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jueves, 26 de mayo de 2022
JUEVES EN BLANCO Y NEGRO
Vamos con otras dos reseñas, así, de una, sin preámbulos ni franela previa.
Estamos en 1972 y Jack Kirby ya sabe que su ambiciosa saga del Fourth World no causaba el impacto esperado en los lectores. New Gods, Forever People y su etapa en Jimmy Olsen se terminan prematuramente y le queda como último bastión Mister Miracle, pero sabe que no va a resistir mucho tiempo más. El Rey se convence también de que lo que no funcionó en las otras series fue el tema de las aventuras con continuará, y la introducción de algunos conceptos elevados, jugados, que por ahí el público no entendió. Entonces para los nºs 11 al 18 de Mister Miracle propone historias autoconclusivas, muy sencillas, muy lineales, con escasísimas menciones a la cosmogonía que había desarrollado el año anterior en las revistas a las que DC ya le había bajado el pulgar.
Estos números de Mister Miracle combinan algo de caracterización con mucho "palo y palo", divertidos, con buen ritmo, con ideas bastante disparatadas para los villanos y los peligros que deberán sortear Scott Free y sus amigos. En un punto del nº14, desaparecen como por arte de magia tres de las Female Furies, que estaban en la Tierra y ayudaban a Scott y a Barda a realizar sus escapes imposibles. Chau, nadie las vuelve a nombrar. Y el espacio vacío es rápidamente cubierto por Shilo Norman, el joven afroamericano que se integra al elenco protagónico para los últimos cuatro números. Recién en el último episodio se retoma el tema de la guerra entre New Genesis y Apokolpis, de manera bastante torpe, sin explicar demasiado a los lectores de esta serie a los que, de pronto, el Rey bombardeaba con toda una mitología integrada por un montón de personajes a los que Mister Miracle no se había cruzado nunca. Es obvio que hacían falta muchas más páginas para contar todo lo que Kirby quería contar en ese número.
La grandilocuencia que Kirby no le pone a los argumentos la guarda para el dibujo, que es totalmente explosivo. Zarpado, extremo, con un dinamismo muy marcado. La grilla siempre es excesivamente clásica, pero lo que el Rey mete en cada viñeta, y cómo lo acomoda, es definitivamente memorable. Tiene un buen entintador en Mike Royer, y por supuesto le falta un buen dialoguista. Estas son aventuras a plena acción y diversión, dibujadas con el alma por un monstruo al que por primera vez en años el público no le estaba respondiendo como él quería. Y es todo lo que hay. Shilo es el único personaje nuevo con alguna trascendencia al que vemos debutar en estas páginas, y el resto son regresos del Dr. Bedlam, o villanos descartables, a los que nadie nunca se calentó por traer de vuelta. Todo bastante humilde y bastante enmarcado en una fórmula que rápidamente se hace predecible. Lo único que no te ves venir jamás es el bolonki que arma Kirby cuando trata de meter las ideas que le quedaban colgadas de todo el Fourth World en las últimas 20 páginas que dibujará de Mister Miracle. Esto está muy lejos de ser una gema, e incluso en el contexto de los ´70 (cuando los superhéroes atravesaban un período en general con pocas luces), se me ocurren unas cuantas series cuyos primeros 18 números son más recomendables que esta etapa de Mister Miracle a cargo de su ilustre creador.
Me vengo a Argentina, año 2021, cuando se publica el tercer y último libro de Ladrones y Mazmorras, titulado "El Gran Golpe". Esta vez, Rodolfo Santullo y Jok cambian la fórmula y en vez de una colección de relatos que transcurren en un mismo universo y tienen algunos personajes en común, plantean una única historia, extensa y lineal, de más de 80 páginas, protagonizada por un puñado de personajes de los que ya conocíamos de los tomos anteriores. El Gran Golpe es una buena historia, a la que le falta ese componente de sorpresa que tenían las aventuras cortas. Acá los roles y la misión de los personajes, la forma en la que se van a vincular entre sí, el aporte que cada uno puede hacerle a la trama, están muy claros desde el principio, y todo avanza hacia el final de manera bastante predecible. Durante el viaje me entretuve y hasta me reí de algunos chistes, pero básicamente pasó lo que me imaginé que iba a pasar, todo el tiempo. Las primeras páginas están particularmente bien escritas, casi como si Santullo hubiera estudiado al detalle algunas incursiones de Carlos Trillo por el subgénero de "aventura clásica, barnizada con pinceladas de comedia e ironía". Después hay buenos textos, buenos diálogos, escenas muy logradas, pero -repito- falta un poco de sorpresa, ese giro que hace que el lector se agarre la cabeza y diga "¡No! ¡Se fueron a la mierda!".
