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martes, 17 de diciembre de 2024

Novedades de diciembre

 




NOVEDADES DE DICIEMBRE
Clarín, 1 de diciembre de 2024




Imposible decir adiós, de Han Kang (Random House)

Imposible decir adiós (Random House), la nueva novela de Han Kang, Premio Nobel de Literatura 2024, se publicará el próximo 5 de diciembre. Una gélida mañana de finales de diciembre, Gyeongha recibe un inesperado mensaje de su amiga Inseon: después de sufrir un accidente en su taller de carpintería en la isla de Jeju, ha sido trasladada de urgencia a un hospital de Seúl. Desde la cama, Inseon le ruega que tome el primer vuelo a la isla y se ocupe de su pequeña cotorra antes de que se le acaben el agua y la comida. Pero, desafortunadamente, cuando Gyeongha llega a Jeju se desata una terrible tormenta de nieve. ¿Llegará a tiempo para salvar al pájaro antes de que caiga la noche?, ¿sobrevivirá al viento helado que la envuelve a cada paso?



Diarios, de Alejandra Pizarnik (Lumen)

«Una constante de los diarios de escritores es que otros se encarguen de publicarlos póstumamente. Estas publicaciones podrían dar la impresión de ser una violación de la intimidad del diarista, pero no cabe duda de que, al conservarlos, el escritor está indicándonos que es consciente del valor intrínseco que tienen. Eso es aún más evidente en el caso de Alejandra Pizarnik, ya que conservó sus cuadernos hasta el último momento», comenta Ana Becciu en la nota que acompaña esta nueva edición, corregida y ampliada de los Diarios (Lumen) de la poeta, con muchos fragmentos reveladores que hasta ahora nunca habían visto la luz, de los diarios de una mujer que convirtió su angustia en un destilado de palabras duras y hermosas. Su obsesión por escribir, sus dudas, y sus ganas de comer, fumar y amar con voracidad hasta que el cansancio la derrumbaba... todo quedó apuntado en cuadernos que por fin han encontrado su lugar.



La distancia que nos separa, de Maggie O’Farrell (Libros del asteroide)

Paseando por Londres, Stella se cruza con un hombre que la devuelve a un momento insoportable de su pasado. Este encuentro la perturba tanto que deja inmediatamente el trabajo y, sin avisar a nadie, se instala en un recóndito lugar de Escocia; solo su impredecible hermana Nina, a quien está muy unida desde niña, sabrá dónde encontrarla. Al otro lado del mundo, en Hong Kong, Jake y su novia están disfrutando de la multitudinaria celebración del Año Nuevo chino cuando ocurre un accidente. Stella y Jake no se conocen, pero ambos huyen de sus vidas: Jake busca un lugar tan remoto que no aparece en ningún mapa, y Stella se esconde de algo cuyo significado únicamente su hermana puede entender.

Inédita en español, La distancia que nos separa –la tercera novela de Maggie O’Farrell, publicada por primera vez en 2004 y ahora por Libros del asteroide–, explora ya algunos de los temas que serán fundamentales en la obra de la autora de Hamnet y El retrato de casada: los lazos afectivos, el peso de los recuerdos y la necesidad de independencia. Una cautivadora historia sobre cómo la familia conforma nuestras vidas, y sobre lo difícil que es, por mucho que lo intentemos, dejar atrás nuestros orígenes.




La dificultad del fantasma, de Leila Guerriero (Anagrama)

Una crónica de estructura soberbia que mezcla investigación y diario y que sigue los pasos de Truman Capote en la Costa Brava, donde el autor norteamericano trabajó durante largas temporadas en su célebre A sangre fría.

Justo después de terminar La llamada, uno de los mejores libros de no ficción de los últimos tiempos, Leila Guerriero se dirigió hacia la Costa Brava tras los pasos de Truman Capote, quien escribió allí gran parte de su célebre A sangre fría.

El resultado es La dificultad del fantasma, obra de agudeza, estructura, estilo y ritmo soberbios que mezcla investigación sobre el terreno, reportaje sobre la manipulación de la memoria, diario de escritura y reflexión sobre el ejercicio de un género literario que, justamente con A sangre fría, Capote pretendió fundar. Género que Leila Guerriero ha llevado a un nivel extraordinario de rigor y excelencia.



