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martes, 19 de noviembre de 2024
POR FIN DE VUELTA
Me costó un montón encontrar un tiempo para leer y reseñar libros, pero acá estamos, siempre en offside, robándole horas a la Comiqueando Digital.
Hoy freno un cachito mi maratón de comic español, para irme a Noruega, a descubrir los primeros trabajos del incomparable Jason. Les Poches Pleines de Pluie (los bolsillos llenos de lluvia) es una antología de casi 150 páginas que reúne historietas realizadas por Jason entre 1992 y 1999, en la etapa embrionaria de una carrera que ya lleva más de 25 años de enorme (y merecido éxito). Hay ilustraciones, tiras cómicas, historietas de poquitas páginas y hasta una historieta larga, (la que da título al libro) de 48 páginas.
Lo más interesante es que en muy, muy pocas de estas páginas vemos el estilo gráfico que identificamos al toque con el nombre de Jason. La mayoría son o bien historietas en las que el noruego está en busca de ese estilo tan característico, o bien historietas en las que prueba con una estética totalmente distinta, al punto que si no te dijeran que son de Jason, jamás te darías cuenta. Gracias a este libro, podemos ver cómo en los ´90 Jason generaba material que llevaba un rumbo muy distinto al de las obras con las que se consagraría en el Siglo XXI. En la extensa Les Poches Pleines de Pluie, por ejemplo, Jason parece un autor del indie norteamericano. La puesta en página y el ritmo remiten enseguida a Adrian Tomine, mientras que el grafismo se parece al de David Lapham, Jason Lutes, Eric Shanower... por momentos algún chispazo más europeo, tipo Dominique Hé o Daniel Ceppi... Se nota en qué momento descubre a Teddy Kristansen, en qué momento a James Kochalka, en qué momento a Tony Millionaire... por momentos aparecen yeites típicos de Christophe Chabouté... todo esto en historias cortas, de modo que el salto de un estilo a otro no parezca un ataque de esquizofrenia, sino una búsqueda por parte del autor.
Los guiones de estas historias cortas dibujadas "a lo norteamericano" no me llamaron demasiado la atención, tal vez por el impacto que me produjo ver a Jason dibujar en estos estilos que no asociaba para nada con él. En cambio, en las historietas que son estéticamente más parecidas a las que ya conocía, me enganché mucho más con los relatos. Acá hay pequeñas variaciones del estilo habitual de Jason: un pincel más grueso y peludo en vez de la línea finita, siempre del mismo grosor; experimentos raros con el claroscuro; grises aplicados con tramas mecánicas; personajes más "orgánicos" y más expresivos, más "Disney", si se quiere... y una historieta gloriosa en la que Jason demuestra que puede reproducir todos los rasgos del estilo de Basil Wolverton, incluso la clásica fórmula del guion de aventuras de los años ´50. Mi historieta favorita del libro dura una sola página: está dibujada por Jason en su estilo más conocido y tiene unos homenajes gloriosos a Hugo Pratt y Moebius. Después hay algunas entretenidas, con diálogos punzantes, y hasta con referencias a Ernest Hemingway, una especialidad del noruego. Y otras muy crípticas, regidas por una lógica más cercana al sueño, o al capricho, que están bien dibujadas, pero nada más.
Para el fan de Jason, Les Poches Pleines de Pluie está muy bueno, porque es el "Year One", es la revelación de qué caminos recorrió el ídolo hasta llegar al estilo en el que se asentó y la rompió toda. Para el que no es fan de Jason, no creo que sea ni un buen punto de ingreso al maravilloso mundo del noruego, ni tampoco una lectura fundamental.
Me voy con otra antología, un nuevo especial de 100 páginas de los que publicó DC para conmemorar los 80 años de sus personajes más icónicos. Hace un par de años vimos el del Joker (07/09/22) y creo que ya conseguí todos los demás, pero hoy tengo para reseñar el de Aquaman. Siempre con la restricción de resolver las historietas en ocho páginas, pero con la libertad de poder ambientarlas en cualquier época de la rica historia del personaje (o incluso traer de vuelta a iteraciones que hoy no se consideran canónicas), diez equipos creativos se tiraron a la pileta, obviamente con resultados disímiles. En el primer turno, tenemos un guion cumplidor de Jeff Parker, muy bien dibujado por Evan "Doc Shaner", con un Aquaman que encaja con la versión actual, o por lo menos de 2021, que fue cuando salió este especial. Para la segunda regresa el equipo integrado por Geoff Johns y Paul Pelletier, para una excelente historia centrada en la relación entre Jackson Hyde (el Aqualad moderno) y Black Manta. En la tercera, Arthur y Garth (también en sus versiones actuales) confrontan con la Dama del Lago, aquella que le diera a Aquaman la mano de agua con poderes mágicos allá por 2003... pero ni el guion de Michael Moreci ni el dibujo de Pop Mhan me generaron ningún interés. A Stephanie Phillips se le ocurre la buena idea de hacer interactuar al Aquaman de los ´80 (el del traje inspirado en el del bailarín Mijail Barishnikov) con el inmortal Arion. Lástima que el ignoto dibujante (Hendry Prasetya) le pone cero onda al relato. Las versiones Silver Age de Arthur, Garth y Mera protagonizan un guion muy livianito de Shawn Aldridge (otro ilustre desconocido), bastante bien dibujado por el siempre sólido Tom Derenick.
Marguerite Bennett nos trae al Aquaman y la Mera del universo paralelo de las DC Bombshells, en una aventura rara pero interesante, con lindos dibujos de Trung Le Nguyen. Un tal Cavan Scott se reúne con Scott Eaton para una breve historia ambientada en alguna época de Aquaman que no logré identificar... y tampoco me calenté mucho, porque la historia cuenta algo tan chiquito que en vez de ocho páginas podrían haber sido cuatro. También con el Aquaman actual, hay una muy buena historia que gira en torno a su vínculo con Orm (Ocean Master) a cargo de más autores que no conocía: Dan Watters y Miguel Mendonça. El equipo creativo que estuvo a cargo de Aquaman allá por el 2000-2001, integrado por el mítico Dan Jurgens y el notable Steve Epting, se reúne para una historia que conecta con la saga principal de aquella etapa y que está bastante bien. Black Manta es el protagonista excluyente de una historia corta escrita por Chuck Brown y con hermosos dibujos de Valentine de Landro, que es medio un prólogo a una serie o miniserie que encabezaría el icónico villano (y que nunca leí). Y finalmente, otra historia con el Aquaman, el Aqualad y la Mera actuales, donde regresa el Scavenger, nos cuentan un poquito más sobre Andrina Curry (la hijita de la pareja) y no mucho más. Escribe el eficaz Brandon Thomas y los dibujos, realmente logradísimos, son del peruano Diego Olórtegui, una dupla que también lanzaría poco después una serie centrada en Arthur y Jackson.
