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domingo, 27 de septiembre de 2020
MULTIPLE WARHEADS Vol.2
Hace unos cuantos años, el 06/01/15, yo cerraba la reseña del primer tomo de Multiple Warheads con la frase “No sé si hay un Vol.2 de esta serie, pero si salió, trataré de entrarle cuanto antes”. Me tomé mi tiempo, pero finalmente cayó en mis manos ese dichoso Vol.2
Y me gustó un poco menos que el Vol.1, porque ya no juega el factor sorpresa. Ya sabía con qué me iba a encontrar, ya sabía a qué juega este marciano llamado Brandon Graham, cuáles son las reglas que gobiernan el idiosincrático universo de Multiple Warheads. O sea que, al no estar entre desconcertado y fascinado por todos esos caprichos lewiscarrollescos del autor, me concentré más en la acción que Graham propone para Sexica y Nikoli (los protagonistas de la serie) y me encontré con lo mismo que la vez pasada, pero más rápido. Me choqué a más velocidad y más de frente con esta forma atípica que tiene Graham de plantear y desarrollar los conflictos y me convencí más de que, como historieta de aventuras, Multiple Warheads tiene más problemas que Medio Oriente. También me molestó menos, porque –de nuevo- ya sabía dónde me estaba metiendo.
El resto, va por los mismos carriles que el Vol.1: Sexica se embarca en una misión arriesgada junto a Bruno y Kitchen Sink (muchachos acostumbrados a negocios de dudosa profilaxis) mientras que Nikoli cae en la aventura medio de rebote, como consecuencia de sus ganas de explorar un poco más este mundo bizarro y lleno de sorpresas. La excusa para que al final todos los personajes confluyan en un mismo lugar no está ni remotamente buena, pero era eso o mandarlo a Nikoli muchas páginas al banco de suplentes. No hay una intención de Graham de potenciar el impacto dramático de los momentos más jodidos de la acción, ni de presentar las peripecias desde una mirada épica. Si el lector percibe lo que sucede como grandioso, es porque el dibujo, el despliegue gráfico que le pone Graham a algunas escenas puntuales, lo lleva para ese lado.
Casi todo lo que más me gustó en el Vol.1 también reaparece acá: faltan sólo los chistes subidos de tono (esos que giraban alrededor de la pija de lobo que Nikoli tiene implantada entre sus piernas), pero están los otros chistes, los juegos de palabras absurdos, los detalles microscópicos, ese clima alucinado en el que puede pasar cualquier cosa, esa especie de Unión Soviética distorsionada que sirve de decorado para las andanzas de los protagonistas, con todos esos lugares, criaturas, costumbres y objetos tremendamente bizarros… Por momentos parece una historieta de Moebius por la que desfilan personajes de Max Cachimba, tipo esas teteras con pies y ojos que le gusta dibujar al ídolo rosarino. A ese nivel de deformidad mental está Brandon Graham, y de esos desbordes de su imaginación se nutre a full Multiple Warheads.
El dibujo mantiene ese nivel descomunal del tomo anterior. La línea clara, expresiva, que todo el tiempo (sobre todo en fondos y paisajes) me remitió a Moebius, la onda psicodélica (que por momentos nos lleva al underground yanki de fines de los ´60), las formas redondeadas, la paleta de colores perfectamente acompasada al relato, muchos logros en los rostros de los personajes (que es donde menos influencias se le ven a Graham), todo realmente muy lindo, muy bien dibujado. La narrativa también ofrece un menú muy amplio, con muchas decisiones locas a la hora de armar las secuencias y mostrar desde paisajes majestuosos hasta chistes que se desarrollan en las márgenes de las viñetas, apretaditos, como los que metía Sergio Aragonés en las páginas de MAD. La idea de tratar a los globos de diálogo como elementos físicos, con los que los personajes pueden interactuar y convertir en distintas cosas, sin duda es la más arriesgada de las muchas ideas excelentes que despliega Graham en estas páginas.
O sea que si le entraste al Vol.1 y te gustó, no tengo dudas de que el Vol.2 también te va a gustar. Si el Vol.1 no te gustó, o te pareció “meh”, ni te gastes. Este es un comic extraño, pensado para seducir a algunos y dejar medio en pelotas a otros, sobre todo por esto de la forma que tiene el autor de plasmar la faceta aventurera de sus relatos. En todo lo demás (el world-building, el desarrollo de personajes, los diálogos, los dibujos, etc.) me parece que Multiple Warheads sigue siendo una opción realmente convincente, original y cautivante.