¿De dónde vienen las historias?, de Luisa Valenzuela (Factotum)

Factotum se enorgullece en inaugurar la Biblioteca Luisa Valenzuela, un ambicioso proyecto que agrupa a editoriales de Argentina y el mundo con la misión de reunir y difundir la obra de una autora fundamental de la literatura argentina, con un libro seminal sobre el arte de la escritura.

¿De dónde vienen las historias?, puede considerarse el Ars Poetica de Luisa Valenzuela. En él nos invita a explorar el origen de la ficción, un terreno donde imaginación y realidad se entrelazan en un laberinto de posibilidades.

Luisa Valenzuela, una de las escritoras argentinas más importantes de su generación, se adentra en los misterios de la creación literaria, a través de reflexiones sobre física cuántica, patafísica y psicología.

Valenzuela explora no solo las técnicas narrativas, sino también los sucesos, contextos y personajes que han nutrido su propia obra. En este viaje personal y artístico, intenta responder preguntas fundamentales: ¿se puede enseñar a imaginar? ¿Dónde radica la esencia de las historias?



Blackwater V y VI, de Michael McDowell (Blackie Books)

Una saga matriarcal de mujeres poderosas que luchan por el dominio durante generaciones. Una atmósfera única para una lectura adictiva. Un retrato realista con toques sobrenaturales. Los seis volúmenes de Blackwater están llegando a los estantes y son un viaje de ida. Lo dicen los lectores más apasionados de Michael McDowell: el rey del terror Stephen King y el cineasta Tim Burton. En la Argentina ya se conseguían dos de sus novelas: Agujas doradas y Los Elementales (ambos editados por La Bestia Equilátera). Sin embargo, esta saga no es una simple novela sino una adicción: Blackwater está fascinando a lectores de habla hispana desde que se publicó en España y ahora completa su colección en la Argentina.



Autocracia S.A., de Anne Applebaum (Debate)

A partir de casos contemporáneos, la ganadora del Premio de la Paz de los Libreros Alemanes 2024 y del Premio Pulitzer 2004, Anne Applebaum, demuestra en Autocracia S. A. que no hay un único líder al frente de las dictaduras, sino unas sofisticadas redes compuestas por estructuras financieras cleptocráticas, cuestionables servicios de seguridad y propagandistas profesionales. Los miembros de estas redes no solo están conectados dentro del propio país, sino con los de muchos otros. Las empresas corruptas controladas por el Estado totalitario hacen negocios con sus homólogas en territorios similares.

La policía de un país puede armar, equipar y entrenar a la de otro. Los propagandistas comparten recursos y temas, difundiendo los mismos mensajes sobre la debilidad de la democracia y la maldad de Estados Unidos.



El hospital de la transfiguración, de Stanisław Lem (Impedimenta)

El hospital de la transfiguración fue la primera novela escrita por Stanisław Lem y, a la vez, la primera parte de la trilogía Tiempo no perdido, un ambicioso ciclo, inédito como tal durante sesenta años, que describe las vivencias del propio autor durante los duros episodios de la ocupación nazi en su ciudad natal de Leópolis.

La novela narra la historia de Stefan Trzyniecki, alter ego de Lem, un joven doctor que, en los primeros meses de la invasión de Polonia, encuentra empleo en un hospital psiquiátrico enclavado en un bosque remoto. La locura del exterior se filtra poco a poco entre los muros del hospital, y así Trzyniecki se empeña en salvar a sus pacientes en ese lugar que parece «fuera del mundo», frente a un grupo de sádicos doctores que realizan atroces experimentos con los enfermos internados en el centro. Mientras, los nazis peinan los bosques en busca de partisanos y deciden convertir el sanatorio en un hospital de las SS.

CLARÍN



jueves, 11 de julio de 2019

Vacío perfecto, de Stanislaw Lem / En los límites de la literatura

JEREMY GEDES


VACÍO PERFECTO, STANISLAW LEM: EN LOS LÍMITES DE LA LITERATURA


Stanislaw Lem se erige en crítico, autocrítico, lector y científico en el conjunto de reseñas sobre libros inventados (y no obstante muy reales) Vacío perfecto, un libro que induce a reflexionar a cada página y a profundizar sobre cada cuestión planteada.
Si la bibliofilia fuese una religión, su cielo sería una inabarcable biblioteca, en cuyos estantes aguardarían los libros creados, aquellos que están por crearse y los que son imposibles de ser escritos. Los guardianes de los libros, como santos, serían aquellos que hicieran de la fe su propio objeto de amor o, en otras palabras, aquellos que convirtieron el propio libro en literatura. Borges se habría ganado a pulso el honor de ser el director principal de la biblioteca. Pero su ayudante, si no su inmediato subalterno, sería Stanisław Lem.