No hay que ser un genio para deducir que, al tratarse de un personaje eternamente segundón (cuando no tercerón), DC le retaceó un poco la apuesta en materia de grandes nombres a este especial. Comparás la lista de autores con la que participó en el especial del Joker (o en otros que veremos a futuro) y esto es un equipo del Nacional B, con muchos pibes de las inferiores. Pero dentro de todo zafa, hay bastante material más que digno que entretiene más allá del pedigree de los autores involucrados. Si sos fan de Aquaman, timbeale los u$ 10 del precio de tapa, que no te vas a arrepentir. Y menos si (como yo) conseguís la portada que homenajea a los años ´70, dibujada como los dioses por el insuperable José Luis García López.
Perdón me fui al carajo con la extensión de los textos. Corto acá, que está por empezar el partido de Argentina. Nos reencontramos pronto (creo) y nos vemos el miércoles 27 a las 22:30 en un nuevo episodio en vivo de Agenda Abierta, en el canal de YouTube de Comiqueando.
miércoles, 31 de julio de 2024
TARDE NUBLADA
Pero por lo menos no hace el frío horroroso que hacía anoche... Tengo varios libros leídos, veremos hasta dónde llego con las reseñas en el rato libre que encontré para sentarme a escribir.
Me devoré el Vol.8 de Monster, la estiradísima y laberíntica serie de Naoki Urasawa, que ya está ahí nomás del desenlace. En este masacote pasan unas cuantas cosas... y casi todas deberían haber pasado mucho antes. Personajes que estuvieron miles de páginas sin verse las caras se vuelven a encontrar, se resuelven algunos enigmas, gente que había perdido la memoria de golpe la recupera, y así es como en una cantidad de páginas relativamente acotada, cambia el statu quo de la serie. Después de infinitos tomos en los que el esquivo Johan logra burlar todos los que intentan dar con su paradero, ahora se pone de moda averiguar dónde está y tres personajes distintos (Tenma, Eva y Nina) deciden ir a confrontar con él, cada uno por la suya. El único obstáculo que queda entre el villano y sus perseguidores ahora es la policía, porque son los únicos que todavía no entendieron quién es realmente Johan, la magnitud de su maldad, lo oscuro de su pasado y el rol que juega en esa gigantesca conspiración de la extrema derecha para quedarse con el poder político en toda Europa. A unas 100 páginas del final de este tomo, UN policía, el Inspector Weisbach, va a atar algunos cabos que pueden ponerlo también a él tras la pista de Johan, y ahí ya serían cuatro los personajes que lo irían a buscar para el gran final. Por favor, Urasawa, no la cagues, que por primera vez en varios años cierro un tomo de Monster muy cebado por lo que puede llegar a pasar en el próximo.
Vuelvo sobre un detalle que quizás se te pasó por alto. El villano más heavy de Monster no juega solo. De hecho, ni siquiera juega para él mismo. Responde a otro villano más poderoso y más hijo de puta que es una conspiración política de extrema derecha. Subrayo esto porque hoy en Argentina gobierna... la extrema derecha. No es una extrema derecha antisemita como la que imagina Urasawa (de hecho, sobreactúa su amor por Israel y el judaismo), pero se le cae la careta cuando reivindica a los milicos genocidas que llevaron adelante la última dictadura cívico-militar, que si no eran más hijos de puta que los nazis, es porque pierden la final en la definición por penales. De hecho, no hace falta forzar demasiado el sentido de Monster para leerlo como un manga sobre Verdad, Memoria y Justicia, porque tenemos secuestros, torturas y hasta pibitos a los que les robaron la identidad. La diferencia es que acá los crímenes de lesa humanidad no los cometen las fuerzas del Estado, sino gente de mierda que opera por la suya.
De nuevo, entre esta procesión interminable de escenas que aportan ínfimas gotitas de información para resolver los misterios, hay momentos muy interesantes, un par de escenas de acción vibrantes, muy buenos diálogos (traducidos con jerarquía por Agustín Gómez Sanz) y -sobre todo- un nivel de dibujo descomunal. Realmente prodigioso lo de Urasawa, una cátedra, una proeza, porque nunca se tira a chanta, nunca baja el listón. Lleva miles y miles de páginas allá arriba, y eso es una parte fundamental de lo que hace que el lector se interese por estos personajes. Ya estoy a casi nada del final. Prometo liquidar Monster en Agosto.
Nos vamos al Jasonverso. ¿WTF?!? ¿Hay un Jasonverso? Yo creía que no, pero me topé con Siempre nos Quedará Pamplona, una novela gráfica del astro noruego publicada en 2021, en la que distintos personajes de distintas obras de Jason se conocen e interactúan entre sí. El protagonista es, otra vez, Ernest Hemingway, a quien el autor había puesto en el centro de la acción en la obra que vimos acá en el blog un lejano 13/06/10. El escritor y su grupete de amigos intelectuales y borrachos con sede en París van a conocer a ¡Athos!. Sí, el mosquetero al que vimos protagonizar la obra que reseñé el 05/10/12, que sigue vivo en 1925 (y más allá). Jason incluso aprovecha el detalle de que -en su estilo adusto, con poca variación en los rasgos de los personajes- Hemingway y Athos son casi idénticos, y eso que parece una boludez, tiene peso en un momento de la trama. Pero además, en la segunda parte de la novela, Hemingway se involucra en un plan para... asesinar a Adolf Hitler, algo que Jason ya había hecho en "J´ai tué Adolf Hitler", una obra breve del 2006 que leí de prestado antes de empezar con el blog... en la que el protagonista también tiene los mismos rasgos que Athos y Ernest. O sea que, con un pase de magia, estas tres obras pasan a compartir una misma continuidad.
Ojo: que esto no te haga suponer que Siempre nos Quedará Pamplona es una epopeya cósmica tipo Crisis on Infinite Earths. Para nada. Esto es 100% Jason. O sea, tenemos personajes que hablan, que escabian, que se enamoran, que cada tanto cogen, que de vez en cuando se enojan y se agarran a trompadas, o que simplemente se quedan en silencio. Sin dudas es Hemingway el personaje que más le interesa desarrollar al autor, y lo hace con ese ritmo pachorro, con la grilla de cuatro viñetas iguales que no se rompe prácticamente nunca en las 150 páginas que tiene el libro, y con ese dibujo prolijito, estático, despojado, pensado para des-enfatizar la acción y la violencia en los -no tantos- momentos en los que aparecen.
Me cuesta postular si al lector que no conoce a Jason y sus obras anteriores esto le resultará atractivo o no. Probablemente se enganche más con la segunda parte (la misión para infiltrarse en Berlín y cargarse al führer) que con la primera, que es más un slice of life casi existencialista, donde todo pasa por los vínculos entre los personajes, sus reflexiones, miedos, inseguridades, romances, secretos inconfesables, borracheras, chistes pelotudos y demás. Pero me animo a afirmar que si ya estás adentro, si ya te enganchaste con la forma de urdir ficciones de este autor, y más si leíste las obras a las que resignifica en esta novela, Siempre nos Quedará Pamplona te va a resultar cautivante y no la vas a querer soltar hasta el final. Como no soy muy conocedor de la obra literaria de Ernest Hemingway, en una de esas me estoy perdiendo muchas referencias más, a cosas que escribió este excéntrico personaje en la vida real. La verdad que no lo sé. Pero me encantó reencontrarme con el Hemingway de Jason, al que recordaba haber querido mucho cuando leí el otro comic del noruego que lo tiene como protagonista.
