el blog de reseñas de Andrés Accorsi
Mostrando entradas con la etiqueta Jesús Sáiz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jesús Sáiz. Mostrar todas las entradas

sábado, 27 de julio de 2013

27/ 07: CHECKMATE Vol.1

Este es un título decididamente menor de DC, muy típico del período 2006-2011, ese en el que la editorial probó suerte con 150.000 conceptos y la pegó con tan pocos, que terminó por rebootear el universo. Por lo menos lo intentaron, porque no se puede negar que la cantidad de series que lanzó DC entre Infinite Crisis y Flashpoint es impactante. Y cuando nos cansemos de buscarle sustancia al humo y la oquedad que nos quieren vender en estos últimos años, seguramente vamos a terminar por reivindicar a series de esta etapa a las que no les dimos bola: ni la que se merecían, ni menos, ni más.
Checkmate tiene un gancho irresistible: Greg Rucka. No sé cómo DC dejó ir a Rucka, porque este tipo la rompió prácticamente en todo lo que hizo para la editorial. Creo que lo único choto son esas historias de Renée Montoya como Question que enganchan con Final Crisis. El resto es todo de dignísimo para arriba. En Checkmate, además, a Rucka le dejan hacer algo que le sale muy bien: una de espionaje internacional con tono realista y con mucho énfasis en el procedimiento. Por supuesto, no logra transplantar al Universo DC la onda de Queen & Country, porque acá, para que la serie venda, tiene que meter mucha más machaca y personajes con disfraces coloridos. Aún así, se acerca bastante a la onda de las gloriosas aventuras de Tara Chace (ver reseña del 06/03/12), con mucho peso para los jetones de saco y corbata que negocian con embajadores y ministros antes de poner en marcha o abortar las misiones de los agentes, muchos muertos, mucha runfla, etc.
Esta encarnación de Checkmate, totalmente reformada tras los eventos de The OMAC Project, depende del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Acá vemos cómo el Consejo aprueba la creación de este nuevo Checkmate, a pesar del voto negativo de dos miembros y la abstención de uno sólo (Argentina, canejo!). Por supuesto, para que las cosas importantes se aprueben, hay que rosquear. Y en ese rubro, Rucka juega con 40 anchos de espada en el mazo, porque –a pesar de sus esfuerzos por darle chapa a Sasha Bordeaux- el personaje central será, sin discusión posible, Amanda Waller, la reina de la rosca. Amanda, ex integrante del gabinete de ministros de Luthor y experta en operaciones encubiertas ejecutadas por super-villanos (ver reseña del 10/05/11), llevará a cabo su propia agenda, no alineada con la ONU, sino siempre leal al gobierno de los EEUU. Y todos los demás miembros de la cúpula de Checkmate (“los reales”) tendrán que cambiar su juego para descubrir de qué juega Waller.
El primer arco está apenitas estirado y nos narra la opereta que arma Checkmate para “convencer” a China de que apruebe la creación de la agencia. Hay un episodio de transición en el medio y cierra una aventura de dos capítulos en la que Waller reactiva al Suicide Squad (con Rick Flag y todo) para resolver una crisis en Myanmar (Guy Delisle nos contó bastante sobre ese páis en el libro que vimos el 15/11/11) en la que la ONU prefieren no meterse. Si –como yo- sos fan del Squad, con estos dos numeritos vas a flashear mal.
El dibujante titular es español Jesús Sáiz (el de Manhunter), muy correcto, sin pifias y sin mayores despliegues de virtuosismo. Sáiz cuida la narrativa y logra una muy buena integración entre su grafismo y la referencia fotográfica. El suplente (con tres de estos siete episodios, incluyendo los del Suicide Squad) es Cliff Richards, al que no conocía. Y no es malo, por suerte. De hecho, se luce bastante cuando lo complementan las tintas del veterano Dan Green. O sea que visualmente, esto se la banca, sin descollar ni emocionar demasiado.
Y sí, para que esto fuera un comic de espionaje posta, había que sacar a Alan Scott (que por suerte está sólo en el primer arco), a los superhéroes chinos (algunos con pinta... interesante) y a los villanos y demás personajes del Suicide Squad. Al meterlos a todos, Rucka logra que uno se tome menos en serio el tono circunspecto y protocolar de “las partidas de ajedrez” entre la cúpula de Checkmate, ese aspecto más realista, del toma-y-daca entre intereses muy fuertes, muy encumbrados a nivel del poder mundial. Algo que, en una de esas (y sobre todo en manos de guionistas menos talentosos) podría ser un embole, y que acá se hace muy entretenido porque Sasha, Mr. Terrific, Fire, los “amiguitos” de Waller y varios personajes más vinculados al palo metahumano le ponen picante a la runfla cada vez que estalla la acción. Si sos fan de Greg Rucka o extrañás al DCU pre-reboot, no dejes de darle una oportunidad.

