Este mes estuvimos a full con los grandes guionistas británicos: Alan Grant, John Wagner, Warren Ellis, Grant Morrison, Mark Millar, Peter Milligan... ¿Nos faltaba alguno? Y sí, uno un cachito grosso. Pero acá está.
Skizz es una obra muy menor dentro de la impresionante trayectoria de Alan Moore (que de él se trata), por varios motivos. En primer lugar, es breve (menos de 100 páginas); en segundo lugar, responde al encargo de un editor (de la revista 2000 A.D.) que le pidió “una historia onda E.T., pero en Inglaterra”; y tercero, se trata de una aventura tranqui, con pocas pretensiones, apoyada en que el lector siempre sabe lo que va a pasar.
Dentro de ese corralito, el Mago de Northampton se las rebusca para meter sutiles toques de su habitual virtuosismo: hay bloques de texto maravillosos, gran desarrollo de personajes, muchísimo ritmo (la aventura no se frena ni siquiera cuando en protagonista está en cautiverio), muchos diálogos muy buenos, y lo más interesante, que es la mirada crítica a la sociedad británica de su época (1983). El recurso satírico de mirar a una sociedad desde afuera, desde los ojos del alienígena o el forastero, no lo inventó Alan Moore (ni los creadores de Alf), sino que existe dentro de la literatura humorística hace miles de años. El Mago lo utiliza a la perfección para hablar de una Inglaterra contaminada, apática, insolidaria, sin ejemplos ni motivaciones copadas para los jóvenes. Este aspecto del guión, la crítica despiadada disfrazada de humorada, es la rendija por la que Moore manda un mensaje, tira temas para que te quedes pensando cuando se te termina la adrenalina de la aventura y bajás a tierra.
El resto, te va a gustar si te gustó E.T., y te va a parecer una gilada atómica si E.T. te pareció una gilada atómica. La historia es básicamente la misma, excepto que el amiguito del alien no es un nene, sino una quinceañera rebelde que escucha a Madness y a su vez tiene amigos un poquito más bravos que los de Elliott, el nene de la famosa peli de Steven Spielberg. Ah, y acá el alien es especialista en idiomas, lo cual justifica que para la segunda mitad de la obra hable un inglés más que aceptable, muy por encima del clásico “phone home”.
Para acompañar al ídolo, acá tenemos a Jim Baikie, un dibujante bastante querido por los ingleses (de hecho, escribió y dibujó él solito dos sagas más de Skizz) y siempre muy resistido por los yankis. De todas las obras de Baikie que conocía, esta es –lejos- la que más me gustó y creo que se debe a que Skizz es en blanco y negro. En la portada, que obviamente es a color, Baikie parece un clon mediocre de Alfonso Azpiri. Adentro, en las páginas en blanco y negro, vemos a un dibujante sólido, con imaginación, con muchos recursos, que busca innovar con la puesta en página sin sacrificar claridad y cuyos personajes transmiten con fuerza las emociones jodidas que les hace sentir Moore. Me hizo acordar mucho a los dibujantes de “segunda línea” de las antologías españolas de los ´80: Leopoldo Sánchez, Florenci Clavé, Amador García, Joan Boix cuando no choreaba a Breccia... En los mejores momentos, Baikie arrima al nivel de un Manfred Sommer, ponele, con esa impronta realista, con rasgos elegantes y un claroscuro bien marcado. Nada que ver con esos laburos duros, toscos, que hizo en los ´80 para DC, ni con su estilo más caricaturesco, que es el que le vimos en las historias cortas que hacía para Tomorrow Stories.
Repito, entonces, lo que ya dije alguna vez, cuando repasamos las tres series que escribió Moore para 2000 A.D.: The Ballad of Halo Jones es imprescindible. D.R. & Quinch es muy graciosa, pero no indispensable. Y Skizz... es rara. No termina de ser ni cómica ni seria, es un refrito de un concepto que estaba de moda en ese momento, se nota claramente que está hecha “para pagar las expensas”, y aún así tiene su bagaje de buenas ideas, buenos personajes, buenos textos y una bajada de línea para el lado correcto. Clava lejos de las obras fundamentales del Mago, es cierto, pero ni en pedo la ponemos con las impresentables. Si te propusiste leer TODAS las historietas de Alan Moore, le podés entrar con confianza, sin ponerte el traje anti-boñiga radioactiva que hay que usar para leer casi todo lo que hizo en Image en los ´90.
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viernes, 31 de mayo de 2013
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