Y nada más, por hoy. Nos encontramos esta noche en el canal de YouTube de Comiqueando, para una nueva emisión de Agenda Abierta. Y muy pronto volvemos con nuevas reseñas en este espacio cuya longevidad es más inexplicable que la de Athos.
domingo, 6 de noviembre de 2016
CERRANDO EL DOMINGO
Desde el 04/01/15 que no me clavaba un TPB de Fables, aunque sí leí otras historias ambientadas en el maravilloso universo de esta serie de Vertigo creada por Bill Willingham y Mark Buckingham. Este Vol.19 tiene tres ejes fundamentales: 1) el cierre de la saga de Bufkin y la revolución en Oz, 2) el epílogo a Cubs in Toyland, más algún coletazo muy tardío del combate contra Mister Dark, y 3) la aparición de un nuevo personaje que rápidamente gana el centro de la escena y le impone un cambio grosero al status quo de Bigby Wolf, La infinita chapa de Snow White impedirá que este personaje crezca aún más y se convierta en el nuevo villano grosso de la serie, pero no quiero ahondar en detalles por si alguno todavía no la leyó.
Como siempre, Willingham sorprende con su gran manejo del protagonismo coral, sus diálogos repletos de sutileza y fina ironía, y con esa sensación de “plan a larguísimo plazo” que hace años se volvió tristemenet infrecuente en el mainstream yanki. El arco argumental de Bufkin (engalanado con los magníficos dibujos de Shawn McManus) se nutre además de una sana dosis de comedia, de una especie de caricatura de la clásica epopeya, mientras que el arco protagonizado por Snow White (donde la rompe -como es habitual- Mark Buckingham) ofrece una tonalidad dramática mucho más oscura, por momentos desoladora. Entre los dos, arman un paquete de unas 160 páginas sumamente disfrutables. Obviamente, si sos fan de Fables sabés que hay que bancar la serie hasta el final y si nunca la leíste, sabés que tenés que empezar por el Vol.1, no por este Vol.19.
El Loro de Frida Kahlo es el último libro de Jason que me compré, hace como un año, ya. Son 11 historias cortas, algunas mudas y otras con textos, coloreadas por el maestro Hubert y con un nivel promedio muy alto.
Jason se divierte jugando a las referencias. Hay muchísimos guiños al cine de clase B, a la música, a la plástica (algo bastante obvio cuando el título incluye a Frida Kahlo) e incluso a la política. Imaginate historias mitad pulp/mitad reflexivas, por las que pululan luchadores mexicanos, ladrones de bancos, monstruos, Marilyn Monroe, Chet Baker, Magritte, John F. Kennedy, Nostradamus, el Capitán América, druidas de Stonehenge, ancianas con Alzheimer y un disco de Van Morrison recreado en clave de portadas de comic de terror americanos de la época pre-Comics Code Authority. Te estarás imaginando (digo yo) un terreno fértil para el delirio más fumanchero, pero no: acá hay ideas y secuencias limadísimas, pero abundan los guiones redondos, perfectamente hilvanados, con algunos chispazos de poesía y otros de violencia, de una mala leche y una sordidez que se contraponen hábilmente al dibujo elegante y amistoso de Jason. Nada, No Preguntes, La Noche del Cazador de Vampiros, Lorena Velázquez y Karma Chamaleon son historietas brillantes y las otras seis tienen un montón de momentos memorables, silencios estridentes, ideas inquietantes… La verdad que Jason no defrauda casi nunca y los que venimos siguiendo su producción hace varios años no nos queremos alejar nunca del peculiar universo de este genio nacido en Noruega y afincado hace tiempo en Francia. El Loro de Frida Kahlo confirma el gran momento que está atravesando este autor y tiene todo para jerarquizar la biblioteca de sus fans.
Y hasta acá llegamos. Mañana tengo función de prensa de Dr. Strange, así que ni bien se pueda, comparto mis impresiones acerca de este esperado estreno de Marvel Studios. ¡Gracias por el aguante!
Como siempre, Willingham sorprende con su gran manejo del protagonismo coral, sus diálogos repletos de sutileza y fina ironía, y con esa sensación de “plan a larguísimo plazo” que hace años se volvió tristemenet infrecuente en el mainstream yanki. El arco argumental de Bufkin (engalanado con los magníficos dibujos de Shawn McManus) se nutre además de una sana dosis de comedia, de una especie de caricatura de la clásica epopeya, mientras que el arco protagonizado por Snow White (donde la rompe -como es habitual- Mark Buckingham) ofrece una tonalidad dramática mucho más oscura, por momentos desoladora. Entre los dos, arman un paquete de unas 160 páginas sumamente disfrutables. Obviamente, si sos fan de Fables sabés que hay que bancar la serie hasta el final y si nunca la leíste, sabés que tenés que empezar por el Vol.1, no por este Vol.19.
El Loro de Frida Kahlo es el último libro de Jason que me compré, hace como un año, ya. Son 11 historias cortas, algunas mudas y otras con textos, coloreadas por el maestro Hubert y con un nivel promedio muy alto.
Jason se divierte jugando a las referencias. Hay muchísimos guiños al cine de clase B, a la música, a la plástica (algo bastante obvio cuando el título incluye a Frida Kahlo) e incluso a la política. Imaginate historias mitad pulp/mitad reflexivas, por las que pululan luchadores mexicanos, ladrones de bancos, monstruos, Marilyn Monroe, Chet Baker, Magritte, John F. Kennedy, Nostradamus, el Capitán América, druidas de Stonehenge, ancianas con Alzheimer y un disco de Van Morrison recreado en clave de portadas de comic de terror americanos de la época pre-Comics Code Authority. Te estarás imaginando (digo yo) un terreno fértil para el delirio más fumanchero, pero no: acá hay ideas y secuencias limadísimas, pero abundan los guiones redondos, perfectamente hilvanados, con algunos chispazos de poesía y otros de violencia, de una mala leche y una sordidez que se contraponen hábilmente al dibujo elegante y amistoso de Jason. Nada, No Preguntes, La Noche del Cazador de Vampiros, Lorena Velázquez y Karma Chamaleon son historietas brillantes y las otras seis tienen un montón de momentos memorables, silencios estridentes, ideas inquietantes… La verdad que Jason no defrauda casi nunca y los que venimos siguiendo su producción hace varios años no nos queremos alejar nunca del peculiar universo de este genio nacido en Noruega y afincado hace tiempo en Francia. El Loro de Frida Kahlo confirma el gran momento que está atravesando este autor y tiene todo para jerarquizar la biblioteca de sus fans.
Y hasta acá llegamos. Mañana tengo función de prensa de Dr. Strange, así que ni bien se pueda, comparto mis impresiones acerca de este esperado estreno de Marvel Studios. ¡Gracias por el aguante!
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Bill Willingham,
Fables,
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Mark Buckingham
lunes, 1 de agosto de 2016
LEYENDO MUY DE A POCO…
En estos días leí muy poco. Por distintos motivos, tardé un montón en juntar tres libros leídos como para armar una reseña. Me preguntás cómo hice para leer un libro por día durante seis años y te tengo que responder “no tengo la más puta idea”.
