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jueves, 4 de julio de 2019

Hans Ruedi Giger / Li Tobler



Aerógrafo sobre fotograbado (70×97 cm)
HR Giger, 1974

LI TOBLER

El artista suizo HR Giger (1940) ideó esta obra como homenaje a su amante y musa por aquel entonces, Li Tobler, que es la imagen retratada en el inquietante y relajado rostro central. Esa amalgama de deformidades, calaveras, fragmentos óseos y una serpiente sobre la cabeza, llevando un collarcito con su nombre al cuello y con un fondo de huevos-cerebro, no debieron ser del agrado de la inspiradora. Y desde luego, la imagen de un falo entrando por su frente, lejos de ser interpretada como una comunión sexual con su mente o de querer penetrar en sus pensamientos al nivel más íntimo, le irritó de tal manera que cogió un cuchillo y desgarró el lienzo. A duras penas pudo Giger quitarle la idea de prender fuego a la pintura. Li se suicidó un año más tarde.

domingo, 10 de abril de 2016

Paul Klee / Pintor de sueños


Paul Klee
PINTOR DE SUEÑOS
Paul Klee nació el 18 de diciembre de 1879, en Münchenbuchsee, cerca de Berna, Suiza. Su padre fue músico y profesor de la escuela estatal de Berna, en Hofwil, adonde se trasladó al casarse con una estudiante de canto nacida en Basilea. A los siete años es ya un eximio violinista, y a los once integra la Orquesta de la Sociedad Musical de Berna. 


JARDINES TUNECINOS, 1919


GATO Y PÁJARO

"Si mirar con limpieza es llenar el mundo de honradez, 
dibujar los sueños es llenarlo de esperanza."
Paul Klee

ELLA RUGE, NOSOTROS JUGAMOS, 1928

Paul Klee / Clase magistral

El pez dorado
Paul Klee
Paul Klee
CLASE MAGISTRAL

Paul Klee, en la teoría y en la práctica


Una ambiciosa muestra de la Fundación Juan March desvela los misterios del pintor suizo

Se repasa su labor docente en la Bauhaus, donde fue maestro entre 1920 y 1931



Paul Klee en su taller en Weimar en 1925.
Paul Klee (1879-1940) sabía ser realmente meticuloso. Podía resultar obsesivo y voraz. Y tremendamente prolífico. En sus años como profesor de Teoría de la Forma en la utopía docente de la Bauhaus de Walter Gropius, primero en Weimar y luego en Dessau,amasó un corpus teórico-estético a la medida de su personalidad excesiva: cuatro mil páginas de cuadernos llenas de anotaciones, diagramas y dibujos que servían al pintor para enfrentarse a una rutina laboral mantenida entre 1920 y 1931. Las clases no parecían lo suyo: se quejaba del tiempo que le robaban a su hiperactividad creativa en el taller. Llegaba al aula, garabateaba en la pizarra y no miraba a la cara de sus alumnos, más que artistas de caballete, arquitectos o diseñadores, hijos de la vanguardia que dignificó las artes aplicadas.
Lo llevaba todo anotado y rara vez improvisaba en sus parlamentos. Solo confiaba en sus notas, valiosos materiales de trabajo donde quedó plasmada algo más que una teoría artística: la ética y la estética del genio suizo de la vanguardia. Estos papeles sirven de punto de partida para la exposición Paul Klee. Maestro de la Bauhaus, que abre sus puertas en la Fundación Juan March el viernes 22 de marzo (allí permanecerá hasta el 30 de junio).
El proyecto surgió en realidad de una negativa. Más bien, de la sana intención de no hacer otra muestra sobre Paul Klee. No tanto porque el pintor pertenezca a la categoría de los maestros que precisan escasa presentación para el público, sino porque la fundación ya le dedicó en 1981 una antológica histórica al artista. De modo que cuando Manuel Fontán, director de exposiciones de la Juan March, dio en una librería de viejo alemana con dos mamotretos con el “legado pedagógico de Klee” (en realidad, un resumen de los famosos cuadernos armado con cierto capricho por el editor suizo Jürg Spiller en los 70), el comisario encontró el hilo para tirar de una madeja original.

Paul Klee / La religión pagana del color

Paul Klee
Gato y pájaro




Paul Klee, la religión pagana 

del color

La Tate Modern bucea en las obsesiones de uno de los grandes de la abstracción, que pintaba sin freno mientras Europa se derrumbaba

ÁLEX VICENTE
Londres 16 OCT 2013 - 06:53 COT





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Fue su último cuadro y también cierra la exposición en la Tate Modern. Lo encontramos colgando de una pared negra, idéntica a la que Paul Klee hizo pintar en su taller de la Bauhaus para exponer sus obras acabadas. Mientras Europa ardía y su cuerpo enfermo se desintegraba, el pintor nacido en Suiza tuvo la ocurrencia de plasmar un puñado de flores de colores intensos y trazo algo infantil, en oposición frontal con lo que tocaba vivir, que había teñido su obra de tonos sombríos y augurios fáusticos durante la década anterior.