el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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lunes, 12 de diciembre de 2022

OTRAS TRES LECTURAS

Sigo avanzando en la lectura de las historietas de autores argentinos publicadas durante 2022 y ya tengo otras tres listas para reseñar. Silicium, de Guillermo Villarreal y Leonardo Figueroa, la había leído por lo menos parcialmente hace unos años, cuando salió serializada en revistitas. Creo que de los cuatro capítulos que componen la obra, había leído tres. Ahora la conseguí en libro, y la leí toda junta, de un saque. Se trata de un comic de ciencia ficción muy dinámico, que se lee rápido. Y quizás ese sea su defecto más notorio: pasan pocas cosas para la cantidad de páginas que tiene. Los diálogos están bien, los personajes son bastante tridimensionales, pero la aventura en sí es muy lineal, como si fuera un videojuego de esos en los que vas avanzando por un escenario y cada tanto se te viene encima algo a lo que le tenés que disparar. Recién sobre el final hay un flashback que se propone indagar en el pasado de uno de los protagonistas, pero también está contado en forma de aventura extrema con machaca, estridencia y explosiones. Y la última página pareciera dejar abierta la posibilidad de continuar la historia, lo cual estaría buenísimo, porque en una de esas Figueroa y Villarreal tienen pensado un final que no es el que vimos hasta ahora, sino algo más potente, más redondo. Ojalá en algún momento nos avisen que este librito de Silicium es apenas el Vol.1 de una saga pensada para seguir muchos capítulos más. El principal atractivo de la obra es, claramente, el dibujo de Villarreal. Más allá de algunos planos que se repiten mucho, estamos frente a un dibujante con un gran manejo de la composición de la viñeta, gran equilibrio entre masas negras y espacios blancos, gran criterio para la aplicación de los grises, gran despliegue a la hora de imaginar maquinarias, armaduras, chumbos y edificios futuristas, y con un estilo muy ganchero, tributario de dibujantes del mainstream yanki de los ´90, tipo Joe Madureira, Mike Wieringo, Roger Cruz... esa onda. De ahí aprendió Villarreal a dibujar personajes muy expresivos y a moverlos bien en las escenas de acción. Ya habíamos visto otros trabajos de este dibujante en el blog, pero este sin dudas es superior a los anteriores.
Hay más titanes planetarios, porque Loco Rabia compiló en libro la impactante Estrella Roja, una historieta que Manuel Loza serializó en la web durante varios años. Si te gustan la aventura y la ciencia ficción, Estrella Roja te va a hipnotizar de punta a punta. Es un comic rarísimo, porque está todo narrado sin diálogos y sin viñetas mudas: cada cuadrito tiene su bloque de texto y es por ahí por donde avanza la narración. Lógicamente, los mejores momentos llegan cuando Loza logra que el dibujo no se limite a ilustrar algo de lo que expone el texto, sino que agregue algo más. Por suerte, eso sucede bastante a menudo. La trama avanza a buen ritmo, excepto en un momento en que Loza deja el dibujo a manos de autores invitados, y la historia central se detiene para contar algunos flashbacks que -pese a estar muy bien dibujados- no aportan demasiado. Otra aspecto raro es cómo Loza se limita a sí mismo a la hora de dibujar. El formato de tira le impide jugar con la forma, el tamaño y la ubicación de las viñetas dentro de la página, y el tema de tener un bloque de texto sobre cada dibujo lo lleva a simplificar, a no matarse dibujando fondos