Y el que se va bastante a la mierda es Jok en el dibujo. Incluso contra la limitación de dividir la página en dos mitades (para la publicación original en una revista digital de Inglaterra), el siempre eficaz cómplice de Santullo derrocha en sus viñetas una gran fluidez narrativa, con buenas ideas, buenas resoluciones, un gran trabajo en los fondos, momentos en los que tiene más peso el claroscuro extremo y momentos en los que brillan algunos detalles dibujados de modo estremecedoramente minucioso. Este es un Jok sumamente expresivo, muy afianzado en su estilo y además capaz de tomar yeites de varios maestros (Mike Mignola, Enrique Breccia, Quique Alcatena, Oswal) sin afanar ni clonar a nadie. Si el resultado me impactó a mí, que sigo la obra de Jok hace 25 años, no me quiero imaginar cómo habrá impactado en los lectores británicos, en un mercado donde no hay dibujantes con esta impronta. Por ahí no me juego a recomendar El Gran Golpe con la misma vehemencia que los dos tomos anteriores de Ladrones y Mazmorras, pero me gustó mucho, es un entretenimiento muy sólido, muy profesional, donde vemos a dos capos pelando oficio y sobre todo, divirtiéndose.
Nada más por hoy. Ni bien tenga más libros leídos nos reencontramos con nuevas reseñas, acá en el blog.
Etiquetas:
Jack Kirby,
Jok,
Mister Miracle,
Rodolfo Santullo
martes, 26 de mayo de 2020
MISTER MIRACLE
En estos días me clavé un
tremendo masacote de 320 páginas, con la maxiserie de Mister Miracle escrita
por Tom King y dibujada por Mitch Gerads. Una obra que se cansó de ganar
premios y que me recomendó todo el mundo, incluso gente que le escapa a DC como
si fuera un sello editorial de Muñones. Todavía tengo sin leer unos cuantos
TPBs de los que me traje en 2017 de mi último viaje a EEUU, pero bueno, tanto
me hincharon las bolas con Mister Miracle que “hice trampa” y lo puse más
arriba en el pilón de las lecturas pendientes.
Lo bueno: esto está MUY
bien escrito. Muchos diálogos brillantes, muchas situaciones impactantes,
muchas vueltas de tuerca ingeniosas para personajes que acumulaban 45 años de
historias muchas veces intrascendentes, unos homenajes gloriosos a Jack Kirby,
unos gastes brillantes a Stan Lee, un manejo del espesor dramático pensado para
emocionar hasta a un termotanque desenchufado… Es un comic muy atrapante, que
utiliza una mitología superheroica de calibre grueso, como es la del Fourth
World, para hablar de temas muy humanos, en un tono casi existencialista. El
protagonista reflexiona acerca de por qué es mejor estar vivo que morir, para
qué sirven los dioses, para qué sirve el poder, qué carajo hacés con tu vida si
para lo único que servís es para escaparte, cómo te marca para siempre una niñez
en la que en vez de afecto y contención te dieron disciplina y restricciones…
Tom King reparte las páginas muy parejo entre la machaca, estos espacios de
introspección y una historia de amor, potente y conmovedora, que es la que une
(a pesar de todo) a Scott Free y Big Barda.
El dibujo de Mitch Gerads
es excelente, potenciado al infinito por la posibilidad de colorearse él mismo.
