Los bomberos extinguen un incendio en el barrio de Pechersk, en Kiev, causado por un ataque con drones rusos, este miércoles.YAN DODRONOSOV (EFE)
Rusia lanza más de un centenar de drones contra Ucrania en Año Nuevo
En Kiev mueren dos personas en el barrio de Pecherski, donde se encuentra la oficina del presidente Zelenski y otros edificios gubernamentales
Lola Hierro
1 de enero de 2025
Ucrania ha comenzado 2025 bajo un ataque masivo de drones rusos lanzados este miércoles a las siete de la mañana hacia varias regiones del país, pero principalmente a Kiev, que ha sufrido los daños más significativos. Han sido alcanzados los distritos de Sviatoshin y de Pecherski, este último en pleno centro de la ciudad, donde se han registrado dos muertos —uno de ellos, una mujer embarazada— y siete heridos de los que tres han sido hospitalizados, además de cuantiosos daños materiales, según el jefe de la Administración Militar de la Región de Kiev, Timur Pkachenko. Los trabajos de rescate continúan. “Hasta en Año Nuevo, a Rusia solo le preocupa cómo herir a Ucrania”, ha condenado el presidente Volodímir Zelenski en sus redes sociales.
Donald Trump durante una intervención en un acto en Arizona. RICK SCUTERI (AP)
El año de todos los peligros
La vuelta de Trump a la Casa Blanca dentro de 20 días será decisiva para Ucrania y Oriente Próximo. Y para la cohesión de la UE
EL PAÍS
30 DIC 2024 - 23:00 COT
El año que empieza este miércoles es el de todas las incertidumbres y peligros, los intrínsecos del futuro por escribir y los adicionales del desorden que afecta ante todo a la cima del poder mundial y a quien lo va a representar: el caprichoso, errático y siempre disruptivo Donald Trump. De hacerse realidad sus compromisos, en las primeras 24 horas de su presidencia deben terminar las guerras en Ucrania y Oriente Próximo, sin que se sepa muy bien cómo y a qué precio. También empezará la deportación de millones de personas instaladas en Estados Unidos pero que no cuentan con la nacionalidad. Junto al incremento de las tarifas a la importación,hasta un 60% para China, conformarán el primer paquete de políticas perjudiciales para todos, empezando por la economía de Estados Unidos y, como consecuencia, la global.
Bucha celebra San Nicolás, el pasado 6 de diciembre en la plaza de Kiev, en una fotografía cedida por el ayuntamiento.YANA GORDIENKO
Bucha, símbolo del horror de la invasión en Ucrania, intenta cerrar las heridas: “No queremos venganza, sino justicia”
La ciudad sufrió 33 días de ocupación en los primeros días de la invasión a gran escala de Ucrania y destapó la crueldad de las tropas rusas
GLORIA RODRÍGUEZ-PINA (ENVIADA ESPECIAL)
Bucha - 25 DIC 2024 - 23:40
En la entrada del Ayuntamiento hay una miniciudad construida con galletas de jengibre junto a un árbol de Navidad. “Este año el gran evento navideño es que lo celebramos junto al resto de Europa, como el año pasado, y no en la fecha que nos habían impuesto en la época soviética [el 7 de enero, la fecha de la Navidad del cristianismo ortodoxo que impera en Rusia]”, aprecia satisfecho el alcalde, Anatoli Fedoruk, un día antes de Nochebuena. A unos 30 kilómetros de Kiev, la ciudad llama la atención porque todo tiene pinta de nuevo, de sólido, en un país tambaleante agujereado por la guerra. Parece un municipio de familias de clase media en las afueras de cualquier capital europea. Pero es Bucha, Ucrania, uno de los símbolos del horror de la invasión rusa.