que puedan opacar al texto, o quedar sepultados debajo de este. Es un equilibrio complicadísimo, pero de alguna manera funciona, y hasta deja espacio para que el dibujo se luzca y brille con mucha intensidad. Lo que más me gustó es cómo, en un contexto de aventura extrema, a todo o nada, en la que los protagonistas superan desafíos imposibles y peripecias aún más imposibles, Loza aprovecha para bajar línea. Y lo hace de manera clara, contundente, por momentos hasta con la notable habilidad de combinar consignas militantes con un cierto vuelo poético. Se nota mucho el trabajo a destajo por parte del autor, su esfuerzo por construir un mundo fantástico pero consistente, personajes imbatibles pero vulnerables, capaces de generar empatía en el lector... y a la vez se nota que la estaba pasando bomba, que hay pasión y disfrute a lo largo de toda esta epopeya que es Estrella Roja. El rulito del final, en el que esta saga se conecta con... otra, muy conocida, la verdad que lo vi venir muchas páginas antes. Pero igual está muy piola, muy bien ejecutado. El formato del libro... y, no... la verdad que no me gustó. Pero me doy cuenta que lo eligieron por una cuestión de fidelidad, de reproducir la experiencia de lectura que Estrella Roja ofreció semana a semana en la plataforma de comic online de Loco Rabia. De todos modos, es un formato incómodo para guardar, no para disfrutar de los dibujos y los guiones de Manuel, por eso no tiene sentido putearlo. Gran historieta, de lo más power del año.
Y termino con Tiburcio Tiene Novia, nueva recopilación de las historietas que Alejo Valdearena y Diego Greco publicaban semanalmente en la revista Billiken. Por ahí esta vez los chistes no me causaron tanta gracia como las anteriores, pero creo que nunca me reí tanto con un poema de El Gaucho Zombie como el que incluye el librito en esta ocasión. Como toda serie que ya lleva muchos años, Tiburcio amplió su elenco y muchos de los argumentos de estas historietas (todas de una página) surgen de la interacción entre los distintos personajes y los choques entre las distintas personalidades. La Gran Peanuts, digamos. Y también lo vemos a Valdearena nutrirse de un humor costumbrista, de cosas que hacen los chicos de carne y hueso, quizás llevadas un poco al extremo para que causen más gracia. En general son historias muy sencillas, donde hay una travesura, o un toque de picardía, o donde la imaginación de los chicos aparece contrapuesta a la realidad. Pero claro, esto es una historieta para chicos que leían Billiken, con lo cual la realidad se muestra un toque distorsionada: nunca hay un problema de plata en la familia, nunca hay situaciones de injusticia en la escuela, ni hay violencia ni inseguridad ni pobreza en las calles y plazas donde juegan Tiburcio y sus amigos. Es mundo más idílico que real, y no es ilógico que así sea, aunque leído por un adulto hace un poco de ruido. El dibujo de Greco es excelente, al igual que el color. Y cuando cambia de técnica para ilustrar el poema del Gaucho, directamente te detona las retinas. Un verdadero crack que merece mucho más reconocimiento del que tiene entre los fans de la historieta argentina. Obviamente recomiendo comprar el nuevo librito de Tiburcio, leerlo en 15 minutos y regalárselo a un hijo, sobrino, ahijado o mascota bípeda. Quedás como un duque y te divertís un rato. No se puede pedir mucho más. Y esto es todo por hoy. Mañana, partidazo del Mundial que ojalá ganemos. Y ni bien tenga más libros leídos, nuevas reseñas acá en el blog.

