el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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sábado, 6 de enero de 2024

SÁBADO RIOPLATENSE

Sigo avanzando con las lecturas del material de autores argentinos publicado en 2023, pero antes, un libro de autores uruguayos del 2022 que me había quedado pendiente. Las Nuevas Andanzas de Vlad Tepes es una antología protagonizada por el despiadado vampiro creado por Silvio Galizzi, un personaje ya con bastante andadura dentro de lo que es el comic uruguayo contemporáneo. Este tomo ofrece un puñado de hermosas ilustraciones y nada menos que once historietas, todas escritas por Galizzi, junto a distintos dibujantes del país hermano. Hay un par que se me hicieron totalmente impenetrables por la escasa calidad de los dibujos, otras con cositas para rescatar y alguna que realmente me gustó. La primera historieta se me hizo un poco larga al pedo. La idea está bien, pero se estira más de la cuenta. Y el dibujante (Matías Soto López) es bastante desparejo: tiene viñetas realmente muy bien logradas y otras que no transmiten nada. No tengo pruebas para acusarlo de ladri pero -en general- cuando un dibujante combina viñetas buenísimas con otras mediocres, las mejores suelen provenir de ideas "encontradas" en historietas de otros colegas. La de la Guerra de Troya (dibujada por Pablo Fernández) es entretenida, sin ser genial ni memorable. Jiang Shi es otra muy buena idea estirada para que dure nueve páginas, cuando se podría haber contado en cuatro o cinco. El dibujo de Alejandro Rodríguez Juele es muy bueno, pero parece estar pensado para un comic a color. Publicado así, en blanco y negro, adolece de un cierto desequilibrio entre espacios blancos y masas negras. No descubro nada si afirmo que Maan House es un dibujante extraordinario, pero me parece que no está tan canchero en la narrativa gráfica como para encarar un relato de ocho páginas sin textos. El resultado es una sucesión de viñetas maravillosamente dibujadas, entre las cuales no fluye con naturalidad la historia que quiere contar Galizzi. Una vez más me encuentro con un trabajo de Martín Pouso (ver reseña del 05/08/23) en el que me impacta su manejo del dibujo, la expresividad de cuerpos y rostros, la aplicación de los grises... lástima que sobrecargue las páginas con tantos elementos, y encima decida no separar las viñetas con zanjas. Son cosas que complican (también al pedo) la fluidez del relato. Y no conocía a Navas, pero me resultó bastante sólido su trabajo, tanto en el dibujo como en el armado de las secuencias. Probablemente la mejor historia del tomo sea la que dibuja el siempre eficaz Guillermo Hansz, una versión deforme del clásico cuento de Caperucita Roja, con las dosis de sexo, violencia y mala leche que uno espera normalmente cuando se mete en un libro de Vlad Tepes. ¿Alcanza para recomendar el libro? Y, yo te diría que si no sos fan de Vlad Tepes, no empieces por acá.