Putin aplica en Ucrania el modelo de brutalidad que ensayó en Chechenia
Durante las dos guerras de Rusia contra la república independentista se produjeron violaciones masivas de los derechos humanos. La población civil fue uno de los principales objetivos del Ejército de Moscú
El presidente de Finlandia, Urho Kekkonen, ayuda al líder soviético Leonid Brézhnev a ponerse un clavel en la solapa durante su visita a Helsinki en septiembre
Imagina una Europa ‘finlandizada’
Si la plantilla aplicada a Finlandia se extendiera por el continente, todavía disfrutaríamos de un buen nivel de vida, pero no tendríamos libertad de expresión y Ucrania formaría parte de Rusia. Somos iguales a nuestros valores
Sofi Oksanen
13 de marzo de 2022
En la década de 1970, cuando la televisión sueca emitió Un día en la vida de Iván Denísovich, basada en la novela de Aleksandr Solzhenitsyn, Finlandia cerró las emisoras de las islas Aland para que los ciudadanos no pudieran ver a través de Suecia una película que en nuestro país estaba prohibida. La Comisión de Censura Cinematográfica de Finlandia había vetado la película, que denuncia los campos de trabajo de la Unión Soviética, por considerarla antisoviética.
La solución en Ucrania pasa por responsabilizar a Rusia de crímenes de guerra
Barcelona, 16 mar (EFE).- La escritora finlandesa Sofi Oksanen denuncia en su ensayo 'Dos veces en el mismo río' (Salamandra) las violaciones masivas de mujeres por parte de las tropas rusas en la guerra en Ucrania, y considera que "la solución pasa por responsabilizar a Rusia de crímenes de guerra".
El escritor ucranio Andrei Kurkov, retratado esta semana en el piso de acogida que ocupa en la región de Transcarpatia, en Ucrania.JAIME VILLANUEVA
GUERRA EN UCRANIA
Andrei Kurkov: “Rusia utiliza la cultura como instrumento de poder”
El autor ucranio, enemigo declarado de Putin, escribe en ruso, pero defiende que su país relegue esa lengua durante la guerra. Vive oculto en un minúsculo piso de acogida en los Transcárpatos desde que huyó de Kiev con su esposa y sus dos hijos
Cristian Segura / Fotos de Jaime Villanueva 18 de marzo de 2022
En una pastelería de un barrio de extrarradio, entre solares y bloques de viviendas soviéticas, escribe uno de los novelistas más reconocidos de Ucrania. Andrei Kurkov (San Petersburgo, Rusia, de 60 años) trabaja compulsivamente en estas primeras semanas de guerra. No tiene ni tiempo ni ganas para la ficción: escribe artículos de prensa y conferencias para denunciar los crímenes que está cometiendo Rusia en su patria. Trabaja en cafeterías porque el apartamento en el que reside como refugiado, lejos del frente, es minúsculo y a duras penas hay espacio para él, su mujer y dos de sus hijos.
Librería en Lvov (Lviv en ucraniano, Leopolis en castellano).OLEXANDR KLYMENKO
Los conflictos con Rusia fortalecen el ucraniano y potencian la creación literaria en ese idioma. Los autores marcados por la experiencia de la guerra proliferan en Ucrania.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, sin querer, puede haber sido el gran promotor de la literatura en lengua ucraniana desde 2014. Aquel año es un punto de referencia para las relaciones internacionales en el continente europeo y también para los hábitos de lectura en Ucrania, pues la anexión de Crimea y el apoyo bélico del Kremlin a los secesionistas enfrentados a Kiev en el Donbás "ha hecho muy difícil la defensa de la cultura rusa y eso ha dado una oportunidad suplementaria a la cultura ucraniana", opina Inna Búlkina, especialista en filología rusa.
En la imagen, el periodista de EL PAÍS Cristian Segura, en Ucrania.ALBERT GARCIA
Lecturas de un corresponsal de guerra en Ucrania
Para un periodista que cubre el conflicto, es fundamental entrevistar a gente de toda condición, observar, hacer vida social y aprender la lengua, pero también lo es leer
Cristian Segura
15 de mayo de 2023
En Kiev y en Moscú hay dos piscinas municipales que tienen muchas cosas en común. Para empezar, se llaman igual, Olimpiski, porque se ubican en espacios que sirvieron de sedes deportivas de los Juegos Olímpicos de 1980 —en el caso de la piscina de Kiev, solo se trata de la proximidad al estadio de fútbol—. Las piscinas se encuentran en los distritos más céntricos de ambas capitales. Las vigilantes de los vestuarios y del acceso al agua son mujeres de edad avanzada, de cuerpo robusto como el tronco de un nogal y que sonríen a cuentagotas. Otra cosa en común es que dos periodistas catalanes han nadado regularmente en ellas: en la de Moscú, el corresponsal de TV3 Manel Alías; en la de Kiev, quien escribe estas líneas.