Nada más, por hoy. Estoy leyendo un tomito de Nippur que espero terminar y reseñar pronto, acá en el blog.
Etiquetas:
Brandon Graham,
Multiple Warheads
martes, 6 de enero de 2015
06/ 01: MULTIPLE WARHEADS Vol.1
Este es un ejercicio de libertad plena por parte de un autor. Brandon Graham nos demuestra en estas 208 páginas que no tiene límites, que se puede seguir yendo todavía más al carajo y aún así vamos a tener ganas de bancarlo en todas. Multiple Warheads tiene bastante en común con su libro anterior, King City (reseñado el 18/12/12): es una historia protagonizada por jóvenes que se cagan en todo, con una onda aventurera no muy enfatizada, repleta de chistes y juegos de palabras, y ambientada en un mundo muy deforme, lleno de lugares, criaturas, costumbres y objetos tremendamente bizarros, fruto de una imaginación privilegiada, volada al nivel de Moebius y Jodorowsky.
Los personajes principales son Nikoli y Sexica, una pareja joven que un día se van en su autito a cruzar el país, de vacaciones, a ver qué onda. El es mecánico y tiene implantada la verga de un lobo, por eso a veces se transforma en licántropo. Y ella es traficante de órganos, pero ya está pensando seriamente en retirarse. Por ese lado viene la cuota de peligro: Sexica está acostumbrada a tratar con gente bastante pesada que obviamente tiene muy buenas roscas con un gobierno corrupto que mira para otro lado mientras los órganos van y vienen. El país donde sucede todo esto es como una versión futurista-surrealista de la ex-Unión Soviética y por suerte Graham dedica muchas páginas a explorarlo, a contarnos detalles sobre su fauna, su gastronomía, su geografía. Es un recurso más, una fuente más de donde sacar infinitos chistes, infinitas situaciones limadas, en un comic absolutamente idiosincrático.
Con el correr de las páginas, gana protagonismo un sub-plot protagonizado por Blue Nura, una asesina a sueldo que trabaja para algunos de los clientes de Sexica. Sobre el último tercio, la historia de Nura desplazará bastante a la de la parejita de “jóvenes a la deriva” y será el momento más flojo del tomo, porque entre tanto chiste y tanta bizarreada, el conflicto se diluye mucho y nunca logra generar tensión. Parece simplemente un recurso para llenar páginas que -en vez de charlas graciosas o garches subidos de tono- nos muestre persecuciones y decapitaciones. Ya sobre el final, Graham mete varias historias cortitas, algunas en blanco y negro, entre las que sobresale una en la que narra cómo Sexica le implanta a su novio la chota del lobo. Es el tramo más porno de la obra, con penetraciones anales, lechazos y toda la fanfarria. Y además tiene una narrativa más clásica, con grillas menos disparatadas y composiciones más tradicionales.
La verdad es que, como historieta de aventuras, no sé si la recomendaría. Lo bueno es que el propio Graham hace hincapié en un montón de cosas que pasan por afuera de la aventura: las personalidades de Nikoli y Sexica, el vínculo entre ellos, la exploración y la contemplación de este mundo enrevesado y sus rarezas, los chistes (algunos muy tontos, otros muy groseros, la mayoría muy graciosos), y sobre todo en el clima. Un clima único, cautivante, basado en el principio de “acá puede pasar cualquier cosa”. Las motos pueden ser seres vivos, el agua puede tener fantasmas, el humo de los puchos puede cantar y así hasta el infinito y más allá.
Buena parte de la extrañeza de Multiple Warheads reside en el dibujo que- como señalábamos en la reseña de King City- tiene muy poco que ver con todas las tradiciones historietísticas norteamericanas. Claramente las influencias de Brandon Graham van para otro lado. Habría que hablar de Moebius, de Taiyo Matsumoto, de algunos dibujantes argentinos y españoles que hacían porno para la Kiss Comix… nada que ver con lo que se ve habitualmente en EEUU, ni en el mainstream ni en el palo alternativo. El estilo de Graham se podría definir como una post-psicodelia, menos estridente, más intimista, con una paleta de colores muy pegadita a la de Moebius y con la impronta de la línea clara circunscripta a los fondos, a los paisajes sobre todo. Estéticamente, Multiple Warheads es fascinante y sobre todo desafiante, por tener esa onda tan única, tan libre, tan personal.