viernes, 28 de agosto de 2015

28/ 08: BAD DOG

Joe Kelly y Diego Greco hicieron esta historieta a un ritmo muy pausado, a lo largo de varios años y con muchas interrupciones. Tardaron seis años en editar seis números y finalmente el año pasado salió el primer TPB. ¿Se publicaron nuevos episodios después del libro? La verdad que no lo sé.
A primera vista, Bad Dog parece un comic hiper-cabeza, la típica historieta con un protagonista amoral, violento y descontrolado, repleta de peleas, explosiones, chistes subidos de tono, escenas truculentas con gore y sangre al límite, sexo, droga y rockanroll. Y es cierto, Bad Dog tiene todo eso. Lo bueno es que es en joda y SE NOTA que es en joda. Muere gente, hay tiros, cuchillazos y mutilaciones y en general la violencia tiene consecuencias reales. Pero todo, hasta lo más sórdido, está vestido de fiesta de modo que en vez de causar escozor, causa gracia. Todas estas situaciones de ultraviolencia son además situaciones bizarras, al límite del disparate, envueltas por una imparable sucesión de diálogos en los que Kelly hace gala de un humor zarpadísimo.
En un punto, Bad Dog es una especie de Deadpool más salvaje, con muchas cosas que Marvel no le dejaría hacer a Kelly en una revista protagonizada por el antihéroe creado por Rob Liefeld. Acá se ven tetas, porongas (de juguete), gente aspirando frula, buenos y malos escabiando a lo bestia, garches, vómitos, tipos lamíendole el orto a otros tipos, decapitaciones, mujerzuelas y juegos de azar. Y encima uno de los personajes es un evangelista retirado, que combina en sus diálogos las puteadas más tremendas con menciones a Dios, la virgen María, la Biblia y el Espíritu Santo.
Lo más interesante es que por debajo de este festival de la guarrada, Kelly desliza subtextos muy atractivos. Habla de temas más profundos, se anima a meterse bastante a fondo en la psiquis del protagonista, a cuestionarse bastante por qué hace lo que hace, y además le permite avanzar. Lou no es el mismo en el primer episodio que al final del sexto. Nada de esto es muy obvio, ni está muy subrayado por el guión, porque claramente Bad Dog se vende como un comic de machaca y chistes guarangos. Pero está, y eso le da una textura, una pátina de complejidad, que en general este tipo de historias no tiene.
El dibujo y el color están a cargo de Diego Greco, acá en un estilo que no se parece en nada al de Tiburcio. Este es el Greco (el Diego Greco, no Doménikos Theotokópoulos) de estilo más realista, más apegado al dibujo académico y aún hoy tributario en algunas cosas del estilo de Juan Bobillo (o mejor dicho, de uno de los estilos de Juan Bobillo). Por suerte, Greco encuentra espacios para jugar, para transgredir, para cagarse un poco en el realismo y meter toques más salvajes, más libres, donde la representación pierde frente a la expresión, frente a las ganas que tiene el hincha de Banfield de transmitir cosas potentes desde el dibujo.
Decíamos que estas más de 150 páginas fueron dibujadas a lo largo de muchos años, pero la verdad es que no se nota mucho. Greco ya tenía un nivel muy alto cuando empezó con Bad Dog y llegó al final sin mutaciones visibles en el grafismo y más asentado, más canchero en la narrativa. La trilogía final, ambientada en Las Vegas, le saca amplia ventaja a los tres primeros capítulos, principalmente porque Greco se zarpa más con la puesta en página, se anima más y se brinda más. De todos modos, no hay momentos flojos. El dibujo sale a matar desde la primera viñeta y el color es maravilloso de punta a punta del tomo.
Si te resulta atractivo el estilo realista de Diego Greco (más realista que en Doméstico y Fuerza Mosca), o si querés leer a Joe Kelly desatado, pasado de rosca y entregado plenamente a las masacres sanguinarias enchastradas de mugre, perversión y mala leche, con Bad Dog la vas a pasar bárbaro. Repito: no tengo dudas de que Kelly puso acá mucho de lo que le gustaría hacer con Deadpool pero Marvel no se lo autorizaría ni a palos. Por eso -además de violencia, alcohol y chistes sobre el semen de toro- este comic destila mucha libertad, mucha alegría y se nota todo el tiempo que los autores están, ante todo, divirtiéndose, cagándose de risa, pasándola bomba. Y eso es genial.