Gerads cuando quiere es sumamente realista (casi un Juan Carlos Flicker) y
cuando quiere se va a un muy hermoso sector del carajo, a pelar expresionismo a
niveles casi dignos de Bill Sienkiewicz. Toda la faz gráfica es tremenda, con
un combo demoledor entre vuelo artístico y power kirbyano, y por ahí lo único
que se ve forzado, o que hace un poco de ruido, es la decisión de bancar de
punta a punta de la obra la grilla de nueve viñetas, la Gran Watchmen.
Lo malo: esto está MUY
estirado. Ideas alucinantes como la de Scott y Barda discutiendo acerca de cómo
remodelar el departamento mientras vencen a uno y mil obstáculos, soldados
enemigos, monstruos, etc., tendrían mucha más fuerza si King y Gerads las
plasmaran en… seis páginas, en vez de 17 o 18. La grilla de nueve viñetas,
ayuda a naturalizar la idea de que lo mínimo que puede durar una escena son
nueve viñetas. Y hay escenas que daban para mucho menos. Un diálogo, o dos.
Bueno, acá tenés esos dos diálogos, cuatro silencios incómodos (a veces con
dibujos repetidos), una viñeta en la que alguien esboza un gesto o algo más, y
una toda en negro con la leyenda “Darkseid is”. Así, te lleno nueve viñetas con
cualquier cosa, hasta con la nada misma.
Y algo que no sé si está
exactamente “mal”, pero obviamente te hace levantar una ceja: a King y Gerads
los dejan jugar con personajes clásicos, pero por afuera del canon.
¡SPOILER ALERT! (si no
querés enterarte cosas importantes de la trama, no sigas leyendo).
Seguramente, en algún
momento alguien va a retomar a Mr. Miracle y Big Barda y se hará cargo, por
ejemplo, de que ahora tienen hijos. Y en una de esas, con muuuucha suerte, de
la muerte de Oberon (que encima sucede fuera de cuadro). Pero es obvio que
cuando te dejan matar a Granny Goodness, Orion y Darkseid (y humillar y
basurear a Lightray y a Highfather), es porque tu saga, por genial que resulte,
no va a ser canónica. Una lástima, porque King aporta algunos toques muy
copados en la caracterización de estos personajes, pero los lleva hacia un
status quo del que ningún otro guionista se puede hacer cargo. Imaginate quién
va a querer agarrar una serie del Fourth World sin Orion ni Darkseid. ¡Minga! Es
como agarrar Fantastic Four sin poder usar a Reed Richards y el Dr.Doom, o a la
selección argentina sin poder convocar ni a Messi ni a Lautaro. O sea que, una
vez más, una saga que termina con Mr. Miracle recubierto de una chapa infinita,
que lleva a las últimas consecuencias su vínculo de sangre con lo más selecto de
New Genesis, va a terminar barrida abajo de la alfombra ni bien alguien
proponga un nuevo proyecto que tenga a este héroe entre sus protagonistas.
Ah, estuve hasta el final
esperando que apareciera Shilo Norman y ni lo mencionan. ¿Qué onda? Hay
referencias a cosas oscurísimas que metía Kirby en los episodios de la serie
original, pero ninguna al sucesor de Scott Free. Por ahí cuando King se sentó a
leer la serie clásica para tomar apuntes, se durmió antes de llegar al nº15,
andá a saber.
Inmenso laburo, fuera de
joda, de King y Gerads. Imposible de sostener como parte del canon de DC, pero
repleto de onda, de vitalidad, de profundidad, de riesgo, de ganas de mover
para adelante a todo un mundo de personajes que siempre están ahí, trabados en
una especie de limbo, girando en la ruedita como el hamster sin ir nunca hacia
ningún lugar. Un comic con magia, con sensibilidad, con momentos tiernos y
momentos de una crueldad desgarradora. Un comic de esos que seguramente otros
guionistas ningunearán para que la franquicia siga dando leche, pero que los
lectores no vamos a olvidar jamás. No le escapes a lo inevitable. Dejate
atrapar por el Mister Miracle de Tom King y Mitch Gerads y disfrutalo a pleno.
Gracias por el aguante y
nos reencontramos pronto.
Etiquetas:
DC,
Mister Miracle,
Mitch Gerads,
Tom King
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