A tal punto me copa lo que inventa Graham desde el dibujo (y desde la puesta en página) que me animo a recomendarle Multiple Warheads incluso a aquellos a los que no les interese en lo más mínimo el guión. Que no es choto, ni críptico, ni se queda en la mera machaca, pero tiene ese problema que es la forma en que se diluyen un poco los conflictos. ¿Qué sé yo? Son formas de encarar el relato. Y este MONSTRUO se anima a esto, a diluir la aventura y los conflictos en hectolitros de otras cosas, mucho más divertidas y más originales que las peleas. No sé si hay un Vol.2 de esta serie, pero si salió, trataré de entrarle cuanto antes.
Los personajes principales son Nikoli y Sexica, una pareja joven que un día se van en su autito a cruzar el país, de vacaciones, a ver qué onda. El es mecánico y tiene implantada la verga de un lobo, por eso a veces se transforma en licántropo. Y ella es traficante de órganos, pero ya está pensando seriamente en retirarse. Por ese lado viene la cuota de peligro: Sexica está acostumbrada a tratar con gente bastante pesada que obviamente tiene muy buenas roscas con un gobierno corrupto que mira para otro lado mientras los órganos van y vienen. El país donde sucede todo esto es como una versión futurista-surrealista de la ex-Unión Soviética y por suerte Graham dedica muchas páginas a explorarlo, a contarnos detalles sobre su fauna, su gastronomía, su geografía. Es un recurso más, una fuente más de donde sacar infinitos chistes, infinitas situaciones limadas, en un comic absolutamente idiosincrático.
Con el correr de las páginas, gana protagonismo un sub-plot protagonizado por Blue Nura, una asesina a sueldo que trabaja para algunos de los clientes de Sexica. Sobre el último tercio, la historia de Nura desplazará bastante a la de la parejita de “jóvenes a la deriva” y será el momento más flojo del tomo, porque entre tanto chiste y tanta bizarreada, el conflicto se diluye mucho y nunca logra generar tensión. Parece simplemente un recurso para llenar páginas que -en vez de charlas graciosas o garches subidos de tono- nos muestre persecuciones y decapitaciones. Ya sobre el final, Graham mete varias historias cortitas, algunas en blanco y negro, entre las que sobresale una en la que narra cómo Sexica le implanta a su novio la chota del lobo. Es el tramo más porno de la obra, con penetraciones anales, lechazos y toda la fanfarria. Y además tiene una narrativa más clásica, con grillas menos disparatadas y composiciones más tradicionales.
La verdad es que, como historieta de aventuras, no sé si la recomendaría. Lo bueno es que el propio Graham hace hincapié en un montón de cosas que pasan por afuera de la aventura: las personalidades de Nikoli y Sexica, el vínculo entre ellos, la exploración y la contemplación de este mundo enrevesado y sus rarezas, los chistes (algunos muy tontos, otros muy groseros, la mayoría muy graciosos), y sobre todo en el clima. Un clima único, cautivante, basado en el principio de “acá puede pasar cualquier cosa”. Las motos pueden ser seres vivos, el agua puede tener fantasmas, el humo de los puchos puede cantar y así hasta el infinito y más allá.
Buena parte de la extrañeza de Multiple Warheads reside en el dibujo que- como señalábamos en la reseña de King City- tiene muy poco que ver con todas las tradiciones historietísticas norteamericanas. Claramente las influencias de Brandon Graham van para otro lado. Habría que hablar de Moebius, de Taiyo Matsumoto, de algunos dibujantes argentinos y españoles que hacían porno para la Kiss Comix… nada que ver con lo que se ve habitualmente en EEUU, ni en el mainstream ni en el palo alternativo. El estilo de Graham se podría definir como una post-psicodelia, menos estridente, más intimista, con una paleta de colores muy pegadita a la de Moebius y con la impronta de la línea clara circunscripta a los fondos, a los paisajes sobre todo. Estéticamente, Multiple Warheads es fascinante y sobre todo desafiante, por tener esa onda tan única, tan libre, tan personal.