Space Clusters es una novela gráfica de 1986, de cuando DC tenía su línea de novelas gráficas de ciencia-ficción. Esta la escribió Arthur Byron Cover, y es muy rara. El guión arranca como una típica aventura, bastante predecible pero con personajes interesantes. Cuando lleva 24 páginas de eso, Byron Cover pega un volantazo fumadísimo y la historia pasa a ser otra cosa totalmente distinta, cobra un vuelo muy loco, mucho más literario que historietístico y lentamente empieza a avanzar hacia una resolución también totalmente inesperada, al borde del WTF?.
¿Por qué me mantuvo atrapado hasta el final? Porque dibuja el maestro Alex Niño, genio del dibujo, la composición y la puesta en página. El color (también a cargo de Niño) es raro y hay momentos en los que hace un poco de ruido. Pero lo que está abajo, el dibujo a tinta, tiene una fuerza expresiva impresionante, una poesía, una magia, un riesgo, que te hipnotiza página tras página y querés que la hsitorieta no se termine nunca. Ojo, si no sos fan de Niño, no te recomiendo ni a palos esta obra. Pero para los fieles seguidores del filipino (notoria influencia en los inicios de Carlos Meglia) Space Clusters es fundamental.
Nos vamos a mediados de los ´90, cuando el glorioso John Byrne presenta su nueva creación en el sello Legend de Dark Horse: Danger Unlimited no oculta en lo más mínimo su parecido con Fantastic Four, pero una vez que arranca la historia, resulta obvio que los parecidos son apenas cosméticos. Lo que se propone contar Byrne es claramente otra cosa y el resultado es una saga atrapante, intensa, con muy buenos diálogos, una excelente presentación de personajes… que nunca volvieron a aparecer. Danger Unlimited fue un fracaso comercial que Byrne abortó tras apenas cuatro episodios y esto es lo que hay: la historia en la que se (re)forma el grupo. Nada más.
Felizmente, los cráneos de IDW decidieron engrosar el TPB con los seis episodios de Babe que realizó Byrne (también en los ´90 y en Dark Horse). Babe es un comic festivo, que combina hábilmente machaca superheroica con comedia cuasi-picaresca. Entretenimiento sin pretensiones, con apariciones copadas de personajes de otros autores (Abe Sapien, Shrewmanoid), un lindo gaste a Spawn y la intención de integrarse a una especie de universo heroico que lamentablemente Byrne nunca desarrolló más allá de estas páginas. El dibujo de todo el tomo es espectacular, y en el tramo de Danger Unlimited el anglocanadiense te detona el cerebro con su manejo apabullante de las tramas mecánicas. El color, más o menos. En su etapa en IDW Byrne tuvo coloristas mucho mejores. Pero bueno, si sos fan de este monstruo, esto hay que tenerlo.
Y cierro con El Carro de Hierro, una obra de Jason bastante antigua (la terminó en 2003), en la que el noruego adapta una novela de Stein Riverton. Se trata de un enigma policial, una serie de muertes extrañas que deberá resolver un detective frío y metódico, como uno se imagina a los detectives noruegos. A lo largo de 68 páginas, el misterio que plantea El Carro de Hierro logra ponerte muy nervioso. Jason narra la historia en su estilo de siempre, repleto de silencios, con escenas oníricas intercaladas en los momentos justos, con un montón de recursos pensados para acentuar la tensión. En blanco, negro y terracota (o marrón rojizo), la habitual imaginería de Jason se pone al servicio de una historia muy atractiva, con varios giros impredecibles y un final tan lógico como satisfactorio. Obviamente la faceta más violenta de la trama está des-enfatizada por este prócer del anti-pochoclo, que prefiere la parsimonia al vértigo y que no necesita recurrir al impacto típico de los thrillers para captar totalmente nuestra atención. No lo pongo entre las obras maestras de Jason simplemente porque no es un guión original suyo, pero el dibujo es magnífico y la historia se presta tan bien a la adaptación que si Jason te dice que el guión se le ocurrió a él, se lo creés.
Espero tener otra tandita de libros leída antes del finde. Veremos qué onda.
Space Clusters es una novela gráfica de 1986, de cuando DC tenía su línea de novelas gráficas de ciencia-ficción. Esta la escribió Arthur Byron Cover, y es muy rara. El guión arranca como una típica aventura, bastante predecible pero con personajes interesantes. Cuando lleva 24 páginas de eso, Byron Cover pega un volantazo fumadísimo y la historia pasa a ser otra cosa totalmente distinta, cobra un vuelo muy loco, mucho más literario que historietístico y lentamente empieza a avanzar hacia una resolución también totalmente inesperada, al borde del WTF?.
¿Por qué me mantuvo atrapado hasta el final? Porque dibuja el maestro Alex Niño, genio del dibujo, la composición y la puesta en página. El color (también a cargo de Niño) es raro y hay momentos en los que hace un poco de ruido. Pero lo que está abajo, el dibujo a tinta, tiene una fuerza expresiva impresionante, una poesía, una magia, un riesgo, que te hipnotiza página tras página y querés que la hsitorieta no se termine nunca. Ojo, si no sos fan de Niño, no te recomiendo ni a palos esta obra. Pero para los fieles seguidores del filipino (notoria influencia en los inicios de Carlos Meglia) Space Clusters es fundamental.
Nos vamos a mediados de los ´90, cuando el glorioso John Byrne presenta su nueva creación en el sello Legend de Dark Horse: Danger Unlimited no oculta en lo más mínimo su parecido con Fantastic Four, pero una vez que arranca la historia, resulta obvio que los parecidos son apenas cosméticos. Lo que se propone contar Byrne es claramente otra cosa y el resultado es una saga atrapante, intensa, con muy buenos diálogos, una excelente presentación de personajes… que nunca volvieron a aparecer. Danger Unlimited fue un fracaso comercial que Byrne abortó tras apenas cuatro episodios y esto es lo que hay: la historia en la que se (re)forma el grupo. Nada más.
Felizmente, los cráneos de IDW decidieron engrosar el TPB con los seis episodios de Babe que realizó Byrne (también en los ´90 y en Dark Horse). Babe es un comic festivo, que combina hábilmente machaca superheroica con comedia cuasi-picaresca. Entretenimiento sin pretensiones, con apariciones copadas de personajes de otros autores (Abe Sapien, Shrewmanoid), un lindo gaste a Spawn y la intención de integrarse a una especie de universo heroico que lamentablemente Byrne nunca desarrolló más allá de estas páginas. El dibujo de todo el tomo es espectacular, y en el tramo de Danger Unlimited el anglocanadiense te detona el cerebro con su manejo apabullante de las tramas mecánicas. El color, más o menos. En su etapa en IDW Byrne tuvo coloristas mucho mejores. Pero bueno, si sos fan de este monstruo, esto hay que tenerlo.
