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viernes, 9 de abril de 2010
09/ 04: REX
Danijel Zezelj es una especie de autor maldito. Los editores yankis lo veneran, pero los lectores lo detestan y prácticamente todos los proyectos en los que mete mano terminan en el más oprobioso de los fracasos. Por suerte los editores saben que, más allá de lo que diga la gilada, Zezelj es un monstruo, y le siguen dando laburo para beneplácito de muy pocos.
Igual, hay un Rubicón que no cruzan: publicar las historietas que Zezelj realiza en su Croacia natal, con guiones propios, y apuntadas al mercado local, o de Italia o de Francia, donde sí tiene mucha chapa y hordas de fans que compran en cantidades groseras cualquier cosa que lleve su firma. Estas historias son las más difíciles de conseguir, y por supuesto, cuando el propio Zezelj se decidió a traducirlas al inglés y a editarlas él mismo en EEUU, le fue estrepitosamente mal.
¿Por qué en EEUU la gente no se copa con Zezelj? Fácil, porque no hay fans del Viejo Breccia. En los países donde tradicionalmente se consume historieta argentina (y pocos ejemplos hay más claros que Italia y Croacia) los fans de Breccia son millones y cuando aparece un tipo que entiende a Breccia, lo reformula y lo convierte en algo un poco más ganchero y comercial, obviamente le va bárbaro. Como todos los dibujantes croatas, Zezelj eligió a su fetiche argentino, su “padre estilístico” a quien estudiar a fondo. Y la verdad que con el Viejo se sacó la lotería. Con el tiempo, estudió también los trabajos más experimentales de Enrique Breccia (El Che, las historias cortas de principios de los ´70) y seguramente en un punto descubrió también a Jorge Zaffino. Con todo eso armó un coctel que lo convirtió en uno de los grandes maestros del claroscuro, a quien se disfruta infinitamente más en blanco y negro (en EEUU, obviamente, lo publican a color).
En esta novela gráfica, autoeditada por Zezelj en inglés, vemos al autor en todo su esplendor. La historia se centra en un policía que es acusado de trabajar para el narcotráfico. Va en cana y es sometido a todo tipo de humillaciones y vejámenes. Y cuando cumple su condena… agarrate, Catalina, porque se pudre todo. Ahora apodado Rex, el ex-cana es una bola de músculos y rencores que vuelve para vengarse de todos los que lo cagaron y la venganza, por supuesto, será terrible. Con las cuotas de violencia y sordidez garantizadas, Zezelj se esfuerza además por indagar en la psiquis del protagonista y por engalanar la masacre con un poco de poesía. Y el final es tan, pero tan perfecto que no se puede creer.
De todos modos, si sos más fan del Viejo Breccia que de los dibujantes pechofrío que consumen los yankis anti- Zezelj, mucho más que el guión te va a impactar el dibujo. Lo primero que llama la atención es cómo el autor se juega a no dibujar UN puto fondo en toda la novela. TODOS los fondos son fotos, bastante laburadas, por supuesto, y bien integradas al grafismo de Zezelj. Pero no hay UN fondo dibujado. El croata se juega todo a la figura humana y a las texturas. En el primer rubro, el resultado es devastador, te pone los pelos de punta. Todas las poses son perfectas, todas las caras meten miedo, todos los cuerpos se ven reales, hasta en las escenas más zarpadamente expresionistas. Las texturas realzan la salvajada del dibujo de una manera única y poderosísima. Los esfumados, los cepillados, los volúmenes, los collages, todos los recursos juegan a favor de la atmósfera jodida y peligrosa que Zezelj crea para la venganza hardcore de Rex. Brian Azzarello dijo alguna vez que el croata no dibuja sino que esculpe el papel, y la verdad es que no puedo estar más de acuerdo.
Rex es un comic visceral, pasional, jugado a todo o nada desde la primera viñeta hasta la última. Si te animás a entrar, preparate. Zezelj te va a cazar del cogote y te va a dar para que tengas. Y lo peor es que vas a quedar hecho mierda, pero pidiendo más.
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