el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 2 de diciembre de 2024

SEMANA COMPLICADA

Increíble lo que me costó encontrar un rato para leer comics y un rato para reseñarlos esta semana. Y ahora seguro no vuelvo a postear por lo menos hasta el domingo, porque entre el miércoles y el sábado voy a estar en San Pablo, Brasil, en la CCXP. Pero vamos rápido con las lecturas... What a Wonderful World! es un libro de casi 180 páginas que reúne trabajos del maestro suizo Zep, más en clave de humor gráfico que de historieta propiamente dicha. Hay algunas páginas resueltas a través de la narración secuencial, pero la mayoría tiene más que ver con lo que hacía Maitena en la revista Para Ti, o Alfredo Grondona White en la Hum®: Zep tira un tema y lo desarrolla en varias viñetas cómicas que muchas veces no dialogan entre sí. Los resultados son brillantes en los dos casos: cuando hay un relato secuencial y cuando no lo hay. En estos "ensayos gráficos" de dos o tres páginas, el creador de Titeuf se mueve con la más absoluta libertad, y se mete con temas que tienen que ver con la política internacional, la religión, las costumbres sociales, la economía, la inmigración, la brecha generacional, el deterioro del medio ambiente, el impacto de las redes sociales en nuestras vidas, el rock, el cine, los comics, la sexualidad... incluso hay algunos en los que aparece la escatología, que es algo que siempre estuvo presente en las historietas de Titeuf. Cuando publica este material (primera mitad de la década del 2010) Zep es un muchacho ya cuarentón, al que le pega fuerte pensar en cómo cambió todo (incluso su cuerpo) desde sus ya lejanos años mozos. Y además no oculta su lado nerd, de fanático de las películas de ciencia ficción, los superhéroes, Star Wars, y un montón de clásicos del comic francés. Hay también un homenaje muy lindo a las víctimas de la masacre de Charlie Hebdo, a B.B. King, a Calvin & Hobbes... y son los únicos momentos del libro en los que no reina la mala leche. La mirada de Zep sobre todos estos temas (y muchos otros) es la de un tipo ácido, de un cinismo implacable, que no tiene piedad con nadie, ni siquiera con su mujer, sus hijos, o con él mismo. El tipo ve patetismo en todas partes y lo sabe convertir en humor de una manera absolutamente fascinante. Además de lo mucho que me reí con el libro, me sorprendió (una vez más, porque llevaba varios años sin leer trabajos del ídolo) la calidad del dibujo. Zep tiene ese trazo redondito, prolijo y amistoso típico de Florence Cestac, pero sumado a la desfachatez gráfica de Marcel Gotlib y a esa sobriedad irónica y paródica de Morris. Es un combo bestial, que acá brilla más que en Titeuf, porque hay muchas menos viñetas por página y ni siquiera tienen marcos dentro de los cuales contener a los dibujos. Las dos modalidades de combinar palabras e imágenes (globos de diálogo y textos por fuera de la imagen) le abren a Zep un abanico muy vasto de recursos humorísticos, y el suizo no desaprovecha ninguno. What a Wonderful World! es una auténtica joya del humor gráfico y lamento infinitamente que solo exista en francés.
Me vengo a Argentina, año 2024, para encontrarme con Los Hijos de Jesús, el nuevo trabajo del notable guionista Federico Baert. Esta obra se inscribe en la misma tónica que El Rey de la Historieta (ver reseña del 21/11/19): una historia tremenda, sin concesiones, sin piedad, protagonizada por un hijo de puta irredimible, un personaje completamente amoral, perverso y execrable. No quiero contar nada del argumento, porque es una obra reciente, pero Baert nos muestra una por una las atrocidades que hace y dice Jesús a lo largo de 60 páginas realmente escabrosas. Por lo jodido del protagonista, por lo maligno de su accionar y por lo real y cercano que resulta todo lo que sucede. Acá no hay elementos fantásticos, ni saltos al vacío: hay una mirada de la realidad cotidiana totalmente descarnada, sórdida y perturbadora, sobre la cual se sostiene una trama de muerte y desolación. Los diálogos no se quedan atrás a la hora de la violencia y la transgresión, y -una vez más- están pensados para incomodar al lector, para hacernos sentir mal por disfrutar (o incluso reirnos) de las animaladas que dice Jesús. Al lado de este personaje, Roberto (el tipo de mierda creado por Marcelo Dupleich) es un Premio Nobel de la Paz. Una vez más, Baert escribe un guion que tendría que haber dibujado Peter Bagge. Todo el tiempo me imaginé esta historieta dibujada por Bagge. Pero no. El Rey de la Historieta la dibujó él mismo, y Los Hijos de Jesús fue a manos de Matías Di Stéfano, cuyo trabajo no solo no me gustó, sino que por momentos me molestó. Primero, porque recuerdo haber leído hace años historietas mejor dibujadas por este mismo autor (ver reseña del 01/09/18). Y segundo, porque hay páginas dibujadas de un modo muy descuidado, con poca onda, como si Di Stéfano pensara solo en sacarse de encima este trabajo lo más rápido posible. Incluso me molestó esa boludez, ese rasgo de pereza que rompe totalmente el verosímil, que es que los personajes aparezcan siempre con la misma ropa... Eso puede funcionar en South Park, o en The Simpsons, e incluso puede ser un plus a la hora de generar comicidad, o complicidad con el espectador. Pero acá, donde se supone que estamos frente a una obra ambientada en el mundo real, no tiene sentido que Graciela o Facundo aparezcan siempre con la misma ropa, escena tras escena. Fuera de eso, la narrativa fluye muy bien y los grises (aplicados por Leo Cabrera) contribuyen bastante a que todo se vea un poco mejor. Pero, al igual que El Rey de la Historieta, Los Hijos de Jesús merecía un dibujante con menos limitaciones a la hora de llevar al papel las guachadas que se le ocurren a Baert. Ves la ilustración de la portada, obra de Marcos Vergara, y no es difícil imaginarte toda la historieta dibujada así. Sin embargo, adentro tenemos un nivel de dibujo muy por debajo del de Vergara, con manos que cambian de tamaño en todas las viñetas, autos que parecen hechos con cajitas de remedios y perspectivas chingadas. Una pena, porque el guion de Baert es una cátedra de mala leche, oscuridad y abyección moral. Nada más, por hoy. Nos reencontramos la semana que viene, a la vuelta de San Pablo, con nuevas reseñas acá en el blog, que ya está ahí nomás de cumplir 15 años.

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