Y cierro con El Carro de Hierro, una obra de Jason bastante antigua (la terminó en 2003), en la que el noruego adapta una novela de Stein Riverton. Se trata de un enigma policial, una serie de muertes extrañas que deberá resolver un detective frío y metódico, como uno se imagina a los detectives noruegos. A lo largo de 68 páginas, el misterio que plantea El Carro de Hierro logra ponerte muy nervioso. Jason narra la historia en su estilo de siempre, repleto de silencios, con escenas oníricas intercaladas en los momentos justos, con un montón de recursos pensados para acentuar la tensión. En blanco, negro y terracota (o marrón rojizo), la habitual imaginería de Jason se pone al servicio de una historia muy atractiva, con varios giros impredecibles y un final tan lógico como satisfactorio. Obviamente la faceta más violenta de la trama está des-enfatizada por este prócer del anti-pochoclo, que prefiere la parsimonia al vértigo y que no necesita recurrir al impacto típico de los thrillers para captar totalmente nuestra atención. No lo pongo entre las obras maestras de Jason simplemente porque no es un guión original suyo, pero el dibujo es magnífico y la historia se presta tan bien a la adaptación que si Jason te dice que el guión se le ocurrió a él, se lo creés.
Espero tener otra tandita de libros leída antes del finde. Veremos qué onda.
viernes, 10 de junio de 2016
SEGUIMOS LEYENDO
Esta semana vengo leyendo a buen ritmo, así que ya tengo tres libros más para reseñar.
Empiezo con lo más antiguo, el Plastic Man Archives Vol.5. El Vol.3 lo reseñé el 19/07/13 y las diferencias básicas respecto de aquel tomo no son tantas: Plas no se disfraza tanto de mina, hay muchas más páginas de 6 viñetas que páginas de 8, hay algún que otro criminal con superpoderes (aunque ninguno luce trajes colorinches y estrambóticos) y no hay ninguna idea de esas que decís “ah, bueno, Jack Cole era un fuckin´genio”. Y sin embargo, las historias son invariablemente divertidas, redonditas, con algún giro impredecible, personajes atrapantes, chistes de humor verbal, mezclados con otros de humor físico y otros al filo del absurdo, todo dibujado con creciente soltura por un Cole inspiradísimo, más alguna aventura menor en la que lo reemplazan esbirros que copian milimétricamente su estilo. ¿Qué se le puede criticar a estas historias? Lo mismo que a todas las otras aventuras de superhéroes y/o justicieros enmascarados de los años ´40: casi no hay desarrollo de personajes y no existe la continuidad, no hay un orden obvio en el que es necesario leer estas 13 historietas, ni ninguna otra. Todo lo que sucede en una aventura es inmediatamente olvidado en la siguiente y cada punto final es un volver a empezar siempre desde el mismo lugar, como en Los Simpsons. Pero está todo bien, el Plastic Man de Cole es entretenido, estaba claramente adelantado a su época y eventualmente me compraré los tres Archives que me faltan para completar la colección.
¿Te acordás que un muy lejano 27/02/12 publiqué acá en el blog un prólogo que escribí para la edición española de Bárbara? Bueno, muchos años después me llegaron los tres tomos en los que 001 Ediciones recopiló la epopeya creada por Ricardo Barreiro y Juan Zanotto. Así que me bajé el Vol.1, del que me acordaba bastante, a pesar de haber leído este material por última vez hace más de 25 años. La edición española, si bien tiene un formato y unas portadas más lindas que las de Record, le resta un poco de lucimiento al dibujo de Zanotto, que se ve un tanto empastado. De todos modos, son páginas de 1979-80, cuando el maestro estaba atravesando una etapa mágica, en la que de su pluma brotaban una maravilla atrás de otra. Viñeta tras viñeta, te vas a hacer un festín con el trabajo de Zanotto en cuerpos, rostros, paisajes, naves, monstruos, escenas de acción, secuencias mudas, garches… todo está increíblemente bien dibujado. Y los guiones de Barreiro conservan buena parte de su filo, de su magia, y sobre todo la solidez con la que construye el mundo en el que se mueve Bárbara. Así que aún hoy esto puede ser recomendado e incluso venerado como se venera a los auténticos clásicos de la historieta argentina.
Y cierro con una verdadera joya: Isle of the 100,000 Graves, una obra de 2010 firmada por el genio noruego Jason, su habitual colorista Hubert, y una rareza: la presencia en este equipo de un guionista, nada menos que el inmenso Fabien Vehlmann. Es muy loco, porque si no te dicen que Jason trabajó sobre un guión de Vehlmann, no hay forma de darse cuenta. La historia tiene toda la onda, todo el clima, todo el ritmo, todo el capricho y todo el respeto por un género clásico de la aventura como cualquier otra obra “solista” del noruego, con lo cual uno se pregunta si Vehlmann demostró ser un genio adaptándose perfectamente al estilo de Jason, o si simplemente le tiró una idea recontra-básica y le dijo “desarrollá esto en tu estilo, como más te guste”. En cualquier caso, lo importante es que en Isle of the 100,000 Graves guión, dibujo y color se conjugan con maestría para una historia atractiva de punta a punta, con chistes boludos, sutiles toques de mala leche, personajes entrañables, peripecias extrañas y una trama que requiere de mucha acción, narrada con millones de trucos para desenfatizar la machaca. Una auténtica genialidad de estos dos ídolos europeos, que no pierde nada leída en la edición yanki de Fantagraphics. En España la editó Astiberri, pero acá en Argentina ese librito de 56 páginas vale una fortuna incalculable, por eso recomiendo la edición yanki, que sale mucho más barata.
Volveremos pronto con más reseñas. Gracias por el aguante.
Empiezo con lo más antiguo, el Plastic Man Archives Vol.5. El Vol.3 lo reseñé el 19/07/13 y las diferencias básicas respecto de aquel tomo no son tantas: Plas no se disfraza tanto de mina, hay muchas más páginas de 6 viñetas que páginas de 8, hay algún que otro criminal con superpoderes (aunque ninguno luce trajes colorinches y estrambóticos) y no hay ninguna idea de esas que decís “ah, bueno, Jack Cole era un fuckin´genio”. Y sin embargo, las historias son invariablemente divertidas, redonditas, con algún giro impredecible, personajes atrapantes, chistes de humor verbal, mezclados con otros de humor físico y otros al filo del absurdo, todo dibujado con creciente soltura por un Cole inspiradísimo, más alguna aventura menor en la que lo reemplazan esbirros que copian milimétricamente su estilo. ¿Qué se le puede criticar a estas historias? Lo mismo que a todas las otras aventuras de superhéroes y/o justicieros enmascarados de los años ´40: casi no hay desarrollo de personajes y no existe la continuidad, no hay un orden obvio en el que es necesario leer estas 13 historietas, ni ninguna otra. Todo lo que sucede en una aventura es inmediatamente olvidado en la siguiente y cada punto final es un volver a empezar siempre desde el mismo lugar, como en Los Simpsons. Pero está todo bien, el Plastic Man de Cole es entretenido, estaba claramente adelantado a su época y eventualmente me compraré los tres Archives que me faltan para completar la colección.