martes, 26 de agosto de 2014

26/08: TIBURCIO Vol.2

Poco para agregarle a la reseña del Vol.1, publicada el 19/05/13. Me encanta Tiburcio, me divierto mucho con sus mini-aventuras; me siento identificado, como si Alejo Valdearena conociera oscuros secretos de mi infancia: el miedo a tirarse del trampolín, las enfermedades fingidas para zafar de la clase de Educación Física, la onda con algunas maestras cuya belleza y simpatía me hicieron deponer mi clásica actitud de rebeldía, de ¿quién carajo sos vos para decirme lo que tengo que hacer?, los “cloros” en la pileta… Cuando yo era chico no había internet, ni videojuegos, ni comiquerías. Pero muchas de las cosas que vive Tiburcio en esta década, yo las viví en los ´70 y me causó mucha gracia verlas reflejadas en las tiras de Alejo.
Por supuesto, el dibujo de Diego Greco se luce más y más a medida que pasan las tiras. Lo que vimos en el Vol.1 era realmente notable y acá ya vemos al crack de Banfield en un nivel extraordinario, muy por encima de lo que se puede encontrar en casi todas las historietas de la Genios o la Billken. Claro, Greco juega con la ventaja de poder dibujar cuatro o a lo sumo cinco viñetas por semana, contra la página o las dos páginas que entregan sus colegas en las revistas semanales. Pero aprovecha a full esa posibilidad y realmente deja la vida en cada tira. Que además se aprecia muchísimo en el formato elegido para el tomito recopilatorio, en el que cada tira ocupa dos páginas. Te lo terminás muy rápido, es cierto, pero el dibujo de Greco impacta y se disfruta mucho más.
Quiero más Tiburcio. Compré esta fórmula de humor directo, simple, efectivo, finamente sazonado con mala leche y que, además de causarle gracia a los chicos (lo comprobé con mi sobrino, que ya se había hecho fan incondicional con el Vol.1 y esperaba al Vol.2 tanto como a la segunda peli de los Avengers) le puede hacer pasar un muy lindo momento a los grandes. Lo único que me costó entender del Vol.1 y que ahora entiendo menos que antes es cómo Valdearena y Greco tienen que disfrazarse de editores para publicar sus tiras, en vez de dedicarse a elegir la más copada entre las decenas de propuestas que deberían lloverles de las editoriales distintas que incursionan en el rubro de la historieta infantil. Ojalá haya libritos de Tiburcio para rato, así podemos disfrutar de esta exquisitez sin ensuciarnos las manos con esa inmundicia editorial conocida como la revista Viva.

domingo, 13 de julio de 2014

13/ 07: ALIENIGENA

Hoy es como que todo importa poco, porque tenemos los cinco sentidos puestos en lo que está por suceder en el Maracaná. Pero bueno, esto es así.
Hoy tenemos otra historieta originada en las páginas de la revista Comic.ar, luego reunida en un librito breve, con sólo 45 páginas de historieta. Se trata de Alienígena, una obra de Alejo Valdearena y Diego Greco, a quienes ya vimos colaborar en otra historieta de tono humorístico allá por el 19/05/13. Alienígena no se centra tanto en los gags como Tiburcio, sino que busca afianzarse en un tono de comedia, que le permita matizar un cierto trasfondo de “aventura”, o por lo menos de un conflicto un poquito más espeso. Por momentos, Alienígena tiene una onda sitcom, no para el lado de 4 Segundos, pero tampoco a años luz.
Básicamente, Alejo y Greco nos contarán la historia de Zaz, un chico hijo de alienígenas que vive en nuestro planeta y que tiene que sumarse a un nuevo colegio secundario, justo cuando su cuerpo sufre una transformación bizarra, típica entre los zongorianos, pero inquietante para los terrícolas. Vimos cosas parecidas en muchas películas yankis, así que la verdad es que las sorpresas no son tantas. Hay un buen desarrollo del protagonista, una especie de aventura divertida, varios chistes ingeniosos (marca de fábrica de Valdearena) y no sé si mucho más. Le falta por ahí definirse un toque, ser un poco más picaresca, ir más al filo de la grosería, o agarrar para el otro lado y ser más comedia de Disney, más limpito, más familiero. En ese tono intermedio es donde Alienígena adolece de una cierta inconsistencia.
El mejor dibujo de Greco es el de la portada, que es donde utiliza un trazo más similar al que vimos en Tiburcio. Adentro, en las tiras, Greco se vuelca por una línea más finita, no tan caricaturesca, que juega mucho para el lucimiento del color, pero a la que le falta peso gráfico. Ojo, se ve todo MUY lindo, pero me quedo con lo visto en Tiburcio, con ese trazo más grueso, más fuerte, más Cartoon Network, si se quiere. Por supuesto lo que más llama la atención y lo que más se disfruta es la expresividad que Greco le pone a los personajes, esa onda, esa gracia que sorprende sobre todo cuando uno ve los trabajos de Greco en su otro estilo, ese más realista, más académico, más oscuro, más pensado para la machaca heroica. Y también hay que destacar la narrativa, que está muy cuidada, y la elcción de los planos, sobre todo cuando Greco se las tiene que ingeniar para no mostrarnos nunca qué corno es “el pimpollo” que le sale a Zaz en la cabeza.
Si sos fan de Alejo Valdearena, o de Diego Greco, seguro que este librito te va a gustar. Si leíste esta tira en la Comic.ar y te gustó, obviamente no dejes de comprarte el librito. Si estás buscando la nueva joya de la historieta argentina, la verdad que no, que acá no la vas a encontrar. Pero para pasar un lindo rato, e incluso para quedar como un duque con algún pibe de 10 a 13 años, está buenísimo.

