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viernes, 3 de junio de 2022
LIBRITOS DE VIERNES
Vengo leyendo poco estos días, pero no quería que llegara el fin de semana sin clavar un posteo en el blog.
Conseguí el Vol.4 de StormWatch, que me faltaba, así que esta reseña debería ser leída entre la del 07/05/14 y la del 30/10/16. Una vez más, Warren Ellis plantea dos arcos de tres episodios, en los que va a sentar las bases de personajes y situaciones que van a explotar cuando StormWatch deje paso a The Authority. En este tomo lo acompaña un Bryan Hitch muy inspirado, muy comprometido, al que se le nota bastante que le interesa mucho más dibujar la figura humana que cualquier otro elemento que tenga que aparecer en las viñetas, pero igual le pone toda la garra. Elige ángulos espectaculares, no abusa del widescreen, trata de darle rasgos distintivos a las caras de los distintos personajes, y por supuesto se saca la lotería, el PRODE y el Quini 6 cuando le ponen como colorista a una Laura DePuy que le agrega magia y climas a un nivel devastador. En el segundo arco no está DePuy, no dibuja todas las páginas Hitch (entra el apenas aceptable Michael Ryan, un suplente bastante inferior al astro británico) y la faz gráfica sufre un poco. Pero conserva lo que a los fans más nos gustaba cuando leíamos esto en los ´90, que es la espectacularidad, la grandilocuencia, la sensación de que lo que estaba en juego era gigantesco, virtualmente inabarcable.
En el primer arco, Warren Ellis introduce a los hoy cuasi-icónicos Apollo y Midnighter, en una muy buena historia, emotiva, fuerte, en la que se siguen destapando los funestos secretos de Henry Bendix. Y el segundo arco está un poco estirado, se podría haber contado lo mismo en la mitad de las páginas, pero (a través de una versión de una realidad alternativa) indaga mucho y bien en los poderes, el origen y la personalidad de Jack Hawksmoor, otro personaje que será clave más adelante. Acá ya se nota mucho que a Ellis le importan muy poco los personajes que heredó de Jim Lee y demás "creadores" que habían pasado previamente por StormWatch. Con la notable excepción de Jackson King, el resto aparece poco, no hace pie en las tramas, no tienen escenas copadas, ni desarrollo, ni nada. Con el diario del lunes, parece bastante obvio que muy pronto los harían boleta a todos. Los diálogos no tienen la chispa ni la mala leche que amábamos los fans de Transmetropolitan, pero están muy por encima de lo que se veía en las otras series de superhéroes y afines que publicaba WildStorm a fines de los ´90.
Si te gusta leer a Ellis en títulos de claro perfil superheroico, esta etapa de StormWatch te va a encantar, porque encaja perfecto con la onda de esos primeros 12 monumentales números de The Authority, y porque están mayoritariamente dibujados por Bryan Hitch en una época de oro para el (hoy venido a menos) artista británico. Por ahí si Ellis en vez de una transición hubiese planteado una cirugía mayor sin anestesia, o un reboot más brutal, el impacto habría sido mayor. Pero a mí me gusta que se pueda leer y rastrear episodio a episodio la ruta que trazó el guionista desde la fosa séptica que era el nº35 de StormWatch (primera serie) a la gloria que significó el lanzamiento de The Authority.
Me vengo a Argentina, a repasar el nº1 de la revista Cancelado, una publicación de humor político, gestionada por la gente del colectivo Alegría. Me encontré con un formato grande, lindo, casi 100 páginas, pero un contenido muy por debajo de lo esperado. Una mezcla de autores consagrados con otros que desconocía, en la que por lo general los que dibujan bien cuentan cosas que no me interesaron o me parecieron medio pelotudas, mientras que algunas buenas ideas están en manos de chicos y chicas a los que les falta un montón en materia de dibujo. No me reí con capos que dibujan bárbaro como Ariel López V., Diego Parés, Gustavo Sala o Sergio Langer, apenas pude rescatar algún momento gracioso en una de las historietas de Ernán Cirianni... Creo que lo que más me gustó fue el segmento en el que colaboran autores de otros países, con muy destacadas participaciones del maestro chileno Christiano , el francés Darshan, y la portuguesa Julia Barata. Después, encontré lindos dibujos de Jesús Cossio y Mauro Entrialgo, lo de Adao Iturrusgarai me dejó con gusto a poco, lo de Joni B me pareció cualquiera... Y por suerte hay algunas ideas graciosas en historietas en las que no me entusiasmaron demasiado los dibujos, como la de Maxi Falcone, o la de Razz.