A tal punto me copa lo que inventa Graham desde el dibujo (y desde la puesta en página) que me animo a recomendarle Multiple Warheads incluso a aquellos a los que no les interese en lo más mínimo el guión. Que no es choto, ni críptico, ni se queda en la mera machaca, pero tiene ese problema que es la forma en que se diluyen un poco los conflictos. ¿Qué sé yo? Son formas de encarar el relato. Y este MONSTRUO se anima a esto, a diluir la aventura y los conflictos en hectolitros de otras cosas, mucho más divertidas y más originales que las peleas. No sé si hay un Vol.2 de esta serie, pero si salió, trataré de entrarle cuanto antes.
martes, 18 de diciembre de 2012
18/ 12: KING CITY
¿Te acordás de Marian Churchland, esa minita que dibuja tipo Charles Vess, a la que nos cruzamos en un par de libros de Vertigo? Bueno, el novio de esta mina es Brandon Graham, el autor del mega-broli que hoy nos ocupa. Graham es del ´76 y forma parte de la generación alienígena, la que se caga bastante en toda la tradición historietística yanki, tanto del palo clásico como del indie noventoso. El único autor yanki que se nota que le gusta es Paul Pope. Bueno, y Vaughn Bodé, pero eso porque compartió estudio con James Stokoe. Los referentes de Graham están, claramente, lejos de EEUU. El mismo reconoce que a la hora de componer las viñetas mira mucho a Moebius, y en el dibujo en sí, las influencias que uno ve van variando a lo largo de estas 424 páginas. Al principio, el estilo de Graham parece de un autor español raro: medio Toni Garcés, medio Miguel Angel Martín, medio José Luis Agreda, algunos efectos de iluminación típicos de Fernando De Felipe... por ahí andaba la cosa. Para la segunda mitad del tomo ya se ven las influencias más marcadas de Taiyo Matsumoto (en King City hay Tekkon Kinkreet para tirar al techo) y Felipe Smith, el famoso mangaka cuasi-argentino, que también publicaba en Tokyopop, que es donde King City apareció serializada.
¿Qué hace Graham con ese cóctel explosivo de influencias tan eclécticas como bizarras? Un comic muy, muy raro y a la vez muy ganchero. Se supone que King City es un comic de espías, que cumplen misiones de alto riesgo en una ciudad del futuro, y que –de a poco- va a cobrar peso en la trama una amenaza más grossa, que va a desencadenar una machaca a gran escala, muy por encima de lo que un espía (por entrenado que esté) puede llegar a enfrentar. Bueno, de ahí a la posta hay un largo trecho. Primero porque el hiper-combate contra el Demon King no se ve. La historia termina justo cuando la pesadillesca criatura se manifiesta en King City, pero antes de llegar a confrontar con los Cat Masters, que son los que –en una de esas- le pueden llegar a hacer el aguante.
Por el otro lado, el protagonista es Joe, un espía entrenado para convertirse en cat master, o sea, en un hábil manipulador de unos gatos especiales que –con las inyecciones de las sustancias exactas- pueden hacer cosas increíbles. Joe y su gato forman un combo imbatible, tipo el Capitán América y su escudo. La diferencia es que Joe no es bueno, es un mercenario que trabaja para el que pone la tarasca. No es el que soporta el dilema moral más heavy de la trama: ese rol está reservado para Pete, el amigo de Joe. A Joe le toca sufrir por una minita, Anna, que ahora está de novia con otro flaco, y a la vez acostarse con Beebay, una misteriosa femme fatale que le encarga misiones y lo manipula mediante el sexo (la clásica, bah).
Cuando hay protagonistas jóvenes, minitas y tiempos muertos, es inevitable que aparezcan las típicas escenas de “Jóvenes a la Deriva”. King City tiene miles de esas, algunas muy, muy cómicas, a tal punto que muchas veces la trama central pasa a un segundo plano y Graham se concentra a full en las vidas privadas de estos pibes de veintipocos que charlan, caminan, chupan, se enamoran y –a veces- la ponen. En estos pasajes es donde Joe, Pete y Anna cobran carnadura, profundidad, onda. Las escenas de acción están resueltas con talento y originalidad, pero las escenas tranqui son –por afano- las más jugosas.
