el blog de reseñas de Andrés Accorsi
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jueves, 3 de mayo de 2018

NOCHE DE JUEVES

Mientras los cráneos de la Pesada Gerencia siguen llevando al país al filo del abismo, yo sigo avanzando con mis lecturas.
A mediados de los ´90, su desmedido fanatismo por las armas de fuego llevó al mangaka Kazuichi Hanawa a violar las estrictas leyes japoneses acerca de este tema, y terminó primero frente a un tribunal y después condenado a prisión. Y lógicamente, convirtió esa experiencia en una serie de historietas, recopiladas en este libro llamado En la Prisión. Lo primero que sorprende es el virtuosismo gráfico de Hanawa, un dibujante extraordinariamente dotado para el dibujo realista, para recrear con su trazo los detalles más mínimos de lugares, vestimentas y objetos. El estilo de Hanawa es un poco más realista que el de Joe Sacco o Jesús Cossio, pero con la misma obsesión por el crosshatching y las texturas, y se ajusta a la perfección a lo que el autor se propone mostrarnos.
El problema es que Hanawa muestra, pero rara vez cuenta. Las historietas que integran este libro son más descriptivas que narrativas: se prodigan en minucias acerca de las edificaciones, los muebles y las costumbres de los presos, pero no hay un interés por contar historias. Básicamente, son historietas sin conflicto. Tienen un gran valor documental, porque te tiran muchísima data acerca de cómo se vive en las cárceles de Japón, aprendés sobre la comida, sobre la seguridad, sobre un montón de aspectos de la sociedad nipona… pero no hay una estructura dramática, ni siquiera se hace hincapié en el anhelo de Hanawa y sus compañeros de celda por terminar de cumplir la condena y recuperar la libertad. Las historias no avanzan hacia un fin, si no que terminan en cualquier lado… y no se hacen aburridas, ni intrascendentes, pero tampoco me involucraron ni me emocionaron. Por supuesto me hice fan de Hanawa porque no se puede dibujar así de bien. Espero verlo en otras obras, en las que se ponga las pilas para narrar. Y la verdad, me quedé fascinado con lo bien que viven los presos en Japón. Este libro va en el sentido totalmente contrario al de la mayoría de las historietas que transcurren en las cárceles (donde los autores suelen descender a las más abyectas fosas de la sordidez y la miseria humana) y eso es apenas uno de los aspectos que lo hacen único.
También la afición por las armas de fuego está presente en El Hombre Lobo, segunda novela gráfica de la dupla integrada por Alejandro Farías y Juan Bobillo, que una vez más adaptan al comic una pieza teatral del dramaturgo Eduardo Rovner. Para Farías y Bobillo, la segunda fue la vencida: si Viejas Ilusiones (reseñada el 14/06/17) me había dejado algunas dudas, El Hombre Lobo me las despejó.
Si no te espanta un toque que haya escenas con muchos diálogos, acá te vas a encontrar con una gran historia. El Hombre Lobo es mucho más que un largo in crescendo hacia una resolución sorprendente. Humor satírico muy fino, violencia, mala leche, sexo, paranoia… Con todos esos elementos Rovner teje una trama muy atractiva, en la que los personajes van cobrando relieve página a página. Los diálogos además de abundantes son ingeniosos, precisos, muy reales, y los dos personajes que se suman al trío inicial con la novela ya empezada, aportan muchísimo al desarrollo. Farías y Bobillo logran en esta adaptación lo que no lograron en la anterior: El Hombre Lobo se lee perfectamente como un relato pensado para el lenguaje de la historieta. No hace ruido, nunca te planteás que estás leyendo una obra creada para otro medio y luego transplantada al que nos gusta a nosotros.
Y como suele suceder, buena parte del mérito le corresponde al dibujo. Bobillo repite un rasgo que le criticábamos a Viejas Ilusiones (los globos grandotes, aunque el texto que contienen sea escueto) y mejora en todos los demás. El manejo de los grises es alucinante, la puesta en página está logradísima, las onomatopeyas (recurso 100% historietístico) tienen muchísimo impacto y toda la impronta gráfica de la obra, fuertemente marcada por un expresionismo furibundo, al filo de la salvajada, se disfruta enormemente y contribuye muchísimo a enrarecer el clima del relato. Muy recomendable.
Nada más por hoy. Vuelvo a postear muy pronto, ni bien tenga leídos un par de libros más. Será hasta entonces…