Vuelvo a la modalidad de comentar cuatro libros en la misma entrada del blog, esta vez con dos argentinos y dos yankis. Empiezo por los locales.
¿Qué He Ganado con Quererte? es una novela gráfica escrita por Alejandro Farías, ambientada en Montevideo en 1962. La protagonista es una chica que hace historietas (no sé si había historietistas mujeres en Uruguay en esa época) que se obsesiona con la vida del escritor (y músico) Felisberto Hernández. La chica encuentra inspiración para crear una historieta que rompa los moldes de los géneros clásicos en los escritos de Hernández e incluso en notas y borradores que le roba del tacho de basura o directamente de su estudio. Toda esa parte (en la que tiene bastante peso la biografía de Felisberto) no es muy interesante, pero el guión levanta mucho cuando Farías se concentra en los vínculos entre el escritor y una red de espías soviéticos involucrados en la crisis de los misiles que tuvo en vilo a Cuba, EEUU y buena parte del mundo en aquel 1962. Lástima que son las últimas 20 páginas, nomás. El dibujo del uruguayo Junior Santellán, bastante limitado en un montón de aspectos, tampoco ayudó a que la novela me sedujera.
Mucho mejor me fue con Chica Alien, lo nuevo del increíble Nicolás Brondo. Se trata de una historieta descontrolada, provocadora, transgresora, una sinfonía punk en la que reinan la anarquía, el kilombo y los chistes subidos de tono. Por mensaje, por ritmo, hasta por estética, Chica Alien se podría haber publicado tranquilamente en El Víbora. De hecho, por momentos (cuando mete pocas masas negras) el dibujo de Brondo me hizo acordar mucho al de Enric Rebollo, un autor emblemático de los últimos años de la mítica antología de La Cúpula. Pero hay mucho más en el grafismo de este virtuoso del dibujo: hay Jamie Hewlett, hay Ted McKeever, por momentos el trazo se hace más realista, por momentos más caricaturesco. Si el ritmo del guión no da respiro, el del dibujo no se queda atrás. Y la narrativa también ofrece una montaña rusa de emociones. Lo bueno es que, por detrás de los chistes, la machaca y el vértigo, hay una bajada de línea notable y un magnífico desarrollo de personajes. Esto es pulenta de verdad.
Me quedaba un TPB finito para terminar el Winter Soldier de Ed Brubaker. Este tomo retoma lo que sucedía en el anterior, pero con Butch Guice como dibujante. Un muy buen Guice, hay que aclarar, con varios cambios de estilo y homenajes a muchos dibujantes distintos (Gene Colan, Jim Steranko, Bill Sienkiewicz), y con una puesta en página zarpada en originalidad y dinamismo. El guión (repleto de acción y de diálogos excelentes) está muy bien, aunque Bucky queda muy eclipsado por las apariciones de Daredevil, Hawkeye, Wolverine y el Capitán América. Y además todo el arco gira en torno a su relación con Black Widow, que es el personaje en el que más indaga Brubaker. El giro del final es tremendamente cruel, y está ahí para que otros guionistas puedan manejar a Natasha con total libertad, despegada de ese rol de “novia de Bucky” que vimos acá y en la etapa anterior de Captain America. Grossa despedida de Brubaker y Guice de esta breve colección, luego reeditada en un único tomo, que es el que conviene comprar.
Y me bajé también el Vol.3 de East of West, cuyo Vol.2 leí hace justo un año, el 29/03/15. No me quiero extender, porque es al pedo, la verdad que lo que señalé en las reseñas anteriores se aplica perfectamente a esta. Jonathan Hickman está llevando adelante la más interesante, compleja y ambiciosa de sus obras creator-owned y eso alcanza y sobra para bancar a muerte esta serie. Por si faltara algo, el dibujo de Nick Dragotta no para de mejorar. East of West es un festival de ideas brillantes (algunas parecen conceptos de series fumancheras de la Metal Hurlant mejor desarrollados), personajes zarpados, rosca política, misticismo, ciencia-ficción, machaca sangrienta, profecías ominosas y la capacidad de asombrar todo el tiempo, incluso a los lectores ya muy curtidos, con giros alucinantes que jamás te ves venir. Una gloria y a la vez una adicción.
Hasta acá llegamos por hoy. Nos reencontramos pronto.
miércoles, 30 de marzo de 2016
martes, 22 de marzo de 2016
BATMAN vs. SUPERMAN: DAWN OF JUSTICE
Primero, lo más importante: esta película no sólo es secuela de Man of Steel. Incluso arranca antes de que termine Man of Steel. O sea que si odiaste esa peli (reseñada en el blog el 11/06/13), ni se te ocurra ir a ver esta.
La verdad es que BvS:DoJ no es brillante. Se hace muuuy larga (dura 153 minutos que parecen 500) y se pone realmente buena en el último tercio. Pero tampoco está mal. Tiene momentos emotivos y sacudones totalmente impredecibles incluso en esos dos primeros tercios en los que la aventura parece no arrancar nunca. En algún momento, Zack Snyder desata el nudo gordiano y la película despega hacia un festival de machaca, destrucción y muerte realmente impactante, intenso, con todos los elementos épicos que tiene que tener una peli de superhéroes.