Los soldados rusos toman posiciones durante la batalla de Stalingrado.STF
Stalingrado y “el carácter inquebrantable del pueblo ruso”
Vladímir Putin sigue cultivando el mito de la Gran Guerra Patriótica para justificar la invasión de Ucrania
José Andrés Rojo
2 de febrero de 2023
En algún momento de su monumental novela Stalingrado,Vasili Grossman se refiere al motor que impulsaba a buena parte de quienes se batían a muerte con las fuerzas nazis que invadieron la Unión Soviética en 1941: “Una idea tan sencilla como ‘quiero que las personas trabajadoras vivan libres, felices y prósperas en una sociedad justa y emancipada’ fue la razón fundamental que guio las extraordinarias vidas de muchos revolucionarios y pensadores”. Los desmanes y el terror de Stalineran tan notorios que nadie podía llamarse a engaño, pero la voluntad de frenar al enemigo se impuso y, con el tiempo, la Unión Soviética fue una de las grandes potencias vencedoras en la que allí se conoce como la Gran Guerra Patriótica. Vladímir Putin lleva tiempo intentando aprovechar aquella gesta para alimentar su relato ultranacionalista, y el último paso podría ser el de volver a nombrar Stalingrado a Volvogrado.
Una pareja mira sus teléfonos junto a una antigua atracción en el Parque de Cultura y Recreación Tarasa Shevchenka, en Berdichev, a finales de marzo.ALBERT GARCIA
LA OFENSIVA DE RUSIA EN UCRANIA
Berdichev, en el corazón de las tinieblas: de las peores atrocidades nazis a los bombardeos de Putin
En esta ciudad de Ucrania nacieron los escritores Vasili Grossman y Joseph Conrad, y en ella se casó Honoré de Balzac. Sufrió el Holocausto nazi y la feroz represión estalinista. Hoy, Berdichev sigue condenada a las tinieblas de la guerra
Cristian Segura
29 de abril de 2022
Hay una pequeña ciudad en el centro de Ucrania que pocos conocen más allá de las fronteras de este país en guerra. Su nombre, Berdichev, no resulta familiar para la mayoría de europeos, pero su historia y presente concentran el alma y el dolor compartido por los pueblos del Viejo Continente. Entre sus colmenas de viviendas soviéticas aguantan todavía bellos edificios del siglo XIX, testigos de un pasado rico en lo cultural y en lo económico. Berdichev fue centro espiritual del judaísmo en Ucrania y cuna de una refinada aristocracia local que vio nacer a dos genios de la literatura como Vasili Grossman y Joseph Conrad. También fue el escenario de las peores atrocidades nazis y de la feroz represión comunista. Hoy vive bajo la amenaza de los misiles rusos.
Suenan las sirenas de alerta ante un posible ataque aéreo y los transeúntes de la calle de Europa prosiguen su camino como si nada sucediera. Han pasado ya semanas desde el inicio de la guerra y los ciudadanos se han acostumbrado a este tétrico sonido, acompañado además por el doblar de las campanas de las iglesias. Las alarmas indican que los radares del Ejército ucranio han detectado actividad aérea del invasor en dirección a la provincia de Yitómir, donde se localiza Berdichev. Pueden ser misiles, drones o aviones. Solo en una ocasión cayeron las bombas sobre el casco urbano de la ciudad.
Viviendas junto a la orilla del río Hnylopayatka.ALBERT GARCIA
Los ciudadanos de Berdichev se sienten confiados en los últimos días de marzo y aprovechan cuando sale el sol para pasear por la avenida principal, la dedicada a Europa. En las horas de alarma aérea únicamente se prohíbe el acceso a la plaza frente al ayuntamiento porque es un posible objetivo del enemigo. La sede consistorial es un enorme edificio con dimensiones soviéticas más propias de un ministerio que de un municipio de 75.000 habitantes que dejó atrás su época más gloriosa. A pocos metros del ayuntamiento se encuentra la iglesia de Santa Bárbara. En ella contrajeron matrimonio en 1850 la condesa polaca Éveline Hanska y el escritor francés Honoré de Balzac, uno de los padres de la novela moderna.
