La consigna de esta antología parecía ganchera: Corre el año 1945 y la Segunda Guerra Mundial toca a su fin. En Austria, muy cerquita de un campo de concentración, hay una urbanización de lujo para los oficiales de las SS, de seis viviendas, donde algunos prisioneros del campo trabajan como esclavos en el servicio doméstico, como albañiles o en cualquier tarea que se precise. La urbanización se llama Ciudad Jardín. En cada una de las seis viviendas se producirá un hecho inesperado que afectará, como en un efecto dominó, al hogar del siguiente vecino. Cada historia es autoconclusiva pero todas convergerán en un final inesperado donde se revelará el terrible sesgo del horror nazi.
Con esa idea, y con buenos dibujantes, el novelista y a veces guionista Javier Cosnava redondeó un libro que quiere ser profundo pero termina por ser un embole. Hay un hallazgo que me encanta: nunca vemos a los nazis en combate, ni torturando gente en el campo de concentración, y no aparece nunca Adolf Hitler (fuera de la hermosa portada de Daniel Acuña). Esto es algo así como “nazis de entrecasa”, algo que me parece que en el comic se exploró poco. Cosnava investigo, viajó, hizo entrevistas y recogió testimonios orales y fotográficos de ancianos que fueron jóvenes en 1945 y vivieron en Ciudad Jardín, y nutrió a sus historias con toda esa información.
Pero se zarpa, y ahí es donde el libro derrapa: las historietas tienen MUCHO texto, los personajes no paran de hablar un minuto y los globos y bloques de texto se convierten en la fuerza hegemónica. Me parece que el problema pasa por la cantidad de páginas asignadas a las historietas. Hay varias de cuatro o seis páginas, que se proponen contar cosas que daban para 8 ó 12. Entonces están llenas de viñetas muy chicas y tienen texto por todos lados. Alguien debió haberle explicado a Cosnava que en 43 páginas de historieta no se puede contar seis historias, desarrollar una trama para cada una y además una trama mayor, que englobe a las seis. Entre las historietas y una vez que estas se terminan, hay bastantes textos más, donde Cosnava mete... más información! Y la obra en su conjunto termina por ser una cátedra, más que una historieta. Un testimonio de cómo este autor se obsesionó mal con el tema, se pasó de rosca y quiso meter TODO en una obra relativamente breve.
El efecto más lamentable de estos excesos por parte de Cosnava tienen que ver con que desaprovecha a los dibujantes. Tiene un elenco con varios jugadores muy talentosos, pero la estructura de las historias, la escasa cantidad de páginas y la hiperabundancia de textos hacen que estos no se luzcan para nada. Veamos uno por uno...
Toni Carbos la pagó barata: su historieta está repleta de texto, pero es el único que tiene 11 páginas para desarrollarla. Así es como el ritmo del relato es lento, ceremonioso, pero igual se luce a full su estética fuerte, muy expresiva, muy gráfica. Juan Bernardo Muñoz es un dibujante realista correcto, al que todavía le falta un poquito de cocción, y su trabajo no tiene la onda suficiente para contarrestar el sopor que producen los infintos diálogos que mete el guionista.
Javier Fernández está en ese mismo nivel, el de los dibujantes correctos a los que les falta un poquito de onda, y la historia que le tocó tiene un poco menos de texto, pero la tiene que contar en apenas cuatro páginas, así que también se ve apretadísima. Alfonso Zapico, en cambio, es una bestia, un autor con un estilo muy propio, muy sólido, con muchos años de laburo para Francia y premios importantísimos en su haber. Al pobre pibe le encajaron una historieta repleta de diálogos, que tiene que comprimir en cuatro páginas, entre ellas una con 15 viñetas. Lo cagaron mal.
Javier Navarro Barreno es otro dibujante realista correcto, que se fuma páginas de 11 cuadros con diálogos infinitos. Nuestro compatriota Fernando Baldó (dibujante de Los Canillitas) tiene sólo cuatro páginas, también hasta la chota de texto, con extensos soliloquios. Y las últimas ocho páginas le exigen proezas inimaginables a Rubén del Rincón, excelente dibujante, suelto, plástico, dinámico, muy expresivo... y víctima de otra historieta con miles de cuadritos diminutos llenos de texto.
Nada, esto daba para desarrollarse de otra manera, en muchas más páginas. Así, terminó por naufragar en el océano del embole.
Mostrando entradas con la etiqueta Un Buen Hombre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Un Buen Hombre. Mostrar todas las entradas
sábado, 22 de febrero de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)