Lo más flojo de BvS:DoJ es cómo le cae a Batman la ficha de que Superman no es malo. Pero claro, ni bien sucede eso, la peli cambia de rumbo y empiezan esos últimos 35 minutos que justifican por sí solos el valor de la entrada. Hasta llegar a ese punto, pareciera que Superman se enfrenta a dos villanos medio pelo, dos gansos que –por distintos motivos no del todo sólidos- se dedican a hacerle la vida imposible: Luthor y Batman. Por suerte, los buenos terminan por armar el team-up que todos esperábamos y ahí agarrate, porque estalla el cine.
Me gustó mucho este Batman cuarentón que propone Ben Affleck, muy curtido, sin reparos a la hora de dispararle con munición gruesa a los comandos paramilitares con los que se enfrenta. Me cerró también el Luthor de Jesse Eisenberg, histriónico, sacadito, al límite del desequilibrio mental. Wonder Woman… y, qué sé yo… está tan cambiada, la interpretación del personaje se parece tan poco a cualquiera de las que vimos en los comics, que si le ponían otro nombre (Warrior Queen, ponele) nadie iba a decir ni mu. Hay brevísimas apariciones de Flash, Aquaman y Cyborg, como para cebarte con futuras pelis, pero son apenas cameitos, escenas mínimas. Y aparece otro villano grosso, al que no se puede nombrar para no spoilear.
Otro giro muy logrado es la forma en que el guión resuelve uno de los conflictos que quedaron picando de Man of Steel: el debate acerca de si Superman es responsable o no de la muerte y la destrucción causados en la batalla contra Zod y los genocidas de Krypton. Eso engancha con el final, que es asombroso e impredecible y abre un montón de puntas para las secuelas.
Más allá de si te gusta o no el casting, o si te cierran o no algunas volteretas que pega el guión, lo que me parece definitivo a la hora de recomendarte o no que la vayas a ver es si te fumás dos horas y media de oscuridad, violencia y solemnidad. Esta es una película densa, seguramente menos retorcida que The Dark Knight, pero tremenda en cuanto al contenido de sangre, torturas, destrucción y muerte. El único que calza un chiste cada tanto es Perry White, y también hay una sana cuota de ingenio y picardía en los diálogos de Luthor. Pero al lado de cualquier peli de Marvel, esto es un velorio.
¿Guiños comiqueros? Hay algunos, pero no son tan relevantes. Seguramente lo que le va a dar tema de discusión ad infinitum a los nerds más extremos es la “continuidad” de Batman. ¿Es el Batman de la trilogía de Christopher Nolan? ¿Es otra versión del personaje cuyo pasado desconocemos? Yo me inclino más por lo segundo.
Para mi infinita alegría, tenemos una peli más sin que aparezca el detestable Jimmy Olsen, y para mi infinita decepción, el guión le da demasiada bola a una Lois Lane que –está científicamente comprobado- sólo sirve para meter en kilombos a Superman. Al final se van al descenso dos personajes importantes (ni en pedo te revelo quiénes son), pero la boluda de Lois zafa una vez más de una muerte que tiene recontra-merecida casi desde Man of Steel.
Repito: BvS:DoJ no me pareció ni una joya ni un embole. Pago gustoso el valor de la entrada sólo por esos últimos 35 minutos que son un despelote visual y narrativo a todo o nada, imposible de olvidar y muy difícil de superar.
La verdad es que BvS:DoJ no es brillante. Se hace muuuy larga (dura 153 minutos que parecen 500) y se pone realmente buena en el último tercio. Pero tampoco está mal. Tiene momentos emotivos y sacudones totalmente impredecibles incluso en esos dos primeros tercios en los que la aventura parece no arrancar nunca. En algún momento, Zack Snyder desata el nudo gordiano y la película despega hacia un festival de machaca, destrucción y muerte realmente impactante, intenso, con todos los elementos épicos que tiene que tener una peli de superhéroes.
Lo más flojo de BvS:DoJ es cómo le cae a Batman la ficha de que Superman no es malo. Pero claro, ni bien sucede eso, la peli cambia de rumbo y empiezan esos últimos 35 minutos que justifican por sí solos el valor de la entrada. Hasta llegar a ese punto, pareciera que Superman se enfrenta a dos villanos medio pelo, dos gansos que –por distintos motivos no del todo sólidos- se dedican a hacerle la vida imposible: Luthor y Batman. Por suerte, los buenos terminan por armar el team-up que todos esperábamos y ahí agarrate, porque estalla el cine.