La condesa Hanska era una de las muchas admiradoras que tuvo Balzac. Durante dos décadas mantuvieron una relación epistolar que empezó cuando ella era la mujer del conde ucranio Vinceslas Hanski. Cuando este murió, en 1841, los amantes intercalaron estancias por Europa y sobre todo en el palacio que ella había heredado, a 60 kilómetros de Berdichev. Se casaron tan solo tres meses antes de la muerte del escritor. Ella fue posteriormente enterrada junto a él en París y es recordada por ser la destinataria de las Cartas a la extranjera, una recopilación póstuma de las misivas que le escribió él, textos que exponen la capilaridad de los pueblos de Europa. “Piensa que estaré navegando durante quince días por el Mediterráneo”, relataba Balzac en 1838 a su futura esposa, “de allí a Odesa es todo mar, o, como decimos en París, un camino pavimentado. Y de Odesa a Berdichev solo hay un paso”.
En la calle de Europa hay un edificio de oficinas que lleva el nombre de Balzac. Un busto del escritor preside el acceso a los ascensores que llevan al visitante a la sexta planta, donde la familia Dziuba regenta el parque infantil Marioland, una adaptación local del famoso videojuego. La zona de actividades infantiles se ha quedado sin empleadas ni niños, la mayoría se han desplazado a provincias más alejadas del frente o al extranjero. Sí funciona el restaurante, Luigi, que en vez de a familias da de comer a los hombres que se han quedado en la ciudad. Luda Dziuba es la hermana del propietario y durante la guerra se encarga del establecimiento. Dziuba no conocía la historia de amor entre Balzac y Hanska, y que acabaría dando nombre al edificio en el que sirve pizzas y hamburguesas. Admite que poco sabe del pasado de su ciudad en general, pero sí sabe, porque se lo enseñaron en la escuela, que los alemanes masacraron a la población judía local.
Bajo estas líneas, un autobús pasa junto a un monumento hecho con un tanque T-34 utilizado en la liberación soviética de Berdichev durante la II Guerra Mundial.ALBERT GARCIA
Berdichev, como buena parte de Ucrania, fue durante siglos una pieza codiciada por Polonia, Lituania y Rusia. A mediados del siglo XVIII fue la capital económica de los territorios orientales de Polonia, pero fue posiblemente un siglo más tarde, coincidiendo con la efeméride del matrimonio de los Balzac, el momento más dulce de Berdichev. La ciudad era por entonces parte del Imperio ruso. La industria local permitía que floreciera un urbanismo admirado y una sociedad educada. En 1850 se levantó la escuela de música y estudios hebreos de la calle Vinnitska, un elegante edificio de dos plantas, actualmente abandonado, con estucados en la fachada que reproducen el telón de un escenario. Cuando este se construyó había otros 80 centros educativos judíos, hoy solo quedan tres. A finales del siglo XIX, el 80% de la población, más de 55.000 personas, era judía; hoy estos solo son unos 300 vecinos de Berdichev, el 0,4% de la población.
Los pogromos rusos de finales del siglo XIX iniciaron la progresiva desaparición de la sociedad judía de la ciudad. La revolución bolchevique, que a Ucrania llegó en 1920, trajo la represión religiosa, a la que sucedió algo mucho peor, el exterminio nazi. Cuando el escritor Vasili Grossman dejó su Berdichev natal en los años veinte, 30.000 de sus habitantes, “poco más de la mitad del total”, eran judíos. Cuando volvió en 1944 como corresponsal de guerra junto a las tropas soviéticas, liberando el este de Europa en dirección a Berlín, la práctica totalidad habían sido fusilados y enterrados. Grossman descubrió en aquel momento que una de las víctimas era su madre. A ella le dedicó su obra más importante, Vida y destino.
