el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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viernes, 2 de septiembre de 2011

02/ 09: EPISODIOS PATAGONICOS


Arranco mi intento de puesta al día con el material argentino con este recopilatorio de historias cortas (cortísimas) de Alejandro Aguado, el referente central de La Duendes y de la movida conocida como Historieta Patagónica.
La onda del tomo es reunir todas las historietas de Aguado en cuya temática tiene algo que ver la Patagonia. Leyendas, anécdotas, vivencias, observaciones, todo referido a la historia, la geografía y la mitología del vasto sur de nuestro país. El tema es lo suficientemente amplio como para no aburrir, incluso cuando la cantidad de historietas es enorme. El problema con el que me encuentro yo –no Aguado- es que las historietas son muy breves y muchas veces apenas llegan a esbozar una trama, que no siempre se resuelve, o que a veces se resuelve de modo abrupto. Muchas veces, Aguado no pretende más que contar una anécdota graciosa, y ahí –cuando se juega al “chiste largo”- es donde mejores resultados obtiene.
A mí, en general, Aguado me gusta más cuando se zarpa, cuando delira, cuando lima para el lado del humor surreal, al que su dibujo dota de unos visos poéticos muy, muy notables. Este libro va, en general, para otro lado: el del realismo, el testimonio, la onda costumbrista y a veces incluso el drama o la epopeya. A mí me emociona más lo otro.
Por supuesto, al presentar muchas historietas de distintas épocas, vemos diferencias marcadas en la calidad del dibujo. Pero la gran mayoría está dibujada a un gran nivel. En un bloque sobre el final del libro, aparecen cuatro historietas dibujadas por el autor, pero escritas por guionistas invitados: Jorge Morhain, Germán Cáceres, Carlos Casalla y Oenlao. Ninguno de los guiones se destaca demasiado, pero acá el dibujo de Aguado levanta vuelo y se luce más que nunca, sobre todo en las historias escritas por Morhain y Cáceres, como si una vez libre del peso de tener que escribir los guiones, pudiera meterle más pilas al dibujo. A nivel dibujo, ahí están los momentos más sobresalientes del libro. También hay momentos maravillosos en Horizontes Difusos, Una Cuestión de Piel y la efímera Rupestres.
Si todavía no conocés a Alejandro Aguado, este libro te va a mostrar un montón de las cosas que sabe hacer este autor de inmenso currículum, aunque no tan reconocido fuera de la Patagonia. Repito, a mí me gusta más cuando se va más al carajo por el lado del humor limado, cuando no trata de ser realista. Y por supuesto, me encantaría verlo encarar (en una de esas, con guionista) una narración extensa, de 50 páginas o más, donde se pueda lucir como dibujante sin tener que preocuparse por ser él quien lleve a buen puerto el guión, o por lo menos sin la necesidad de pelar remates más o menos graciosos cada ocho o nueve viñetas. Pero cuando un autor tiene intereses tan amplios como los de Aguado (que además es editor, escritor y periodista) lo más probable es que haga esto para divertirse, para darse una satisfacción a sí mismo, y si agarra para el lado que no es el que a mí más me interesa, me la tengo que bancar mansito.