Me gustó mucho este Batman cuarentón que propone Ben Affleck, muy curtido, sin reparos a la hora de dispararle con munición gruesa a los comandos paramilitares con los que se enfrenta. Me cerró también el Luthor de Jesse Eisenberg, histriónico, sacadito, al límite del desequilibrio mental. Wonder Woman… y, qué sé yo… está tan cambiada, la interpretación del personaje se parece tan poco a cualquiera de las que vimos en los comics, que si le ponían otro nombre (Warrior Queen, ponele) nadie iba a decir ni mu. Hay brevísimas apariciones de Flash, Aquaman y Cyborg, como para cebarte con futuras pelis, pero son apenas cameitos, escenas mínimas. Y aparece otro villano grosso, al que no se puede nombrar para no spoilear.
Otro giro muy logrado es la forma en que el guión resuelve uno de los conflictos que quedaron picando de Man of Steel: el debate acerca de si Superman es responsable o no de la muerte y la destrucción causados en la batalla contra Zod y los genocidas de Krypton. Eso engancha con el final, que es asombroso e impredecible y abre un montón de puntas para las secuelas.
Más allá de si te gusta o no el casting, o si te cierran o no algunas volteretas que pega el guión, lo que me parece definitivo a la hora de recomendarte o no que la vayas a ver es si te fumás dos horas y media de oscuridad, violencia y solemnidad. Esta es una película densa, seguramente menos retorcida que The Dark Knight, pero tremenda en cuanto al contenido de sangre, torturas, destrucción y muerte. El único que calza un chiste cada tanto es Perry White, y también hay una sana cuota de ingenio y picardía en los diálogos de Luthor. Pero al lado de cualquier peli de Marvel, esto es un velorio.
¿Guiños comiqueros? Hay algunos, pero no son tan relevantes. Seguramente lo que le va a dar tema de discusión ad infinitum a los nerds más extremos es la “continuidad” de Batman. ¿Es el Batman de la trilogía de Christopher Nolan? ¿Es otra versión del personaje cuyo pasado desconocemos? Yo me inclino más por lo segundo.
Para mi infinita alegría, tenemos una peli más sin que aparezca el detestable Jimmy Olsen, y para mi infinita decepción, el guión le da demasiada bola a una Lois Lane que –está científicamente comprobado- sólo sirve para meter en kilombos a Superman. Al final se van al descenso dos personajes importantes (ni en pedo te revelo quiénes son), pero la boluda de Lois zafa una vez más de una muerte que tiene recontra-merecida casi desde Man of Steel.
Repito: BvS:DoJ no me pareció ni una joya ni un embole. Pago gustoso el valor de la entrada sólo por esos últimos 35 minutos que son un despelote visual y narrativo a todo o nada, imposible de olvidar y muy difícil de superar.
viernes, 18 de marzo de 2016
ESTA VEZ SON TRES, NOMAS
Sigo bajando el pilón de lecturas pendientes, pero despacito, sin cebarme.
Arranco con The Complete Dirty Laundry Comics, un recopilatorio de 1993 que reúne las historietas autobiográficas escritas y dibujadas a medias por el glorioso Robert Crumb y su esposa, Aline Kominsky-Crumb. Las historias arrancan cuando Crumb y Aline eran apenas “transa” y terminan con ellos casadísimos, con una hija y ya radicados en Francia. En total, son casi 20 años en la vida de esta pareja convertidos en historietas muy locas, basadas en la realidad, pero condimentadas con sexo, humor y delirio que –uno supone- trascienden lo rigurosamente biográfico. Robert y Aline se dibujan ellos mismos en cada viñeta. Es decir que dibujan a dos manos, y sus estilos conviven dentro de un mismo espacio. Obviamente, al arrancar a principios de los ´70, tenemos a un Crumb gráficamente muy maduro, que no deja el menor detalle ibrado al azar. Y Kominsky, pobrecita, dibuja como puede, con tropiezos notorios, cambios abruptos en el estilo y hasta problemas en el rotulado. Por suerte los diálogos son geniales… y hay muchos dibujos de Crumb. No sé si existe otro caso en el mundo de una pareja que haya co-dibujado un comic autobiográfico y 100% en joda a lo largo de tantos años (de hecho, hay historietas de cinco o seis páginas que tardaron añares en ser terminadas), por lo cual banco a Dirty Laundry. Por eso y porque me reí mucho y disfruté a full con los dibujos del viejo Bob.
2015 fue un año funesto para la editorial cordobesa Llanto de Mudo: en pleno festejo de sus 20 años, falleció imprevistamente su fundador y alma mater, el editor y guionista Diego Cortés. Sin embargo, sus adláteres siguieron adelante con uno de los planes más ambiciosos del Diegazo: una antología de historieta de casi 200 páginas con historias cortas de decenas de autores grossos de los que publicaban (o estaban por publicar) en la editorial del chancho. Antología Historieta ofrece 55 relatos cortos (algunos de una o dos páginas) y resulta imposible enumerar a todos los artistas que aportaron sus trabajos. Destaco las historietas de Roy y Lauri Fernández, la de Lubrio, la de Rodrigo López, la de Pedro Mancini, la de Roberto Von Sprecher y Nacha Vollenweider, la de Jok, la de Gastón Souto, la de Diego Parés, la de Dante Ginevra, la de Ariel López V., y varias más donde se lucen o los dibujos o los guiones. Llanto de Mudo cerró formalmente el mes pasado, pero nos dejó miles de páginas magníficas, escritas y dibujadas por una horda de artistas locales que supieron marcar el pulso de la historieta argentina actual. En Antología Historieta eso queda obscenamente claro y eso es lo que la convierte en un libro indispensable, además de ser un tremendo homenaje a la figura de Diego Cortés, gigante por donde se la mire.