En el número 14 de la calle Shevchenko está la única placa en el espacio público de Berdichev dedicada a uno de sus más insignes hijos, uno de los más importantes narradores en ruso de la segunda mitad del siglo XX. En una casa de dos plantas adyacente a la escuela de medicina, ambas construidas por el tío de Grossman, vivieron el escritor y su madre, donde pasaron sus últimos momentos juntos. Grossman fue un revolucionario convencido al que los crímenes del estalinismo convirtieron en un crítico del régimen comunista. Vida y destino fue prohibida en la Unión Soviética y no fue hasta la década de los ochenta que su maestría empezó a ser reconocida en su propia tierra.
En Berdichev no faltan quienes mantienen lazos afectivos con Rusia. Muchos otros los han roto a causa de la guerra
Ninguno de los vecinos o autoridades que entrevistó El País Semanal en Berdichev había leído nada de Grossman. El regreso a la ciudad natal inspira la que fue su última novela, Todo fluye(Galaxia Gutenberg), censurada en la Unión Soviética, pero que en 1970 pudo ser publicada en Europa Occidental. Cuenta la historia de un preso político en Siberia que se beneficia de la excarcelación masiva de víctimas del estalinismo tras la muerte del tirano, en 1953. Iván Grigórievich vuelve a sus raíces para encontrarse con que los suyos le olvidaron: “Había desaparecido de la conciencia de la gente, de sus corazones, ya fueran fríos o ardientes; existía en secreto, y cada vez aparecía con más dificultad en la memoria de aquellos que lo habían conocido”.
Para llegar a la fosa común de Khazhyn hay que recorrer ocho kilómetros de una carretera secundaria controlada por las patrullas de las Fuerzas de Defensa Territorial, la división militar que moviliza a los ciudadanos ucranios armados. En el arcén saltan los cuervos y las palomas, y en los árboles, todavía pelados por el invierno recién finalizado, solo verdean las formas redondas del muérdago. El bosque, poco frondoso y mojado por la lluvia, conduce a un promontorio en el que hay dos estelas conmemorativas: la más reciente fue erguida hace tres años por el Memorial de los Judíos Asesinados en Europa y el Ministerio de Exteriores de Alemania. Incluye información del lugar y de los crímenes allí cometidos. La estela más antigua, de la década de los ochenta, solo indica que se levantó “a la memoria de los ciudadanos soviéticos aquí caídos”.
Habitantes de la ciudad escuchan el himno de Ucrania interpretado por una orquesta de profesores del conservatorio.ALBERT GARCIA
Un total de 12.000 personas fueron ejecutadas en la fosa de Khazhyn. Donde reposan los restos de los muertos, las autoridades desplegaron recientemente una red de alambre y sobre ella volcaron toneladas de piedras. Genadi Kisluk, presidente de la comunidad judía de Berdichev, explica que cada año había profanaciones por parte de ladrones en busca de joyas y otros objetos de valor.
Kisluk tiene 55 años y nació en Berdichev, como sus padres y sus abuelos. Ellos se salvaron del Holocausto porque antes de la llegada de los alemanes fueron evacuados a Kazajistán. Administra el cementerio judío de Berdichev, uno de los destinos de peregrinaje más importantes de los judíos ortodoxos jasídicos: en él está enterrado el rabino Levi Yitzchok, uno de los líderes del jasidismo en el siglo XVIII. Cien mil de sus fieles procedentes de Israel y Estados Unidos visitan cada año el lugar, pero en esta primavera bajo la sombra de la guerra solo se deja ver algún que otro vecino que pasea a su perro.
Aquí la colaboración de parte de la población local con los nazis en el exterminio judío sigue siendo un tema tabú
Las lápidas más antiguas tienen una forma particular de la región, de la que Kisluk dice no tener explicación. “Las llamamos los zapatos”. Muchas han sido tumbadas por las inclemencias del tiempo, otras fueron vandalizadas. Kisluk comenta que en su camposanto no hay nada financiado por los alemanes, y señala un discreto monumento sufragado por un ruso descendiente de Berdichev. Preguntado por su opinión sobre la invasión rusa, Kisluk responde que él no habla de política: “Los rusos serán siempre bienvenidos en este lugar”. El administrador del camposanto subraya además que durante la Unión Soviética los judíos no tuvieron nunca problemas.