domingo, 19 de mayo de 2013

19/ 05: TIBURCIO Vol.1

Qué increíble cómo se le escapó este libro a las grandes editoriales, o a Comiks Debris, que es un sello pequeño, pero 100% centrado en historieta infantil... Lo cierto es que, en vez de seguir esperando el llamado providencial de algún editor que les propusiera convertir en libro esta tira que publican desde 2009 en la revista Viva, el guionista Alejo Valdearena y el dibujante Diego Greco rompieron el chanchito y se largaron ellos mismos a editar el primer recopilatorio de Tiburcio en formato libro. La verdad es que les quedó lindísimo: más de 100 páginas, muy buen papel, hermosa portada, un formato más grande que el de los libritos de tiras de Mafalda o Gaturro, y hasta un bonus track: un poema ilustrado inédito, protagonizado por el Gaucho Zombie.
Cuesta acostumbrarse al hecho de que tenemos una tira de Tiburcio cada dos páginas. Las tiras están reproducidas en un tamaño mayor que el de la publicación en Viva, y cada una ocupa dos páginas. En las primeras tiras, esto hace un poco de ruido, porque Greco rara vez dibuja más de cuatro viñetas, lo cual nos deja con sólo dos viñetas por página. A medida que avanza la tira, se hacen más frecuentes las seis viñetas y ahí sí, cada página del librito ofrece un poco más. En total tenemos 42 breves historietas de Tiburcio, más el poema del Gaucho Zombie, que consta de seis hermosas ilustraciones.
Lo bueno de publicar una tira cada dos páginas es que el dibujo de Greco se ve maravillosamente bien y se disfruta en toda su dimensión. El estilo que desarrolla acá el crack de Banfield no se parece en nada al de sus trabajos anteriores: esto es una especie de García Ferré del Siglo XXI,con una estética simple, muy jugada a la caricatura, personajes muy expresivos, fondos muy trabajados, color digital muy logrado (en el cuento del Gaucho Zombie es probable que el color sea analógico), variedad de enfoques, variedad en los tamaños y formas de las viñetas... y todo dibujado con una cancha tremenda, como si Greco hubiese incursionado en ese estilo 25 ó 30 años ininterrumpidos.
Alejo Valdearena también sorprende en su primera incursión por el género infantil, y en el formato de tira, que lo obliga a plantear y rematar situaciones en espacios muy acotados. Las mini-historias de Tiburcio y su sapo Batracio tienen ingenio, chispa, la cuota justa de ternura, y hasta cierta pizca de mala leche, de mirada poco piadosa hacia algunas convenciones sociales que el guionista de 4 Segundos no filtra (y lo bien que hace).. Tal vez porque la tira no sale en una revista infantil, el mundo en el que se mueve Tiburcio es mucho más real (y complejo) que el que vemos en las típicas historietas de Genios o Billiken, lo cual es un punto a favor, porque le permite a la Alejo jugar a menudo su ancho de espadas, que es el humor basado en la comedia costumbrista, con diálogos filosos, mordaces y que suenan muy reales, incluso dichos por chicos de 8 ó 9 años.
Nunca había leído las tiras de Tiburcio en la revista Viva (publicación excecrable, pensada para viejas culonas, con mucho tiempo al pedo, escaso gusto en materia de diseño y con el cerebro carcomido por las mentiras de Clarín) o sea que para mí este libro fue pura sorpresa. Y puro deleite, porque me encontré con una tira muy divertida, con un humor amplio, que funciona en varios niveles, con rasgos muy originales dentro de un género hecho hasta el hartazgo y con un dibujo increíble, muy por encima de la media. Uno podría pensar que Greco y Valdearena se guardarían sus mejores esfuerzos para trabajos que tengan más que ver con sus pasiones (que supongo que no pasan por hacer una tira infantil para Viva), y sin embargo acá tenemos a dos grossos de la historieta argentina actual decididos a no retacear ni lo más mínimo de su indiscutible (e infrecuente) talento. Me encanuto este librito en mi biblioteca y salgo a buscar otro ejemplar para regalárselo a mi sobrino, que en unos días cumple 7 años y –por supuesto- ya es comiquero a full. Ojalá salga pronto el Vol.2!

