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viernes, 8 de noviembre de 2019

Antonia Pozzi / Noviembre





Antonia Pozzi

NOVIEMBRE




Y luego, cuando me haya ido,
algo quedará
de mí
en mi mundo:
una fina estela de silencio
entre las voces,
un tenue aliento blanco
en el corazón del azul.

Y en un atardecer de noviembre
una esbelta muchacha,
en la esquina de una calle,
venderá crisantemos
y allí estarán las estrellas
frías, verdes, lejanas.
Alguien
-quién sabe dónde- llorará
y buscará crisantemos
para mí
en el mundo
cuando ocurra que, ya sin retorno,
tenga que marcharme.


Antonia Pozzi / Desconfianza


Antonia Pozzi
DESCONFIANZA
Traducción de Carmen Leonor Ferro


Tristeza de estas manos
pesadas
que abren las llagas
más leves
por dejar una impronta—

tristeza de esta boca
que dice
tus palabras
—entendiendo otras cosas—:
esta es la forma
de la más desesperada
distancia.

16 de octubre de 1933


Antonia Pozzi / Hubiera sido





Antonia Pozzi
HUBIERA SIDO

Anuncio hubiera sido de lo que no fuimos.
De lo que no fuimos y ya no somos más.
La poesía amada por nosotros y nunca del corazón separada
Tú la habrías cantado con tus gritos de niño.
La única espiga eras tú
el tallo de nuestra inocencia bajo el sol.
Mas te quedaste allá con los muertos
con aquellos que no nacieron
con las aguas sepultadas
apagado amanecer a la lumbre de las últimas estrellas.
No ocupa ahora tierra sino sólo corazón
tu invisible ataúd
alma
y tú has entrado en el camino del morir.



Antonia Pozzi / El alma desnuda



Antonia Pozzi
(1912-1938)

EL ALMA DESNUDA

Por Cristian David López

Cuántos libros de autores extranjeros hemos leído como si fueran escritos en nuestra propia lengua. El lector no suele fijarse mucho en el traductor. Y sin embargo, cuánto le debemos a los traductores, a los que gastan sus horas trasladando, con no poco esmero, a nuestra lengua los significados que otras lenguas guardan. Qué labor más noble la de estos incansables trabajadores de los idiomas. Más aún es de valorar su esfuerzo cuando, como arqueólogos, ponen a nuestro alcance un descubrimiento, un tesoro que nos enriquece en todos los sentidos. Tal es la labor que ha llevado a cabo la poeta Herme G. Donis. En El alma desnuda (Impronta, 2015), nos ofrece los poemas de la olvidada poeta italiana Antonia Pozzi (Milán, 1912-1938), quien tuvo una vida inestable y se suicidó a los veintiséis años.    
El prólogo de Herme G. Donis nos explica que Pozzi no publicó nada en vida y que la razón más probable de ello fuera por inseguridad en lo que escribía. Quizá también por timidez o por una severa autocrítica.
Será Roberto Pozzi, padre de la poeta, quien recogerá los cuadernos en los que Antonia Pozzi escribía sus poemas y diarios, y los publicará bajo el título Parole. Diario di poesía, en 1938. Todos los poemas llevan la fecha en que fueron escritos.