el blog de reseñas de Andrés Accorsi
Mostrando entradas con la etiqueta Pancho el Pit Bull. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pancho el Pit Bull. Mostrar todas las entradas

viernes, 30 de septiembre de 2022

CERRAME LA NUEVE

Pensé que no llegaba a meter un posteo más este mes, pero acá estamos. Entre el 3 y el 12 de Octubre seguramente no habrá reseñas, porque me toca una seguidilla de varios viajes, así que voy a tratar de meter algo este domingo. Y después del 13/10, que ya voy a estar más tranqui acá en Buenos Aires, prometo un poco más de regularidad. Arranco en España, año 1994, cuando se publica el segundo recopilatorio de Kafre, la divertidísima serie de Enrique Sánchez Abulí y Das Pastoras (o Julio Martínez Pérez) que salía todas las semanas en El Jueves. Ya expliqué un poco de que va la serie cuando reseñé el Vol.1 (04/06/18), así que recomiendo releer ese textículo. Este segundo tomo no difiere mucho de lo que me tocó descubrir en el primero: son todas historias de dos páginas, con un humor bastante corrosivo, basado en el sufrimiento físico de los personajes (que reciben todo tipo de golpes, mordeduras de animales, garrotazos, flechazos, etc.) y en la mala leche, la vieja y querida incorrección política del maestro Abulí. Como el protagonista es un sacerdote, también hay muchos chistes que involucran temas relacionados con la religión cristiana, e incluso con las creencias de los africanos cuasi-salvajes con los que debe lidiar el Padre Antón. En algún momento Abulí echa mano al humor absurdo, y alguna vez incluso se le cuela alguna pincelada de ternura. Pero básicamente esto es "cartoon violence" y mala leche no al límite de lo impublicable, pero sí en un punto que no le debe haber causado mucha gracias a los católicos más militantes, de esos que en España abundan bastante. Lo importante es que la serie funciona, la fórmula que desarrolló Abulí no se agota en esta segunda tanda de 30 ó 31 historietas, y la comicidad salvaje de Kafre no pierde su encanto. Si a eso le sumamos unos dibujos alucinantes del prodigioso Das Pastoras, no hay ningún motivo para no entrarle pronto al Vol.3, que conseguí junto con este hace unos meses, en una comiquería de Rosario.
Allá por el 03/09/20 me tocó reseñar el Vol.1 de The Wretch, una libro que recopilaba historietas de ese extrañísimo ¿superhéroe? creado en los ´90 por el gran Phil Hester. Ahora cayó en mis manos el Vol.3 (nunca vi el Vol.2, pero si alguno lo tiene, acepto donaciones), que trae las primeras aventuras del personaje (cuando todavía se llamaba "The Creep") y la aventura final, realizada por Hester especialmente para este libro. Son historias cortitas, casi anécdotas, algunas improvisadas casi sin un argumento previo, otras pergeñadas por Hester simplemente como vehículo de algún truco narrativo o gráfico con el que tenía ganas de experimentar. Hester aprovechaba la posibilidad de publicar esas historietas breves en una antología (casi todo este material pasó por las páginas de Negative Burn) y usaba a The Wretch como laboratorio, y como terapia, porque acá trabajaba sin guionistas ni coordinadores, a lo sumo con algún dibujante amigo que le daba una mano en el entintado que -según él- no es su fuerte. Y de este combo entre libertad y creatividad salen pequeñas gemas, como Who is the Wretch?, Black Angel y la perturbadora Baby Come Back. Ya solo por lo bien que dibuja y narra Hester, cualquiera debería querer leer este material, pero además están esas tres historietas que mencione recién, que tienen guiones realmente preciosos. Una pena que no haya seguido con The Wretch, pero tengo otros trabajos de este monstruo en la pila de los pendientes.
Y la tercera reseña de hoy también tiene que ver con una serie de la que ya hablamos en el blog. El 04/12/19 pasó por acá el Vol.4 de Pancho el Pit Bull, y ahora me baje el Vol.5 de esta hermosa historieta de Neal Wooten y Nicolás Peruzzo. También recomiendo repasar lo que ya comentamos en las reseñas anteriores, porque esta entrega va por los mismos carriles que las anteriores. En este tomo Neil Wooten casi no figura: hay unas cuantas tiras (muy bien castellanizadas por Peruzzo), y después es el uruguayo el que toma las riendas del libro, del que él mismo es editor. Como en los libritos anteriores, tenemos un tutorial en el que Peruzzo (especialista en historietas educativas) nos enseña a hacer fanzines o revistitas de comics. Y para abrir el libro, tenemos una historieta extensa, de 40 páginas, escrita y dibujada por Peruzzo, que rompe el formato de tiras y combina de manera brillante el clásico humor de Pancho el Pit Bull con una especie de "aventura con misterio". Son páginas donde nunca sabés dónde va a aparecer el remate humorístico, y están LLENAS de remates humorísticos, en su mayoría muy efectivos. Además se disfruta mucho el contraste entre estas páginas donde las viñetas se entrelazan de manera más libre y más creativa, y las tiras, que repiten siempre la grilla de tres viñetas de igual tamaño. Como siempre, el dibujo y el color de Peruzzo están muy bien, muy a tono con una historieta pensada para que los chicos flasheen fuerte y los grandes tengamos un ratito de sana diversión. Como ya mencioné, esto lo edita el propio Nico Peruzzo en Uruguay, a través del sello Ninfa, así que dudo que se consiga fuera de ese país. Ahora sí, nada más por este mes. Creo que el domingo nos reencontramos con nuevas reseñas acá en el blog. Y si no, será el lunes, antes del viaje a Tucumán. Síganme en Instagram para estar al tanto de las ciudades por las que me lleva la gira infinita. Gracias y hasta pronto.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