¿Te acordás que un muy lejano 27/02/12 publiqué acá en el blog un prólogo que escribí para la edición española de Bárbara? Bueno, muchos años después me llegaron los tres tomos en los que 001 Ediciones recopiló la epopeya creada por Ricardo Barreiro y Juan Zanotto. Así que me bajé el Vol.1, del que me acordaba bastante, a pesar de haber leído este material por última vez hace más de 25 años. La edición española, si bien tiene un formato y unas portadas más lindas que las de Record, le resta un poco de lucimiento al dibujo de Zanotto, que se ve un tanto empastado. De todos modos, son páginas de 1979-80, cuando el maestro estaba atravesando una etapa mágica, en la que de su pluma brotaban una maravilla atrás de otra. Viñeta tras viñeta, te vas a hacer un festín con el trabajo de Zanotto en cuerpos, rostros, paisajes, naves, monstruos, escenas de acción, secuencias mudas, garches… todo está increíblemente bien dibujado. Y los guiones de Barreiro conservan buena parte de su filo, de su magia, y sobre todo la solidez con la que construye el mundo en el que se mueve Bárbara. Así que aún hoy esto puede ser recomendado e incluso venerado como se venera a los auténticos clásicos de la historieta argentina.
Y cierro con una verdadera joya: Isle of the 100,000 Graves, una obra de 2010 firmada por el genio noruego Jason, su habitual colorista Hubert, y una rareza: la presencia en este equipo de un guionista, nada menos que el inmenso Fabien Vehlmann. Es muy loco, porque si no te dicen que Jason trabajó sobre un guión de Vehlmann, no hay forma de darse cuenta. La historia tiene toda la onda, todo el clima, todo el ritmo, todo el capricho y todo el respeto por un género clásico de la aventura como cualquier otra obra “solista” del noruego, con lo cual uno se pregunta si Vehlmann demostró ser un genio adaptándose perfectamente al estilo de Jason, o si simplemente le tiró una idea recontra-básica y le dijo “desarrollá esto en tu estilo, como más te guste”. En cualquier caso, lo importante es que en Isle of the 100,000 Graves guión, dibujo y color se conjugan con maestría para una historia atractiva de punta a punta, con chistes boludos, sutiles toques de mala leche, personajes entrañables, peripecias extrañas y una trama que requiere de mucha acción, narrada con millones de trucos para desenfatizar la machaca. Una auténtica genialidad de estos dos ídolos europeos, que no pierde nada leída en la edición yanki de Fantagraphics. En España la editó Astiberri, pero acá en Argentina ese librito de 56 páginas vale una fortuna incalculable, por eso recomiendo la edición yanki, que sale mucho más barata.
Volveremos pronto con más reseñas. Gracias por el aguante.
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martes, 21 de julio de 2015
21/ 07: EL GATO PERDIDO
Por si vivís en un iglú, te cuento que el noruego Jason es uno de los invitados ya confirmados, que en menos de dos meses va a estar en Buenos Aires en la próxima edición de Comicópolis. Gran momento, entonces, para hacerse de alguna de las obras que componen su vasta bibliografía.
A mí se me dio por probar qué onda los relatos más extensos, qué pasa cuando lo sacás a Jason del nicho en el que se lo ve más canchero, que es el de las historias de entre 24 y 48 páginas. Y me jugué por esta novela de casi 150 páginas sin tener la menor idea del argumento. Lo que uno ya intuye cuando le entra a una obra de Jason es el tono, la impronta, esa sensación de que las cosas se mueven lento, de que todos los personajes son gente triste, aburrida de su propia mediocridad. Para un tipo que hizo un culto del dibujo minimalista y que desenfatiza totalmente las expresiones faciales, la verdad que lo que logra transmitir es muchísimo.
La trama nos invita a presenciar el caso más raro en la carrera de Danny Delon, un oscuro detective privado especializado en cornudos y divorciados que buscan pruebas fehacientes de que sus esposas o ex-esposas se acuestan con otros. Un episodio circunstancial hará que Danny entre en contacto con la enigmática Charlotte y su vida no volverá a ser la misma. Lo que empezó como un coqueteo, un chichoneo a ver qué onda, va a crecer hasta convertirse en una obsesión para el detective, sobre todo cuando Charlotte desaparezca sin dejar rastros. Casi toda la novela se centrará en eso, en las averiguaciones y las pistas que consigue Danny para tratar de deducir a dónde está Charlotte.
Al final, cuando Jason revela el misterio, decís “nah, se fue a la mierda”. Y es cierto, la solución al enigma contrasta bastante con el clima que generó la novela desde la primera página. Pero a) desorientar al lector para después sorprenderlo es un recurso válido y b) si releés la novela vas a encontrar pistas sutiles (y no tanto) de para dónde se puede llegar a resolver. ¿Está un poco estirada? Sí, pero no jode, porque no hay escenas en las que no avance la trama o no se construya clima. Y en ningún momento se hace pesada, siempre hay algo interesante que sucede o un amague de que algo interesante está por suceder.
Además el dibujo de Jason fluye con tanta naturalidad, que te engancha de una. Acostumbradísimo a narrar sin texto, el noruego se cuida mucho de no poner más diálogos que los indispensables y eso también contribuye al clima y sobre todo al ritmo de la obra, en el que los silencios cobran un peso que no tienen en las historietas mudas del autor. El dibujo está firmemente alineado a ese minimalismo prolijo, un poco distante, un poco frío, que transmite emociones de un modo bastante poco convencional. Jason elimina el factor “puesta en página” al ceñirse de punta a punta a una grilla de cuatro viñetas iguales, dibuja poquísimos fondos (algunos realmente laburadísimos) y añade toques de color muy sutiles, detallitos, sombritas, logradas con un lápiz de color rojo común y corriente. Si te copa la estética de Jason, acá lo vas a disfrutar muchísimo y vas a alucinar viendo cómo convierte todas estas limitaciones y restricciones en elementos que juegan a favor del relato.
El Gato Perdido es una de las obras más recientes de Jason y una de las más ambiciosas. Está editado en castellano por Astiberri y en inglés por Fantagraphics y las dos ediciones son excelentes. No sé si es un buen punto de partida para el que nunca se acercó al universo del noruego, pero si ya estás a full con Jason no lo dejes pasar.
A mí se me dio por probar qué onda los relatos más extensos, qué pasa cuando lo sacás a Jason del nicho en el que se lo ve más canchero, que es el de las historias de entre 24 y 48 páginas. Y me jugué por esta novela de casi 150 páginas sin tener la menor idea del argumento. Lo que uno ya intuye cuando le entra a una obra de Jason es el tono, la impronta, esa sensación de que las cosas se mueven lento, de que todos los personajes son gente triste, aburrida de su propia mediocridad. Para un tipo que hizo un culto del dibujo minimalista y que desenfatiza totalmente las expresiones faciales, la verdad que lo que logra transmitir es muchísimo.
La trama nos invita a presenciar el caso más raro en la carrera de Danny Delon, un oscuro detective privado especializado en cornudos y divorciados que buscan pruebas fehacientes de que sus esposas o ex-esposas se acuestan con otros. Un episodio circunstancial hará que Danny entre en contacto con la enigmática Charlotte y su vida no volverá a ser la misma. Lo que empezó como un coqueteo, un chichoneo a ver qué onda, va a crecer hasta convertirse en una obsesión para el detective, sobre todo cuando Charlotte desaparezca sin dejar rastros. Casi toda la novela se centrará en eso, en las averiguaciones y las pistas que consigue Danny para tratar de deducir a dónde está Charlotte.