Y termino con la reedición en un único tomo de las tres sagas que componen Crónicas del Tiempo Medio, una obra de Emilio Balcarce y Juan Zanotto que empezó a salir en la Skorpio a fines de los ´80 y gracias al éxito, tuvo un par de secuelas. La edición, a cargo de Deux, es lastimosa. La portada se desintegra con sólo rozarla, la encuadernación es pésima, la impresión tiene varios manchones y borrones y el diseño gráfico es abominable. Una lástima, porque la historieta está buena, envejeció con bastante dignidad, sobre todo la primera parte, que es la más extensa. La segunda es una secuela bastante predecible y la tercera pega un volantazo tan brutal que convierte a la serie en algo que no se parece casi nada a las dos primeras partes. Básicamente, tenemos una ambientación de ciencia-ficción post-holocausto utilizada por Balcarce para narrar una historia bélica, donde las aventuras de los buenos giran en torno a una guerra entre dos facciones de los malos. Una más garca, otra un poquito menos, pero las dos peligrosísimas para este puñado de humanos que resiste a todo. Hay persecuciones, tiros, explosiones, mutilaciones, torturas y –para aprovechar lo bien que dibujaba Zanotto a las minitas- un erotismo muy subrayado desde el guión, a pesar de que lo que efectivamente se muestra es más bien poco (una orgía en la que no se ven genitales, sin ir más lejos). Crónicas del Tiempo Medio es una aventura fuerte, violenta, con muchos homenajes al cine, bastante desarrollo de personajes, un puñado de ideas muy interesantes y excelentes dibujos. Falla un poquito en el ritmo, muy lastrado por la estructura episódica y por las extensas secuencias en las que los personajes se detienen a explicarse unos a otros qué corno está sucediendo, cómo funciona este mundo devastado, qué planean los malos, etc.. Pero está muy bien, tiene bien ganado su status de Clásico.
Cierro acá, no sin antes invitarte a visitar el canal de Comiqueando en YouTube, donde ayer empezamos a subir videos: www.youtube.com/channel/UC5_90mASHzDLxhDVQgAHGQw
La seguimos pronto.
Arranco con The Complete Dirty Laundry Comics, un recopilatorio de 1993 que reúne las historietas autobiográficas escritas y dibujadas a medias por el glorioso Robert Crumb y su esposa, Aline Kominsky-Crumb. Las historias arrancan cuando Crumb y Aline eran apenas “transa” y terminan con ellos casadísimos, con una hija y ya radicados en Francia. En total, son casi 20 años en la vida de esta pareja convertidos en historietas muy locas, basadas en la realidad, pero condimentadas con sexo, humor y delirio que –uno supone- trascienden lo rigurosamente biográfico. Robert y Aline se dibujan ellos mismos en cada viñeta. Es decir que dibujan a dos manos, y sus estilos conviven dentro de un mismo espacio. Obviamente, al arrancar a principios de los ´70, tenemos a un Crumb gráficamente muy maduro, que no deja el menor detalle ibrado al azar. Y Kominsky, pobrecita, dibuja como puede, con tropiezos notorios, cambios abruptos en el estilo y hasta problemas en el rotulado. Por suerte los diálogos son geniales… y hay muchos dibujos de Crumb. No sé si existe otro caso en el mundo de una pareja que haya co-dibujado un comic autobiográfico y 100% en joda a lo largo de tantos años (de hecho, hay historietas de cinco o seis páginas que tardaron añares en ser terminadas), por lo cual banco a Dirty Laundry. Por eso y porque me reí mucho y disfruté a full con los dibujos del viejo Bob.
2015 fue un año funesto para la editorial cordobesa Llanto de Mudo: en pleno festejo de sus 20 años, falleció imprevistamente su fundador y alma mater, el editor y guionista Diego Cortés. Sin embargo, sus adláteres siguieron adelante con uno de los planes más ambiciosos del Diegazo: una antología de historieta de casi 200 páginas con historias cortas de decenas de autores grossos de los que publicaban (o estaban por publicar) en la editorial del chancho. Antología Historieta ofrece 55 relatos cortos (algunos de una o dos páginas) y resulta imposible enumerar a todos los artistas que aportaron sus trabajos. Destaco las historietas de Roy y Lauri Fernández, la de Lubrio, la de Rodrigo López, la de Pedro Mancini, la de Roberto Von Sprecher y Nacha Vollenweider, la de Jok, la de Gastón Souto, la de Diego Parés, la de Dante Ginevra, la de Ariel López V., y varias más donde se lucen o los dibujos o los guiones. Llanto de Mudo cerró formalmente el mes pasado, pero nos dejó miles de páginas magníficas, escritas y dibujadas por una horda de artistas locales que supieron marcar el pulso de la historieta argentina actual. En Antología Historieta eso queda obscenamente claro y eso es lo que la convierte en un libro indispensable, además de ser un tremendo homenaje a la figura de Diego Cortés, gigante por donde se la mire.