Vamos con una rareza que nos dio la historieta argentina en 2023: Carnaval, obra de dos autores hasta hoy desconocidos (Diego Pagani y Mariano Pini), publicada por un sello (Mopa) del que tampoco conocía otros títulos. Se trata de un librito de 64 páginas muy bien impreso... pero que sólo ofrece 44 páginas de historieta. Entre este festival de páginas vacías de contenido, aparece una historia muy extraña, inquietante, sugestiva, que logró ponerme nervioso. Carnaval apuesta fuerte a lo sobrenatural, a cosas que no tienen (y probablemente no necesiten) ninguna explicación, y se propone retratar con una belleza freak y oscura un hecho también oscuro, entre trágico y grotesco. La idea es muy buena, el tono está bien logrado (para que te des una idea, le dan visos de poesía macabra a la letra de un tema de Sandro), el clima te logra meter a full en la historia... lo que no sé es si hacían falta tantas páginas para contar lo que cuentan Pagani y Pini. Por ahí en menos páginas, esto pegaba más fuerte. El dibujo también es raro, funcional a la atmósfera que pretende generar el guion, con un claroscuro extremo, primeros planos muy logrados, una narrativa clara y muchas imágenes que parecen tomadas de fotos, e integradas al dibujo mediante el truco de extremar el contraste entre unas masas negras poderosísimas y unos pocos espacios blancos. Cuando entran en juego el rojo y el "amarillo casi naranja", el dibujo se vuelve todavía más raro y más atractivo. Para ser una opera prima, la verdad que es interesante. Evidentemente estamos frente a dos autores que saben lo que quieren hacer y que se plantan en este medio con una voz y una impronta propias. Veremos con qué nos sorprenden en sus próximos trabajos.
Y cierro con una breve glosa para el séptimo librito de Roque & Gervasio, Pioneros del Espacio, la magnífica serie con la que varias veces por año nos deleitan los enormes Federico Reggiani y Ángel Mosquito. La última aventura publicada hasta ahora ("Las arenas de mis huesos") es una historia de amor con viajes en el tiempo, bombas atómicas, playas paradisíacas, letrinas que funcionan de manera extraña, monstruos alienígenas, mensajes tallados en soretes fosilizados y hasta militares buenos. La trama tiene (como de costumbre) giros impredecibles, diálogos brillantes y situaciones de truchada y corrupción que tienen mucho más que ver con nuestra vida cotidiana que con las clásicas aventuras de conquistadores espaciales. Todo esto dibujado con soltura por un Mosquito que parece resolver estas secuencias de taquito, sin la menor dificultad, casi sin romper nunca esa grilla de cuatro viñetas iguales separadas apenas por una línea negra. Esto es comedia de alto nivel, con acción, peligros, romance y una ciencia ficción distinta a todas. Una serie recomendable a niveles cósmicos. Nada más, por hoy. Gracias de nuevo a tod@s l@s que pasaron por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargar el nº8 de Comiqueando Digital. Si todavía no lo hiciste, no lo dudes, que es papa MUY fina.

