Bueno, arrancó el otoño y cambió el clima muy rápido, por lo menos acá en Buenos Aires. A la mierda las sandalias, el ventilador y los lienzos cortos. Bienvenidos frazada, medias y buzo. Mientras me adapto a las nuevas condiciones, sigo leyendo comics y escribiendo boludeces…
Recién ahora le entro al Marvel Visionaries: Steranko (editado en 2002) que un amigo me regaló gentilmente en 2016. Es un libro cortito, con menos de 110 páginas de historieta, que se propone reunir toda la producción de Jim Steranko para Marvel por afuera de su trabajo más emblemático que fue (obviamente) S.H.I.E.L.D. (ver reseña del 03/11/14).
Las primeras 30 páginas son las que dibujó Steranko para los nºs 50 y 51 de X-Men, con guiones poco inspirados del maestro Arnold Drake. El dibujo es potente, impactante, pensado para darle un ACV al lector que se venía fumando hacía años al walking dead de Werner Roth, y cada tanto derrapa hacia el grotesco. Pero se banca, no está mal. Como plato fuerte, una trilogía en Captain America, poco más de 60 páginas con guión de Stan Lee, que hoy serían una novela gráfica, ponele. Es una historia linda, con un rol importante para Rick Jones, el debut de una nueva villana, una breve aparición de Hulk (al que Steranko dibuja muy mal) y muchos momentos emotivos. Acá se ve un Steranko desbocado, al que no logran domesticar ni siquiera entintadores fuertes como Joe Sinott y Tom Palmer, con una onda increíble en la planificación de las páginas y varios trucos geniales de los que ya vimos en el libro de S.H.I.E.L.D.
Y la papa más fina, para mi gusto, es el postre. Ahí tenemos una historia corta que Steranko escribió y dibujó para una antología de “terror”, repleta de gloriosos homenajes a Bernie Krigstein y con un guión asombroso. Y otra historia corta, esta vez con guión de Stan Lee y realizada para una antología romántica, en la que Steranko se pone al hombro una trama pelotudísima y convierte a estas siete páginas en una obra maestra del pop-art, al filo de la psicodelia. Sólo por esas dos historias cortas (que no está recopiladas en ningún otro libro) se recontra-justifica conseguir el Marvel Visionaries: Steranko… si sos fan de Steranko, obvio.
Hora de reencontrarnos con Clítoris la revista fundada en 2010 por Mariela Acevedo, luego convertida en una colección de libros, de la cual este (Relatos Gráficos para Femininjas) es el Vol.2. Como yo no soy “femininja” me cuesta un toque sintonizarle la onda, pero lo vamos a intentar.
La primera historia, a cargo de Maru Rubín y Mariana Salina, es una especie de remake femenina de 4 Segundos: una sitcom con diálogos ingeniosos y momentos en los que explota el grotesco y se va todo a la mierda. No está mal, a pesar de ser un poco confusa. La de Katherine Supnem me pareció interesante, por momentos incluso conmovedora, pero el dibujo… bastante catastrófico. Acá tuve mi primer contacto con Verónica García, una autora definitivamente talentosa, muy influenciada por Fer Calvi, pero con un gran nivel. Quiero ver más trabajos suyos. Carina Maguregui aporta un guión motorizado por una idea muy copada, pero ni el desarrollo ni el dibujo (de Delfina Pérez Adán) me terminaron de convencer. Julia Inés Mamone (de quien tampoco había visto otras obras) levanta con sus excelentes dibujos un guión muy elemental, muy precario, de Maximiliano Blanco. La propia Mariela Acevedo escribe un guión muy interesante (que da para seguirlo en chotocientas secuelas), muy bien dibujado por Cam Rapetti, otra autora con talento posta. Y la última historia, que mezcla amor lésbico con militancia social, tiene muy buenas intenciones y un resultado… por debajo de mis expectativas. Pero no es un horror. Seguramente en un futuro veremos muy buen material firmado por Maia Venturini.
