recomiendo, sobre todo en su tira para los diarios (Johnny Hazard) y en sus trabajos para DC de principios de los ´70.
Me faltan varios meses para volver a leer comics del Capi América, pero hay más. Siempre hay más.
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lunes, 4 de agosto de 2014
sábado, 21 de junio de 2014
21/ 06: THIEF OF THIEVES Vol.2
Segundo tomo de esta serie que me sorprendió muy favorablemente allá por el 01/12/13. Recomiendo releer esa reseña, así me ahorro de repetir unas cuantas cosas.
En el dibujo, por ejemplo, hay poco para agregar a lo ya dicho. Quizás la feliz novedad de que la hegemonía de las viñetas widescreen se siente un poquito menos. No mucho más.
En el guión hay un cambio importante y es que esta vez Robert Kirkman le pasa la responsabilidad de desarrollar la historia, armar las escenas puntuales y escribir los diálogos a James Asmus, un guionista que pasó por varios comics de Marvel sin cosechar ningún suceso. Básicamente, la llegada de Asmus cambia poco a Thief of Thieves. El tono es el mismo, la forma en que la historia se va tensando es la misma, una vez más están muy bien dosificadas las revelaciones impactantes, bien mechados los flashbacks y bien explorado el potencial de estos personajes.
En ese sentido, Kirkman y Asmus se esfuerzan por dejarnos en claro que acá no hay buenos. Los protagonistas, que son Conrad Paulson y su hijo Augustus, son definitivamente jodidos. Con más códigos, con menos códigos, más cancheros, más inexpertos, más fríos, más desesperados, pero nunca catalogables como “buenos tipos” ni mucho menos como “héroes”. Si Conrad arriesga más de la cuenta es porque, en el fondo, no puede ir contra el amor por su hijo y siente la obligación de ayudarlo. Y a la vez la compulsión de demostrarle a Augustus quién es el que la tiene más clara y quién el boludo que se manda una cagada atrás de otra. Como suele suceder en el comic yanki, para que el lector digiera más fácil el hecho de que los protagonistas no son buenos, el guión los enfrenta a unos hijos de puta infinitamente malos, de modo que –hagan lo que hagan Conrad y Augustus- uno no duda nunca por quién tiene que hinchar.
De nuevo con poca acción, con mucha atención por los climas y un gran oído para los diálogos, este tomo de Thief of Thieves mantiene el muy buen nivel del Vol.1. La intriga está intacta, la runfla está espesa y por ahí lo único que se resiente un poquito es el desarrollo de las dos minitas con mucho peso en el primer tomo, Celia y la agente Cohen, obviamente en detrimento del rol muy protagónico que asume Augustus, que en el Vol.1 aparecía recién sobre el final. En el último tramo de este tomo se da una casualidad medio imposible (perdón por no explicarla, pero no la quiero spoilear), pero la verdad es que está bien justificada y además es exactamente lo que uno quería que sucediera. Así que la banco.
Vuelvo a recomendar Thief of Thieves, a los fans de la historieta distinta, realista y/o urbana, a los fans de Shawn Martinbrough (que se dibuja la vida, en ese estilo un toque más “careta” que el que tenía hace 10 años), y por supuesto a la gran masa del pueblo que se supo conquistar el gordo Kirkman con sus trabajos más pochocleros, como Invincible y The Walking Dead. Yo sigo sin leer ninguno de los dos, pero –aún desde la ignorancia- sospecho que Thief of Thieves les gana por choreo.
En el dibujo, por ejemplo, hay poco para agregar a lo ya dicho. Quizás la feliz novedad de que la hegemonía de las viñetas widescreen se siente un poquito menos. No mucho más.
En el guión hay un cambio importante y es que esta vez Robert Kirkman le pasa la responsabilidad de desarrollar la historia, armar las escenas puntuales y escribir los diálogos a James Asmus, un guionista que pasó por varios comics de Marvel sin cosechar ningún suceso. Básicamente, la llegada de Asmus cambia poco a Thief of Thieves. El tono es el mismo, la forma en que la historia se va tensando es la misma, una vez más están muy bien dosificadas las revelaciones impactantes, bien mechados los flashbacks y bien explorado el potencial de estos personajes.
En ese sentido, Kirkman y Asmus se esfuerzan por dejarnos en claro que acá no hay buenos. Los protagonistas, que son Conrad Paulson y su hijo Augustus, son definitivamente jodidos. Con más códigos, con menos códigos, más cancheros, más inexpertos, más fríos, más desesperados, pero nunca catalogables como “buenos tipos” ni mucho menos como “héroes”. Si Conrad arriesga más de la cuenta es porque, en el fondo, no puede ir contra el amor por su hijo y siente la obligación de ayudarlo. Y a la vez la compulsión de demostrarle a Augustus quién es el que la tiene más clara y quién el boludo que se manda una cagada atrás de otra. Como suele suceder en el comic yanki, para que el lector digiera más fácil el hecho de que los protagonistas no son buenos, el guión los enfrenta a unos hijos de puta infinitamente malos, de modo que –hagan lo que hagan Conrad y Augustus- uno no duda nunca por quién tiene que hinchar.
De nuevo con poca acción, con mucha atención por los climas y un gran oído para los diálogos, este tomo de Thief of Thieves mantiene el muy buen nivel del Vol.1. La intriga está intacta, la runfla está espesa y por ahí lo único que se resiente un poquito es el desarrollo de las dos minitas con mucho peso en el primer tomo, Celia y la agente Cohen, obviamente en detrimento del rol muy protagónico que asume Augustus, que en el Vol.1 aparecía recién sobre el final. En el último tramo de este tomo se da una casualidad medio imposible (perdón por no explicarla, pero no la quiero spoilear), pero la verdad es que está bien justificada y además es exactamente lo que uno quería que sucediera. Así que la banco.
Vuelvo a recomendar Thief of Thieves, a los fans de la historieta distinta, realista y/o urbana, a los fans de Shawn Martinbrough (que se dibuja la vida, en ese estilo un toque más “careta” que el que tenía hace 10 años), y por supuesto a la gran masa del pueblo que se supo conquistar el gordo Kirkman con sus trabajos más pochocleros, como Invincible y The Walking Dead. Yo sigo sin leer ninguno de los dos, pero –aún desde la ignorancia- sospecho que Thief of Thieves les gana por choreo.
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