jueves, 23 de enero de 2020

EL CLASICO DE LOS JUEVES

Bueno, acá estoy con un par de libritos leídos.
Allá por 2011, cuando se produjo el desastre de la central atómica de Fukushima (obviamente en Japón) varios editores salieron a buscar historietas que tocaran el tema de las plantas nucleares y sus peligros para el medio ambiente. La editorial británica Breakdown Press se sacó el Loto con dos historietas de Susumu Katsumata escritas y dibujadas en los ´80, que tratan acerca de las pésimas condiciones de seguridad e higiene en las que trabajan los operarios de las plantas nucleares. No son historietas de introducción-nudo-desenlace, no hay desarrollo de personajes y en buena medida los conflictos no se resuelven ni por casualidad en las 20 ó 24 páginas que dura cada uno de los relatos. La intención del autor (que además estudió física nuclear en la universidad) es claramente la denuncia: concientizar al lector acerca de las irregularidades que cometen las empresas de energía nuclear, siempre en busca del mango fácil por sobre la salud o la seguridad de sus empleados, a los que la radiación irá deteriorando o matando poco a poco, jornada a jornada. Katsumata desliza mínimas pinceladas de comedia para que no sea todo tan bajonero, pero el mensaje es una advertencia potente y desesperada… que obviamente no surtió efecto.
Complementan el tomo (llamado Fukushima Devil Fish) algunas historias cortas más de este destacado autor de la segunda línea de la revista Garo. Algunos van para el lado de la mitología y el folklore japoneses (al estilo Shigeru Mizuki, el autor de cuyo estilo está más cerca Katsumata, aunque sin aspirar a su virtuosismo) y otros más para el lado de un slice of life muy tranqui, con mucha introspección y –de nuevo- prácticamente sin conflictos. En estas últimas historias es donde Katsumata se anima más a romper la grilla de seis u ocho viñetas iguales y se manda algunas más grandes, con unos paisajes realmente hermosos. Es el único momento en el que el dibujo realmente levanta vuelo. En el resto del tomo, vemos a un dibujante cumplidor, más concentrado en el control del tempo narrativo que en el disfrute que puedan producir sus trazos.
El material incluído en Fukushima Devil Fish no alcanzó para que te suba a Susumu Katsumata (fallecido en 2007) a la lista de los mangakas fundamentales, pero sin dudas es un autor muy interesante, que se animó a anticipar en los ´80 (incluso antes que Los Simpsons) las consecuencias que traen los malos manejos y las tiradas a chanta de las empresas que generan energía nuclear para el consumo de las grandes ciudades.
Volvemos a la atroz Guerra de la Triple Alianza, el conflicto bélico (devenido en genocidio) que unió a Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay y a favor de los intereses de la corona británica. El 27/05/19 conocimos la versión de estos hechos contada por Diego Agrimbau y Gabriel Ippóliti, y ahora quien cuenta la historia es el uruguayo Silvio Galizzi, junto a dos dibujantes de este lado del charco: Majox y Esteban Tolj. Galizzi va mucho más allá de la Guerra del Paraguay: la considera la culminación de una serie de clivajes que arranca con la Guerra de Secesión en los EEUU, pasa por un conflicto armado entre partidos políticos de Uruguay, incluye una invasión al país hermano por parte de Brasil, y viene sazonado con manipulaciones mediáticas, roscas comerciales y traiciones misérrimas. El guionista logra integrar todo este contexto histórico en un bloque homogéneo, incluso con un personaje (Sheridan) que participa en cada uno de los sucesos que desembocan en la Guerra del Paraguay.
La protagonista de Ya No Quedan Héroes, Avril Murray, es fotógrafa, igual que Pierre Duprat (el personaje ficticio que introducen Agrimbau e Ippóliti en Guaraní para contar la historia) pero tiene mucha menos suerte que su colega: es absolutamente eclipsada por otros dos personajes mucho más interesantes como son Melchora (la inclaudicable prostituta paraguaya) y Sheridan, a quien Galizzi se esfuerza por no mostrar como un héroe, aunque está muy claro que pelea del lado correcto de esta guerra. Lo único que no me gustó del guión es que los personajes reiteran en los diálogos mucha de la información que Galizzi nos brinda en el texto histórico con el que abre el libro. El resto, muy bueno, emotivo, impactante, truculento y muy bien investigado.
En cuanto a los dibujantes, Majox tiene a su cargo las primeras 29 páginas y las encara en su habitual estilo, muy logrado, pero a la vez demasiado bonito para el tipo de historia descarnada y oscura que nos quiere contar Galizzi. En las páginas restantes (más de 70), Esteban Tolj propone una estética más sucia, más visceral, más a tono con el guión. En un péndulo medio loco entre grillas de tres o cuatro tiras (me hubiese gustado más que se decidiera por una grilla única y la bancara hasta el final), Tolj conjura la magia del claroscuro y se acerca por momentos a Hugo Pratt, y por momentos a una versión light de Cacho Mandrafina u Horacio Lalia, menos sobrecargada de detalles y masas negras. Expresivo, agreste y contundente en las (muchas) escenas de violencia, Tolj hace gala de su versatilidad y tira elegancia y sofisticación en las secuencias de las damas que toman té o bailan vals en lujosas mansiones. Un fenómeno.
Me encanta que más historietistas sudamericanos recreen en sus obras los escabrosos sucesos que mancharon de sangre nuestra historia hace 150 años, sobre todo cuando lo hacen a este nivel.

Esto es todo por hoy. Trataré de postear antes del lunes pero no prometo nada. Gracias y hasta pronto.