‘Vacío perfecto’ de Stanislaw Lem / Morada existencial












‘Vacío perfecto’ de Stanislaw Lem: morada existencial


Miguel Pradas
13 de octubre de 2016
En las entretelas de ‘Vacío perfecto’, cosidas con las semblanzas de 15 libros imaginarios, Stanislaw Lem nos sugiere un abismo sin fondo: atmósferas descabelladas y escritores excéntricos que provocan una infinidad de caminos. Nos acoge en un ciclón creativo, con una abrumadora propuesta que se lee en un suspiro.

Stanislaw Lem / El dios de la imperfección


Stanislaw Lem

El dios de la imperfección
  • Impedimenta publica la primera traducción directa del polaco de la gran novela de Stanislaw Lem, obra que constituye la cima del género de la ciencia-ficción
Solaris. Stanislaw Lem. Editorial Impedimenta, 2011. Traducción de Joanna Orzechowska. Introducción de Jesús Palacios. 296 páginas. 20,95 euros.

Pablo Bujalance
4 de mayo de 2011


A estas alturas, pretender convencer al lector que no ha leído Solaris de la conveniencia de hacerlo cuanto antes es como ponerse a alabar las virtudes estéticas de la Capilla Sixtina. Pero la reedición a cargo de Impedimenta de esta novela fabulosa, turbadora, extraña, abierta y absoluta como una sinfonía de Mahler en la primera traducción directa del polaco (las ediciones anteriores en castellano partían de la versión francesa) constituye un acontecimiento propicio para el acercamiento tanto por quienes ya la conocen como por quienes no han navegado aún por el revelador océano de sus páginas (a quienes no cabe más remedio que envidiar ante la oportunidad que se les propone). Este rescate coincide con el 50 aniversario de la aparición de la novela: Stanislaw Lem (1921-2006) publicó Solaris en 1961, el mismo año en que Yuri Gagarin viajó al espacio y ocho años antes de que la misión del Apolo XI conquistara la Luna. El contexto resultaba entonces idóneo: el mismo Lem debutó en la ciencia-ficción justo diez años antes con Los astronautas, Isaac Asimov ya había publicado la mayor parte de su serie Fundación y Arthur C. Clarke había hecho lo propio con El fin de la infancia y La ciudad y las estrellas. Pero Solaris, si bien constituye la cima del género, a la vez presenta la viva intención de dinamitarlo, de denunciar sus debilidades, sin renunciar al humor. La obra mantiene así cierto ánimo cervantino que el mismo Lem parece ratificar cuando pone en boca del protagonista, Kelvin, la siguiente expresión nada más conocer al científico de la base, Sartorius: "Imaginé que esa justamente debía ser la cara de Don Quijote".

Stanislaw Lem / Solaris / Andrey Bezrodnykh

Andrey Bezrodnykh

Stanislaw Lem
SOLARIS
Ilustraciones de Andrey Bezrodnykh




DE OTROS MUNDOS



miércoles, 10 de julio de 2019

Stanislaw Lem / Entrevista









Stanislaw Lem
BIOGRAFÍA


Wojciech Jamroziak habla con Stanisław Lem


Wojciech Jamroziak: Querría preguntarle sobre su biografía intelectual y sobre cómo definiría su estatus de escritor. Generalmente se le considera sobre todo como autor de relatos y novelas de ciencia ficción. Sin embargo, empezó su trayectoria literaria como poeta, escribió la original novela policíaca La investigación, la novela autobiográfica El castillo alto, una cosa universal llamada Summa Technologiae, las disertaciones Filozofia przypadku (Filosofía de la casualidad) y Fantastyka i futurologia (Literatura fantástica y futurología), un tomo de reseñas críticas de libros inexistentes...
Stanisław Lem: En principio no me interesan los problemas de clasificación como este — ¿qué tipo de escritor soy? Simplemente, igual que ninguno de nosotros a lo largo de su vida se plantea si es mamífero, pertenece al grupo de vertebrados, a tal y tal subclase, del mismo modo hago yo lo que me interesa desde hace mucho tiempo. Sin duda alguna — esta es mi opinión — mi desarrollo fue lento. Mientras escribía, aprendía cosas. La insuficiencia de lo que hacía y diferentes circunstancias de carácter puramente práctico hicieron que mis intereses se desarrollaran haciendo eses.