Y termino con la reedición en un único tomo de las tres sagas que componen Crónicas del Tiempo Medio, una obra de Emilio Balcarce y Juan Zanotto que empezó a salir en la Skorpio a fines de los ´80 y gracias al éxito, tuvo un par de secuelas. La edición, a cargo de Deux, es lastimosa. La portada se desintegra con sólo rozarla, la encuadernación es pésima, la impresión tiene varios manchones y borrones y el diseño gráfico es abominable. Una lástima, porque la historieta está buena, envejeció con bastante dignidad, sobre todo la primera parte, que es la más extensa. La segunda es una secuela bastante predecible y la tercera pega un volantazo tan brutal que convierte a la serie en algo que no se parece casi nada a las dos primeras partes. Básicamente, tenemos una ambientación de ciencia-ficción post-holocausto utilizada por Balcarce para narrar una historia bélica, donde las aventuras de los buenos giran en torno a una guerra entre dos facciones de los malos. Una más garca, otra un poquito menos, pero las dos peligrosísimas para este puñado de humanos que resiste a todo. Hay persecuciones, tiros, explosiones, mutilaciones, torturas y –para aprovechar lo bien que dibujaba Zanotto a las minitas- un erotismo muy subrayado desde el guión, a pesar de que lo que efectivamente se muestra es más bien poco (una orgía en la que no se ven genitales, sin ir más lejos). Crónicas del Tiempo Medio es una aventura fuerte, violenta, con muchos homenajes al cine, bastante desarrollo de personajes, un puñado de ideas muy interesantes y excelentes dibujos. Falla un poquito en el ritmo, muy lastrado por la estructura episódica y por las extensas secuencias en las que los personajes se detienen a explicarse unos a otros qué corno está sucediendo, cómo funciona este mundo devastado, qué planean los malos, etc.. Pero está muy bien, tiene bien ganado su status de Clásico.
Cierro acá, no sin antes invitarte a visitar el canal de Comiqueando en YouTube, donde ayer empezamos a subir videos: www.youtube.com/channel/UC5_90mASHzDLxhDVQgAHGQw
La seguimos pronto.
viernes, 11 de marzo de 2016
VAMOS CON OTRAS CUATRO
Sigo acumulando lecturas, siempre en el intento de bajar la pila de publicaciones que aparecieron en Argentina durante esa increíble (y capaz que irrepetible) segunda mitad de 2015.
Zoila Zombie es un muy digno entretenimiento para chicos de hasta 9 años, escrito y dibujado por Lubrio. El libro reúne un montón de historias cortas y es de una factura alucinante en cuanto a tamaño, calidad de papel, de impresión y lucimiento del color. Los personajes están bien definidos, las aventuras… algunas son más graciosas que otras, y donde está logrado el equilibrio es en el esfuerzo de Lubrio por meter elementos bizarros de cine Clase B, sin llegar al punto de asustar heavy a los más chicos. El estilo de dibujo nos remite de inmediato a los cartoons de principios de los ´60, de Hanna-Barbera o de la UPA, al punto que uno se imagina estas historietas impresas en el formato y el papel de las viejas revistas de la editorial Novaro. Si estás pensando en historietas para regalarle a nenes o nenas que recién empiezan a interesarse por este tipo de narrativa, Zoila Zombie es una gran opción.
Eldritch es el primer lanzamiento del nuevo sello Le Noise y también el primer libro de Mariela Viglietti. En total contiene tres historias cortas que se podrían entroncar en el género de la dark fantasy. Son historias sombrías, con mucha elaboración en los climas y un gran protagonismo de los elementos sobrenaturales. Viglietti ensaya, en sus primeros trabajos, algo que uno aconseja a los autores hacer recién cuando ya están muuuy cancheros, muy afianzados en sus respectivos estilos y pertrechados con un arsenal narrativo como para destruir al Imperio Shi´ar: narra las tres historias sin usar ni una sola palabra y en dos de las tres historias trabaja de punta a punta con una grilla fija (la Gran Watchmen) que prácticamente no rompe nunca. Desafíos muy difíciles para una opera prima, con resultados bastante buenos sobre todo en la tercera y última historia, que es la que mejor fluye, la que más me atrapó. Al dibujo todavía le faltan unos pequeños ajustes en la anatomía, pero tiene fuerza, expresividad y un gran manejo de los grises. Espero atento el próximo trabajo de esta autora.