miércoles, 18 de abril de 2018

TRASNOCHE DE MIERCOLES

Sigo sin computadora, por eso no estoy subiendo videos a YouTube ni textos al sitio de Comiqueando. Y me quedan horas libres, que estoy usando para leer y reseñar comics. Por suerte, la tarea de escribir reseñas y subirlas al blog es algo que puedo hacer desde una computadora prestada.
El otro día contaba que estaba un toque saturado de leer historieta argentina, y que quería hacer un paréntesis. Bueno, me agarré una antología uruguaya… y me encontré con que está repleta de autores argentinos… El Vol.2 de Las Andanzas Eróticas de Vlad Tepes contiene 10 historietas, de las cuales OCHO llevan las firmas de dibujantes de nuestro país. De las 10 historietas, nueve cuentan con guiones de Silvio Galizzi, creador y alter ego de Tepes. La consigna es parecida a la del Vol.1 (lo vimos el 26/10/15): historias cortas y autoconclusivas, ambientadas en distintos lugares del mundo y distintos momentos de la Historia, en las que invariablemente aparecerá el antihéroe vampírico para cometer alguna tropelía.
Y se repiten varios rasgos que me tocó señalar cuando leí el Vol.1: de nuevo la historieta mejor dibujada y mejor narrada es la del rosarino Esteban Tolj; de nuevo aparecen historias demasiado complejas para ocho páginas, que obligan a Galizzi a saturar algunas viñetas con una cantidad de texto brutal, y a los dibujantes a fumarse páginas con demasiadas viñetas, donde se desluce su trabajo; y de nuevo aparecen algunos relatos en los que el elemento sexual es muy menor, sumamente prescindible en el desarrollo de las tramas. Como novedad, también hay una historia (la del ataque zombie en el cementerio) que se podría haber contado en cuatro o cinco páginas, y que al tener todo ese espacio extra le permite a Galizzi enfatizar el ritmo, la acción, desplegar esa trama simple y cero pretenciosa de un modo muy ágil, muy dinámico, muy visual, y darle espacio para el lucimiento de Gabriel Serra, el promisorio dibujante charrúa, que de a poco se va despegando de la impronta gráfica de Matías Bergara.
El guión que no escribe Galizzi está firmado por Nicolás Peruzzo, y es excelente. Peruzzo reflexiona en clave satírica sobre la corrección política en la sociedad y en los medios, obviamente con la figura del siempre incorrectísimo Vlad Tepes como eje. Y no puedo dejar de mencionar la magia que tira otro rosarino, Leo Sandler, en esas secuencias de flashbacks en las que homenajea a Enrique Breccia. Le toca dibujar una historia particularmente enrevesada, que daba para mucho más, pero lo que hace a nivel visual en esos flashbacks lo pone en el podio con absoluta tranquilidad. La próxima, creo que le entro a un comic chileno, donde las chances de toparme con autores argentos son considerablemente menores.
Salto a España, a 2003, cuando se publica Deportes Extremos, un libro que recopila historietas mudas y humorísticas del inmenso esloveno Tomaz Lavric (también conocido como TBC). Lavric solía publicar historias cortas en El Víbora, y alguna que otra en Cimoc, pero con temáticas más aventureras, o de denuncia social, y siempre en un estilo tirando a realista. Acá no sólo sorprende con un cambio de estilo brutal (se va para el lado de Edika, Reiser, con alguna pizca de Hunt Emerson, de Tabaré o de Massimo Mattioli) sino que además se sube de prepo al Olimpo de los más grossos autores de historieta humorística.
Deportes Extremos no puede ser mejor. Sus historias sin textos de una o dos páginas me arrancaron carcajadas, me impactaron, me dejaron atónito. Conocía otras obras del autor (de hecho lo conocí a él, allá por 2006) pero no me lo imaginaba capaz de detonar todo ese arsenal de recursos gráficos y narrativos, de poner tanto talento y tanta mala leche al servicio del humor. Este libro está repleto de ideas brillantes, macabras, retorcidas, perturbadoras, sin nada que envidiarle a las Idées Noires del inolvidable André Franquin. Lavric te dispara a quemarropa con chistes tremendos, donde no faltan las perversiones sexuales, la violencia extrema, la escatología, la sátira despiadada a todo tipo de instituciones sociales, religiosas, culturales, donde las víctimas pueden ser tranquilamente animalitos, nenes, mujeres o aborígenes de tribus africanas.
No me voy a poner a contar los chistes acá, pero quiero enfatizar lo genial que es este libro, lo mucho que me hizo reir este hijo de mil putas sin más elementos que sus ideas y sus trazos. Esto lo editó La Cúpula en un librito humilde, 60 páginas, blanco y negro, menos de 4 euros de precio de tapa… pero con sólo abrirlo y leer tres o cuatro páginas, enseguida te cae la ficha de que estás en presencia de una fuckin´ Obra Maestra, de una gema de esas que se atesoran y se recomiendan siempre, pero no se prestan nunca.
Y esto es todo por hoy. Volvemos pronto, con más reseñas acá en el blog.