Máscara / Un nuevo imaginario en el regreso de Stanislaw Lem


Stanislaw Lem

Un nuevo imaginario en el regreso de Stanislaw Lem


Aparecen por primera vez en castellano 13 relatos del genio polaco de la ciencia-ficción nunca antes traducidos, y encabezados por ‘Máscara’, una singular pieza magistral

ROGER SALAS
Madrid 28 ENE 2014 - 18:16 COT




Un nuevo imaginario en el regreso de Stanislaw Lem

La reverenciada figura de Stalislaw Lem (Lvov, 1921 – Cracovia, 2006) está bien situada en un podio o parnaso del género de la ciencia ficción desde la que sigue desplegando su subyugante influencia, pero es cierto que es algo más que eso, como si aún no hubiera llegado todo su reconocimiento. Algunos estudiosos ven detrás del estilo la no tan remota ascendencia judía (nunca fue un religioso practicante) y es muy evidente que el período de la guerra lo marcó para siempre, aquellos años viviendo con identidad falsa, la lucha de la resistencia, y ya terminada la contienda mundial, muy pronto, los primeros encontronazos con los ideólogos comunistas, lo que lleva a un temprano enclaustramiento intelectual. Su primera novela, El hospital de la transfiguración, data de entre 1946 y 1948, pero no se publica en Polonia hasta 1955 por la censura de corte estalinista que irradiaba sobre toda la Europa del este; ya entonces le colgaron el sambenito de contrarrevolucionario; esta obra también editada en castellano por la editorial Impedimenta revela un Lem diferente, todavía no inmerso en los meandro del los mundos futuros e improbables.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Stanislaw Lem / Los guardianes del límite

Stanislaw Lem (Lvov, Polonia, 1921), visto por Loredano.

  • Stanislaw Lem

Los guardianes del límite


El hospital de la transfiguración transcurre en 1940, y en esta ópera prima ya está Stanislaw Lem al completo
Hace un par de años, la editorial Funambulista publicaba las memorias de infancia que Stanislaw Lem escribiera en 1966, El castillo alto. El epílogo de aquel libro lo iniciaba una frase que al lector, consciente de lo que sucedió en Polonia a partir de 1939, se le antojaba tan hermosa y serena como inquietante: "Cuando yo era niño, no murió nadie". Pues bien, la que fuera primera novela del más afamado de los novelistas polacos de posguerra, El hospital de la transfiguración, sucede en 1940 y lo que jamás se podrá afirmar tras su lectura es que en ella no se levante alguna que otra acta de defunción. Sin embargo, el relato se halla muy por encima de esos productos charcuteros, envasados al vacío, donde abundan los gruppenführer y los obergruppenführer casi tanto como el regocijo en la meticulosa descripción del vandalismo nazi en la retaguardia de su frente oriental. Esta novela está escrita por el artista que Lem ya era en 1948, año en que se fecha una obra no publicada por motivos de censura hasta 1955.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Stanislaw Lem / El funeral

Stanislaw Lem


"El funeral"