jueves, 16 de mayo de 2013

16/ 05: MANHUNTER Vol.2

Bueno, completé Manhunter. Creía que había un Vol.6, pero no, no existe. O lo aluciné yo, o es uno de esos TPBs que DC anunció y jamás editó. En ese caso, les mando una cordial puteada, porque creo que todos nos merecemos más Manhunter en nuestras bibliotecas.
Este segundo tomo levanta todavía más la osada apuesta del Vol.1 (lo vimos el 25/03/11), con dos arcos argumentales perfectamente enganchados entre sí. En el primer tramo de este voluminoso TPB, todo gira en torno al juicio a Carl Sands, el Shadow Thief, responsable de la muerte de Firestorm (en la sobrevalorada Identity Crisis), a quien Kate Spencer, en su rol de fiscal, tratará de meter en cana el mayor tiempo posible. Al resto de los villanos les conviene un Shadow Thief muerto y así es como Manhunter deberá proteger al asesino, hasta que sus poderes peguen un extraño giro y ahora los villanos lo prefieran libre. Ahí Kate tendrá que pelear para que Sands no se le escape de las manos.
Por atrás de esta saga, el guionista Marc Andreyko hace evolucionar con maestría un segundo plot, el del misterioso asesino de Manhunters, que se carga de a uno a los tipos que adoptaron en el pasado la identidad que hoy ostenta Kate. A la mitad de uno de los episodios, el plot de los Manhunters muertos le robará el protagonismo al del Shadow Thief y el tomo, que venía potente, se tornará definitivamente imprescindible. Lo que hace Andreyko en este tramo final es sencillamente dar cátedra de cómo se escribe un comic ambientado en un universo heroico con mil años de continuidad a sus espaldas, sin renunciar a la identidad propia de tu personaje, ni de tu forma de escribir, y sin arrugar, sin miedo a pegar volantazos zarpados, que ni los lectores más curtidos se pueden llegar a imaginar.
Claro, no le dieron a Superman, le dieron a Manhunter. Ahí es más fácil hacerte el loco y pegar giros impactantes, porque no están en juego los intereses de muchos garcas de saco y corbata que tienen guita puesta en las licencias. De todos modos, Andreyko arriesga todo el tiempo, no sólo en la forma de trazar las líneas argumentales, sino también en el desarrollo de los personajes. No sólo Kate, sino todo el elenco de la serie. Todos tienen momentos excelentes, grandes diálogos, situaciones que los definen a la perfección. Incluso los villanos (todos conocidos por los lectores de larga data del DCU) exhiben una profundidad poco frecuente en las historietas de super-tipos que se machacan entre sí. El último episodio, en el que la trama principal decae un toque (porque hay que hacerse cargo del Countdown to Infinite Crisis y luchar con un OMAC), Andreyko se reserva las seis páginas finales para bajar un cambio, atar cabos sueltos y pasar en limpio lo que sucedió a lo largo de todo el tomo. Y lo hace tan bien, con secuencias tan logradas, que la serie podría terminar ahí y nadie se quejaría. Bueno, sí, los que leímos los tres tomos siguientes, que son buenísimos.
Por el lado del dibujo, el guionista se tiene que comer el garrón de tener cuatro dibujantes distintos en sólo 9 episodios. Uno de ellos, el español Diego Olmos, es realmente choto, pero por suerte dibuja poquitas páginas. Brad Walker, sin ser un desastre, desentona bastante con la estética realista de la serie, pero se luce en un par de composiciones muy grossas en las páginas en las que Cameron Chase y Dylan Battles repasan la historia de los Manhunters anteriores. La mayoría del tomo está repartido entre el muy correcto Jesús Sáiz y Javier Pina. Hay que esforzarse un poquito para darse cuenta cuándo dibuja Sáiz y cuándo Pina, porque los estilos se parecen bastante. Pina es un poco más pecho frío, está más conciente de sus limitaciones y se esfuerza más por pasar desapercibido; lo cual no lo hace un mal dibujante, simplemente le falta un poco de soltura, de onda. En general, el dibujo cumple sin descollar a lo largo de las casi 220 páginas de historieta que ofrece el TPB.
Para descollar está Andreyko, un guionista realmente interesante, con la onda del James Robinson de la mejor época, al que realmente se extraña en un mainstream de DC que últimamente no da pie con bola. Por suerte la magia de este ex-esbirro de Brian Michael Bendis vive y late en los cinco TPBs de Manhunter, una extraña obra maestra, a la que pocos le dieron bola mientras se publicaba todos los meses. Capturala, que la rompe.