Al final, cuando Jason revela el misterio, decís “nah, se fue a la mierda”. Y es cierto, la solución al enigma contrasta bastante con el clima que generó la novela desde la primera página. Pero a) desorientar al lector para después sorprenderlo es un recurso válido y b) si releés la novela vas a encontrar pistas sutiles (y no tanto) de para dónde se puede llegar a resolver. ¿Está un poco estirada? Sí, pero no jode, porque no hay escenas en las que no avance la trama o no se construya clima. Y en ningún momento se hace pesada, siempre hay algo interesante que sucede o un amague de que algo interesante está por suceder.
Además el dibujo de Jason fluye con tanta naturalidad, que te engancha de una. Acostumbradísimo a narrar sin texto, el noruego se cuida mucho de no poner más diálogos que los indispensables y eso también contribuye al clima y sobre todo al ritmo de la obra, en el que los silencios cobran un peso que no tienen en las historietas mudas del autor. El dibujo está firmemente alineado a ese minimalismo prolijo, un poco distante, un poco frío, que transmite emociones de un modo bastante poco convencional. Jason elimina el factor “puesta en página” al ceñirse de punta a punta a una grilla de cuatro viñetas iguales, dibuja poquísimos fondos (algunos realmente laburadísimos) y añade toques de color muy sutiles, detallitos, sombritas, logradas con un lápiz de color rojo común y corriente. Si te copa la estética de Jason, acá lo vas a disfrutar muchísimo y vas a alucinar viendo cómo convierte todas estas limitaciones y restricciones en elementos que juegan a favor del relato.
El Gato Perdido es una de las obras más recientes de Jason y una de las más ambiciosas. Está editado en castellano por Astiberri y en inglés por Fantagraphics y las dos ediciones son excelentes. No sé si es un buen punto de partida para el que nunca se acercó al universo del noruego, pero si ya estás a full con Jason no lo dejes pasar.
viernes, 5 de octubre de 2012
05/ 10: ATHOS IN AMERICA
Ufff... estoy hecho mierda... Vengo de laburar todo el día en Tecnópolis, preparando las grossitudes que se van a poder ver este sábado y domingo. Me quedan escasísimas pilas y menos luces que a la lancha del contrabandista, pero bue, vamos a tratar de pilotearla con un mínimo de decoro, ya que mañana y pasado no habrá nuevos posts...
Fantagraphics y la visitadísima concha de tu madre, ¿qué carajo te costaba sacar este tomo en softcover? La edición es hermosa, pero el lujo innecesario me subleva.
Aclarado ese punto, digamos que este libro incluye seis historias cortas del genial noruego Jason, coloreadas por el notable Hubert. Realmente hay que subrayar lo mucho que aporta el color, los muchos hallazgos de este gran artista (que también dibuja) y la forma en que cada uno de ellos se complementa con el dibujo de Jason y lo realza.
El dibujo de Jason, ya que lo nombramos, es siempre igual. No le pidas que cambie, porque el noruego está muy cómodo ahí, en ese registro cartoonesco, de animales antropomórficos definidos con pocos rasgos y contrapuestos a fondos más elaborados, pero sobrios, sin excesos de detalles ni de realismo fotográfico. En estas seis historias, Jason ensaya un truco más: todas las páginas (más de 190) están divididas en cuatro viñetas iguales, lo cual le otorga un control milimétrico sobre el timing de las escenas, algo muy importante cuando tienen tanto peso los silencios.
Pero vamos a las historias, que es donde están las sorpresas más interesantes. La primera va cobrando forma de a poco. Recién en la quinta página empezás a sospechar para dónde va la cosa. Lamentablemente en algún momento el rumbo se pierde, y lo que pudo ser una buena historia de género noir termina por ser una cosa medio rara, sin mucha explicación.
La segunda es más extensa (36 páginas) y mil veces mejor. Acá Jason coquetea con la autobiografía y narra una versión brutalmente exagerada de una ruptura con su novia, que lo lleva a arrastrarse en las más repulsivas ciénagas del patetismo. Esta tiene garches, trompadas, infinitas puteadas, gente en pedo, escenas tremendas imaginadas por los personajes... y un final totalmente impredecible.
La tercera es la mejor dibujada y el argumento podría ser una anécdota menor. Bizarra, porque tiene que ver con la relación entre un científico y su novia, de la que sólo se conserva la cabeza, pero menor. Jason la rema con un recurso difícil, pero que le sale bárbaro: hasta la página 20 narra toda la historia para adelante, en forma lineal. Y las últimas 10 páginas están compuestas de secuencias que narran cosas que sucedieron antes de la página 1 y que redondean y le dan mucho más significado a lo que pasó en esas primeras 20 páginas. Muy piola.
La cuarta es apenas un jueguito ingenioso. Son 22 páginas, de las cuales 20 narran cuatro historias en paralelo, que parecen totalmente inconexas y en las dos últimas páginas, los cuatro personajes se cruzan, también en una situación que se pasa un poco de bizarra.
La cuarta es la más extensa (40 páginas) y sin dudas es la mejor. Acá sí, Jason pela un comic de género noir perfecto, denso, retorcido, con personajes memorables, situaciones fuertes, un final perfecto y un laburo de Hubert sencillamente magistral. So Long, Mary Ann es una de esas historietas que hacen que TODO valga la pena.
Y la sexta y última es la que da título al libro y la verdad que no está mal, pero puesta después de So Long, Mary Ann, resulta un poquito sosa. Acá hay acción en una sola viñeta y el resto es puro diálogo, un diálogo en el que Jason busca –primero de modo elíptico y sobre el final bastante más directo- exponer las diferencias que él ve entre las culturas francesa y yanki.
En general, Athos in America es un muy buen libro. Si el estilo de Jason no te parece demasiado pecho frío, si no te molesta la forma en la que se esfuerza por tomar distancia de lo que te está contando, vas a disfrutar de muy buen material y a saltar por varios géneros distintos de la mano de un tipo que tiene todo bajo control y hace –definitivamente- lo que quiere. La seguimos el lunes.
Fantagraphics y la visitadísima concha de tu madre, ¿qué carajo te costaba sacar este tomo en softcover? La edición es hermosa, pero el lujo innecesario me subleva.
Aclarado ese punto, digamos que este libro incluye seis historias cortas del genial noruego Jason, coloreadas por el notable Hubert. Realmente hay que subrayar lo mucho que aporta el color, los muchos hallazgos de este gran artista (que también dibuja) y la forma en que cada uno de ellos se complementa con el dibujo de Jason y lo realza.
El dibujo de Jason, ya que lo nombramos, es siempre igual. No le pidas que cambie, porque el noruego está muy cómodo ahí, en ese registro cartoonesco, de animales antropomórficos definidos con pocos rasgos y contrapuestos a fondos más elaborados, pero sobrios, sin excesos de detalles ni de realismo fotográfico. En estas seis historias, Jason ensaya un truco más: todas las páginas (más de 190) están divididas en cuatro viñetas iguales, lo cual le otorga un control milimétrico sobre el timing de las escenas, algo muy importante cuando tienen tanto peso los silencios.