En un terreno ya 100% de gusto personal, me quedo mil veces con los chistes de libertarios, goriloides y fachos varios que con los de vacunas, virus y contagios, o los de pija y concha, de los que hay muy pocos. Pero el balance general me dio muy flojo. Pensé que me iba a encontrar con chistes e historietas mucho mejores.
Y no hay más. Perdón por tan poco y espero tener nuevos libros leídos para reseñarlos muy pronto, acá en el blog.
Etiquetas:
Bryan Hitch,
Revista Cancelado,
StormWatch,
Warren Ellis
sábado, 14 de enero de 2012
14/ 01: DC COMICS PRESENTS JLA: HEAVEN´S LADDER
Cuando se editó originalmente Heaven´s Ladder (en 2000, creo) salió como una novela gráfica en tamaño gigante, tipo esos libros que hacían Paul Dini y Alex Dioss. Por supuesto no me la compré, porque me molesta ese formato. Sin embargo escuché buenas críticas, por eso ahora que salió en la colección de TPBs para pobres de DC, me la pedí de una.
Y la verdad que buenas críticas... la pindonga. No confundamos calidad con grandilocuencia. El guión del maestro Mark Waid es todo lo ambicioso que puede ser un comic de la JLA y más. Al lado de Heaven´s Ladder, toda la etapa de Grant Morrison es una pelotudez pedestre, una luchita insulsa contra ladrones de bancos de la B Metropolitana. Acá se manejan conceptos mucho más complejos, de dimensiones cósmicas zarpadas, pensados para desafiar la imaginación incluso de los lectores muy curtidos en esto de las sagas superheroicas. Hasta ahí, joya.
Pero, ¿alcanzan estos conceptos para dar sustento a un buen guión? Estoy entre el “no” y el “hasta ahí nomás”. El primer problema es uno muy típico de esta etapa de la JLA: no hay desarrollo de personajes. Que va de la mano con otro: hay demasiados personajes. Los siete grossos más Plastic Man, Steel y Atom. Diez héroes para 72 páginas significa que varios de ellos apenas logran mojar el pancito en el tuco. Están porque tienen que estar, por una cuestión de chapa, pero el aporte de cada uno (salvo Atom) es mínimo y todos eran perfectamente reemplazables por la JSA, los Titans, los Avengers o los X-Men.
Otro punto flojo: los mecánicos cuánticos se robaron no menos de 25 planetas. ¿Hay alguna explicación para que sólo la Tierra tenga héroes que intenten desentrañar este misterio y luchar para recuperar su planeta? No. Los héroes de los otros mundos (con Adam Strange a la cabeza) colaboran con la JLA una vez que los terrícolas pusieron en marcha el plan para resolver el conflicto. Y por supuesto, el traidor, el que complica todo al final y genera la hiper-machaca a todo o nada, también tiene que ver con la Tierra.
Recién cuando irrumpe este personaje (a 20 páginas del final), el guión pela algo así como un antagonista. Hasta ahí, había meros obstáculos, nimios, intrascendentes, sin peso real en la trama, que apenas generaban peleas pelotudas para rellenar viñetas. Boludeces sin las cuales este podría haber sido un comic sin superhéroes, un capítulo grosso de Star Trek, ponele. La machaca del final es el único tramo de la novela que justifica la participación de estos tipos con superpoderes. Y dura 10, 11 páginas, no mucho más. O sea que los hallazgos del guión están más en la concepción que en el desarrollo mismo de la obra. Y al ser Mark Waid el guionista, sabés que hay garantía de buenos diálogos.
De todos modos, el gancho era el dibujante, Bryan Hitch, que a partir de su laburo en The Authority se había convertido en una estrella imbatible. Acá lo vemos pelar a full, decidido a aprovechar las posibilidades del formato gigante para devastarnos las retinas con fondos, figuras y caras laburadísimas. Si te gusta el dibujo realista, esto te va a emocionar. El laburo de Hitch también está muy bien apuntalado por el entintador Paul Neary y la colorista Laura Depuy, que despliega una gama de efectos digitales tan vasta como sorprendente.
Para llenar las 100 páginas, viene como complemento el número 1.000.000 de Green Lantern (de 1998), también dibujado por Hitch con bastante onda, bastante dinamismo, pero mucho más jugado a la figura humana (al resto le da mínima bola) y entintado con menos sutileza por Neary y Andy Lanning. El guión de Ron Marz es tan flojo como cualquier otro guión de Marz de esa época, con el agravante de que está todo muy enganchado con una mega-saga acerca de la cual se nos brinda muy poca información. Y por si fuera poco, termina en “continuará”.