El hospital de la transfiguración

El tren paró en Nieczawy solo un momento. Disimuladamente, Stefan se abrió paso a empujones entre la multitud hasta alcanzar las puertas, saltó justo cuando resopló la locomotora y al instante oyó el estrépito de las ruedas a sus espaldas. Durante una hora había estado tan preocupado por bajarse allí, que se había olvidado del objetivo mismo de su viaje. Y, por fin, respirando un aire tan puro que después de la mala ventilación que había en el tren le resultaba cortante, caminaba con paso inseguro, con los ojos entrecerrados por el sol, liberado e indefenso al mismo tiempo, como si acabara de despertar de un sueño profundo.
Aquel día de finales de febrero el cielo estaba veteado de brillantes nubes de suaves contornos. La nieve, en parte derretida por el deshielo, se había acumulado en las hondonadas y en los barrancos, dejando al descubierto matorrales de broza y arbustos, ennegreciendo el camino de barro y obstruyendo las arcillosas laderas. En la blancura hasta ahora uniforme del paisaje irrumpía el caos, presagio de cambios.
Absorto, Stefan dio un paso en falso y el agua se le coló en el zapato. Se estremeció de asco. El jadeo de la locomotora se fue desvaneciendo detrás de las colinas de Bierzyniec; Stefan pudo oír un sonido escurridizo, semejante al chirrido de los grillos, que parecía llegar de todas partes; el ruido constante de la nieve derretida. Con su gabán de lana, su sombrero de fieltro y sus zapatos bajos, típicos de la ciudad, Stefan era consciente de que ofrecía una imagen absolutamente fuera de lugar ante aquellas ondulantes colinas. Por el camino que subía hacia el pueblo bailaban riachuelos deslumbrantes. Saltando de una piedra a otra, Stefan finalmente llegó al cruce y miró el reloj. Era casi la una. Aunque no habían precisado la hora en que se celebraría el funeral, convenía darse prisa. El ataúd, ya cargado con el cadáver, había salido de Kielce el día anterior, así que estaría ya en la casa del tío Ksawery, aunque igualmente podría encontrarse en la iglesia, puesto que el telegrama mencionaba algo, que no quedaba del todo claro, referente a una misa. ¿O se refería a las exequias? No lograba recordarlo, y el estar meditando sobre tales cuestiones litúrgicas le molestó. La casa de su tío estaba a unos diez minutos andando, tan lejos como el cementerio, pero si el cortejo fúnebre daba un rodeo para entrar en la iglesia... Stefan se dirigió hacia la curva de la carretera, se detuvo, retrocedió unos pasos y volvió a detenerse. Entre los campos vio a un anciano campesino caminando por el sendero cargando al hombro con la cruz que suele encabezar los cortejos fúnebres. Stefan quiso llamarle, pero no se atrevió. Apretando los dientes, se encaminó al cementerio. El campesino alcanzó el muro del camposanto y desapareció. No parecía que se dirigiera hacia el pueblo, de ahí que Stefan, desesperado, se recogiera los faldones del abrigo y, levantándolos como hacen las mujeres, echara a correr, saltando para evitar los charcos. El camino que llevaba al cementerio rodeaba una pequeña colina cubierta de avellanos. Sin achantarse por la nieve que entorpecía sus pasos y apartando las ramas que le golpeaban la cara, corrió hasta la cima. Los matorrales terminaban de manera abrupta. Stefan bajó al camino que había frente al cementerio. No se oía ni se veía a nadie, y no había ni el menor rastro del campesino. Toda la prisa de Stefan se esfumó de inmediato. Examinó con resignación sus pantalones manchados de barro hasta los tobillos y, con dificultades para respirar, se asomó por encima de la puerta. No había nadie en el cementerio. Cuando la empujó, la puerta lanzó un espantoso chillido que fue apagándose, transformado en un quejido de dolor. Sucias, las capas de nieve cubrían las tumbas y, en oleadas, formaban pequeños montículos al pie de las cruces de madera que, dispuestas en filas, llegaban hasta una mata de saúco. Más allá se encontraban las lápidas pertenecientes a los príncipes de Nieczawy, y, al final, aislado y enorme, el sepulcro de la familia Trzyniecki, coronado por una enorme losa de granito negro sobre el que aparecían, grabadas en letras doradas, unas cuentas fechas y nombres junto a tres abedules. En la franja vacía que separaba el mausoleo del resto del cementerio, en aquella tierra de nadie, se abría la fosa recién cavada, una mancha de barro en la blancura. Stefan se paró en seco, sorprendido. Al parecer, el mausoleo estaba completo y había faltado tiempo o medios para ampliarlo, de manera que el viejo Trzyniecki sería enterrado como cualquier otro vecino. Stefan intentó imaginarse cómo se debió de haber sentido su tío Anzelm al ordenar el traslado del cadáver, pero no había alternativa: desde que Nieczawy perteneciera a los Trzyniecki, ese era el lugar donde enterraban a todos sus muertos y, aunque solo quedara en pie la casa del tío Ksawery, se seguía manteniendo la costumbre. Así, cuando algún pariente fallecía, de toda Polonia acudían representantes de cada una de las ramas de la familia para asistir al funeral.