También hay textos, muy lindas ilustraciones de la cada vez más grossa Gato Fernández (autora también de la portada) y… no sé si será casualidad o si uno ya viene formateado así… pero la historieta que más me gustó (lejos) es la única escrita y dibujada por varones heterosexuales. Javi Hildebrandt (guión) y Nahuel Sagárnaga (dibujo) dan cátedra de cómo -en apenas ocho páginas- bajar línea, dejar al lector pensando en temas importantes, y todo con una ironía muy fina, con imaginación, con alta onda y con erudición comiquera tanto en los textos como en los dibujos. Una joyita, de lectura obligatoria para entender de qué hablamos cuando hablamos de feminismo.
Ya tengo leído un libro más (estoy on fire) así que pronto habrá nuevas reseñas, acá en el blog.
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jueves, 22 de marzo de 2018
sábado, 9 de mayo de 2015
09/ 05: CLITORIS: SEX(T)UALIDADES EN VIÑETAS
Después de una experiencia en formato revista que duró cuatro memorables números, Mariela Acevedo llevó a Clítoris al siguiente nivel: de la mano del Hotel de las Ideas convirtió su proyecto en una antología en formato libro, que retiene la esencia de la anterior encarnación y a la vez resulta un poco más atractiva para otro tipo de público.
Lo único que no me cierra de este Clítoris es que las ocho historietas tienen ocho páginas. ¿Por qué la restricción, o la estandarización? Por ahí algunas de estas historias funcionaban mejor en más páginas, o en menos. Esto de que todas las historietas tengan la misma extensión es algo que ya vimos en otras antologías del Hotel de las Ideas y habitualmente resta más de lo que suma. Paso por alto los artículos (descarto que deben ser interesantes para la discusión de temas vinculados al género, la sexualidad, el feminismo y demás “banderas históricas” de Clítoris) para repasar una por una las ocho historietas.
La primera es un fuerte alegato en favor del derecho al aborto, escrita por Carina Maguregui, con muy buenos dibujos (y una puesta en página arriesgada, inquietante) de Muriel Frega. Le falta una vueltita al final, para trascender el testimonio, la bajada de línea. Pero no está mal. La de Gato Fernández (también vinculada al tema del aborto) está muy bien dibujada, muy bien narrada y la bajada de línea -si bien es obvia, notoria, por momentos estridente- está muy bien integrada a la trama, que te mantiene intrigado hasta el final. Gran trabajo de esta joven autora.
Eleonora Kortsarz se mete con el tema de la transexualidad, en una historia que arranca desde los lugares comunes y se va enrareciendo hasta llegar a una séptima página casi desopilante. Lamentablemente en la última, el remate también viene por el lado de lo obvio y lo trillado. El dibujo, correcto, con una narrativa clásica y una tipografía que ya se usó demasiado. Martín Rodríguez Redondo plantea un experimento narrativo muy inteligente, muy jugado, perfectamente ejecutado con la complicidad de Daniel Perrotta (un abonado a las antologías del Hotel), que pela los mejores dibujos de su carrera. Tiene dos páginas MUY cargadas de texto, pero cierra por todos lados.
La mejor historia del tomo es la que escribe Javi Hildebrandt y dibuja Erica Villar, otros dos pilares del Hotel. “Noche de Stand-Up” es graciosa, zarpada, honesta, muy realista, con muchas instancias de identificación entre el personaje y el lector, y además no falla (ni nos subestima) a la hora de transmitir un mensaje potente que tiene que ver con la percepción socialmente aceptada de la belleza femenina. Si te digo que la siguiente historia se llama “La Balada del Mar Salado Beta” y que tiene unos dibujos de Fernando Calvi para caerse de orto, capaz que salís corriendo a comprar este libro. Pero bancá, porque más allá del título y los dibujazos, la idea que propone Calvi no llega a ponerse interesante en las exiguas ocho páginas de la historieta. Una pena.
Emiliano Maitía y Esteban Cánepa abordan el tema de la prostitución en ocho páginas que podrían ser el inicio de una buena novela gráfica. Pero en el apuro por llegar a un final en la octava página, apretan mucha información, el dibujo (técnicamente logradísimo) se desluce un poco por la gran cantidad de viñetas, y los personajes no tienen espacio para desarrollarse más allá de lo mínimo. Para el final, otro clásico del Hotel, Santiago Sánchez Kutika, escribe una linda historia a la que también le falta una vueltita más en el final, para que no sea tan abrupto. El dibujo de Lucía Borjas es más raro que bueno, pero dentro de todo zafa.
