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miércoles, 4 de agosto de 2010
04/ 08: SAND AND FURY
Ah, bueno… Si lo que leí ayer me resultó heavy, con esto ya nos fuimos a la mierda pero para no volver. Este comic es más perturbador que bajarte una porno y descubrir que la protagonista es tu vieja.
En esta novela gráfica nos reencontramos con Ho Che Anderson (a quien visitáramos en la primera quincena del año), pero muy cambiado. Acá el dibujo es más duro, más como de grabado, y la búsqueda va para el lado del feísmo. Por momentos parece (sólo parece) un principiante, un clon choto de Edu Molina, hasta que ves qué hay debajo de la superficie del dibujo, de las manchas, las tramas mecánicas y ese plumín endemoniado. El primer tercio es, lejos, el mejor dibujado. Ahí hay un Anderson mega-expresionista, con una narrativa que más que a Howard Chaykin (principal referente del autor) nos recuerda a Jacques Loustal, y dibujos en los que vemos yeites de los que se mandaba Pablo Páez en la Fierro clásica (¿alguien se acuerda de Pablo Páez?) más algunas genialidades dignas de Marc Hempel o Dave McKean. Pero la trama pasa rápidamente del misterio a la atrocidad lisa y llana, y el dibujo, tal vez para acompañarla, se hace más bestial, más crudo, menos sutil que Jacobo Winograd borracho y drogado. Y la magia sigue ahí, latente. Se cuela en una secuencia onírica del tercio final y vuelve con tutti en las dos o tres páginas finales, donde Anderson demuestra que, además de cagarte a sopapos, te puede conquistar con caricias.
Sand & Fury es una historieta terrible, fatídica, sensual, perversa y visceral. Nos cuenta la historia de una chica cuyo nombre desconocemos (le diremos Scream Queen, ya que el subtítulo de la obra es “A Scream Queen Adventure”) que muy a pesar suyo recibió el poder de las banshees: la minita lanza su alarido y alguien (casi siempre un hombre) muere. Y además desconoce el dolor, se acuesta indistintamente con minas o tipos, sobrevivió a haber sido sepultada en la arena y tiene un tajo en la garganta. O sea, de esas minas que conocés todos los días en la cola del supermercado.
La historia de Scream Queen no es para nada lineal. Como en una peli de David Lynch, Anderson va y viene sin avisar y los flashbacks se entrecruzan con el presente, y por supuesto con los sueños. Las motivaciones de Scream Queen tampoco son obvias: hay que leer entre líneas para entender qué le pasa por la cabeza. Los personajes que la enfrentan o la acompañan están muy bien trabajados, especialmente Avril y Lydia, pero de entrada sabés que todos van a terminar muy mal. No van por ese lado las sorpresas…
Para que Sand & Fury trascienda las barreras del thriller sobrenatural, violento y retorcido, Ho Che Anderson decide salpicarlo con escenas de una truculencia feroz. Mutilaciones, martillazos en la cara, violaciones… también sexo grupal con sogas, frula y juguetes de goma, y hasta una secuencia que nos muestra con lujo de detalles y sin el menor eufemismo cómo Scream Queen se mete un alambre en la argolla y se produce a sí misma un aborto, para librarse de un embarazo no deseado. Creo que eso no lo había visto nunca en un comic, y eso que le vengo dando duro a Suehiro Maruo y un par de salvajes más.
Pero esa es apenas una barrera más que rompe Anderson, que claramente se mandó en busca de new sensations, tanto en cuanto a los temas a tocar como en la faz gráfica, donde explora territorios a los que no había ido nunca y de los que se va con un par de containers cargados de chapa. En Sand & Fury hay monstruosidades de todo tipo, sangre, profecías ominosas y un clima de extrañeza, de que lo más siniestro puede pasar en cualquier momento, como si estuviéramos frente a un cuento de Lovecraft, pero en los desiertos del sudoeste de los EEUU. Un lugar que, de ahora en más, vas a recorrer tomando infinitos recaudos, porque Ho Che Anderson lo anexó al territorio de las pesadillas. Sand & Fury es para valientes. Garpa a full, pero cobra caro y nunca sabés cuándo te vienen a cobrar la próxima cuota.
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