King City es una epopeya sumamente atípica. Por el ritmo pachorro, por las ideas bizarras que infectan a todo el libro (acá hay conceptos que ridiculizan a los mejores hallazgos de Warren Ellis en Transmetropolitan), por cómo la acción y el misterio se mezclan con la historia de los “Jóvenes a la Deriva”, por los chistes (hay miles, desde simples –y aún así ingeniosos- juegos de palabras hasta chistes de pedos y porongas), por el universo que Graham arma y describe alrededor de la trama, por los personajes (espías, ninjas, gatos con poderes, drogadictos que se consumen a sí mismos) y sobre todo por el dibujo, que no se parece demasiado a nada y sin embargo es excelente de punta a punta. Espero ansioso la próxima obra de Brandon Graham, que quedó a milímetros de la lista de los autores imprescindibles y obviamente adentro de la lista de los autores realmente novedosos, con una voz propia y un enorme arsenal de ideas para derrotar al “Más de lo Mismo”.
¿Qué hace Graham con ese cóctel explosivo de influencias tan eclécticas como bizarras? Un comic muy, muy raro y a la vez muy ganchero. Se supone que King City es un comic de espías, que cumplen misiones de alto riesgo en una ciudad del futuro, y que –de a poco- va a cobrar peso en la trama una amenaza más grossa, que va a desencadenar una machaca a gran escala, muy por encima de lo que un espía (por entrenado que esté) puede llegar a enfrentar. Bueno, de ahí a la posta hay un largo trecho. Primero porque el hiper-combate contra el Demon King no se ve. La historia termina justo cuando la pesadillesca criatura se manifiesta en King City, pero antes de llegar a confrontar con los Cat Masters, que son los que –en una de esas- le pueden llegar a hacer el aguante.
Por el otro lado, el protagonista es Joe, un espía entrenado para convertirse en cat master, o sea, en un hábil manipulador de unos gatos especiales que –con las inyecciones de las sustancias exactas- pueden hacer cosas increíbles. Joe y su gato forman un combo imbatible, tipo el Capitán América y su escudo. La diferencia es que Joe no es bueno, es un mercenario que trabaja para el que pone la tarasca. No es el que soporta el dilema moral más heavy de la trama: ese rol está reservado para Pete, el amigo de Joe. A Joe le toca sufrir por una minita, Anna, que ahora está de novia con otro flaco, y a la vez acostarse con Beebay, una misteriosa femme fatale que le encarga misiones y lo manipula mediante el sexo (la clásica, bah).
Cuando hay protagonistas jóvenes, minitas y tiempos muertos, es inevitable que aparezcan las típicas escenas de “Jóvenes a la Deriva”. King City tiene miles de esas, algunas muy, muy cómicas, a tal punto que muchas veces la trama central pasa a un segundo plano y Graham se concentra a full en las vidas privadas de estos pibes de veintipocos que charlan, caminan, chupan, se enamoran y –a veces- la ponen. En estos pasajes es donde Joe, Pete y Anna cobran carnadura, profundidad, onda. Las escenas de acción están resueltas con talento y originalidad, pero las escenas tranqui son –por afano- las más jugosas.
King City es una epopeya sumamente atípica. Por el ritmo pachorro, por las ideas bizarras que infectan a todo el libro (acá hay conceptos que ridiculizan a los mejores hallazgos de Warren Ellis en Transmetropolitan), por cómo la acción y el misterio se mezclan con la historia de los “Jóvenes a la Deriva”, por los chistes (hay miles, desde simples –y aún así ingeniosos- juegos de palabras hasta chistes de pedos y porongas), por el universo que Graham arma y describe alrededor de la trama, por los personajes (espías, ninjas, gatos con poderes, drogadictos que se consumen a sí mismos) y sobre todo por el dibujo, que no se parece demasiado a nada y sin embargo es excelente de punta a punta. Espero ansioso la próxima obra de Brandon Graham, que quedó a milímetros de la lista de los autores imprescindibles y obviamente adentro de la lista de los autores realmente novedosos, con una voz propia y un enorme arsenal de ideas para derrotar al “Más de lo Mismo”.
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