martes, 13 de septiembre de 2011

13/ 09: FUERZA MOSCA


Otro título reciente de la colección Toing!, esta vez para recopilar otra historieta originalmente publicada en la revista Billiken. Fuerza Mosca no se parece en nada a Elías y el Perro de la Esquina. El libro trae dos historietas, una de 34 páginas y una de 12. La de 34 páginas se publicó en formato serial, con continuará. La temática es de misterio y el dibujo, mucho más realista que el de la historieta infantil promedio. El formato de las páginas es casi cuadrado, lo cual fuerza a los diseñadores del tomito recopilatorio a meter dibujos arriba y abajo de la página original, a modo de guardas, y la verdad es que no quedan bien, rompen bastante las pelotas a la hora de apreciar la faceta visual de las historias, y le agregan confusión a la narrativa. No sé por qué esto se publicó así (digo, en la Billiken), pero en libro, queda feo.
Por suerte, las incomodidades visuales que generan estas “guardas” son ampliamente compensadas por el deleite que producen los dibujos de Diego Greco, que son de una calidad altísima. Greco labura perfecto la puesta en página, los climas del relato, las expresiones faciales, los fondos, y hasta logra que los villanos, que son monstruos o fantasmas, se vean heavies y amenzantes, sin ser algo demasiado truculento, que perturbe o asuste más de la cuenta a los chiquitos. Ah! Y el color! El color es magnífico! Gran, gran trabajo de Greco.
Los guiones le pertenecen a Alberto Moreno y son algo así como el anti-Scooby-Doo. Primero, porque las amenazas son realmente sobrenaturales. No son tipos disfrazados de fantasmas ni de demonios para asustar a la gilada. Estos chicos se enfrentan a manifestaciones que bien podrían aparecer en un comic de Hellblazer. Y les ganan… de modos bastante rebuscados, pero indudablemente satisfactorios para la audiencia infantil. Y lo otro que pone a los guiones de Moreno en las antípodas de los de Scooby-Doo es que no se calienta en lo más mínimo por darles rasgos distintivos a los cuatro protagonistas: Male, la Colo, Pablo y Hueso son todos igual de inteligentes, igual de valientes, igual de graciosos a la hora de tirar un chiste… son exactamente iguales y –por ende- intercambiables. Entre sí, o por otros personajes, de otras historietas. No hay nada en ellos que genere una identificación especial en los lectores, más allá de ser chicos. Pablo, por ahí, es más distinguible por ser gordito y de anteojos. Pero no sabemos nada sobre él, excepto que su abuelo era arqueólogo y se llama Juan Carlos. Y de los otros chicos, no sabemos absolutamente nada. Por supuesto, en 46 páginas no se puede pretender el recontra-desarrollo de personajes, y menos cuando son cuatro, sin contar secundarios ni villanos. Pero, uno supone que Moreno y Greco pensaron esta serie para durar más de dos aventuras y, para que eso fuera posible, hacía falta definir mejor y darle un poco más de onda a cada uno de los protagonistas.
Resumiendo, para los fans de Diego Greco (uno de los mejores futbolistas que hoy trabajan de historietistas), esto es absolutamente imperdible, porque acá el astro de Banfield está realmente inspirado, en un nivel muy superior al que le vimos –por ejemplo- en Doméstico, su trabajo más conocido en Argentina. Y para entretener un rato a los más chicos, Fuerza Mosca está más que bien. Además es un buen primer paso para llevarlos por la senda dark-sobrenatural que desemboca en Vertigo y que –doy fe- no tiene retorno.