Stanislaw Lem / Máscara / Reseña

portada de 'Máscara'


'Máscara'
Stanislaw Lem
Máscara reúne trece relatos del maestro polaco de la ciencia ficción, Stanisław Lem, nunca hasta ahora publicados en castellano. Escritos a lo largo de toda una vida, y nunca antes antologados, en ellos encontramos al mejor Lem: un Lem radical, visionario, burlón y violentamente inteligente, el Lem de Solaris o de Vacío perfecto. La diversidad de los relatos recogidos en este volumen es enorme: desde la jocosa y grotesca parodia de las historias de alienígenas que es «La invasión de Aldebarán», pasando por el delirio de «La rata en el laberinto» o la tenebrosa pesadilla de «Moho y oscuridad», hasta culminar en la pieza central del volumen, la compleja y filosófica parábola que da título a la obra, «Máscara», la historia de una inteligencia artificial que quiere escapar de su destino y seguir solo su libre albedrío.

Stanislaw Lem / Solaris / En un lejano planeta



Stanislaw Lem
SOLARIS
EN UN LEJANO PLANETA

  ¿Cómo quieren comunicarse con el océano cuando ni siquiera llegan a entenderse entre ustedes?
Estaba decidido a terminar con las conjeturas y a conocer la verdad, aunque como ya imaginaba, la verdad fuera incomprensible.
Pretendes observar un comportamiento humano en una situación inhumana.
Si la realidad te hace daño, no tengo la culpa.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Stanislaw Lem / Solaris



Stanislaw Lem
SOLARIS

Stanislaw Lem es un autor venerado por todos los aficionados a la literatura de ciencia-ficción y leído sin ningún reparo por aquellos que no son aficionados al género. Sus relatos son magníficos -Fábulas de robots, Relatos del doctor Pirx- y además tiene una serie de novelas de alta calidad. La editorial Impedimenta ha publicado ya varias de ellas -El hospital de la transfiguración, Vacío perfecto, Magnitud imaginaria-. Otras obras suyas seguro que irán publicándose -Ciberíada, Congreso de futurología, los mencionados cuentos Fábulas de robots-.

Rosa Montero / La rara memoria periférica de Stanislaw Lem

La rara memoria periférica 

de Stanislaw Lem


El castillo alto es un texto especialísimo y extraño. Está lleno de imágenes poderosas y momentos formidables. Carece de épica autobiográfica y ofrece un retrato de la infancia poco habitual por lo auténtico, lo inconexo e informe


El castillo alto de Stanislaw Lem es un libro raro, raro, raro. Parte de su rareza puede venir de una traducción que en ocasiones resulta algo estrambótica; como cuando dice que, debajo de la ventana, "había un refundido con un aparador" (¿qué demonios es un refundido?), o que tenía un huevo de juguete que se abría para mostrar "un grupo de figuras empaquetadas" (¿empaquetadas?), o que un pesado arcón de hierro "estaba colocado siempre contra la puerta". ¿No sería junto a ella? Porque, de otro modo, todos los que entraran o salieran por esa puerta se machacarían las espinillas con el maldito trasto. Por otra parte, estas peculiaridades del lenguaje del libro, que a veces suena como si el narrador estuviera hablando con piedras en la boca, son también extrañas en sí mismas, porque la obra está editada por Funambulista, una pequeña, exquisita y muy interesante editorial que siempre suele cuidar todos los detalles. Tal vez la rareza intrínseca de Stanislaw Lem contagió el texto por una suerte de simpatía espectral: ya se sabe que este autor polaco, nacido en 1921 y muerto en 2006, era un experto en mundos distintos e inquietantes. Por eso cultivaba la ciencia-ficción, un género perfecto para describir realidades chirriantes. Como aquella poderosa imagen de Solaris, la novela más conocida de Lem: una casa bajo cuyo techo llueve copiosamente, mientras que en el exterior el tiempo está seco.

lunes, 16 de julio de 2012

Stanislav Lem / Solaris / Reseña de Alberto Manguel


Antigua edición de Solaris


Stanislaw Lem
BIOGRAFÍA
 Solaris
Los sonajeros del progreso

Por ALBERTO MANGUEL
Babelia, El País, 10/09/2011


Solaris (2002), de Steven Soderbergh


Convertida en un clásico indiscutible, la primera traducción de Solaris del polaco al español recupera sutiles cambios de estilo y de humor y un lenguaje de términos inventados. La obra de Stanislaw Lem ofrece una nueva lectura

El poeta Czeslaw Milosz, contemporáneo de Lem, dijo que 'Solaris' parafraseaba "las etapas de la vida humana"


