Me re-cagaron. Me
programaron la función de prensa de Aquaman para mañana sábado a la mañana, y
entonces no puedo salir de joda esta noche, porque además mañana laburo toda la
tarde. Más vale que la peli esté buena… En vez de apolillar para salir fresco a
disfrutar de la trasnoche, hoy estoy acá, con un laaargo rato libre para
reseñar algunas de las cositas que leí en estos días.
Encontré en una mesa de
saldos el Vol.1 de Pin-Up, la serie iniciada en 1994 por Yann y Philippe
Berthet, y me lo compré sin dudar. Ahora me metí en brete de aquellos, porque
la serie a) consta de 10 álbumes y b) me pareció excelente.
Básicamente, lo que
cuentan Yann y Berthet es cómo cambia la vida de una chica cuando un
historietista famoso toma primero sus rasgos y más tarde su realidad misma para
darle vida a la protagonista de una tira diaria de inmensa popularidad. Estamos
en EEUU, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando el comic es una forma de entretenimiento hiper-masiva, al punto
que se lo utiliza para motivar a los soldados que pelean en los distintos
frentes del conflicto bélico. Ahí va a jugarse el pellejo Joe, el novio de
Dottie, mientras que esta pasa a ser la inspiración para Poison Ivy, una
heroína intrépida y sexy, creada por el talentoso (e inescrupuloso) Milton. Sí,
obviamente es una referencia a Milton Caniff, aquel historietista mítico de los
años ´30 y ´40, tan hábil con el plumín como en la rosca con los militares y
los servicios de inteligencia yankis.
El dibujante es algo así
como el villano de Pin-Up (por lo menos en este primer tomo), y eso le permite
a Yann abrir todo un abanico de juegos metacomiqueros, de distintos niveles de
realidad al estilo Peter Kampf lo Sabía. Yann además explota a full el hecho de
tener como protagonista a una chica íntegra, para nada boluda y con muchísima
personalidad, en una historia ambientada en una época en la que las minas eran
básicamente objetos cuyo valor estaba intrínsecamente relacionado a su belleza
física.
Parte de lo que hace muy
atrapante a este primer Pin-Up es que pasan muchas cosas en 44 páginas, y eso
es porque Berther se morfa un montón de páginas de 10 o más viñetas. Sin
embargo la narrativa no se resiente para nada, los fondos, armas y vehículos
muestran un nivel de documentación superlativo y la línea del francés brilla
muchísimo en ese fino equilibrio entre Luc Cornillon y Daniel Torres. Veremos
si consigo a buen precio los siguientes tomitos, o si cedo a la tentación de ir
directo por los integrales, qe deben costar un huevo y la cáscara del otro.
Ayer jueves me tocó
conducir la presentación en Buenos Aires de Terra Australis, la nueva novela
gráfica de Agustín Graham Nakamura, y obviamente me tomé el laburito de leerla
previamente, para no mandar más fruta de la habitual. Terra Australis es un
thriller de misterio, que amaga con ser policial pero en realidad está
motorizado con elementos que provienen de la órbita de la ciencia-ficción. A
diferencia de Zero Point, la obra está claramente ambientada en Argentina (en
este caso, a fines de los ´80) y juega a mostrar el DNI argento en la medida
justa y precisa. La trama tiene muchísimo suspenso, te logra poner bastante
nervioso, y por supuesto incluye una dosis notable de acción: hay tiros,
persecuciones, explosiones, poderes psiónicos fuera de control, y lo mejor es
que todo sirve para que avance la historia, no es “golosina visual” para
enganchar a los fans del comic bien jugado a la machaca.
Los diálogos están muy
logrados, los dos protagonistas (Maia y Mosca) son fruto de un gran trabajo de
elaboración por parte de Agustín, quien además se da el lujo de bajar una línea
ecologista, que nos invita a reflexionar acerca del daño que le hacemos los
humanos al planeta que nos tocó habitar. O sea que la lectura trasciende el
mero entretenimiento.
La narrativa que despliega
Graham Nakamura es bien cinematográfica, con mucha viñeta widescreen, como si
quisiera convencernos de que estamos viendo una peli, no leyendo un comic. Pero
además maneja muy bien los recursos propios del Noveno Arte y hasta se florea
tirando homenajes a Katsuhiro Otomo y el Viejo Breccia. Visualmente, Terra
Australis es belleza e impacto en estado puro, con puntos muy altos como la
aplicación de las tramas de grises y esos primeros planos del villano que te
hielan la sangre.
Si te gusta la historieta
de género, con buenos y malos, intrigas y kilombos, y esa mezcla oesterheldiana
entre elementos de ciencia-ficción extremos y gente que toma mate y es hincha
de San Lorenzo, no tengo dudas de que Terra Australis te va a cautivar. Banco
fuerte y espero que Agustín se juegue a contarnos (en un futuro no muy lejano)
un nueva aventura con estos mismos personajes.
Nos reencontramos pronto
con la reseña de la peli de Aquaman, acá en el blog.