MIERCOLES COPADO

Sí, parece mentira pero es posta: el miércoles ya vamos a tener un nuevo gobierno y las probabilidades de que sea peor que el que se va son similares a las de que te atropelle un micro escolar en la esquina de Lavalle y Florida, un sábado de Enero a las 4 AM. Y mientras espero ese día de ir a cantar a la Plaza, tengo para reseñar un par de libritos más.
Tarde pero seguro empecé a leer Low, una serie iniciada en 2014 por Rick Remender y Greg Tocchini de la que salieron sólo 19 episodios (ni idea si terminó o quedó inconclusa, pero por ahí algún lector me desasna). Low es un comic de recontra-ciencia-ficción, ambientada decenas de miles de años en el futuro, cuando el sol se empezó a expandir hasta convertir en inhabitable la superficie de la Tierra. Los humanos que sobrevivieron se fueron a vivir en ciudades-domos bajo el océano, y mandaron miles de sondas al espacio, en busca de algún planeta menos hostil a donde mudarse. Pero las noticias que llegaron de estas sondas fueron escasas y desalentadoras.
El entorno, entonces, de este primer tomo de Low es el fondo del mar, donde viven Stel, sus hijos y su marido Johl, que es una especie de sheriff de una de las ciudades subacuáticas. Pero el status quo va a cambiar rápido y para el segundo episodio la familia de Stel estará hecha pedazos por una tragedia capaz de eliminar cualquier rastro de esperanza. Remender va a poner el foco ahí, en qué hacer cuando la esperanza agoniza, y va a plantear a Stel como una especie de elemental de la esperanza, como la mina que jamás se rinde, que jamás pierde la ilusión ni la convicción de que las cosas pueden resolverse, o al menos mejorar. Con unos ovarios monumentales, se pondrá al hombro el protagonismo de la serie y emprenderá una búsqueda heroica (algunos dirán suicida) de sus hijas y de una sonda que regresó con noticias que (en una de esas) son alentadoras. O sea que la machaca acuática con mega-chiches tecno, naves y trajes exóticos y criaturas alucinantes tiene también una especie de trasfondo filosófico, una ética, un mensaje que en general no había visto en otras de Remender, donde la violencia se explica y se impone por sí sola, sin profundizar demasiado.
Todo esto, sin embargo, corre el riesgo de pasar absolutamente desapercibido, porque MUY por encima de cualquier logro de Remender en materia de desarrollo de personajes, diálogos o contexto espacio-temporal, está el dibujo de Tocchini. Esta bestia oriunda de San Pablo (Brasil) deslumbra con su trazo hiper-estilizado, realista, muy detallado y de increíble fluidez. Me cuesta muchísimo describir (y ni hablar de explicar) lo que hace Tocchini en estas páginas, la elegancia que le pone a las escenas más bestiales, la majestad que ostentan sus decorados, sus paisajes… Visualmente, este es un comic realmente mágico, único e irreproducible. Encima Tocchini se colorea a sí mismo, también a un nivel superlativo. O sea que aunque no te interese en lo más mínimo el guión, te recomiendo sumergirte en Low para morir de emoción con los dibujos. Tengo por ahí el Vol.2, prometo entrarle pronto.
Hora de reencontrarme con Pancho el Pitbull, la tira que realizan el estadounidense Neal Wooten y el uruguayo Nicolás Peruzzo para… algún medio de EEUU. Como ya vimos en las reseñas de los tomos anteriores, la edición uruguaya tiene como gran atractivo la traducción al rioplatense realizada por el propio Peruzzo, que no sólo conserva sino que hasta potencia el contenido humorístico de la tira. A la hora de armar los libritos, Peruzzo mete mucha mano, agrega dibujos y hasta una historieta de ocho páginas 100% realizada por él, que me pareció brillante entre otras cosas porque rompe el molde de las tiras, todas (TODAS) divididas en tres viñetas de igual tamaño.
Es muy difícil bancar años y años de una tira siempre en ese formato tan restrictivo un poco por el cansancio que genera en el dibujante y un poco porque hay que ser un mago del timing para acomodar TODOS los chistes a esa grilla sin que pierdan efecto cómico. Por suerte Peruzzo se banca esas reglas tan estrictas, y Wooten (sin grandes destellos de originalidad) encuentra siempre nuevos lugares por donde llevar a la tira y que no se haga repetitiva o aburrida.   
El dibujo está muy bien, el color es excelente, después de cuatro libritos uno ya quiere a los personajes como si fueran amigos de toda la vida, y si bien nunca estallé en carcajadas, el aspecto humorístico funciona como debe funcionar en una tira de estas características, en buena medida gracias a los diálogos reformulados por Peruzzo para esta edición. Difícilmente las generaciones futuras se refieran a Pancho el Pitbull como una tira fundamental para entender el humor gráfico de nuestros días, pero pasar un buen rato sin mayores pretensiones, esto recontra-garpa.