Stanislav Lem


Narrativa. La historia de las exploraciones humanas son siempre exploraciones de nuestros límites. No buscamos lo que no conocemos sino la afirmación de conocimientos ya adquiridos. En nuestra arrogancia, no vemos sino lo que queremos ver: ante el resto nos vendamos los ojos. La ciencia elabora para consolarnos o entretenernos argumentos de ciencia-ficción, pero en realidad no hace más que responder a tradicionales expectativas. Lo inimaginable, lo impensable, lo increíble queda por ser dicho. Entretanto, seguimos siendo polvo de estrellas, naciendo y muriendo en un breve e incomprensible parpadeo. "¿Quién nos ha hecho esto?", pregunta uno de los alucinados tripulantes de la nave espacial enviada para explorar el planeta Solaris. "¿Fue Gibarian? ¿Giese?", dice nombrando a otro astronauta y a uno de los historiadores del planeta. "¿Einstein? ¿Platón? Eran todos unos delincuentes ¿sabes? Piensa que, en el interior de un cohete, el ser humano puede estallar como una burbuja, o solidificarse, o cocerse, o vaciarse de sangre tan rápido que no le dé tiempo ni a gritar; después, los huesecillos golpearán las paredes de chapa, mientras dan vueltas por las órbitas de Newton corregidas por Einstein; ¡son los sonajeros del progreso!". Los sonajeros del progreso no anuncian la edad adulta de la humanidad, sólo nuestra propia infancia. Quizás a eso se refería la conclusión de ese otro gran clásico, con la imagen del feto flotando en el espacio, 2001: Odisea del espacio de Isaac Asimov, cuya deuda a Solaris de Stanislaw Lem no ha sido suficientemente reconocida.
El argumento de Solaris (trasladada a la pantalla primero por Andréi Tarkovski en 1972, y luego por Steven Soderbergh en 2002) es conocido: enviado en una misión a la estación espacial Prometeo, sobrevolando el planeta Solaris, el psicoanalista Kelvin descubre que los miembros de la estación han sido invadidos por extrañas presencias. Intentando descubrir la causa, Kelvin mismo recibe la visita de una misteriosa mujer del todo parecida a su esposa muerta. ¿Qué produce estas vívidas pesadillas, a estos seres presentes pero no vivos, cada uno el fantasma de la memoria de uno de los exploradores de Solaris? ¿Es el planeta mismo, ese mar extraño y gelatinoso, quien crea estas alucinaciones? ¿Es Solaris una criatura viva, capaz de "pensar" la realidad? El poeta Czeslaw Milosz, contemporáneo de Lem, dijo que Solaris parafraseaba "las etapas de la vida humana", intensificando "la angustia habitualmente velada por nuestra rutinaria aceptación de lo inevitable". Esto, dicho dentro del contexto de la dictadura comunista, fue considerado como una audaz crítica al sistema, pero sin duda Milosz proponía una lectura más allá de la política. En Solaris, Lem hace explícita su convicción de que nuestra herencia mental, nuestra identidad misma como seres humanos, depende de nuestra consciencia, del hecho de saber que existimos y que el universo existe. Sin embargo, definiendo esa consciencia, marcando sus límites, existe un inmenso espacio ocupado por aquello que no imaginamos, aquello que (como confesó alguna vez Stephen Hawking), a pesar de poder un día ser conocido, quizás no podrá nunca ser imaginado. Esta noción, de un entendimiento que nuestra imaginación no puede concebir, es infernalmente atroz. Solaris encarna esa intolerable expectativa.





Nada asombrosamente, Solaris ha pasado de ser un clásico indiscutible de la ciencia-ficción a ser simplemente un clásico indiscutible. Publicada originalmente en Polonia en 1961, bajo el régimen comunista, al poco tiempo fue traducida, primero al alemán, luego al francés y del francés al inglés, procurando para Lem una celebridad universal. La esmerada traducción al castellano de Joanna Orzechowska, la primera hecha directamente del polaco, recupera para el lector español sutiles cambios de estilo y de humor, un lenguaje compuesto de términos inventados, juegos de palabras, jerga científica, que las anteriores ediciones castellanas ignoraban. Solaris puede leerse ahora con el esmero y la atención que un clásico merece.

Solaris
Stanislaw Lem
Traducción de Joanna Orzechowska
Introducción de Jesús Palacios
Impedimenta. Barcelona, 2011
292 páginas. 20,95 euros




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