Pero vamos a las historias, que es donde están las sorpresas más interesantes. La primera va cobrando forma de a poco. Recién en la quinta página empezás a sospechar para dónde va la cosa. Lamentablemente en algún momento el rumbo se pierde, y lo que pudo ser una buena historia de género noir termina por ser una cosa medio rara, sin mucha explicación.
La segunda es más extensa (36 páginas) y mil veces mejor. Acá Jason coquetea con la autobiografía y narra una versión brutalmente exagerada de una ruptura con su novia, que lo lleva a arrastrarse en las más repulsivas ciénagas del patetismo. Esta tiene garches, trompadas, infinitas puteadas, gente en pedo, escenas tremendas imaginadas por los personajes... y un final totalmente impredecible.
La tercera es la mejor dibujada y el argumento podría ser una anécdota menor. Bizarra, porque tiene que ver con la relación entre un científico y su novia, de la que sólo se conserva la cabeza, pero menor. Jason la rema con un recurso difícil, pero que le sale bárbaro: hasta la página 20 narra toda la historia para adelante, en forma lineal. Y las últimas 10 páginas están compuestas de secuencias que narran cosas que sucedieron antes de la página 1 y que redondean y le dan mucho más significado a lo que pasó en esas primeras 20 páginas. Muy piola.
La cuarta es apenas un jueguito ingenioso. Son 22 páginas, de las cuales 20 narran cuatro historias en paralelo, que parecen totalmente inconexas y en las dos últimas páginas, los cuatro personajes se cruzan, también en una situación que se pasa un poco de bizarra.
La cuarta es la más extensa (40 páginas) y sin dudas es la mejor. Acá sí, Jason pela un comic de género noir perfecto, denso, retorcido, con personajes memorables, situaciones fuertes, un final perfecto y un laburo de Hubert sencillamente magistral. So Long, Mary Ann es una de esas historietas que hacen que TODO valga la pena.
Y la sexta y última es la que da título al libro y la verdad que no está mal, pero puesta después de So Long, Mary Ann, resulta un poquito sosa. Acá hay acción en una sola viñeta y el resto es puro diálogo, un diálogo en el que Jason busca –primero de modo elíptico y sobre el final bastante más directo- exponer las diferencias que él ve entre las culturas francesa y yanki.
En general, Athos in America es un muy buen libro. Si el estilo de Jason no te parece demasiado pecho frío, si no te molesta la forma en la que se esfuerza por tomar distancia de lo que te está contando, vas a disfrutar de muy buen material y a saltar por varios géneros distintos de la mano de un tipo que tiene todo bajo control y hace –definitivamente- lo que quiere. La seguimos el lunes.
domingo, 13 de junio de 2010
13/06: THE LEFT BANK GANG
Si creías que lo mejor que nos había dado Noruega eran los primeros discos de A-ha, seguro no conocés a Jason. Jason es un dibujante... raro, entre otras cosas porque, si bien se metió en este mundillo a los 19 años, no fue hasta los 36 años que empezó a publicar profesionalmente y a trascender las fronteras del país escandinavo en el que nació y estudió. Pero además pertenece a la corriente spiegelmanista, la de los autores capaces de contar historias duras, realmente jodidas, con personajes animalizados, con cara de perritos, gatitos y pajaritos bastante simpáticos, en contraste con lo heavy de algunos guiones. También hay una buena parte de la obra de Jason intencionalmente cómica, y en ese registro logró algunas obras absolutamente geniales, muchas veces mudas, y muchas veces jodiendo con tópicos del cine berreta, tipo momias, criaturas del pantano, clones de Frankenstein o de Godzilla y zombiez de la B Metropolitana.
Dentro de la atípica obra de Jason, The Left Bank Gang (que en Francia se conoce como Hemingway) es sumamente atípica. En principio, porque todos los personajes hablan, pero sobre todo por el planteo. Imaginate este What If fumanchero: Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, Ezra Pound y James Joyce viven en la modernísima París de los años ´20, son amigos entre sí, pero en vez de novelistas son... historietistas. Durante la primera mitad de la novelita (23 de las 46 páginas), los tipos se encuentran, hablan de historieta (mencionan, entre otras cosas, que Tolstoi, Knut Hamson y D.H. Lawrence, entre otros, también son autores de comics) y hablan del oficio, de cómo les cuesta progresar y ganarse la vida como historietistas. También hablan de mujeres, de sexo y Hemingway ceba a los otros con su pasión por las corridas de toros.
Hasta ahí, todo es inquietante, pero tranqui. La vida humilde, la esposa de Fitzgerald que tiene aires de burguesa y se aburre de la bohemia de su marido, la familia de Hemingway que lo banca en las buenas y en las malas... hasta que este útimo tiene una idea revolucionaria: afanarse la cuantiosa recaudación de una exhibición de boxeo, para dejar de contar las monedas de una buena vez.
La segunda mitad de la obra nos muestra a los cuatro historietistas, tipos cultos y mayormente retraídos, convertidos en una banda delictiva, que efectivamente da el golpe. Y acá Jason da otro toque maestro: la escena clave, la del robo y la fuga, nos la narra seis veces, cada vez vista por uno de los seis protagonistas (enumeré a cuatro, pero si explico quiénes son los otros y de qué juegan, te cago el final). El final es -como suele suceder en Jason- impredecible, emotivo, sumamente satisfactorio y, por si faltara algo, te deja pensando, se queda con vos un rato largo, te invita a seguir mirando esa última página, a reflexionar sobre lo que pasó.
El dibujo de Jason se enrola en una línea clara tradicional, prolija, sin estridencias. No lo podemos tratar de “pechofrío”, porque realmente se juega por transmitir muchísima onda y muchísima emoción aún con un trazo adusto, y además lo logra. Pero no esperes ver una dinámica tipo Trondheim (por citar a otro prócer que dibuja gente con cabezas de animales), porque el ritmo de Jason es otro. Para subrayarlo, adopta la grilla de 9 cuadros (la Gran Watchmen) y la mantiene de punta a punta de la obra, lo cual resulta una herramienta maravillosa para regular el tempo narrativo, las pausas, los silencios, y -cuando llega- la acción, que si bien está contenida, es fuerte y shockeante.
El colorista Hubert aporta muchísimo y es decisivo para resaltar los climas con esa paleta generosa, acotada a los colores planos, y con su respeto milimétrico por todos los detalles que Jason vuelca en la reconstrucción de la París de la Belle Epoque. Visualmente es uno de los trabajos de Jason más atractivos, que más probablemente seduzcan al lector que todavía no es adicto a la particular forma de narrar del noruego.
Y de nuevo, la posibilidad de leerlo en inglés te va a permitir acceder a una excelente edición por parte de Fantagraphics, a un precio sumamente accesible (13 dólares), contra los 12 euros que vale la edición española de Astiberri, publicada con el título “No me Dejes Nunca”.
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