Genadi Kisluk, presidente de la comunidad judía de Berdichev, ya residual, camina por el cementerio judío.ALBERT GARCIA
“La frase ‘yo no entro en política’ es la mejor manera de saber que alguien está a favor de Rusia”, afirma Stanislav Shostak, el intérprete de esta publicación en la visita a Berdichev. A Shostak, hijo de un ucranio judío residente en Israel, la reacción de Kisluk le sulfuró. “Mi padre ha roto muchas amistades con rusos israelíes que también le decían que no querían hablar de la guerra porque no entran en política”.
Kisluk es un ejemplo de las estrechas raíces culturales e identitarias que parte de la población ucrania comparte con Rusia. Pero la invasión ejecutada por el Kremlin ha provocado que muchos ucranios renuncien a este legado compartido. La escuela número 8 de Berdichev ha sido habilitada como centro de acogida para desplazados del frente oriental y como punto de distribución de ayuda humanitaria. Las clases se imparten a distancia y el profesorado intercala las horas lectivas frente al ordenador con trabajos de voluntariado, desde cocinar chuletas rebozadas hasta preparar conservas de pepinos, pasando por tejer redes de camuflaje para el Ejército. En las puertas de las aulas hay carteles en tres idiomas que indican las asignaturas que allí se imparten: en ucranio, inglés y hebreo. Pese a que es la lengua materna de un tercio de la población, el ruso se excluyó expresamente de la escuela a raíz de la guerra separatista espoleada por Rusia en 2014 en la región del Donbás.
“Nunca nos hubiéramos imaginado que nos sucedería esto con nuestros vecinos y hermanos Rusia y Bielorrusia”, afirma entre lágrimas la subdirectora de la escuela número 8, Alina Ryzhko. Su llanto se convierte en rabia cuando recuerda a un exalumno recientemente caído en el frente. Para ella, como para millones de ucranios, Rusia es el mal. “Yo tengo amigos en Rusia, mejor dicho, tenía amigos, es muy duro porque apoyan esta guerra”, dice esta maestra. “Rusia había visto muchas cosas en mil años de historia”, anotó Grossman en Todo fluye con un lamento parecido al de Ryzhko: “Durante los años soviéticos el país había sido testigo de victorias militares mundiales, enormes construcciones, ciudades nuevas, presas que detenían el curso del Dniéper y el Volga y canales que unían los mares, la potencia de los tractores, de los rascacielos… La única cosa que Rusia no había visto en mil años era la libertad”.
El Museo de Historia de Berdichev es una humilde colección de objetos variopintos y loas a los personajes más granados de la ciudad. Es un caserón en los terrenos fortificados del convento de las carmelitas descalzas, una comunidad religiosa fundada en el siglo XVII y actualmente compuesta por una docena de monjas polacas. Miles de familias se han refugiado en Polonia durante la guerra gracias a la intercesión de estas religiosas. En el patio de acceso al convento solo dejan verse perros callejeros que esperan a que alguien les dé algo de comida. Buena parte del museo está dedicado a glorias soviéticas, como el teniente general ruso Georgy Petrovsky, que en enero de 1944 comandó una columna de 20 tanques contra el ocupante alemán dentro de la ciudad. Uno de esos blindados, un T-34, preside el homenaje a aquella gesta en una plaza de Berdichev.
Un aula de la escuela número 8 de la ciudad, reconvertida en almacén de ropa para refugiados.ALBERT GARCIA
Ocho décadas después de que Petrovsky abriera las puertas del municipio a las tropas soviéticas, el museo ha retirado de sus salas las piezas más valiosas y las ha puesto a buen recaudo. La dirección del centro especifica que no se han protegido por miedo a los bombardeos, sino a los posibles saqueos en el caso de que el Ejército de Vladímir Putin acceda a Berdichev. En el acceso principal a la exposición se mantiene un mural con las fotografías de una veintena de soldados de la 26ª Brigada de Artillería, que tiene su cuartel en el municipio: son los fallecidos en la guerra que provocó Rusia en 2014 para separar el Donbás de Ucrania.