martes, 10 de noviembre de 2015

10/11: CRONICAS DEL INXILIO

Hace unos días, el 26/10, veíamos una obra del Silvio Galizzi guarro, provocador, políticamente incorrecto. Hoy, en una panquequeada digna del PRO y la UCR, me encuentro con un Silvio Galizzi distinto, más reflexivo, más recatado, decidido a bajar la línea correcta. En Crónicas del Inxilio en vez de jugar a meterse en la piel de Drácula, Galizzi juega a repasar su juventud, que coincidió con la última dictadura militar que padeció Uruguay. Este libro ofrece, entonces, breves historias autobiográficas, sin vampiros, sin sexo, casi sin sangre, sin fantasía. Son fragmentos de la realidad que vivió Galizzi convertidos en 10 historietas.
La primera no tiene diálogos, es simplemente el texto de un poema utilizado para ilustrar de modo muy efectivo distintos momentos del golpe de Estado del 9 de Julio de 1973. La segunda (creo que es la más extensa) narra un viaje que emprende el joven Silvio junto a dos amigos, con poca plata y muchas ganas de pasarla bien. Es la historia que más daba para meter sexo, droga y rockanroll, pero no: hay sánguches, cigarrillos y murga.
La tercera recuerda la noche en que Sui Generis cruzó el charco para despedirse de sus fans uruguayos con dos conciertos, y acá Galizzi aprovecha para contraponer también cómo veían los jóvenes y cómo veían los viejos a la dictadura militar. Ah, y también hay un partido de futbol, que creo que deja a Uruguay afuera de una Copa América, y que no entendí bien cómo conecta con el resto de la historia. La cuarta es una breve anécdota del colegio secundario que incluye la primera visita del joven Silvio a una comisaría, también narrada con poco texto.
La quinta se centra en un acontecimiento histórico del Siglo XIX (el sitio de Paysandú) y al final parece conectar con el secuestro de un historietista. En la siguiente, Silvio y sus amigos terminan otra vez en una comisaría, donde se comen un garrón importante. La séptima repasa dos sucesos importantes de 1980: un plebiscito en el que pierde el gobierno militar y un campeonato de futbol (el Mundialito) que gana Uruguay de local. La historia más breve es la octava, apenas tres páginas en las que Galizzi recuerda cómo se decide a estudiar Derecho y cómo conoce a Cristina, quien fuera su mujer durante muchos años.
La novena historia, por el contrario, tiene 14 páginas y acá sí, la represión se pone heavy. Una manifestación de 1983 termina con Galizzi (y muchos uruguayos más) cagados a palos por la policía montada, detenidos y humillados por los militares. Y el epílogo, ambientado ya en democracia, tiene que ver con la impunidad, con el hecho de que la transición democrática uruguaya no incluyó juicios a los autores de crímenes de lesa humanidad, sino que siguieron circulando libremente por las calles.
Como siempre digo, en la historieta latinoamericana ya se exploró hasta el hartazgo el tema de “los milicos malos nos cagaron la vida”, pero la mirada de Galizzi suele escaparle a la mera denuncia o al mero panfleto y ofrece un panorama mucho más abarcativo (y por ende más rico) de la vida y las costumbres de los jóvenes uruguayos durante los años oscuros. Ese es uno de los méritos más salientes de este libro. El segundo es el trabajo del enorme rosarino Esteban Tolj en el dibujo. Tanto en las secuencias mudas como en las de diálogos extensos, Tolj aporta el brillo, la magia de su trazo. La documentación de época es impecable, el equilibrio entre blancos, negros y grises es magistral, la narrativa está cuidadísima, y lo más notable: la capacidad de Tolj para ponerle carnadura a un estilo no muy realista, pero repleto de gestos, detalles y rasgos 100% reconocibles. Esto es muy difícil de lograr y me hizo acordar a dos grandes dibujantes que lo hacían parecer muy fácil: Alfredo Grondona White y Paul Coker, uno de los capos de la MAD de los ´70 y ´80, que es con quien más relaciono el grafismo de Tolj. Excelente trabajo de este monstruo consagrado en la animación y al que me encanta ver coquetear con la historieta.
Si sos uruguayo, no cabe lugar ni para cinco milímetros de duda: tenés que tener Crónicas del Inxilio. Si sos fan de Galizzi, ni hablar. Y si te gusta la historieta autobiográfica con un espesor dramático posta, que vaya más allá del “fui a la panadería a comprar churros y como no había compré medialunas”, estoy segurísimo de que lo vas a disfrutar.