viernes, 25 de marzo de 2011

25/ 03: MANHUNTER Vol.1


Esto es lo que se dice un título con historia. Con el nombre de Manhunter, DC publicó muchísimas series (y hasta amagues de series), a veces con título propio y otras como complementos o back-ups, con los resultados más disímiles: desde joyas del Noveno Arte hasta abortos infumables, imposibles de leer sin lanzar. Y –fiel a la tradición de la editorial- los distintos guionistas se las ingeniaron para vincular de alguna manera a los distintos conceptos aparecidos bajo ese nombre, lo cual -por efecto lógico de la acumulación- se hace cada vez más difícil. O sea que no estamos frente a un título sencillo de abordar para ningún guionista.
Esta vez (2004) le tocó el turno de ponerse el buzo de D.T. a Marc Andreyko, el “ayudante de campo” de Brian Michael Bendis que tenía muchos intentos fallidos por labrarse una carrera propia en el ámbito del guión de historietas. Y con un equipo recién ascendido y sin figuras, Andreyko hizo historia a lo largo de una serie condenada desde el vamos a no vender, pero sostenida en el Previews por el aliento de una hinchada influyente: los críticos y los otros guionistas, que se la pasaban hablando maravillas de lo que Andreyko hacía en Manhunter. Una vez más, tenían razón.
La Manhunter de Andreyko es Kate Spencer, una abogada divorciada, conflictiva, fumadora empedernida, que no putea como un camionero sólo porque la revista no tenía el loguito de Vertigo. Pronto se rodeará de un asistente homosexual y de un ex-esbirro de distintos supervillanos y más tarde el elenco se completará con Cameron Chase (la del D.E.O., ¿la ubicás?) y con el mismísimo Obsidian, quien formará pareja con el asistente de Kate. En su identidad como justiciera enmascarada, la protagonista irá a cubrir por las malas esos agujeros legales que permiten que peligrosos supervillanos salgan libres una y otra vez luego de que los capturan los héroes. ¿Pena de muerte para los villanos? Sí, Andreyko se hace cargo de lo espinoso del debate, pero también se esfuerza para mostrarte por qué no tiene sentido dejar vivos a salvajes antropófagos e irredimibles como Copperhead, por ejemplo.
Después de este arco que nos presenta a Kate y su misión, la trama ganará muchísima complejidad. Me falta leer sólo el Vol.2, pero los posteriores nos muestran una serie que tiene poquísimo que envidiarle a la magistral Starman de los ´90: personajes muy bien trabajados, perfecta y lógica interacción con el Universo DC en términos poco predecibles, un clima y una onda totalmente propios… Sin ser una joya fundamental, Manhunter fue una de esas series realmente placenteras de leer entre tanta porquería que nos escupió el mainstream en la década pasada (y que era caviar comparado con lo que nos está escupiendo en esta).
Uno de los puntos en los que Manhunter pierde en la comparación (forzada y arbitraria, claro) con Starman es en el dibujo. Acá tenemos al español Jesús Sáiz poniendo mucho huevo, pero lejos del nivel de un Tony Harris o un Peter Snejberg. Sáiz es un dibujante correcto, cumplidor, que no apuesta ni al virtuosismo ni a la estridencia pochoclera y aún así sale bien parado. Me da la sensación de que, cuanto más monstruosos son los villanos y más truculentas las escenas, mejor dibuja el español, con lo cual estaría piola verlo al frente de un comic 100% de terror. Se nota y se agradece su esfuerzo por enfatizar que, además de superhéroes, en el DCU viven personas normales, con rasgos y contexturas más cercanas a las de la gente que vemos todos los días en el mundo real. La Los Angeles de Sáiz se parece sólo por momentos a la Los Angeles del susodicho mundo real, pero bueno, después vendrán otros dibujantes que la captarán mejor.
Gran primer tomo para una gran serie, que me trae excelentes recuerdos, y la alegría de ver reverdecer a un concepto que había sido tan bastardeado que poco faltó para que DC lo barriera abajo de la alfombra. Y gran trabajo de Marc Andreyko, que no sé qué está escribiendo ahora, pero tiene que volver urgente a explicarle a un montón de verduleros cómo se escriben justicieros urbanos creíbles y queribles.