John Garrard es uno de los mayores expertos sobre la historia de Berdichev. Este profesor emérito de Estudios Rusos de la Universidad de Arizona ha escrito prolíficamente sobre el pasado judío de la región y sobre Grossman. Garrard recuerda que el eje entre Berdichev y Yitómir, la capital de la provincia, 40 kilómetros al norte, fue el escenario de la victoria más importante de la invasión alemana en la Unión Soviética: fue desde allí desde donde la 11ª División Blindada rodeó Kiev “en cuestión de horas” en septiembre de 1941. “Los soviéticos perdieron 400.000 hombres, asesinados o como prisioneros, en su mayor derrota en la II Guerra Mundial”, dice Garrard, y añade: “Los rusos parecen ignorar su propia historia, su Ejército está actuando como la Wehrmacht alemana, y el Ejército ucranio está en la posición del Ejército Rojo”.
Garrard opina que en un lugar como Berdichev confluyen otras memorias ignoradas. Por ejemplo, la de la población local que colaboró en el exterminio judío, algo de lo que ni se contempla todavía hablar, a diferencia de lo que ha sucedido en otros países europeos como Francia, una actitud heredada de la época soviética. “Cuando el Ejército Rojo retomó la ciudad, el discurso soviético era concentrar las culpas en los alemanes e ignorar la colaboración ucrania. Campesinos ucranios se apoderaron de las propiedades judías, saquearon sus viviendas. Este olvido consciente ha continuado hasta hoy”, opina Garrard. “¿Quién quiere reconocer que sus familias se beneficiaron del asesinato de sus vecinos judíos, o que incluso, en algunos casos, los instigaron?”, plantea.
La inercia soviética también lleva a que la figura de Grossman, voz crítica e incisiva sobre los crímenes contra los judíos, continúe en un segundo plano, valora Garrard: “El nombre de Grossman fue rehabilitado en la década de los ochenta, después del agujero negro que fue la Unión Soviética, pero su trabajo sobre el Holocausto, que trata igualmente sobre el doloroso y desconocido papel del colaboracionismo ucranio, continúa reprimido”.
Vasili Grossman escribió en Todo fluye algunas de sus reflexiones más celebradas sobre la voluntad del individuo de prevalecer, la misma que le llevó al ostracismo: “Por enormes que sean los rascacielos y potentes los cañones, por ilimitado que sea el poder del Estado e imponentes los imperios, todo eso no es más que humo y niebla que desaparecerá. Lo que permanece, se desarrolla y vive es solo una verdadera fuerza, que consiste en una sola cosa, la libertad. Vivir significa ser un hombre libre”.
La casa familiar en la que vivió el escritor Vasili Grossman, una de las glorias literarias de Berdichev.ALBERT GARCIA
Joseph Conrad, hijo de Berdichev, también quiso ser libre para seguir su propio camino. A él se le dedica otro espacio expositivo en las dependencias del convento de las carmelitas, financiado con capital polaco. Józef Teodor Konrad nació en 1857 en el seno de una familia latifundista de la minoría polaca local. Como recogió John Stape en su biografía The Several Lives of Joseph Conrad (Penguin), el mismo Conrad había admitido que Berdichev, “un lugar tan remoto” de Inglaterra, su país de adopción, parecía “un punto de inicio imposible” en su biografía. La familia Konrad se trasladó de Berdichev a Varsovia cuando el pequeño Józef solo tenía tres años. El padre era un activo opositor al imperialismo ruso, defensor de la independencia polaca. Fue deportado a Siberia. La madre murió cuando el pequeño tenía 9 años, y el padre, cuando contaba 11. Cuidó de él un tío, pero pronto, de adolescente, empezó a labrarse su perfil de aventurero que a los 21 años le llevó a Inglaterra.
Conrad, como Balzac, conectaría a Berdichev con la Europa Occidental. Uno en francés y el otro inglés, el primero desde el territorio del realismo y el segundo marcado por el romanticismo, ambos autores se aproximarían a algunos de los aspectos más duros de la condición humana. La obra más reconocida de Conrad,El corazón de las tinieblas, aporta párrafos que suenan como el eco de una violencia común y atávica, sea en el río Congo del libro o en los campos de cereales de la Ucrania occidental: “De cuando en cuando se ve un campamento militar perdido en la selva, como una aguja en medio de un pajar; frío, niebla, tempestades, enfermedad, exilio y muerte, la muerte acechando en el aire, en el agua y entre los matorrales”.