lunes, 26 de octubre de 2015

26/10: LAS ANDANZAS EROTICAS DE VLAD TEPES

Al igual que el libro reseñado el 06/04/14, este tomo reúne varias historias escritas por el uruguayo Silvio Galizzi, protagonizadas por el antihéroe que creara junto al cineasta Guzmán Vila y que lleva los rasgos del actor-guionista. Como ya vimos la vez pasada, Vlad Tepes es un personaje repulsivo, una exageración de todos los rasgos machistas, violentos, xenófobos y políticamente incorrectos de Galizzi, potenciados por el hecho de que –como su nombre lo sugiere- es un vampiro poderoso e inmortal.
Esta vez, además, el libro promete que el erotismo será el tema central, el que englobe a todas las historias cortas… y es una promesa que no cumple. En casi todas las historias el sexo es un elemento muy menor, a veces presente en una o dos viñetas, y que casi siempre se podría haber omitido sin alterar el curso de las tramas. Lo interesante es que casi todas las historias nos muestran a Tepes en alguna época histórica, interactuando con personajes reales de cada una de esas épocas. De nuevo, algunas aprovechan mejor y otras peor las posibilidades que brindan estas ambientaciones, pero está muy bien que el contexto para estas historias violentas y pasadas de rosca sean momentos bien investigados de la historia real, de la Historia con mayúsculas. Veamos qué onda cada una de estas historias.
La primera es una versión alternativa del cuento de Blancanieves, con unos garches bastante bien incorporados y un final shockeante. El dibujo es de Quique Alcatena con bastantes pilas, pero rotulado por él mismo, que no es precisamente un buen letrista. La segunda, ambientada en una de las tantas guerras entre Inglaterra y Francia, es una comedia de enredos bastante violenta, en la que el sexo no tiene mayor incidencia. Dibuja Guillermo Hansz, el de El Club de los Ilustres.
La tercera es una historia tremendamente sangrienta y retorcida, con una trama interesante, pero a la que le juega en contra la cantidad de saltos al vacío (gráficos y narrativos) que ensaya Matías Bergara. Me encanta cómo trabaja con la mancha, con las tramas mecánicas y demás, pero por momentos la historia se hace muy confusa, especialmente en las tres páginas que no tienen textos.
La que dibuja Andrés Lozano es una de 10 páginas ambientada en la conquista de América, con un poco menos de violencia y con poco protagonismo del sexo, que apenas brinda el remate cómico para las últimas viñetas. Otra donde el erotismo no tiene el menor peso es en la que dibuja Beto Ledes, ambientada en EEUU en la época de Abraham Lincoln y el General Custer. Tiene una página muy salvaje en términos de machaca, un final sorpresa que se podía preveer sin ser un genio y un desarrollo muy hablado, pero atractivo. El dibujo cumple apenas, está a milímetros de irse a la B.
Fernando Ramos emplea un estilo oscuro, a mitad de camino entre un Juan Carlos Flicker y un clon de Mike Mignola para una historia que mezcla a Vlad Tepes, Bram Stoker y los crímenes de Jack el Destripador. Una buena idea, un poco compleja para ocho páginas. La de Rasputín, ambientada en Rusia entre 1914 y 1917, es la que mejor trabaja con la historia real, hasta llegar a una viñeta final muy impactante. Acompaña el dibujo de Lauri Fernández, bien en los climas y muy jugado a la caricatura.
A nivel dibujo y narrativa, creo que el que se lleva la medalla de oro es Esteban Tolj, quien tiene a su cargo las 10 páginas en las que Tepes se cuela en la desgarradora historia de Anna Frank. Los garches no aportan mucho, pero sin dudas es una excelente historia. Y se me acaba el espacio, pero quedan tres historias: una muy cortita con Diego Velázquez, más grosera que divertida; una con Marilyn Monroe, con un buen guión y dibujos bastante dignos; y una ambientada en el presente (de lo más flojo del libro tanto en guión como en dibujo) en la que por lo menos el sexo tiene razón de ser.
En síntesis, una antología rara, picantita, con altas dosis de mala leche, con puntos altos y otros no tanto, que seguramente disfrutarán los fans del impiadoso vampiro uruguayo.