Desde hace ya unos cuantos años, el inmenso Diego Parés jerarquiza con su Humor Petiso la página de humor del diario La Nación. Este esperadísimo primer recopilatorio (editado por Edhasa) acierta en TODO: en el tamaño, en la calidad de papel e impresión, en los chistes ampliados por Diego para ocupar el 100% de la página, en el fluir de los temas y sobre todo en la selección del material que es todo de primera. Posta, es un libro para reirse sin parar con unos 150 chistes donde el promedio de genialidades es altísimo. En Humor Petiso, la consigna de Parés pareciera ser revisitar los clásicos temas del humor gráfico “de antes” y es increíble la cantidad de nuevas vueltas de tuerca que le encuentra el ídolo a los chistes de náufragos, de ladrones, de suegras, de psicólogos y de jefes que maltratan empleados. Un libro maravilloso, fundamental, del que quiero infinitas secuelas.
Un ya lejano 07/11/14 me tocó reseñar el Vol.1 de Lazarus, la serie que publican en Image los maestros Greg Rucka y Michael Lark, secundados en el color por el versátil Santiago Arcas. Tarde pero seguro me clavé el Vol.2, que es espectacular, pero tiene dos problemas: Rucka escribe poco, trata de narrar todo con la menor cantidad posible de diálogo, lo cual hace que el tomo se lea muy rápido. Y Lark afana demasiado de fotos, renuncia bastante a su estilo personal para parecer un Juan Carlos Flicker más. Obviamente el talento se le nota aunque lo quiera esconder, pero me hubiese gustado ver más de su grafismo más propio. El resto sigue muy arriba: la construcción del universo, los flashbacks al pasado de la protagonista (Forever Carlyle), el desarrollo de los subplots y la calidad, el pulso certero de los diálogos y los bloques de texto (aunque sean pocos). Esta es una serie repleta de ideas y conceptos novedosos e interesantísimos y la banco hasta donde llegue, caiga quien caiga.
Tengo más libros leídos, pero encanuto para la semana que viene. La seguimos pronto.
Zoila Zombie es un muy digno entretenimiento para chicos de hasta 9 años, escrito y dibujado por Lubrio. El libro reúne un montón de historias cortas y es de una factura alucinante en cuanto a tamaño, calidad de papel, de impresión y lucimiento del color. Los personajes están bien definidos, las aventuras… algunas son más graciosas que otras, y donde está logrado el equilibrio es en el esfuerzo de Lubrio por meter elementos bizarros de cine Clase B, sin llegar al punto de asustar heavy a los más chicos. El estilo de dibujo nos remite de inmediato a los cartoons de principios de los ´60, de Hanna-Barbera o de la UPA, al punto que uno se imagina estas historietas impresas en el formato y el papel de las viejas revistas de la editorial Novaro. Si estás pensando en historietas para regalarle a nenes o nenas que recién empiezan a interesarse por este tipo de narrativa, Zoila Zombie es una gran opción.
Eldritch es el primer lanzamiento del nuevo sello Le Noise y también el primer libro de Mariela Viglietti. En total contiene tres historias cortas que se podrían entroncar en el género de la dark fantasy. Son historias sombrías, con mucha elaboración en los climas y un gran protagonismo de los elementos sobrenaturales. Viglietti ensaya, en sus primeros trabajos, algo que uno aconseja a los autores hacer recién cuando ya están muuuy cancheros, muy afianzados en sus respectivos estilos y pertrechados con un arsenal narrativo como para destruir al Imperio Shi´ar: narra las tres historias sin usar ni una sola palabra y en dos de las tres historias trabaja de punta a punta con una grilla fija (la Gran Watchmen) que prácticamente no rompe nunca. Desafíos muy difíciles para una opera prima, con resultados bastante buenos sobre todo en la tercera y última historia, que es la que mejor fluye, la que más me atrapó. Al dibujo todavía le faltan unos pequeños ajustes en la anatomía, pero tiene fuerza, expresividad y un gran manejo de los grises. Espero atento el próximo trabajo de esta autora.
Desde hace ya unos cuantos años, el inmenso Diego Parés jerarquiza con su Humor Petiso la página de humor del diario La Nación. Este esperadísimo primer recopilatorio (editado por Edhasa) acierta en TODO: en el tamaño, en la calidad de papel e impresión, en los chistes ampliados por Diego para ocupar el 100% de la página, en el fluir de los temas y sobre todo en la selección del material que es todo de primera. Posta, es un libro para reirse sin parar con unos 150 chistes donde el promedio de genialidades es altísimo. En Humor Petiso, la consigna de Parés pareciera ser revisitar los clásicos temas del humor gráfico “de antes” y es increíble la cantidad de nuevas vueltas de tuerca que le encuentra el ídolo a los chistes de náufragos, de ladrones, de suegras, de psicólogos y de jefes que maltratan empleados. Un libro maravilloso, fundamental, del que quiero infinitas secuelas.