Si descubriste a Bryan Hitch a raíz de su paso por The Ultimates, seguramente te va a cebar tener esto, que es justo anterior. Si sos fan incondicional de la JLA “icónica” seguro lo tenés. Y si sos fan de Waid, sabés que tiene un montón de trabajos más interesantes (y más merecedores de tu billete) que este, que sin ser un desastre, se queda un poquito a mitad de camino.
Y la verdad que buenas críticas... la pindonga. No confundamos calidad con grandilocuencia. El guión del maestro Mark Waid es todo lo ambicioso que puede ser un comic de la JLA y más. Al lado de Heaven´s Ladder, toda la etapa de Grant Morrison es una pelotudez pedestre, una luchita insulsa contra ladrones de bancos de la B Metropolitana. Acá se manejan conceptos mucho más complejos, de dimensiones cósmicas zarpadas, pensados para desafiar la imaginación incluso de los lectores muy curtidos en esto de las sagas superheroicas. Hasta ahí, joya.
Pero, ¿alcanzan estos conceptos para dar sustento a un buen guión? Estoy entre el “no” y el “hasta ahí nomás”. El primer problema es uno muy típico de esta etapa de la JLA: no hay desarrollo de personajes. Que va de la mano con otro: hay demasiados personajes. Los siete grossos más Plastic Man, Steel y Atom. Diez héroes para 72 páginas significa que varios de ellos apenas logran mojar el pancito en el tuco. Están porque tienen que estar, por una cuestión de chapa, pero el aporte de cada uno (salvo Atom) es mínimo y todos eran perfectamente reemplazables por la JSA, los Titans, los Avengers o los X-Men.
Otro punto flojo: los mecánicos cuánticos se robaron no menos de 25 planetas. ¿Hay alguna explicación para que sólo la Tierra tenga héroes que intenten desentrañar este misterio y luchar para recuperar su planeta? No. Los héroes de los otros mundos (con Adam Strange a la cabeza) colaboran con la JLA una vez que los terrícolas pusieron en marcha el plan para resolver el conflicto. Y por supuesto, el traidor, el que complica todo al final y genera la hiper-machaca a todo o nada, también tiene que ver con la Tierra.
Recién cuando irrumpe este personaje (a 20 páginas del final), el guión pela algo así como un antagonista. Hasta ahí, había meros obstáculos, nimios, intrascendentes, sin peso real en la trama, que apenas generaban peleas pelotudas para rellenar viñetas. Boludeces sin las cuales este podría haber sido un comic sin superhéroes, un capítulo grosso de Star Trek, ponele. La machaca del final es el único tramo de la novela que justifica la participación de estos tipos con superpoderes. Y dura 10, 11 páginas, no mucho más. O sea que los hallazgos del guión están más en la concepción que en el desarrollo mismo de la obra. Y al ser Mark Waid el guionista, sabés que hay garantía de buenos diálogos.
De todos modos, el gancho era el dibujante, Bryan Hitch, que a partir de su laburo en The Authority se había convertido en una estrella imbatible. Acá lo vemos pelar a full, decidido a aprovechar las posibilidades del formato gigante para devastarnos las retinas con fondos, figuras y caras laburadísimas. Si te gusta el dibujo realista, esto te va a emocionar. El laburo de Hitch también está muy bien apuntalado por el entintador Paul Neary y la colorista Laura Depuy, que despliega una gama de efectos digitales tan vasta como sorprendente.
Para llenar las 100 páginas, viene como complemento el número 1.000.000 de Green Lantern (de 1998), también dibujado por Hitch con bastante onda, bastante dinamismo, pero mucho más jugado a la figura humana (al resto le da mínima bola) y entintado con menos sutileza por Neary y Andy Lanning. El guión de Ron Marz es tan flojo como cualquier otro guión de Marz de esa época, con el agravante de que está todo muy enganchado con una mega-saga acerca de la cual se nos brinda muy poca información. Y por si fuera poco, termina en “continuará”.
Si descubriste a Bryan Hitch a raíz de su paso por The Ultimates, seguramente te va a cebar tener esto, que es justo anterior. Si sos fan incondicional de la JLA “icónica” seguro lo tenés. Y si sos fan de Waid, sabés que tiene un montón de trabajos más interesantes (y más merecedores de tu billete) que este, que sin ser un desastre, se queda un poquito a mitad de camino.
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