domingo, 6 de abril de 2014

06/ 04: LAS ANDANZAS DE VLAD TEPES

Ultima etapa en esta recorrida por la historieta latinoamericana actual (la próxima será en unas semanitas) y vuelvo a Uruguay, a encontrarme con una historieta bastante atípica. No atípica en un sentido formal, porque no se trata de una historieta que se juegue a innovar o plantear el relato desde lugares (o con mecanismos) nunca antes explorados. De hecho, cuenta con los dibujos de uno de los nombres más activos de la historieta uruguaya, el prolífico Matías Bergara.
Lo raro de Las Andanzas... pasa por el guionista y por los guiones. Vlad Tepes es –como todos sabemos- el verdadero nombre del Conde Drácula, eterno capo del vampiraje. Acá, Tepes es vampiro, vive en Montevideo y tiene los rasgos de Silvio Galizzi, el guionista del comic, quien además es un conocido abogado, periodista, coleccionista y actor. De hecho, la primera parte del libro, las 52 páginas que componen el relato titulado “Erase una Vez en La Mondiola”, es una adaptación al comic de un film titulado Banfield Killer: Sangre en La Mondiola, en el cual Galizzi actuó en el rol del vampiro uruguayo. Es decir que la identificación entre Galizzi y Tepes no es un invento de Bergara, sino que ya viene impuesto por aquel largometraje y un segundo, La Balada de Vlad Tepes, en el que el actor principal también se hizo cargo del guión cinematográfico.
Lo otro muy loco de los guiones de Vlad Tepes es la profunda incorrección política. En estos tiempos en que los autores (incluso los de vanguardia) se esfuerzan tanto por no generar ni una pizca de polémica, por no crear nada que pueda resultar mínimamente ofensivo para nadie, Galizzi pone cuarta y se manda a 150 km/h por la banquina del lado contrario. En estas historietas hay chistes muy crueles, profundamente discriminadores, hacia los negros, los discapacitados, los putos, los chinos, los murgueros, las feministas, Papá Noel y los pibes que piden monedas en la calle, entre otros. Por si faltara algo, tenemos como protagonista a un hijo de puta que, además de chupar sangre, viola y mata sin ningún prurito, y sin ninguna consecuencia visible. De hecho, los guiones nos invitan a FESTEJAR cada una de las atrocidades que comete Tepes, lo cual es bastante heavy. Felizmente, estas masacres, vejámenes y traiciones vienen sazonadas con diálogos irónicos y muy efectivos, en la línea de los que escribía hace 30 años el maestro Enrique Sánchez Abulí en las historietas de Torpedo.
Nada de lo antedicho nos aclara si los guiones son buenos o no. Por lo menos para mi gusto, funciona mucho mejor el relato largo que las historias cortas (siete “andanzas” de cuatro páginas cada una), que muchas veces se quedan en el “chiste largo” y no tienen mucho más sustento que verlo a Tepes hacer maldades y “oirlo” tirar frases tremendamente ofensivas sin que se le mueva un pelo. La historia larga, la que adapta la película, está mucho mejor, con climas y situaciones más elaboradas y mejor resueltas.
Por el lado del dibujo, lo raro es verlo a Bergara alterar un poco su estilo habitual para ganar en velocidad y agilidad. Estas páginas no existen en papel y nunca vieron la tinta. Están dibujadas íntegramente en una tableta digital y retocadas en el photoshop por un Bergara que por momentos se vuelve irreconocible. De nuevo, en la historieta más extensa brilla mucho más el dibujo, se lo ve más comprometido, con la puesta en página más trabajada. No está toda dibujada al nivel de Dengue o El Viejo, pero queda bastante claro que hay un tipo muy talentoso detrás del lápiz (óptico). En las historias más cortas, el “sale con fritas” muchas veces le gana la partida al oficio y la calidad que uno asocia normalmente con la firma de Matías Bergara. El cuidado está puesto en que los personajes sean muy expresivos (a nivel corporal y de los rasgos faciales), y el resto está todo resuelto muy a los pedos, muy con lo justo.
Si querés descubrir a un Bergara que juega en el límite entre el no-virtuosismo y el “me chupa un huevo todo”, este libro es realmente revelador. Y si te querés reir con un humor negro, sórdido, del que hace que te avergüences por haberte reído de semejantes animaladas, este macabro alter ego de Silvio Galizzi te va a entretener un buen rato.