Un ya lejano 07/11/14 me tocó reseñar el Vol.1 de Lazarus, la serie que publican en Image los maestros Greg Rucka y Michael Lark, secundados en el color por el versátil Santiago Arcas. Tarde pero seguro me clavé el Vol.2, que es espectacular, pero tiene dos problemas: Rucka escribe poco, trata de narrar todo con la menor cantidad posible de diálogo, lo cual hace que el tomo se lea muy rápido. Y Lark afana demasiado de fotos, renuncia bastante a su estilo personal para parecer un Juan Carlos Flicker más. Obviamente el talento se le nota aunque lo quiera esconder, pero me hubiese gustado ver más de su grafismo más propio. El resto sigue muy arriba: la construcción del universo, los flashbacks al pasado de la protagonista (Forever Carlyle), el desarrollo de los subplots y la calidad, el pulso certero de los diálogos y los bloques de texto (aunque sean pocos). Esta es una serie repleta de ideas y conceptos novedosos e interesantísimos y la banco hasta donde llegue, caiga quien caiga.
Tengo más libros leídos, pero encanuto para la semana que viene. La seguimos pronto.
miércoles, 2 de marzo de 2016
LISTO PARA VOLVER
Bueno, acá estoy de vuelta… Estoy evolucionando muy bien después de la cirugía, no descartamos la posibiidad de que tenga healing factor, como Wolverine. Y además aflojó un toque el calor, que era algo que me sacaba por completo las ganas de sentarme en el estudio y escribir… Así que vamos con breves reseñas de otras cuatro publicaciones que leí en estos días, siempre con la meta de bajar a la brevedad la pila del material que se publicó en Argentina durante el inolvidable 2015.
Arranco con el Vol.6 de Escuela de Monstruos, que tiene el PEOR argumento del mundo: hay un concurso de bandas de rock para chicos de escuela primaria, se anotan los buenos, se anotan los malos, los dos llegan a la final, los malos hacen trampa pero igual ganan los buenos. Es un argumento PENOSO, que vimos hasta el cansancio en esas películas chotas que dan los canales que antes daban dibujos animados. Y a partir de esa consigna vomitiva, El Bruno logra una historieta divertidísima. Porque ya maneja de taquito a los personajes, porque mete guiños de tipo que sabe de rock, porque le pone ese toque de humor bizarro y porque aprovecha al máximo el elemento de que estos chicos, además de alumnos de escuela primaria, son monstruos. El dibujo, magnífico, como siempre.
Loco Rabia se mandó una edición impresionante de Super Monsieur Fruit, un clásico de los ´90 del alucinante Nicolas De Crécy. Es una obra extensa (más de 300 páginas) y totalmente en joda, ambientada en New York-sur-Loire, la ciudad desmesurada y de hipnótica belleza que aparece en muchas de las obras del genio francés. El chiste principal se agota rápido: es una parodia al género de los superhéroes. Pero la mala leche de De Crécy es exquisita, los planes de los villanos son un delirio brillante, hay muy buenos diálogos (gran traducción de Thomas Dassance), ideas muy locas y un montón de excusas para que esta bestia del lápiz dibuje cosas que –se nota mucho- tenía ganas de dibujar. O sea que, si bien no le alcanza para entrar al Top Five de las mejores obras en la carrera de De Crécy, Super Monsieur Fruit tiene méritos de sobra para hacerte pasar un muy buen rato, reirte bastante y –si no lo conocías- descubrir a uno de los mejores dibujantes de todos los tiempos.
El sello Musaraña recopiló en un hermoso libro todo Agapito, del gran Pablo Fayó. Tiene un sólo problema y es que sólo hay 50 páginas de Agapito y resultan un poquito escasas para llenar un libro de 64 páginas. Pero la verdad es que tanto la edición como el material son hiper-disfrutables. Me sorprendió el hecho de que las historietas que más me gustaron son las primeras, las que hizo Fayó hace como 20 años para la revista Suélteme. De todos modos, en todas las historietas hay diálogos gloriosos, silencios inquietantes y situaciones disparatadas. Por momentos sentí que estaba leyendo un sketch de Cha Cha Cha, esos en los que te reías sólo viéndoles las caras a los actores, que trataban de decir la letra sin tentarse. Incluso los mínimos trazos que emplea Fayó para definir cada locación me remitieron a esos decorados intencionalmente precarios de Cha Cha Cha. Agapito es un gran comic humorístico, en el que Fayó no sólo muestra un notable manejo de su estilo, sino que pela ideas y diálogos realmente increíbles. No es para cualquier lector, pero si sintonizás la onda de Fayó, la vas a pasar bárbaro.