Ya desde la magnífica portada de Alejandra Lunik, Clítoris se propone como una antología distinta, y la verdad es que ofrece temas que no vas a ver en otras historietas. Por suerte ese “riesgo” en la temática está bastante respaldado por unos cuantos hallazgos en las propias historietas, en las que el nivel de los dibujos alcanza un muy buen promedio y el de los guiones… un poco menos. Como siempre, tratá de encontrar el Clítoris, que garpa.
Lo único que no me cierra de este Clítoris es que las ocho historietas tienen ocho páginas. ¿Por qué la restricción, o la estandarización? Por ahí algunas de estas historias funcionaban mejor en más páginas, o en menos. Esto de que todas las historietas tengan la misma extensión es algo que ya vimos en otras antologías del Hotel de las Ideas y habitualmente resta más de lo que suma. Paso por alto los artículos (descarto que deben ser interesantes para la discusión de temas vinculados al género, la sexualidad, el feminismo y demás “banderas históricas” de Clítoris) para repasar una por una las ocho historietas.
La primera es un fuerte alegato en favor del derecho al aborto, escrita por Carina Maguregui, con muy buenos dibujos (y una puesta en página arriesgada, inquietante) de Muriel Frega. Le falta una vueltita al final, para trascender el testimonio, la bajada de línea. Pero no está mal. La de Gato Fernández (también vinculada al tema del aborto) está muy bien dibujada, muy bien narrada y la bajada de línea -si bien es obvia, notoria, por momentos estridente- está muy bien integrada a la trama, que te mantiene intrigado hasta el final. Gran trabajo de esta joven autora.
Eleonora Kortsarz se mete con el tema de la transexualidad, en una historia que arranca desde los lugares comunes y se va enrareciendo hasta llegar a una séptima página casi desopilante. Lamentablemente en la última, el remate también viene por el lado de lo obvio y lo trillado. El dibujo, correcto, con una narrativa clásica y una tipografía que ya se usó demasiado. Martín Rodríguez Redondo plantea un experimento narrativo muy inteligente, muy jugado, perfectamente ejecutado con la complicidad de Daniel Perrotta (un abonado a las antologías del Hotel), que pela los mejores dibujos de su carrera. Tiene dos páginas MUY cargadas de texto, pero cierra por todos lados.
La mejor historia del tomo es la que escribe Javi Hildebrandt y dibuja Erica Villar, otros dos pilares del Hotel. “Noche de Stand-Up” es graciosa, zarpada, honesta, muy realista, con muchas instancias de identificación entre el personaje y el lector, y además no falla (ni nos subestima) a la hora de transmitir un mensaje potente que tiene que ver con la percepción socialmente aceptada de la belleza femenina. Si te digo que la siguiente historia se llama “La Balada del Mar Salado Beta” y que tiene unos dibujos de Fernando Calvi para caerse de orto, capaz que salís corriendo a comprar este libro. Pero bancá, porque más allá del título y los dibujazos, la idea que propone Calvi no llega a ponerse interesante en las exiguas ocho páginas de la historieta. Una pena.
Emiliano Maitía y Esteban Cánepa abordan el tema de la prostitución en ocho páginas que podrían ser el inicio de una buena novela gráfica. Pero en el apuro por llegar a un final en la octava página, apretan mucha información, el dibujo (técnicamente logradísimo) se desluce un poco por la gran cantidad de viñetas, y los personajes no tienen espacio para desarrollarse más allá de lo mínimo. Para el final, otro clásico del Hotel, Santiago Sánchez Kutika, escribe una linda historia a la que también le falta una vueltita más en el final, para que no sea tan abrupto. El dibujo de Lucía Borjas es más raro que bueno, pero dentro de todo zafa.
Ya desde la magnífica portada de Alejandra Lunik, Clítoris se propone como una antología distinta, y la verdad es que ofrece temas que no vas a ver en otras historietas. Por suerte ese “riesgo” en la temática está bastante respaldado por unos cuantos hallazgos en las propias historietas, en las que el nivel de los dibujos alcanza un muy buen promedio y el de los guiones… un poco menos. Como siempre, tratá de encontrar el Clítoris, que garpa.
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