Gracias por el aguante de siempre y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

viernes, 25 de septiembre de 2015

25/09: PANCHO EL PIT BULL

Otro recopilatorio de una tira cómica, esta vez escrita por el yanki Neal Wooten (a quien nunca había oído nombrar) y dibujada por el uruguayo Nicolás Peruzzo, que ya tuvo varios libros reseñados acá en el blog.
Pancho el Pit Bull es una tira clásica, de humor costumbrista, tranqui, muy apta para todo público, muy controlada en materia de escatología y para nada comprometida en áreas como la sátira política o social. “Humor blanco” se le decía a esto cuando en Argentina había muchas tiras de este estilo. El gran problema que tiene esta tira es que se parece demasiado a Garfield: las especialidades de Pancho son las mismas que las del gato creado por Jim Davis: morfar, dormir y poner a su dueño (un pibe joven y soltero) en el rol del loser.
Obviamente los chistes no son los mismos, e incluso hay unos cuantos muy buenos, pero la onda en general de la tira se despega poco de muchas otras. En busca de recursos humorísticos, Wooten incorpora gradualmente personajes secundarios, y en un momento ensaya una solución que –para mi gusto- es trampa: diálogos entre Tato y su mascota en los que humano y perro parecen entenderse a pesar de que este último no habla. Al principio la gracia de muchos chistes pasa por esa desconexión entre lo que uno verbaliza y el otro interpreta. Para la segunda mitad, ya humano y perro parecen dialogar en la misma sintonía y, si bien de ahí salen juegos verbales graciosos, es algo que no me termina de cerrar.
Lo otro que pasa en la tira luego de las primeras semanas es que Peruzzo adopta una grilla de tres viñetas por tira y ya no se mueve de ahí. Al principio había tiras de uno y dos cuadros, pero pronto las variantes se reducen a una sola: tres viñetas por tira. Por suerte el dibujante se acomoda muy bien a esa grilla, organiza muy bien la cantidad de elementos que tiene que mostrar en cada cuadro (personajes, fondos y globos) y el dibujo se ve muy bien. Una vez más, Peruzzo acierta al agregarle al dibujo varias texturas en la etapa del coloreado. Esto, con colores planos, quizás se vería más simple, más atractivo para los más chicos (como en la portada), pero esas texturas que incorpora el uruguayo le dan a la tira una impronta más personal, que queda muy bien.
Y ya en el terreno de la suposición, intuyo la mano de Peruzzo a la hora de traducir los diálogos al rioplatense. Esta versión de la tira está llena de las expresiones que los porteños usamos todos los días, y si no nos dicen que los guiones originales los escribió un yanki, no tendríamos forma de imaginarlo. Obviamente en una tira costumbrista es fundamental que los personajes y los lectores sintonicen la misma frecuencia a la hora de los diálogos y eso está muy logrado. Hay un sólo “uruguayismo”: a las zapatillas les dicen “championes”. Pero es una sóla tira y todo el resto suena MUY gracioso al oído porteño.
Por ahora, Pancho el Pit Bull se editó en Uruguay y no se distribuyó fuera del país vecino. Pero si eventualmente lo ves, dale una oportunidad y compartilo con lectores adolescentes o con chicos de 10-12 años. Me da la sensación de que se van a copar.