Rusia bombardea Ucrania con decenas de misiles y drones tras acusar a Kiev del atentado en Moscú
Un cohete ruso dirigido a la provincia de Lviv entra en el espacio aéreo de Polonia, país miembro de la OTAN
Cristian Segura
Kiev, 24 de marzo de 2024
Rusia ha desplegado su arsenal de largo alcance contra Ucrania en dos nuevos bombardeos la madrugada y la mañana de este domingo. En el primer ataque se han disparado 29 misiles y 28 drones bomba contra ocho provincias; en el segundo, cuatro horas más tarde, las provincias occidentales de Lviv e Ivano Frankivsk han vuelto a recibir la llegada de misiles del invasor. Los dos bombardeos sobre ciudades lejos del frente se producen un día después de que el líder ruso, Vladímir Putin, acusara sin pruebas a Ucrania de participar en el atentado yihadista del viernes en Moscú, asumido por el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés).
Un palestino llora mientras equipos de defensa civil y residentes buscan a personas atrapadas bajo los escombros de un edificio derruido tras los ataques aéreos israelíes que afectaron al campo de refugiados de Al-Shati, en la ciudad de Gaza, el 24 de octubre de 2023. A principios de octubre, Israel declaró la guerra a Hamás tras los ataques por sorpresa perpetrados por militantes de Hamás el 7 de octubre, que dejaron 1.200 muertos en Israel y más de 200 personas tomadas como rehenes. En las semanas transcurridas desde entonces, más de 15.000 palestinos han muerto en las hostilidades posteriores, según el Ministerio de Sanidad de Gaza, y más de un millón han sido desplazados.
A medida que se acerca el final del año, repasamos algunos de los principales acontecimientos y momentos de 2023. Militantes de Hamás lanzaron un ataque sorpresa en el sur de Israel, seguido de miles de ataques aéreos israelíes en Gaza; un presunto globo de vigilancia chino fue derribado sobre Estados Unidos; fenómenos meteorológicos extremos afectaron a personas de todo el mundo; un terremoto devastador sacudió partes de Turquía y Siria; y mucho más. Aquí presentamos las 25 mejores fotos de noticias de 2023.
Un hombre habla por teléfono mientras mira a través de la bruma el puente George Washington desde Fort Lee, Nueva Jersey, el 7 de junio de 2023. Los intensos incendios forestales de Canadá cubrieron el noreste de EE.UU. de una niebla tóxica distópica, tornando el aire acre y el cielo gris amarillento, y provocando advertencias para que las poblaciones vulnerables permanecieran en sus casas.
Julia espera en el aeropuerto de Tijuana. Julia es de Kyiv, se fue el 27 de febrero con su marido y sus tres hijos. Viajó a México pasando por Moldavia, Rumanía, Austria, Alemania y España. Tijuana, Baja California, México. Fotografía de Jeoffrey Guillemard.
Tijuana para los ucranianos: los migrantes “sofisticados”
Inés García Ramos Fotografía de Jeoffrey Guillemard
11 de mayo de 2022
Esta es la crónica definitiva de los ucranianos que llegaron a Tijuana huyendo de la invasión rusa a su país. Una historia de “dos Tijuanas”, la que recibió a la gente de Ucrania, y la que maltrata a mexicanos, centroamericanos y africanos.
A cincuenta metros del muro entre México y Estados Unidos, una camioneta se detiene en la esquina de la unidad deportiva que sirve de albergue a miles de familias de ucranianos en Tijuana. A diferencia de las Range Rover, los autos híbridos o los lujosos Mercedes Benz que vienen desde California a dejar donaciones, de esta camioneta Honda bajan dos hombres, cargan un bote de basura y lo dejan sobre la banqueta. Un boquete que atraviesa el tambo por la mitad deja salir las piernas de una mujer. Tiene los tobillos atados con cinta adhesiva gris (no es la única huella de que fue torturada antes de que le quitaran la vida). Lleva calcetines rosas, skinny jeans y una blusa blanca con estampado de Darth Vader. Su cuerpo fue abandonado a unos pasos de una miniván roja con dos viniles en la ventanilla trasera, uno en inglés y otro en español: Jesus Christ paid for our sins / Jesucristo pagó por nuestros pecados.