Y cierro con el segundo de los tres libritos en los que Marvel recopiló la breve etapa de Ed Brubaker al frente de Winter Soldier. Este TPB supera ampliamente al anterior porque en vez de Butch Guice tenemos como dibujante a Michael Lark, que la rompe incluso cuando se zarpa metiendo fotos. El guión mantiene la tensión muy alta, pega volantazos sorprendentes y sobre todo no afloja nunca en su intento de ahondar en la psiquis de Bucky Barnes y convertirlo en un personaje complejo, profundo e impredecible. En apenas cuatro episodios no se pueden cerrar ni a palos todas las puntas que abrió Brubaker en el Vol.1, así que mucho de lo que pasa en este tomo es build-up hacia el tercer TPB, que es donde –supongo- se va a resolver todo. Papa fina, con grandes secuencias de acción, muy buenos diálogos y mucho respeto por la historia de los personajes.
Me fui a la mierda, no? Me quedó un post larguísimo. Bueno, es lo que hay. Hacía mucho que no me sentaba a sanatear… Nos reencontramos pronto. Gracias a todos por la paciencia y gracias por los buenos deseos a los que me mandaron un “mejorate pronto”.
Arranco con el Vol.6 de Escuela de Monstruos, que tiene el PEOR argumento del mundo: hay un concurso de bandas de rock para chicos de escuela primaria, se anotan los buenos, se anotan los malos, los dos llegan a la final, los malos hacen trampa pero igual ganan los buenos. Es un argumento PENOSO, que vimos hasta el cansancio en esas películas chotas que dan los canales que antes daban dibujos animados. Y a partir de esa consigna vomitiva, El Bruno logra una historieta divertidísima. Porque ya maneja de taquito a los personajes, porque mete guiños de tipo que sabe de rock, porque le pone ese toque de humor bizarro y porque aprovecha al máximo el elemento de que estos chicos, además de alumnos de escuela primaria, son monstruos. El dibujo, magnífico, como siempre.
Loco Rabia se mandó una edición impresionante de Super Monsieur Fruit, un clásico de los ´90 del alucinante Nicolas De Crécy. Es una obra extensa (más de 300 páginas) y totalmente en joda, ambientada en New York-sur-Loire, la ciudad desmesurada y de hipnótica belleza que aparece en muchas de las obras del genio francés. El chiste principal se agota rápido: es una parodia al género de los superhéroes. Pero la mala leche de De Crécy es exquisita, los planes de los villanos son un delirio brillante, hay muy buenos diálogos (gran traducción de Thomas Dassance), ideas muy locas y un montón de excusas para que esta bestia del lápiz dibuje cosas que –se nota mucho- tenía ganas de dibujar. O sea que, si bien no le alcanza para entrar al Top Five de las mejores obras en la carrera de De Crécy, Super Monsieur Fruit tiene méritos de sobra para hacerte pasar un muy buen rato, reirte bastante y –si no lo conocías- descubrir a uno de los mejores dibujantes de todos los tiempos.
El sello Musaraña recopiló en un hermoso libro todo Agapito, del gran Pablo Fayó. Tiene un sólo problema y es que sólo hay 50 páginas de Agapito y resultan un poquito escasas para llenar un libro de 64 páginas. Pero la verdad es que tanto la edición como el material son hiper-disfrutables. Me sorprendió el hecho de que las historietas que más me gustaron son las primeras, las que hizo Fayó hace como 20 años para la revista Suélteme. De todos modos, en todas las historietas hay diálogos gloriosos, silencios inquietantes y situaciones disparatadas. Por momentos sentí que estaba leyendo un sketch de Cha Cha Cha, esos en los que te reías sólo viéndoles las caras a los actores, que trataban de decir la letra sin tentarse. Incluso los mínimos trazos que emplea Fayó para definir cada locación me remitieron a esos decorados intencionalmente precarios de Cha Cha Cha. Agapito es un gran comic humorístico, en el que Fayó no sólo muestra un notable manejo de su estilo, sino que pela ideas y diálogos realmente increíbles. No es para cualquier lector, pero si sintonizás la onda de Fayó, la vas a pasar bárbaro.
Y cierro con el segundo de los tres libritos en los que Marvel recopiló la breve etapa de Ed Brubaker al frente de Winter Soldier. Este TPB supera ampliamente al anterior porque en vez de Butch Guice tenemos como dibujante a Michael Lark, que la rompe incluso cuando se zarpa metiendo fotos. El guión mantiene la tensión muy alta, pega volantazos sorprendentes y sobre todo no afloja nunca en su intento de ahondar en la psiquis de Bucky Barnes y convertirlo en un personaje complejo, profundo e impredecible. En apenas cuatro episodios no se pueden cerrar ni a palos todas las puntas que abrió Brubaker en el Vol.1, así que mucho de lo que pasa en este tomo es build-up hacia el tercer TPB, que es donde –supongo- se va a resolver todo. Papa fina, con grandes secuencias de acción, muy buenos diálogos y mucho respeto por la historia de los personajes.
Me fui a la mierda, no? Me quedó un post larguísimo. Bueno, es lo que hay. Hacía mucho que no me sentaba a sanatear… Nos reencontramos pronto. Gracias a todos por la paciencia y gracias por los buenos deseos a los que me mandaron un “mejorate pronto”.
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